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Untitled - Poemas de Fuego y Tierra

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Antes <strong>de</strong>l alba<br />

Tengo el alma encendida <strong>de</strong> tus últimos besos,<br />

<strong>de</strong> las hondas caricias que forjaron mi anoche.<br />

La luna sabe que ando vestido <strong>de</strong> guerrero<br />

para ponerle un cerco <strong>de</strong> piel a tu horizonte.<br />

Me obsesiona el instante <strong>de</strong> tenerte a mi lado,<br />

<strong>de</strong> soñarte en el sueño, <strong>de</strong> soñarte <strong>de</strong>spierto.<br />

Por ti se multiplican mis ojos y mis manos<br />

cada vez que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s refugiarte en mi pecho.<br />

Me tienes hecho brasa y al juego <strong>de</strong> tu antojo<br />

me pren<strong>de</strong>s con un roce, me vuelves llamarada<br />

y soy como una huerta que florece en otoño<br />

o el niño que <strong>de</strong>scubre su primera palabra.<br />

Mírame enloquecido <strong>de</strong> andar tras <strong>de</strong> tu sombra<br />

igual que un alma en pena que encuentra su <strong>de</strong>scanso<br />

tapiando las ventanas que dan hacia la aurora<br />

para evitar que pueda fugarse algún abrazo.<br />

Ven, ven. Cerremos todo: las puertas, las salidas,<br />

a cal y canto espanta la luz <strong>de</strong> las ventanas.<br />

Que nada nos recuer<strong>de</strong> la noche que termina<br />

para que nunca vea mi amor, interrumpida,<br />

mi fiebre <strong>de</strong> tenerte <strong>de</strong>snuda antes <strong>de</strong>l alba.<br />

2


Tú eres<br />

Señor, Tú eres la lluvia y yo soy el <strong>de</strong>sierto,<br />

Tú el santo pan <strong>de</strong> vida y yo el hambre interior;<br />

yo la barca que sueña carenar en Tu puerto,<br />

la leña que ambiciona consumirse en Tu amor.<br />

Tú eres la gota <strong>de</strong> agua y yo la terca roca<br />

–con persistentes gracias me has logrado horadar–.<br />

Por ti ciertas palabras hoy perfuman mi boca;<br />

por ti es que soy molino, por ti es que soy lagar.<br />

En horas <strong>de</strong> consuelo me remontas en alas<br />

que ascien<strong>de</strong>n a preludios <strong>de</strong> magna beatitud<br />

y siempre <strong>de</strong>sarraigas aquellas hierbas malas<br />

que brotan en el claustro <strong>de</strong> mi frugal virtud.<br />

Tú eres, Señor, la cumbre <strong>de</strong> mis aspiraciones,<br />

la razón <strong>de</strong> mi viaje, mi gran punto final,<br />

mi reposo, mis válidas consi<strong>de</strong>raciones,<br />

la promesa <strong>de</strong>l cielo por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal.<br />

Tú eres la llama que ar<strong>de</strong>, serena, en mi pabilo;<br />

la fe que acalla el grito <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>solación.<br />

Tú el divino maestro, yo el humil<strong>de</strong> pupilo<br />

que a Tus pies se <strong>de</strong>shace con toda <strong>de</strong>voción.<br />

Tú eres, Señor, el valle <strong>de</strong> eterna primavera,<br />

yo el viajero sediento <strong>de</strong> Tu fuente <strong>de</strong> luz<br />

