L a bodega Phifer Pavitt

L a bodega Phifer Pavitt es un gran ejemplo de reciclaje combinado con diseño. Dcha.: su dueña, Suzanne Phifer Pavitt M e siento con unos vaqueros hechos con botellas de plástico, en un coche hecho en parte con el mismo material. Voy de camino a Napa Valley para encontrarme con una arquitecta sostenible, tenía que vestirme así para la ocasión. La economía circular está empezando a impulsarse gracias a lugares como California, que está a la vanguardia de este tipo de economía. Los empresarios tecnológicos de Silicon Valley, los dirigentes estatales y los comerciales más visionarios creen en una reutilización inteligente de los recursos mediante el diseño. Y adonde va Silicon Valley, va todo el mundo: empezando por Napa Valley. Me dirijo en un Range Rover Evoque a Silverado Trail, 46km de una idílica carretera rural que une las ciudades de Napa y Calistoga, una ruta más bonita que su compañera más concurrida, la autopista 29. Al salir de San Francisco por el lado norte de la bahía, la niebla que envuelve al Golden Gate empieza a desaparecer, la luz del sol predomina y la temperatura sube. Con el espíritu de reducir los recursos, no enciendo el A/C y abro las ventanillas. Al cabo de una hora, en el paisaje empiezan a aparecer los verdes puros de la hierba iluminada por el sol. Rosales silvestres y cipreses bordean los viñedos ondulantes, intercalados con carteles de multas por tirar basura y uno que dice «Me tenías en Merlot». El aire es terroso pero también es dulce. El contraste entre el centro de San Francisco y este sueño bucólico está a una hora en coche, pero es lo que hace que Napa Valley triunfe. Es la zona agrícola más grande cerca de una gran ciudad de EE. UU. Nombrada Reserva Agrícola a finales de los 60, la tierra está protegida de construcciones y demás desarrollos. Su proximidad con los recursos, la tecnología, los valores y la población del área de la Bahía crean una mezcla potente y tengo curiosidad por saber si esto está detrás del enfoque cada vez más innovador de los viticultores californianos. Primera parada, la bodega Phifer Pavitt cerca de Calistoga. Debajo de unas espléndidas encinas, cuesta creer que estoy a menos de 90 minutos del ruido urbano. La sala de catas está en un rincón fresco de la ladera y no podría ser mejor la acogida. Suzanne Phifer Pavitt, la propietaria que le da nombre a la bodega y el motor de su diseño, me cuenta que su compromiso con la sostenibilidad se debe a su sencilla educación agrícola en Georgia. «Odio desperdiciar», dice. «Crecí utilizando mi creatividad, así eran mis padres. No quiero algo nuevo, prefiero algo 61