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Centurion Argentina Winter 2023

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|Objetos| Champagne de

|Objetos| Champagne de coleccionista El espumoso francés se ha convertido en un refinado vino que goza de un floreciente mercado de coleccionistas más allá de las simples burbujas de celebración. Por Tom Harrow R eunir una envidiable selección de vinos para saborearlos a medida que van madurando es el sueño de muchos, como también lo es conocer y compartir esas botellas con otros entusiastas e incluso con los propios enólogos. La venta de ejemplares con un valor en alza permite a los coleccionistas reinvertir los beneficios y financiar futuras adquisiciones. Tradicionalmente, las colecciones que dominaban el mercado eran los mejores burdeos incluidos dentro de la Clasificación Oficial de Burdeos. Poco a poco, los borgoñas fueron despuntando como codiciados objetos de coleccionismo, junto con los barolos y los famosos vinos de la Toscana, una tendencia que se vio reforzada con un puñado de importantes productores del Ródano y del Nuevo Mundo. Últimamente, la champaña, antaño considerada una bebida para acompañar un aperitivo o una celebración, se está haciendo un merecido hueco en el mercado y está presente en las colecciones más notables; incluso las cuvées más cotizadas se esperan con impaciencia y son objeto de una feroz competencia. Essi Avellan, Maestra del Vino y renombrada especialista en champaña, explica que este espumoso «se ha convertido en un vino refinado en lugar de ser una bebida destinada exclusivamente a celebraciones. Esto ha FOTOGRAFÍA MICHAEL BOUDOT 32 CENTURION-MAGAZINE.COM

suscitado un creciente interés por sus cuvées singulares, pero también por los terrenos de cultivo, las champañas de terruño único y las mejores cosechas». Las estadísticas así lo respaldan. Justin Gibb, cofundador de Liv-ex (la fuente más fiable del sector vinícola para conocer las tendencias y la evolución de los precios), apunta que «en 2015, la región de Champagne representaba un 7 % en el mercado internacional; en 2022, alcanzó el 15.8 % y en 2023 se ha mantenido en el 15 %, situándose justo por detrás de Burdeos y Borgoña como la región que más vinos de calidad vende». Gibb atribuye este creciente interés a «la aparición de las primeras cuvées de calidad en 2008, una cosecha considerada como “la mejor de la historia”» y subraya que, entre finales de 2019 y 2022, el precio promedio de una caja de champagne rosé se disparó nada menos que un 76.6 %. En octubre de 2022, el índice Champagne 50 de Liv-ex (que registra la evolución de los precios de las cosechas más recientes de la champaña con mayor actividad en el mercado) superó a todas las demás regiones vinícolas, así como a los principales valores bursátiles del mercado. Peter Crawford, todo un apasionado de los espumosos y reciente importador de productores artesanos emergentes, se lamenta de que es «la bebida de la diversión y de los momentos especiales, pero su precio nos obliga a degustarlo con seriedad en lugar de derramarlo con alegría». En cualquier caso, en línea con una corrección general de los precios de los vinos de calidad debido, en parte, a «los desfavorables factores macroeconómicos imperantes —argumenta Gibb—, el Índice Champagne 50 ha caído un 16 %». ¿Ha estallado la burbuja? Según explica Avellan, «en los últimos años hemos sido testigos de un gran impulso en las ventas de champaña en todo el mundo, lo que ha provocado escasez de producto y un aumento exponencial de los precios, pero ahora el sobrecalentado mercado está encontrando un nuevo equilibrio con una mayor disponibilidad y unos precios más estables». Queena Wong, coleccionista y Dame Chevalier de l’Ordre des Coteaux de Champagne, coincide con la Maestra del Vino: «El ambicioso posicionamiento de algunas maisons ha descendido desde su punto álgido. Deberíamos anticipar un enfoque más cauteloso por parte de estas casas en cuanto a los precios, y observar una progresión constante en lugar de las rápidas subidas que se producían anteriormente tras el lanzamiento de una cosecha». «La caída de los precios de la champaña está mostrando claros signos de estabilización», señalaba Gibb a finales de septiembre, añadiendo que «incluso a 250 dólares la botella, las cuvées mejor valoradas por la crítica ofrecen un excelente valor si se comparan con los grandes vinos de Burdeos y Borgoña, con las últimas cosechas de Primer Cru a más de 500 dólares y los Grand Cru de la Côte d’Or a más de 1,000 dólares». Esto debería despertar el interés de los coleccionistas más astutos que buscan acceder a caldos excepcionales en el momento oportuno. Pero, ¿cuáles son las ventajas de los espumosos y qué botellas deberían estar en nuestra lista? Un vino de colección es, según Avellan, para «disfrutarlo o invertirlo en el futuro. Por lo tanto, si se quiere conservar, tiene que mejorar su sabor o aumentar su valor, y con suerte, las dos cosas». A diferencia de otros grandes vinos de colección —los burdeos y los borgoñas son los ejemplos más obvios—, la champaña sale al mercado ya envejecida; se envía poco después de ofertarse (normalmente en un par de meses); y una parte importante se consume nada más llegar. Como explica Wong, «en cuanto aparece en los estantes y en las cartas CENTURION-MAGAZINE.COM 33

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