que se alegra pensando que al cruzar la frontera<br />

podrá alcanzar tus brazos abiertos sin la cruz.<br />

3


Invierno<br />

Ha llegado el invierno. La mañana<br />

palpa mi rostro con sus manos frías.<br />

Pasan lentas las noches, y los días<br />

tardan mucho en llegar a mi ventana.<br />

Al caminar, me quiebro en los reflejos<br />

<strong>de</strong>l hielo que se agrieta a mi pisada.<br />

Tú ya no estás. Tu puerta está cerrada.<br />

Los trenes cosen nieve allá a lo lejos.<br />

Termino <strong>de</strong> cruzar el viejo puente.<br />

Ha llegado el invierno. No el olvido<br />

porque nunca nunca me he dado por vencido<br />

porque me niego a <strong>de</strong>clararte ausente.<br />

Invierno. Soledad. Melancolía.<br />

En el pueblo bosteza una campana.<br />

Tristeza <strong>de</strong> hojas muertas. La mañana<br />

tiene un sutil dolor <strong>de</strong> lejanía<br />

que confun<strong>de</strong> este instante con el día<br />

en que tú comenzaste a ser lejana.<br />

4


Canto a los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />

Cerremos nuestros ojos en silencio.<br />

Guar<strong>de</strong>mos un minuto <strong>de</strong> negrura<br />

por aquellos que nunca recibieron<br />

la luz en sus pupilas diminutas.<br />

Sus voces se apagaron y sus cuerpos<br />

quedaron fracturados como lunas<br />

—capullos que la hoz <strong>de</strong>jó tendidos<br />

un otoño <strong>de</strong> madres vueltas tumbas—.<br />

Guar<strong>de</strong>mos un minuto <strong>de</strong> conciencia<br />

ante la resta que venció a la suma,<br />

ante la errata que hizo a la palabra<br />

<strong>de</strong>smoronarse en la traidora hondura.<br />

Sean los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />

rememorados cada noche oscura<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> suplican a sus madres<br />

una razón para sus vidas truncas.<br />

Hay un monte <strong>de</strong> alas arrancadas<br />

esperando por Dios, y hay una absurda<br />

autoconsolación en la que mata,<br />

en la que al hijo le respon<strong>de</strong>: “¡Nunca!”.<br />

¿Quién aboga por las almitas frías<br />

que jamás estrenaron la dulzura<br />

materna, ni el encaje ni el elogio,<br />

que pudiendo ser mar, fueron espuma?<br />

¡Quiera Dios que este canto <strong>de</strong>sgarrado<br />

logre pren<strong>de</strong>r la llama <strong>de</strong> una duda<br />

en alguna mujer don<strong>de</strong> la espiga<br />

esté temblando <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su urna!<br />

Abramos nuestros ojos y roguemos<br />

que llegue la esperanza a cada cuna.<br />

¡Que la luz se haga en todas las pupilas<br />

y el amor triunfe en todas las penumbras!<br />

5


Los an<strong>de</strong>nes<br />

A mi esposa.<br />

No sé por qué los an<strong>de</strong>nes<br />

me entristecen. De pequeño,<br />

los trenes que se marchaban<br />

me <strong>de</strong>jaban un secreto<br />

dolor <strong>de</strong> pérdida interna<br />

que yo ocultaba en silencio.<br />

Cada tren que se alejaba<br />

parecía llevarse un sueño.<br />

Quizá en los largos abrazos,<br />

las <strong>de</strong>spedidas, los besos,<br />

fluia toda la vida<br />

y era el andén, universo.<br />

En ese trasiego humano<br />

se escribía historia en gestos<br />

<strong>de</strong> bienvenidas y adioses,<br />

en lágrimas y en encuentros.<br />

Miles <strong>de</strong> trenes se han ido.<br />

Arriban vagones nuevos<br />

y yo, pendiente al silbato,<br />

guardo mi equipaje hecho.<br />

Terminarán los an<strong>de</strong>nes<br />

que llorar cuando, a su tiempo,<br />

me reciba el horizonte<br />

vuelto un punto, allá a lo lejos.<br />

Y tú al alba, vida mía,<br />

con tu arrugado pañuelo<br />

<strong>de</strong>spidiéndome en la lluvia<br />

mientras yo –alegre– te espero.<br />

6


Los borrachos<br />

El vino empapa las gargantas<br />

<strong>de</strong> los borrachos tartajosos<br />

que <strong>de</strong>safían la tristeza<br />

con un frenético alboroto<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el tumulto <strong>de</strong> su mesa.<br />

Ríen sus propias bufonadas,<br />

beben a pico <strong>de</strong> botella<br />

y entre rebuzno y carcajada<br />

clavan sus ojos lujuriosos<br />

en las muchachas sin pareja.<br />

Chillan, golpean y revientan<br />

las cuerdas <strong>de</strong> sus instrumentos,<br />

se burlan <strong>de</strong> sus propias penas,<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación ajena<br />

