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—Poe está a punto de llamarme.
Justo a tiempo, mi laptop hace ping y la imagen de Poe aparece, el
símbolo verde del teléfono apareciendo en mi pantalla. Julie frota su
estómago, dándome una mirada extraña antes de mirarme con una sonrisa
confusa y con los labios apretados.
—Bueno. ¡Ustedes dos, diviértanse!
Presiono aceptar y la cara de Poe aparece lentamente, sus gruesas cejas
negras cuelgan sobre los cálidos ojos marrones y familiares. Le cortaron el
cabello desde la última vez que lo vi. Más corto. Limpio. Él me da una gran
sonrisa de oreja a oreja, e intento sonreírle, pero termina pareciendo más
una mueca.
No puedo sacar la imagen de mi padre de mi cabeza. Tan triste y solo,
en la cama, pero las líneas de su rostro aún profundas y llenas de
agotamiento.
Y ni siquiera puedo ir a verlo.
—¡Hey mami! Te ves muy bien —dice, bajando su malteada y
entrecerrando los ojos—. ¿Estás en otro de tus maratones de pudín de
chocolate otra vez?
Sé que aquí es donde se supone que debo reírme, pero parece que he
agotado mi cuota de simulación para el día, y aún no son las nueve y media.
Poe frunce el ceño.
—Oh… oh. ¿Qué está mal? ¿Es cabo? Sabes que las quemaduras
solares no son cosa de juego de todos modos.
Alejo eso y en su lugar sostengo mi bandeja como una modelo de
programa de juegos para mostrarle a Poe mi desayuno de leñador. ¡Huevos,
tocino, papas, y una malteada! Lo habitual en nuestras citas de desayuno.
Poe me lanza una mirada desafiante, como si no pasara por alto ese
cambio de tema, pero no puede resistir sostener su plato para mostrarme la
comida idéntica, excepto que sus huevos están bellamente adornados con
cebolletas, perejil y... Espera.
¡Malditas trufas!
—¡Poe! ¿Dónde diablos conseguiste trufas?
Él levanta las cejas, sonriendo.
—¡Tienes que traerlas, mija! —Dice mientras mueve la cámara web para
mostrarme un carrito médico que se ha convertido en un estante de especias
perfectamente organizado. Está lleno de frascos y artículos especiales en
lugar de frascos de pastillas, ubicado debajo de su santuario ante su
patinador favorito, Paul Rodriguez, y todo el equipo nacional de fútbol
colombiano. Clásico de Poe. La comida, el monopatín y el fútbol son, por
lejos, sus tres cosas favoritas.