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Centurion Argentina Spring 2023

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Es viernes, la tarde se

Es viernes, la tarde se presenta soleada en Ciudad del Cabo, y Kloof Nek —la empinada carretera que serpentea entre la Cabeza de León y la Montaña de la Mesa— está atestada de autos. De vez en cuando, los pasajeros perciben un ligero olor a embrague quemado. sta carretera es una de E las principales rutas que conectan la zona de City Bowl con la costa atlántica, salpicada de playas resplandecientes, por eso no es raro que los autos se arrastren lentamente colina arriba en las tardes calurosas. Después de todo, el tráfico estival no es nada nuevo en Ciudad del Cabo, un destino al que muchos johannesburgueses se están trasladando y que lleva años recibiendo un flujo constante de viajeros de todo el mundo. Pese a los retos a los que se enfrenta, como el aumento de los apagones eléctricos (que duran entre dos y seis horas al día debido a la escasez en todo el país) y el leve repunte de la delincuencia, Ciudad del Cabo sigue teniendo una demanda insaciable. Ni siquiera la gran sequía y la terrible crisis del agua, que se alargó cerca de tres años desde 2016, logró disuadir a los visitantes. Si llega acá en un día despejado, enseguida entenderá por qué. Conocida por su asombrosa belleza, la ciudad cuenta con unas impresionantes montañas cubiertas de vibrantes fynbos (el matorral autóctono), matas de proteas y bosques autóctonos, perfectos para los excursionistas. Al pie de estas montañas se extiende el gélido océano Atlántico, bordeado por unas playas de arena blanca que no tienen nada que envidiar a las del Algarve. Y no hay que pasar por alto la oferta enogastronómica, una de las más vanguardistas y prolíficas del continente e incluso del mundo. Los restaurantes, liderados por empresarios y chefs independientes, marchan viento en popa gracias a la continua afluencia de comensales deseosos de experimentar cosas nuevas. Además, los chefs tampoco están faltos de inspiración ni de buenos productos, porque, como sostiene Peter Tempelhoff, «cuando se está rodeado de montañas y viñedos, Obras de arte en una zona común del hotel Future Found Sanctuary en Hout Bay; página opuesta: el emblemático artista sudafricano Porky Hefer posa delante de su exposición Volume IV. Chaos Calamus en Southern Guild, disponible hasta el 20 de abril

FOTOGRAFÍAS HAYDEN PHIPPS/SOUTHERN GUILD; PÁGINA OPUESTA: MILLION MEMORIES; PÁGINAS ANTERIORES DESDE LA IZQUIERDA: HUFTON + CROW, ANDREA VAN DER SPUY hay mucho con lo que poder crear». Tempelhoff es el chef y copropietario del Fyn. Con una oferta de platillos de estilo japonés elaborados con ingredientes de cosecha propia, el Fyn se ha convertido en el primer establecimiento sudafricano en la lista de The World’s 50 Best Restaurants. Tempelhoff también atribuye este éxito a la intensa temporada turística. «Es uno de nuestros principales motores —apunta—. La ciudad casi duplica su tamaño durante la temporada alta [de diciembre a febrero]. Muchos de los turistas están acostumbrados a comer en restaurantes en el extranjero, por lo que los restauranteros tienen siempre un reto por delante». En la actualidad, se ven obligados a recurrir a los generadores durante gran parte del día; con todo, no cabe duda de que la escena gastronómica está atravesando su mejor momento, y prueba de ello es la gran cantidad de establecimientos de moda que han ido surgiendo, entre ellos, el Ramenhead, el nuevo restaurante de ramen de Tempelhoff, situado en pleno centro, en el mismo edificio que el Fyn. os destinos de alta cocina se L han multiplicado igualmente. Si alguien pensaba que este tipo de gastronomía había muerto, se equivocaba, al menos en lo que a Ciudad del Cabo se refiere. «Mucha gente auguraba la desaparición [después del covid] del fine dining. No sabían que el mundo recibiría con los brazos abiertos a esta exigente industria. La alta cocina ha vuelto… y viene pisando fuerte», añade Tempelhoff. El equipo de La Colombe, uno de los espacios de alta cocina más prestigiados y consagrados de la ciudad, abrió el año pasado el Pier en un espacioso comedor acristalado en el V&A Waterfront. Platillos como el cítrico calamansí escalfado con nitrógeno o el caviar con coliflor caramelizada cautivan a los paladares deseosos de probar menús largos y elaborados. El Edge del chef Vusi Ndlovu, con una ubicación efímera en el hotel Belmond Mount Nelson (pronto dispondrá de un espacio permanente), también hará las delicias de los gourmands en busca de algo sofisticado con un toque local. «Ciudad del Cabo siempre ha contado con unos chefs increíbles, y la clientela les permite que exploren a fondo y traspasen los límites —admite Ndlovu—. Además, la gente está abierta a explorar cosas nuevas, lo que juega a nuestro favor». Este joven cocinero forma parte de una nueva generación de chefs locales que está sacando provecho a la cocina autóctona. En el Edge, incorpora una variedad de sabores y métodos culinarios de distintas partes del continente para realzar platillos conocidos, como el popular arroz jollof, que sirve de inspiración para su consomé de jitomate servido con trucha asalmonada de la zona. La chef Mmabatho Molefe detrás del recién inaugurado Emazulwini considera apasionante observar «cómo se reconstruye el panorama culinario, pero no solo con la intención de abrir un restaurante, sino también de arrojar más luz sobre la cocina africana y sudafricana». Ubicado en Makers Landing, frente a una terminal portuaria, el restaurante promociona la gastronomía nguni y zulú con propuestas tan exquisitas como el hígado de buey bañado en mantequilla con lentejas amarillas y chakalaka (un condimento picante). Molefe reconoce los desafíos a los que se enfrenta la ciudad, pero no puede negar que aún hay cabida para que el sector prospere, CENTURION-MAGAZINE.COM 53

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