y hasta <strong>de</strong>l día en que los parieron.<br />

Remachan coplas consabidas<br />

y <strong>de</strong>safinan entre muecas.<br />

Se ponen rojos a medida<br />

que se entontecen sus cabezas<br />

y sus gargantas se rocían.<br />

Y al fin, estampas <strong>de</strong>l naufragio,<br />

los <strong>de</strong>svanece la marea<br />

y van quedándose dormidos<br />

frente al vacío <strong>de</strong> sus vasos<br />

entristecidos,<br />

solitarios.<br />

7


Tu fe<br />

Tu fe <strong>de</strong>be ser simple. Simple como la vela<br />

que aleja la tiniebla <strong>de</strong> un oscuro rincón,<br />

simple como la espuma <strong>de</strong> la obediente estela<br />

que escribe sobre el agua su lineal oración.<br />

Debe ser como el grano <strong>de</strong> mostaza pujante<br />

que un día toca el cielo con brazos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

y ha <strong>de</strong> crecer humil<strong>de</strong>, fervorosa, constante,<br />

austera por a<strong>de</strong>ntro, generosa por fuera.<br />

No <strong>de</strong>jes que te abrumen ni letras ni criterio.<br />

Si verda<strong>de</strong>ramente quieres hallar la luz<br />

construye, pecho a<strong>de</strong>ntro, tu propio monasterio<br />

y busca tus respuestas abrazado a la cruz.<br />

Tu fe <strong>de</strong>be ser simple; no abun<strong>de</strong>s en razones.<br />

No <strong>de</strong>jes que tu alma se convierta en <strong>de</strong>sván.<br />

Que sean, no lo olvi<strong>de</strong>s, tus consi<strong>de</strong>raciones,<br />

tan simples como el vino, tan simples como el pan.<br />

8


Salmo cubano<br />

¿Hasta cuándo, Dios mío, te olvidarás <strong>de</strong> Cuba?<br />

¿Cuándo nos librarás <strong>de</strong>l enemigo<br />

que <strong>de</strong>vora hasta el hueso y los cimientos<br />

<strong>de</strong> una isla estancada en el martirio?<br />

Anquilosados, yacen sobre el agua<br />

sueños y aspiraciones. Derruidos<br />

y artríticos recuerdos y puntales<br />

rescatan un pasado enmohecido.<br />

¿Hasta cuándo, Dios mío, ver<strong>de</strong>ará la cizaña?<br />

¿Hasta cuándo hará fiesta el resentido?<br />

La patria permanece amordazada,<br />

caída ante el altar <strong>de</strong>l sacrificio<br />

don<strong>de</strong> amputan a golpes <strong>de</strong> injusticia<br />

los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> un pueblo sometido.<br />

El abuso es el pan <strong>de</strong> cada día.<br />

El terror la sordina <strong>de</strong> los gritos.<br />

Mira, Señor, los rostros olvidados<br />

<strong>de</strong> aquellos que malviven ese limbo.<br />

¡Tú que cuentas los huesos <strong>de</strong> los muertos<br />

y memoras la voz <strong>de</strong> los caídos,<br />

no nos ignores más! Vuelve a mi pueblo<br />

la cordura y un cambio <strong>de</strong> <strong>de</strong>stino<br />

que hay un campo <strong>de</strong> cruces palpitantes<br />

clamando por justicia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el piso.<br />

¡Bullen ríos <strong>de</strong> sangre atenazada<br />

queriendo abrir la carne, hacerse filo<br />

y salir a buscar <strong>de</strong> punta el alba<br />

en parajes hambrientos <strong>de</strong> heroísmo!<br />

Vuelva Tu paz sobre la buena tierra<br />

que hoy avasalla el pie <strong>de</strong>l enemigo<br />

y acabe la vergüenza <strong>de</strong> esta historia.<br />

¡Que en Cuba ya <strong>de</strong>biera ser memoria<br />

un calvario <strong>de</strong> más <strong>de</strong> medio siglo!<br />

9


Acto <strong>de</strong> fe<br />

Frente a este mundo ebrio por el liberalismo<br />

que ve cual privilegio ser aconfesional,<br />

Señor, Tú bien lo sabes, yo sigo siendo el mismo:<br />

católico, apostólico, romano hasta el final.<br />

Aunque los pueblos, ciegos, forjen empresas vanas<br />

e impugnen con <strong>de</strong>sprecio Tu re<strong>de</strong>ntora cruz<br />

