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Centurion Argentina Autumn 2022

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|A bordo| El Masquenada,

|A bordo| El Masquenada, un yate de motor de 51 metros de eslora transformado en un yate explorador Como nuevo Los factores ambientales y económicos, así como la estética están detrás de la creciente tendencia a reformar yates. Por Rachel Ingram FOTOGRAFÍA GIULIANO SARGENTINI 42 CENTURION-MAGAZINE.COM

K aos, A2, Aquilla… son solo algunos ejemplos de yates que han alcanzado la fama por sus remodelaciones y no por su diseño original. Muchos de los astilleros más importantes del mundo —Lürssen, Feadship, Benetti, Oceanco o Royal— han llevado a cabo extraordinarios proyectos de reacondicionamiento que van mucho más allá de dar una nueva mano de pintura o adquirir muebles nuevos. Cada vez son más los dueños que optan por encargar este tipo de reforma en lugar de partir de cero, incluso cuando el dinero no es un problema. Pero, en estos casos, ¿por qué no comprar un barco nuevo? Desde el punto de vista económico y ambiental existen numerosas ventajas y desventajas a la hora de embarcarse en un proyecto de tal envergadura, no obstante, el precio no siempre es la cuestión principal. Año tras año, el reporte State of Yachting devela un incremento a nivel internacional —en 2021 se alcanzó el máximo con 1,397 proyectos, y en 2022 la tendencia es similar— del número de yates de más de 30 metros de eslora que se reacondicionan en astilleros especializados. Este negocio empezó con el Christina, una embarcación construida en 1943 como buque de guerra que su entonces propietario, el multimillonario griego Aristóteles Onassis, reconvirtió en un superyate de 99 metros. La remodelación llevada a cabo por el arquitecto Cäsar Pinnau marcó nuevos estándares en el mundo de la navegación no comercial y, a su vez, inspiró una nueva era de reacondicionamientos. La embarcación, bautizada como Christina O, aún se puede rentar. Este año ha sido testigo de la entrega de espectaculares embarcaciones reconvertidas: algunas gigantescas, como la galardonada remodelación del Masquenada, un yate de motor de 51 metros que Pier Luigi Loro Piana transformó en un modelo de exploración, y otras más sencillas, como el Galaxy, una embarcación clásica de Benetti de 56 metros de eslora entregada en marzo luego de someterse a un impresionante cambio de imagen del que es responsable Njord de Bergman Design House. Con todo, una reforma no es una tarea fácil ni tampoco barata (la transformación del superyate Luna de 115 metros costó casi 50 millones de euros en 2016). Cuando el empresario australiano Ian Malouf, dueño del Coral Ocean de 73 metros de Lürssen, se embarcó en la reforma de su yate «sin reparar en gastos», esta acabó alcanzando la friolera de 35 millones de euros. El yate de Malouf completamente renovado volvió a surcar las aguas en junio con una cubierta ampliada para tomar el sol, una alberca rediseñada con spa, una suite principal con vistas de 180 grados y el doble de grande, así como instalaciones nuevas destinadas al bienestar, la gastronomía y el ocio. Un reacondicionamiento es también una buena oportunidad para aprovechar las tendencias de moda que quizás no eran populares —o posibles— cuando se construyó el yate. Es el caso de los diseñadores encargados de la renovación del Coral Ocean, que se aseguraron de incluir muchos espacios interiores y exteriores que reflejaran el estilo del momento. A medida que mejora la producción, los superyates son cada vez más largos, lo que no significa que los dueños tengan que comprar siempre uno nuevo. FOTOGRAFÍA © DAMEN YACHTING El Here Comes the Sun, de Amels, ampliado hasta los 89 metros CENTURION-MAGAZINE.COM 43

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