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Departures Mexico Spring 2019

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26 DEPARTURES AIRES

26 DEPARTURES AIRES CÁLIDOS El Montage Los Cabos junto a la playa tampoco soy un amante de la noche. En este momento la región ocupa los primeros puestos del país por muchos motivos: la ciudad más cara, la población de mayor crecimiento y el número más elevado de resorts en construcción. En cuanto salgo de los límites de algún complejo turístico, veo grúas, barras de acero y autobuses privados trasladando a los trabajadores de los hoteles. Pero aún más abrumadora me resulta la impresionante topografía y el maravilloso clima que sigue atrayendo a los visitantes: un cielo asombrosamente azul y amplias playas kilométricas en ambas direcciones. Hacia el interior, el desierto muestra sus infinitas gamas de rojo, ocre y gris; y hacia el mar, el océano es azul medianoche o azul verdoso, con corrientes implacables. Es hermoso y emocionante, y los locales saben bien que Los Cabos pueden aportar muchas cosas, pero también arrebatártelas. Martin Kipping, director general de Viceroy (viceroyhotelandresorts.com), sostiene que «siempre que se habla de la evolución de Los Cabos, hay que tocar el tema de los huracanes». En 2014, el Odile devastó la región, dejando US,000 millones de daños y reduciendo a escombros enclaves tan legendarios como el One&Only Palmilla. «Le dio a Los Cabos la oportunidad de reconsiderar lo que quería ser». Para vivir de cerca la última gran apertura en Los Cabos, me registro en el Montage Los Cabos ( montage hotels.com), la primera propiedad internacional de la exclusiva cadena hotelera estadounidense. Los edificios de poca altura del resort, con fachadas de piedra y madera, son de estilo minimalista y se asoman a la alberca dispuesta en tres niveles que desciende hasta una playa espectacular, la más romántica que he visto jamás. Podría encontrarme en la región italiana de Apulia si no fuera por la música de la cantante mexicana Natalia Lafourcade sonando en el Marea, el restaurante junto a la playa donde degusto dashi ahumado sobre jurel. Además de detalles como este, el resort da en el clavo en todo lo que es habitual en unas vacaciones en México y pronto me dejo llevar: un paseo por la playa para darme un vigorizante baño en el océano; un masaje antes de comer para librarme de las tensiones de la vida urbana; pescado de la zona para almorzar; una paleta de fruta fresca antes del chapuzón en la alberca, y, finalmente, un mezcal para pasar la tarde. Antes de que el modernismo mexicano se generalizara entre los resorts de lujo de tamaño medio de Los Cabos, algunos pequeños pioneros ya lo habían puesto en práctica. Para ser testigo de sus logros, me aventuro por San José del Cabo y visito el Drift San José (driftsanjose.com) que, según me han dicho, es el primer hotel “cool” surgido en la ciudad. A la sombra de las palmeras y la robusta pérgola de madera del patio de grava, bebo un mezcal junto a una alberca rodeada de sencillas habitaciones con puertas de cristal y acero. De fondo se escucha música disco de otra época. Lleno de energía, deambulo por el barrio artístico mientras el sol se pone en el horizonte, el calor se disipa y la ciudad cobra vida. Parejas jóvenes y mayores bailan en la plaza. Con polos color pastel, mocasines y shorts kakis, las familias que se han aventurado fuera de los resorts se sacan fotos delante de la pequeña catedral. Este no es el Cabo del que antaño disfrutaban las Jennifer y los Brad o el Cabo de los fiesteros como Sammy Hagar o Charlie Sheen. Me atrevo a decir que es el Cabo del viajero internacional más exigente en busca de cultura y también de playa.

Izquierda: la playa en The Cape, a Thompson Hotel; abajo a la derecha: varias sillas en el Drift San José Fuera de la ciudad, la naturaleza es sorprendentemente indómita. Una mañana me dirijo en taxi al noreste de San José del Cabo. La carretera pavimentada y uniforme repentinamente se convierte en un camino de tierra lleno de surcos formados por una tormenta reciente. En la cima de una colina, llego a una franja de frondosa selva alimentada por los acuíferos de la Sierra de la Laguna. En este oasis de palmeras y jardines se encuentra el Acre (acrebaja. com), una colección de búngalos y casas sobre árboles discretamente escondidos detrás de cactus y aves del paraíso. Frente al restaurante al aire libre, la mixóloga Dani Tatarin utiliza un alambique de cobre para crear aceites esenciales y destilados herbales con plantas del huerto de la propiedad, como combava, lavanda o cedrón, e infusionar literalmente la esencia de Los Cabos en sus cocteles. Una parte integral del equilibrado boom en la construcción de resorts en Los Cabos es la propiedad privada, con casas de vacaciones a precios medianamente asequibles y las mismas vistas excepcionales al desierto y al mar. Ya las tienen en el Montage, el Chileno Bay y el Viceroy y las tendrán en el Nobu y el Four Seasons, una vez que estén finalizados. Incluso el Acre, un complejo que no pertenece a ninguna cadena hotelera, está ampliándose con un portafolio de búngalos en propiedad fraccionada, ahora en construcción. Lo más cerca que estoy del Cabo San Lucas propiamente dicho es The Cape, a Thompson Hotel (thompsonhotels.com), uno de los primeros resorts modernistas de la región. El edificio está construido junto a una impresionante playa a unos cinco kilómetros de la ciudad y su mezzanine ofrece una vista cinematográfica de El Arco, la conocida formación rocosa. En su restaurante Manta degusto un camote asado acompañado de la que posiblemente sea la mejor tortilla con mole que he tomado desde un viaje reciente que hice a la Ciudad de México. No esperaba menos de un restaurante bajo la supervisión de Enrique Olvera, el célebre chef del afamado Pujol. Paso mi última noche en el Chileno Bay (aubergeresorts.com), otra propiedad de reciente apertura y vuelvo a observar mucho de lo que he visto en el Montage: albercas infinitas con efecto cascada. El olor a piña chisporroteando en el asador llega a bocanadas desde el bar de tacos y tequila TnT (vender comida callejera de la Ciudad de México es, sin duda, una moda en Los Cabos). Pero yo disfruto de otra propuesta gastronómica sin igual —plátano macho y tortillas con cochinita pibil, y sí, otro sotol— en el Comal, el restaurante del Chileno Bay. Un poco más al este se encuentra el Solaz de Luxury Collection. De madera y mármol, el edificio brilla bajo la luz del atardecer rodeado por cientos de kilómetros de costa virgen. John Steinbeck, uno de los primeros novelistas en hacer una crónica de un viaje por Baja, publicó en 1951 su libro Por el mar de Cortés. Animado por el éxito de Las uvas de la ira, el autor pasó seis semanas catalogando las pozas de marea y los crustáceos a lo largo y ancho de la península, mucho antes de que se construyera el primer gran hotel. Cuando Steinbeck se embarcó en esta aventura, era consciente de que los viajes y la curiosidad siempre alteran de una forma u otra el curso de un lugar. Como un huracán. O un hotel. «Vamos al mar de Cortés — escribía Steinbeck—. Podemos tomar algo de él, pero debemos dejar algo a cambio». DEPARTURES 27

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