aunque pululen miles <strong>de</strong> doctrinas insanas,<br />

para mí sigues siendo la verdad y la luz.<br />

Mientras los hombres buscan <strong>de</strong>smantelar el cielo<br />

y ocupar el estrado que llena Tu <strong>de</strong>idad<br />

yo, hincando las rodillas, aspiro a Tu consuelo<br />

sabiendo que la gloria comienza en la humildad.<br />

Hoy, que el relativismo se extien<strong>de</strong> como plaga<br />

y que eres para tantos, Jesús, sólo una opción,<br />

no importa lo que el vulgo diga, haga o <strong>de</strong>shaga,<br />

confieso Tu realeza con mi fe y mi razón.<br />

A pesar <strong>de</strong> los pueblos que caen en <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia<br />

por el relajamiento <strong>de</strong> la fe y la moral,<br />

Señor, Tú eres la llama que aviva mi conciencia,<br />

la paz que no es <strong>de</strong>l mundo, mi fuerza espiritual.<br />

Por eso, aunque tantos –orondos <strong>de</strong> hedonismo–<br />

vuelvan a coronarte <strong>de</strong> espinas con <strong>de</strong>sdén,<br />

Señor, Tú me conoces. Yo sigo siendo el mismo.<br />

Y Tú el Verbo hecho carne y mi supremo bien.<br />

10


Pue<strong>de</strong> ser<br />

Pue<strong>de</strong> ser que me muera <strong>de</strong> repente<br />

o tal vez, que el <strong>de</strong>recho a una agonía<br />

lenta, apague las luces <strong>de</strong> mi frente<br />

y me vaya extinguiendo como el día.<br />

Pue<strong>de</strong> ser que en el último momento<br />

se me permita hilar con voz cansada<br />

un sencillo repaso <strong>de</strong> contento<br />

al saber que abandono la jornada.<br />

De contento. En larga llamarada<br />

expiraré hacia el techo. Un blanco luto<br />

perfumará mi estancia <strong>de</strong> alegría<br />

y roto ya <strong>de</strong> tanta madrugada,<br />

sonreiré en el último minuto<br />

cuando venga a buscarme el mediodía.<br />

11


Travesía<br />

La vida y la muerte van<br />

<strong>de</strong> la mano, hacia el olvido<br />

como riberas opuestas<br />

<strong>de</strong> un río.<br />

Por el río <strong>de</strong> la vida<br />

viajamos tú y yo escondidos<br />

en el mismo camarote<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino.<br />

Y nos vamos <strong>de</strong> la mano<br />

<strong>de</strong> la vida, hacia el olvido<br />

–que está al cruzar <strong>de</strong> la muerte–.<br />

¡Qué frío!<br />

12


Tengo los ojos tristes<br />

Des<strong>de</strong> Europa<br />

Tengo los ojos tristes <strong>de</strong> medir la distancia,<br />

y alimentar envidias <strong>de</strong> las nubes viajeras.<br />

Tengo los ojos tristes <strong>de</strong> ojivas y <strong>de</strong> herádicas,<br />

<strong>de</strong> cumbres encumbradas y <strong>de</strong> arcaicas ca<strong>de</strong>ncias.<br />

Tengo tristes los ojos con que la luz <strong>de</strong>l trópico<br />

estrenó mis pupilas allá en lejanas tierras,<br />

allá don<strong>de</strong> embarrancan mis recuerdos más hondos<br />

en playas cristalinas <strong>de</strong> mangles y palmeras.<br />

Se me escapa la vida <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada barco,<br />

se me pier<strong>de</strong>n los ojos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada vela<br />

y maldigo las anclas <strong>de</strong> los barcos anclados<br />

contemplando mis manos que no son marineras.<br />

La tar<strong>de</strong> se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> silente, reducida<br />

a un gris telón <strong>de</strong> fondo que no me correspon<strong>de</strong>.<br />

