Views
5 months ago

Centurion Argentina Winter 2023

  • Text
  • Diamantes
  • Mundo
  • Arte
  • Blanco
  • Gran
  • Kent
  • Ciudad
  • Rosa
  • Forma
  • Lugar
  • Centurion
  • Argentina

|Reflexiones| Dr. Tim

|Reflexiones| Dr. Tim Spector, OBE Catedrático de Epidemiología del King’s College de Londres, Spector estudia la relación entre nutrición y salud intestinal, incluida la salud mental. «Ahora entendemos mejor cómo se relacionan la alimentación, el estado de ánimo y los microbios», escribe en su libro superventas Alimentarse sin engaños (2023). «Todas las evidencias apuntan a un patrón dietético beneficioso muy similar, con abundantes vegetales de colores, frutos secos, legumbres y alimentos fermentados ricos en probióticos para detener la pandemia de salud mental». décadas. Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, calcula que la esperanza de vida humana está a punto de adentrarse en un territorio desconocido debido al aumento potencial del número de «supercentenarios», es decir, personas que viven hasta los 110 años o más. Dicho esto, se estima que alrededor de dos tercios de los cerca de ocho mil millones de habitantes del planeta morirán de manera prematura a causa de enfermedades evitables. Dan Buettner, miembro de National Geographic, autor de best sellers y productor de la serie de Netflix Vivir 100 años: los secretos de las zonas azules, cree que deberíamos centrarnos menos en evitar la muerte y más en aprender a vivir la vida. Buettner argumenta que muchas de las creencias comunes sobre cómo lograr una vida larga y saludable son conceptos erróneos, y como resultado, la mayoría de nosotros estamos tirando años buenos a la basura. En su último libro, El secreto de las zonas azules, Buettner vuelve a tratar el tema de los «superlongevos» en las cinco regiones conocidas como «zonas azules», o lo que es lo mismo, lugares con una esperanza de vida muy superior al promedio. Estas cinco regiones son Cerdeña (Italia), Icaria (Grecia), Okinawa (Japón), la península de Nicoya (Costa Rica) y Loma Linda (California). Buettner intenta comprender mejor los alimentos, las estructuras sociales y los estilos de vida que, combinados, han contribuido a sumar hasta diez años más de vida sana. El autor subraya que lo que distingue a estas zonas azules no son necesariamente unos genes únicos o una fuerza de voluntad extraordinaria, sino que sus habitantes parecen prosperar gracias a una «red interconectada de características que los impulsa a hacer lo correcto durante suficiente tiempo y evitar lo incorrecto. Vayas donde vayas, en estas regiones, se puede ver que la gente disfruta de una vida vibrante, activa y feliz. Viven durante más tiempo sin ni siquiera intentarlo». Es cierto que «también sufren situaciones de estrés en su día a día, como todos nosotros, pero tienen un propósito y ponen en práctica su talento a diario; las mismas cosas que les permiten llegar sanos a los 95 años son las que los mantienen lúcidos hasta el final», concluye. El doctor Bruno Ribeiro opina que se puede aprender mucho de estas zonas azules. Como responsable de desarrollo cognitivo y estimulación cerebral en la vanguardista clínica SHA Wellness Clinic, cerca de Alicante (España), este médico ha analizado la salud y la funcionalidad de innumerables cerebros y, al mismo tiempo, ha ayudado a los huéspedes a mejorar su salud general y su rendimiento neurológico. La filosofía de SHA gira en torno a una alimentación macrobiótica e integral con alimentos de temporada. El doctor Ribeiro señala que hasta el 40 % de los clientes sufren desequilibrios intestinales o disbiosis, que en su mayor parte son consecuencia del consumo de FOTOGRAFÍA THE VOORHES / GALLERY STOCK; ILUSTRACIONES JÖRN KASPUHL 46 CENTURION-MAGAZINE.COM

