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Centurion Mexico Winter 2022

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|Reflexiones| ¿Y si quiero comprar el mejor whisky japonés? Un vistazo al esquivo mercado de las botellas más antiguas de Japón y a la posibilidad de que sus precios bajen a corto plazo. Por Joe Rogers Ilustración de Nishant Choksi Era imposible encontrar el Yamazaki de 55 años, el whisky japonés más antiguo jamás embotellado, por ningún lado; el furor de los coleccionistas había sido tal que prácticamente estaba agotado antes de llegar a los estantes. Se trataba de una pequeña edición de dos barricas destiladas por el padre del whisky japonés, Shinjiro Torii. Desde el principio, las apuestas eran altas. Aún resonaba el sonido del martillo cuando en 2018, en la sala de subastas hongkonesa Bonhams, un Yamazaki de 50 años batió todos los récords al alcanzar los 2,695,000 dólares hongkoneses. Para algunos, la importancia radicaba en el propio licor; muy pocos habían podido catar las notas a piña e incienso del Yamazaki envejecido durante cinco décadas en barricas de roble. Pero otro motivo de fascinación era la conexión directa con Torii-San, como si al abrir uno de esos 200 decantadores se descubrieran pinceladas del viejo maestro en una de las pocas obras que aún se conservan de él. Era escaso, excepcional y, para muchos de los que lo anhelaban, imposible de conseguir. Ben Murray, jefe de destilados de Hedonism Wines en Londres, lo define como «la tormenta perfecta». «Japón lleva elaborando whisky de gran calidad durante mucho más tiempo del que yo llevo en este negocio —explica Murray—, sin embargo, hace aproximadamente una década se produjo un cambio de percepción en el Reino Unido. Los whiskies Suntory y Nikka ya habían cosechado premios de prestigio a lo largo de varios años, cuando, en 2015, Jim Murray coronó al Yamazaki Sherry Cask de 2013 como el Whisky Mundial del Año y las cosas empezaron a tomar una nueva dimensión». ¿Se podría haber conseguido una botella de este Yamazaki que batía récords el mismo día de su comercialización? «Por desgracia, era prácticamente imposible. La gente se entera de los nuevos lanzamientos mucho antes del día oficial y, por ello, solemos tener bastantes más peticiones que botellas». No cabe duda de que el interés por el whisky nipón se desató por los llamativos titulares y su excelente calidad. Con todo, su misticismo se acentuó debido a 38 CENTURION-MAGAZINE.COM

Siento que tengo la responsabilidad de avisar a la gente para que no pierdan esta oportunidad. Porque va a ser la última: cuando estas cosas se van, se van para siempre – Diego Lanza que las ediciones añejas eran cada vez más escasas. Una escasez que está relacionada con las dificultades a las que se enfrentaron las destilerías del país a finales del siglo xx cuando se vieron obligadas a reducir su producción o bien echar el cierre definitivo. Con la llegada del nuevo milenio, la industria se quedó estancada. En Japón, los más jóvenes renegaban de los whiskies que bebían sus padres y se inclinaban por mezclas importadas o shochu. Grandes destilerías, como Yamazaki y Yoichi, pudieron mantener los alambiques en funcionamiento, pero muchas otras no corrieron la misma suerte. Por eso, en el momento del boom no había suficiente producto para satisfacer la demanda. Las barricas envejecidas hacía más de una década se volvieron increíblemente valiosas y se creó un mercado sólido en torno al exclusivo whisky japonés. Shinji Fukuyo, el veterano maestro mezclador de Suntory, se muestra modesto al respecto. Cuando le pregunto si considera preocupante la transformación del whisky en un bien de inversión, me responde de forma concisa: «Nuestra intención siempre ha sido que la gente disfrute al abrir la botella. Somos un equipo de maestros mezcladores y, como tal, seguimos apostando por ese momento». Mientras hablo con Diego Lanza, este especialista en whisky de Bonhams me cuenta que está en Hong Kong preparando la subasta prevista para noviembre. Además de la habitual oferta de macallans y burdeos, también se presenta una significativa selección de whiskies japoneses. El destilado que despierta más expectación es una barrica especial de Yamazaki, que contiene un whisky puro de malta envejecido durante más de 60 años en las bodegas de Suntory. El Yamazaki Junshin nunca se ha puesto a la venta y su precio de salida se estima en 320,000 dólares hongkoneses. «El vino, incluso si se conserva en perfecto estado, envejece de tal forma que al final acabas teniendo una botella de vinagre cara y bonita —me explica Lanza—. Con el whisky no existe ese problema. Por eso, la gente lo está empezando a considerar una buena inversión. Se trata de un líquido encapsulado que se convierte en una reliquia». «En los últimos nueve meses, he visto cómo el mercado se ha vuelto completamente loco. Basta con fijarse, por ejemplo, en la serie vintage de Karuizawa». Aunque esta destilería cerró en el año 2000, sus whiskies están ahora entre los más valorados. «Vienen en una simple caja de cartón, así que con este aspecto tan discreto no llamaron la atención de todo el mundo, si bien lo importante es el líquido que esconden en su interior. Su precio lleva unos años incrementándose —cerca de 7,000 libras— y, en apenas unos meses, se ha más que duplicado». De vuelta en Londres, le consulto a Murray si podríamos estar ante una burbuja causada por la especulación. «Sin duda, es lo que parece. Aun así, con una oferta tan limitada, será difícil que estalle». En el momento de escribir estas líneas, su tienda de Mayfair cuenta con un Yamazaki de 55 años valorado en 650,000 libras. «Con el tiempo, la producción se irá ajustando a la demanda de las gamas más básicas. No obstante, muchas botellas, que nunca se volverán a ver, siempre seguirán despertando interés». «Mira los precios —comenta Lanza en referencia al mismo tema—. A nivel micro, puede que los veas bajar y luego remontar, en cambio a nivel macro, no dejan de subir. Es como el índice S&P 500 a lo largo de las dos últimas décadas. Al igual que ocurre con todo, en algún momento se producirá una corrección en el mercado. Es posible que el precio de estas viejas botellas de Yamazaki y Karuizawa descienda, aunque no lo hará mucho». Además de un brillante potencial de inversión, lo que se ofrece ahora mismo es la oportunidad de poseer una parte de la historia que no se repetirá jamás. «Para alguien como yo, que realmente disfruta con estas cosas —apunta Lanza—, es duro desde el punto de vista emocional, porque soy el causante de que estos precios suban. Pese a todo, siento que tengo la responsabilidad de avisar a la gente para que no pierdan esta oportunidad. Porque va a ser la última: cuando estas cosas se van, se van para siempre». CENTURION-MAGAZINE.COM 39

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