Me siento extraño en medio <strong>de</strong> esta escenografía<br />

que amordaza con niebla los más puros colores.<br />

Un sueño <strong>de</strong> horizontes se me enreda en el alma<br />

y suspiro por costas <strong>de</strong> inagotable arena,<br />

nombres que cada día recuento en mi nostalgia<br />

cuando el insomnio vuelve para golpear mi puerta.<br />

Y se me van las horas que se me van, pensando<br />

la dimensión terrible <strong>de</strong> esta pena secreta.<br />

Y como cada noche que me siento lejano<br />

tengo los ojos tristes <strong>de</strong> recordar mi tierra.<br />

13


Bocaj<br />

Bocaj esculpe una escala<br />

con peldaños invertidos<br />

y empieza a ascen<strong>de</strong>r por ellos<br />

mientras se hun<strong>de</strong> en el abismo.<br />

¡Ah, libertad con que sacio<br />

mi lujurioso apetito!<br />

¡Me sumerjo en el pecado<br />

como en un nuevo bautismo!<br />

Si Dios no ha muerto, no existe.<br />

Dios soy yo porque concibo<br />

miríadas <strong>de</strong> avatares<br />

en mi caprichoso Olimpo.<br />

¿Quién pue<strong>de</strong> ya, <strong>de</strong>tenerme<br />

si todo me es permitido?<br />

Si no hay infierno ni hay cielo,<br />

si no hay gloria y no hay castigo.<br />

¡Basta ya <strong>de</strong> esclavitu<strong>de</strong>s<br />

y oscurantismo! Los siglos<br />

<strong>de</strong> sumisión han pasado.<br />

¡Hoy triunfan mis apetitos!<br />

Bocaj llega hasta la cumbre<br />

<strong>de</strong> la escala –el abismo–<br />

cuando oye una voz que dice:<br />

“¡Pasa, imbécil! Bienvenido…”<br />

14


Puente y río<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante seremos puente y río,<br />

no un río caudaloso ni dos formando un puente.<br />

Rompiste mi equilibrio <strong>de</strong> fuego con tu frío<br />

y hoy quedan enfrentadas mi altura y tu corriente.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante te miraré <strong>de</strong> arriba.<br />

Como agua fugitiva, ya no me perteneces.<br />

Cuando quise beberte te mostraste evasiva<br />

y te me evaporaste <strong>de</strong>l alma muchas veces.<br />

Por eso he entretejido con hierro mi esperanza:<br />

metálico por <strong>de</strong>ntro, me muestro envuelto en piel.<br />

Por noble, me concedo la única venganza<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar tu cauce, que amarga como hiel.<br />

Ni con sed ni sin ella <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ré a tu orilla.<br />

De lejos ¡quién sospecha que arrastras tanto lodo!<br />

No vuelvo a tu ribera para hincar la rodilla<br />

ni aunque sepa que tu agua me curará <strong>de</strong> todo.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante seremos río y puente.<br />

