You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
220 AN. CXXIV – MAII-AUGUSTI 2005 – FASC. II<br />
cho vivir con Cristo, nos ha resucitado con<br />
él y nos ha sentado con él en el cielo (cf. Ef<br />
2,4-7).<br />
¡Todo nos lo dio, quién todo se nos dio<br />
en su Hijo muy querido!<br />
Todo nos lo ha dado ya, incluso lo que<br />
todavía esperamos, a saber, la riqueza de<br />
gloria que Dios da en herencia a los santos,<br />
la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó<br />
en Cristo, resucitándolo de entre los<br />
muertos y sentándolo a su derecha en el cielo<br />
(cf. Ef 1,17-23), la dicha de la eterna bienaventuranza<br />
que se manifestará cuando<br />
venga lo perfecto y se acabe lo limitado,<br />
cuando dejemos de ver en enigma y empecemos<br />
a ver cara a cara (cf. 1Cor 13,8-13).<br />
¡Todo nos lo dio, quién todo se nos dio<br />
en su Hijo muy querido!<br />
Todo nos lo ha dado ya el Padre Dios,<br />
aunque nosotros no podamos siquiera imaginar<br />
la infinita riqueza que se encierra en la<br />
brevedad de ese «todo», ya que no somos<br />
capaces de imaginar el cielo, ni la eternidad,<br />
ni el amor que es puro amor, ni la dicha que<br />
es sólo dicha. El sol, con ser el sol, es solo<br />
fría oscuridad ante el fuego de amor que es<br />
la Trinidad Santísima. Y ese amor que alcanza<br />
al hombre Cristo Jesús, a todos nos<br />
alcanza en Cristo, pues de él hemos recibido<br />
su Espíritu y con él formamos un solo<br />
cuerpo. Podemos decir que somos amados<br />
de Dios, que somos amados como hijos en<br />
el Hijo, como hijos muy queridos en el Hijo<br />
predilecto; pero no podemos en modo alguno<br />
expresar cómo es ese amor, pues es el<br />
amor con que Dios ama a su Hijo, y sólo<br />
Dios puede hablar de Dios.<br />
En comunión carismática contemplamos a<br />
Cristo, entregado por nosotros<br />
Volvamos ahora los ojos a Cristo el Señor,<br />
la Palabra encarnada por quien nos han<br />
llegado la gracia y la verdad, la reconciliación<br />
y la alegría, la luz y la vida, la libertad<br />
y la paz. Volvamos los ojos al altísimo Hijo<br />
de Dios, en quien el amor del Padre se nos<br />
revela. Volvamos los ojos a él con serena<br />
confianza, pues no va a deslumbrarnos la<br />
majestad de lo divino, sino que va a atraernos<br />
la pequeñez de lo humano.<br />
Así nos presenta el apóstol Pablo este<br />
misterio de amor: «Cristo, a pesar de su<br />
condición divina, no hizo alarde de su categoría<br />
de Dios; al contrario, se despojó de<br />
su rango y tomó la condición de esclavo,<br />
pasando por uno de tantos. Y así, actuando<br />
como un hombre cualquiera, se rebajó hasta<br />
someterse incluso a la muerte, y una<br />
muerte de cruz» (Flp 2,6-8).<br />
Así lo confiesa la santa Iglesia en su profesión<br />
de fe: «Creo en un solo Señor, Jesucristo,<br />
Hijo único de Dios, nacido del Padre<br />
antes de todos los siglos […] que por nosotros<br />
los hombres y por nuestra salvación<br />
bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo<br />
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo<br />
hombre; y por nuestra causa fue crucificado<br />
[…], padeció y fue sepultado».<br />
Así lo contempla el Seráfico Padre san<br />
Francisco: «Esta Palabra del Padre, tan<br />
digna, tan santa y gloriosa, fue anunciada<br />
por el mismo altísimo Padre desde el cielo,<br />
por medio del santo ángel Gabriel, y vino al<br />
seno de la santa y gloriosa Virgen María,<br />
en el que recibió la carne verdadera de<br />
nuestra humanidad y fragilidad. Y, siendo<br />
sobremanera rico, quiso escoger la pobreza<br />
en este mundo, junto con la bienaventurada<br />
Virgen, su Madre. Y poco antes de la pasión<br />
celebró la Pascua con sus discípulos y, tomando<br />
el pan, dio gracias, lo bendijo y lo<br />
partió, diciendo: Tomad y comed, esto es mi<br />
cuerpo. Y, tomando el cáliz, dijo: Ésta es mi<br />
sangre del nuevo Testamento, que será derramada<br />
por vosotros y por todos para el<br />
perdón de los pecados» (Segunda Carta a<br />
los Fieles, 4-7).<br />
Nuestra humanidad, nuestra fragilidad,<br />
nuestra pobreza las hizo suyas, por nuestro<br />
amor, el altísimo Hijo de Dios: Por nosotros<br />
se abajó; por nosotros se consagró, por nosotros<br />
se entregó.<br />
«¡Oh, cuán santo es tener un tal esposo,<br />
defensor, hermoso y admirable! ¡Oh, cuán<br />
santo y cuán amado es tener un tal hermano<br />
y un tal hijo, agradable, humilde, pacífico,<br />
dulce, amable y más que todas las cosas