alimentos procesados, conservantes, colorantes y grasas poco saludables. Esta dieta puede provocar oxidación, inflamación y desequilibrios intestinales en general. «Si bien gran parte de la medicina moderna es lineal, el cuerpo no lo es; cada cerebro es distinto y debe tratarse de manera individual —explica—. Desde que la sociedad occidental ha pasado de comer plantas a ingerir alimentos ultraprocesados, aceites vegetales baratos, y azúcares en todas sus formas, hay un exceso de comida, pero escasez de nutrientes». El microbioma intestinal y el cerebro son inseparables: hasta un 90 % de la serotonina del cuerpo (el neurotransmisor que interviene en el estado de ánimo, las funciones intelectuales y la recompensa) se produce en el intestino, por lo que no es de extrañar que lo que comamos dicte cómo nos sentimos. «En SHA seguimos experimentando con recetas sanas y ricas en antioxidantes que se elaboran a base de frutos secos, semillas, plantas, etc., y se complementan con chucrut fermentado y algas (para ayudar a eliminar el mercurio y los metales pesados del hígado)», señala el Dr. Ribeiro. Optimizar la salud del microbioma es asimismo uno de los principales objetivos del trabajo de Tim Spector. Este catedrático de Epidemiología del King’s College de Londres sostiene que los consejos genéricos dirigidos a la población no funcionan porque menos del 1 % de los adultos del Reino Unido siguen las directrices del Gobierno. Afirma además que «los alimentos que son favorables para nuestra salud también lo son para la del planeta; el mundo de los productos fermentados es muy prometedor, ya que aquello que antes se desperdiciaba, como los restos de verduras y la masa de pizza indeseada, se transforma en alimentos deliciosos y nutritivos mediante la fermentación». Basándose en los resultados del American and British Gut Project, Spector ofrece un consejo fundamental para cuidar la salud intestinal que consiste en comer 30 plantas diferentes a la semana: «Es la clave para conseguir la máxima diversidad posible de microbios intestinales y gozar así de una salud óptima». En un mundo en el que a la gente le faltan nutrientes esenciales, su mensaje en pro de la nutrición positiva está ganando adeptos porque «en lugar de cambiar por completo nuestras preferencias dietéticas, podemos limitarnos a añadir más a nuestros platillos a fin de lograr un microbioma intestinal más sano y mejorar nuestra salud». La neozelandesa Analiese Gregory, aclamada como una de las cocineras más interesantes de su generación, se ha centrado en impulsar la salud del planeta y de sus habitantes con gran astucia y discreción. Gregory ha cambiado las deslumbrantes estrellas Michelin de París por una casa de campo centenaria que se alza en una parcela de casi una hectárea ubicada en el valle Huon de Tasmania (a unos 35 minutos en auto de Hobart). En este espacio ha encontrado un nuevo ritmo de vida que le permite pescar, recolectar, cazar y rendir homenaje a la naturaleza y la comida lenta de esta isla agreste y a menudo salvaje. «Hace tiempo que me preocupa el despilfarro de alimentos, y quería meter las manos en la tierra para aprender más sobre el origen de lo que comemos», apunta. Al darse cuenta, a la fuerza, de que no podía abarcar todo ella sola, Gregory ha decidido encargarse únicamente de lo que se le da bien: «Crío mis propios pollos y cerdos, tengo abejas para hacer miel, y cabras, ¡más que nada para entretenerme!». Cuando le apetece un alimento concreto, lo obtiene de la naturaleza y, «cuando no estoy muy familiarizada con un sistema alimentario determinado, intento hacerlo yo misma de la forma que mejor se ajuste a mis valores». Por ejemplo, al leer que los huertos marinos hawaianos preservan las especies vegetales autóctonas, Gregory creó los suyos propios, secando y conservando algas locales como el wakame para utilizarlas como fuente principal de umami en sus platillos. «Puede que ahora lo llamen forrajear, pero sigue consistiendo, ni más ni menos, en recolectar alimentos», añade con ironía. En la actualidad, otras personas se proponen emular la libertad que aporta esta creatividad llena de ingenio. De vuelta en Nueva York, Humm aclara que su restaurante «no es anticarne, sino proplaneta». Y añade que esta «manera de cocinar debe forjar un camino hacia el futuro. En gran medida, lo que comemos forma parte de nuestra identidad, y mi deseo es que la gente abra la mente a la idea de crear nuevas tradiciones para construir un futuro mejor». Ahora que el movimiento alimentario global se aproxima sutilmente a una sinfonía más armoniosa con la naturaleza, muchos de los restaurantes más destacados están optando por hacer lo mismo, recurriendo a la imaginación para modificar sus argumentos, de modo que, en lugar de utilizar las verduras de temporada como acompañamiento de las proteínas animales, la propia estación se convierte en la protagonista. Dr. Bruno Ribeiro El responsable de desarrollo cognitivo y estimulación cerebral en la SHA Wellness Clinic sostiene que los ácidos grasos omega-3 del pescado graso son fundamentales para la salud cerebral. «A quien no le guste el pescado, puede elegir fuentes terrestres de omega-3, como las semillas de lino, los aguacates y las nueces —recomienda—. Tampoco hay que olvidarse de las bayas». CENTURION-MAGAZINE.COM 47

CENTURION