Yo un puente solitario, tú un río siempre infiel.<br />

Por noble, me concedo callar ante la gente<br />

que siendo río, a veces te vuelves un torrente<br />

para arrastrar al hombre que va a beber en él.<br />

15


Los días se acortan<br />

Los días se acortan,<br />

las sombras se alargan.<br />

Se extinguen las luces<br />

<strong>de</strong> miles <strong>de</strong> almas.<br />

Alguien vuelve al Cristo<br />

hacia la montaña<br />

y allí lo reciben<br />

con clavos y lanzas.<br />

Unos traen espinos,<br />

otros sus palabras<br />

con las que lo acusan,<br />

y otra vez lo clavan.<br />

Y el hombre perdido<br />

–caído <strong>de</strong>l albabuscando<br />

ser libre–<br />

se arranca las alas<br />

y entre pe<strong>de</strong>stales<br />

<strong>de</strong> miseria, danza<br />

sobre los altares<br />

con furia pagana.<br />

Los días se acortan,<br />

y la sombra avanza<br />

tiznando la vida,<br />

poniendo mortajas.<br />

Los muertos celebran<br />

su carroña y arman<br />

babel con andamios<br />

en las hondonadas.<br />

Todo se <strong>de</strong>shace,<br />

todo se socava,<br />

todo se corrompe<br />

y todos lo alaban.<br />

Los días se acortan.<br />

El mal va a la zaga<br />

<strong>de</strong> los pocos justos<br />

que en lo oculto guardan<br />

siempre una promesa,<br />

siempre una montaña,<br />

siempre un crucifijo,<br />

siempre la esperanza.<br />

16


Más<br />

Hoy quiero amarte más que nunca, hoy quiero<br />

verter mi corazón sobre tu carne,<br />

hacer <strong>de</strong> ti un altar para mi fuego.<br />

Navegando al torrente <strong>de</strong> tu sangre,<br />

cumplir el recorrido <strong>de</strong> tus venas,<br />

anidar tus más íntimos rincones<br />

y <strong>de</strong>lirante, amor, hacerte entrega<br />

<strong>de</strong> mi última partícula <strong>de</strong> hombre.<br />

Quiero romper en ti mi larga cresta<br />

<strong>de</strong> ola brutal que muer<strong>de</strong> acantilados,<br />

<strong>de</strong>satar en tu vientre mi marea<br />

<strong>de</strong> plenilunio loco y <strong>de</strong>satado<br />

para que nuestros cuerpos, sumergidos<br />

en mares <strong>de</strong> caricias y <strong>de</strong> sueños,<br />

trasciendan la rutina en que vivimos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el refugio <strong>de</strong> un edén <strong>de</strong> besos.<br />

Hoy te quiero amarrar y ver cercana<br />

durante el torbellino <strong>de</strong> mi furia<br />

sobre el altar que pinta nuestra cama.<br />

Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sembrarme en tus entrañas,<br />

amarte, vida mía, más que nunca.<br />

17


Niños pobres<br />

Os he visto horadando<br />

países <strong>de</strong> basura<br />

en busca <strong>de</strong> un hediondo milagro en el <strong>de</strong>trito.<br />

Con vuestras sucias alas recortadas<br />

por la injusticia hereditaria.<br />

Ojitos diminutos como hormigas<br />

y translúcidos cuerpos sin pudor,<br />

que reciclan miseria y esperanzas<br />

para un “tal vez” mañana.<br />

Sucios, pero dignos.<br />

Hambrientos, pero dignos.<br />

Rechazados, pero dignos.<br />

Olvidados, pero dignos.<br />

Dios os guar<strong>de</strong>.<br />

Indignos hemos sido los <strong>de</strong>más.<br />

18


Estampa galilea<br />

A los RR.PP. Francisco Jiménez Maroto y Marcelo Veler.<br />

Descalzo y por la orilla va la luz <strong>de</strong> los hombres<br />

que, aún ciegos, no consiguen reconocer la luz.<br />

Sentados entre rocas, humil<strong>de</strong>s pescadores<br />

tejen re<strong>de</strong>s y estudian el horizonte azul.<br />

Una barca mo<strong>de</strong>sta se mece suavemente<br />

y en ella dos personas con mecánico afán,<br />

separan pececillos que luchan con las re<strong>de</strong>s<br />

–cotidiana batalla con la frugalidad–.<br />

De pronto, ante unas voces traídas por el viento,<br />

suspen<strong>de</strong>n los marinos su tediosa labor.<br />

Des<strong>de</strong> la costa hay alguien que con un amplio gesto<br />

los llama. En las alturas, crece el disco <strong>de</strong>l sol.<br />

Abandonan la nave. Llegan a la presencia<br />

<strong>de</strong> aquel amor divino, <strong>de</strong> aquella paz total<br />

que al punto los inviste <strong>de</strong> una nueva tarea:<br />

ser pescadores <strong>de</strong> hombres en un místico mar.<br />

Y se van tras las huellas <strong>de</strong>l santo nazareno<br />

plenos <strong>de</strong> un sentimiento <strong>de</strong> magna beatitud,<br />

asombrados al verlo caminar ante ellos<br />

porque cuando camina, su sombra es una cruz.<br />

19


Otoñal<br />

Entro al pasado y entro casi otoñal, reacio,<br />

con la frente aterida, con la mirada mustia.<br />

El mundo se me abrevia en un cuenco <strong>de</strong> angustia<br />

y siento que releo cierto amargo prefacio.<br />

Desenredando olvidos, como el agua al rodar,<br />

me he topado <strong>de</strong> pronto con un antiguo cauce,<br />

la mala hierba crece don<strong>de</strong> arraigaba un sauce<br />

y quedan sólo escombros <strong>de</strong> nuestro antiguo hogar.<br />

Lejanos, días, días en que tú y yo soñamos<br />

posponer la tristeza y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la suerte,<br />

pintar con luz las altas pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la casa…<br />

Al final ¿dón<strong>de</strong> fueron a dar aquellos ramos<br />

<strong>de</strong> flores que juraban no conocer la muerte?<br />

Antaño prendí un fuego y hoy lloro ante una brasa.<br />

20


Altares <strong>de</strong>l ayer<br />

Altares <strong>de</strong>l ayer, don<strong>de</strong> la gloria<br />

<strong>de</strong> Cristo revelaba su esplendor<br />

en cada misa. Hoy sois sólo el motor<br />

<strong>de</strong> mi amarga y febril jaculatoria.<br />

Han arrasado con la iglesia. El culto<br />

al hombre encomia la herejía<br />

y suman a Tu pan <strong>de</strong> cada día<br />

<strong>de</strong>solación e insulto tras insulto.<br />

Pero aquí estoy Señor. Si <strong>de</strong> consuelo<br />

te sirve, fiel a nuestra tradición.<br />

Entre santos, retablos y un cristiano<br />

amor a tu sagrario que es el cielo<br />

don<strong>de</strong> te hallo tras cada confesión,<br />

católico, apostólico, romano.<br />

21


Sentado<br />

Sentado en mi butaca <strong>de</strong> silencios<br />

aguardo a que las horas se disuelvan.<br />

El cenicero <strong>de</strong> mis pensamientos<br />

sigue humeante <strong>de</strong> hastío ante tu ausencia.<br />

No estás, no estás, no estás, –-reloj que acusa-–.<br />

Mi papelera, con su boca abierta,<br />

sigue tragando versos inconclusos<br />

que se <strong>de</strong>sgranan <strong>de</strong> mi frente seca.<br />

Vacío <strong>de</strong> almanaque sin semanas<br />

y honda melancolía ante tu resta.<br />

¡Qué largas son las noches <strong>de</strong>l espejo<br />

sin la fiel <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> tu presencia!<br />

Mientras, el faro <strong>de</strong> mi certidumbre<br />

no hace más que buscarte, y se <strong>de</strong>spliega<br />

mi alma anticipando la mañana<br />

en que tu barca vestirá mi vela.<br />

Hay dos caminos: yo amo el <strong>de</strong> regreso<br />

don<strong>de</strong> mi corazón <strong>de</strong> alfombra espera<br />

tus pies, que se abrirán bajo mis labios<br />

como dos flores en la primavera.<br />

22


Abandono<br />

Hoy es el día <strong>de</strong> soltar amarras<br />

y <strong>de</strong>jarme arrastrar por la marea,<br />

<strong>de</strong> renunciar a cuanto me ro<strong>de</strong>a,<br />

<strong>de</strong> abandonar mis dientes y mis garras.<br />

¡Bendito y necesario <strong>de</strong>sapego<br />

que no acepta más lastre ni más fardos!<br />

Claudico <strong>de</strong>l rosal. Junto a los cardos<br />

pongo mi tienda entre el amor y el fuego.<br />

Ah, este santo abandono que hoy me alegra<br />

es una <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> lo finito,<br />

un preludio <strong>de</strong> luz, todo un milagro<br />

que a la inversa –negándome– celebra<br />

esta muerte por la que resucito,<br />

esta ausencia por la que me consagro.<br />

23


Desprecio<br />

Señor,<br />

¡Son tantos y tan crueles los <strong>de</strong>sprecios<br />

con que muchos repudian Tu gran<strong>de</strong>za…!<br />

Se ensañan contra Tu oro como necios<br />

y pier<strong>de</strong>n, por el plomo, la cabeza.<br />

Danzan en pedregales, siegan flores,<br />

se jactan <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong> la espina<br />

y lucran con estériles labores,<br />

contra Tu voluntad santa y divina.<br />

¡Oh, equívoco y rebel<strong>de</strong> ser caído<br />

que abjuras <strong>de</strong> la eterna beatitud,<br />

que llamas mal al bien y bien al mal,<br />

cuándo te darás cuenta que has nacido<br />

para llenar tu copa <strong>de</strong> virtud<br />

no para recrearte en un erial!<br />

24


Hoy la muerte me ronda<br />

Hoy la muerte me ronda disfrazada <strong>de</strong> vida.<br />

Se <strong>de</strong>smoronan, lentos, mis pesarosos brazos,<br />

todo abruma y me duele, todo cansa y me hastía<br />

toda promesa pier<strong>de</strong> su legítimo encanto.<br />

Hoy soy como un cadáver insepulto que escarba<br />

la tierra adormecida buscando su reposo,<br />

un árbol afligido por sus pesadas ramas,<br />

un mundo que, agotado, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser redondo.<br />

En la distancia negros molinos se <strong>de</strong>sbocan<br />

y en mis manos sostengo panes <strong>de</strong> trigo amargo.<br />

Vago envuelto en vendajes empapados en sombras<br />

sobre heridas profundas que laten sin <strong>de</strong>scanso.<br />

La angustia me consagra con su gélido crisma<br />

y hay luto en algún punto profundo <strong>de</strong> mi pecho.<br />

Me <strong>de</strong>lizo por montes invertidos, a simas<br />

como a cónicas trampas <strong>de</strong> irrompible silencio.<br />

Hoy, ante tanta muerte, solamente me resta<br />

esperar. Quedo. Humil<strong>de</strong>. Sólo la espera salva.<br />

Cuando Dios no aparece me aferro a las estrellas<br />

hasta que finalmente, vuelve a romper el alba.<br />

25


Yo quiero ser<br />

Yo quiero ser, Jesús, grano <strong>de</strong> uva<br />

para tu cáliz <strong>de</strong> misericordia,<br />

trigo para tu hostia, lino blanco,<br />

pez y pan en tu cesta, agua en tu noria…<br />

Yo quiero ser aceite en tus heridas,<br />

bálsamo en las honduras <strong>de</strong> tus llagas,<br />

olivar en tu huerto, fresca hierba<br />

bajo la majestad <strong>de</strong> tu pisada.<br />

Yo quiero ser, Jesús, sutil ungüento<br />

que rue<strong>de</strong> por tu frente esplendorosa,<br />

arroyo <strong>de</strong> esperanza en el <strong>de</strong>sierto,<br />

cántaro para el vino <strong>de</strong> tu obra;<br />

un humil<strong>de</strong> discípulo, un ferviente<br />

obrero <strong>de</strong> tu viña, un buen candil<br />

que lleve a otros tu luz imprescindible<br />

por ese amor que me has tenido a mí.<br />

26


No cumplió<br />

A mi buen amigo Javier Fontanella.<br />

No guardó –aquel que <strong>de</strong>bía–<br />

guardar el cañaveral;<br />

el azúcar sabe a sal<br />

y el triunfo es <strong>de</strong> la sequía.<br />

Se queda para otro día<br />

la mal cumplida promesa<br />

<strong>de</strong> paz en torno a una mesa<br />

don<strong>de</strong> la igualdad que iguala<br />

va en la punta <strong>de</strong> la bala<br />

y el gatillo que no cesa.<br />

No construyó el constructor<br />

con hormigón y cimientos<br />

–con obreros <strong>de</strong>scontentos<br />

levantó su mirador–.<br />

Arena, fango y sudor<br />

fueron la materia prima<br />

y endiosado en su tarima<br />

<strong>de</strong>terminó que el futuro<br />

tuviera por meta un muro<br />

lleno <strong>de</strong> ojos por encima.<br />

No puso el doctor la venda<br />

sobre la herida infectada<br />

y la sangre envenenada<br />

se filtró hasta la trastienda.<br />

Una gangrena tremenda<br />

<strong>de</strong>jó al <strong>de</strong>scubierto el hueso<br />

y el malestar hizo al preso<br />

rebelarse <strong>de</strong> dolor<br />

pero replicó el doctor:<br />

“El cadáver está ileso”.<br />

27


No remató el militar<br />

su empresa libertadora<br />

y <strong>de</strong> espaldas a la aurora<br />

se atrevió a <strong>de</strong>sgobernar.<br />

Después <strong>de</strong> hacerse pasar<br />

por lo que ni fue ni es,<br />

hizo un milagro al revés:<br />

volver carbón un diamante.<br />

Mas la esperanza, triunfante,<br />

se hará diamante <strong>de</strong>spués.<br />

28


Impotencia<br />

No he podido llorar. Pero esta noche<br />

se ha posado la muerte en mis espaldas<br />

y he podido sentir lo que se siente<br />

cuando una puñalada nos <strong>de</strong>sangra.<br />

No he podido dormir, pero tampoco<br />

consigo estar <strong>de</strong>spierto. Una batalla<br />

<strong>de</strong> piedras contra espejos interiores<br />

vuelve escombros mi <strong>de</strong>solada casa.<br />

No he podido callar. Fue necesario<br />

que con el filo <strong>de</strong> mi voz rajada<br />

cortara tus amarras con <strong>de</strong>specho<br />

y me arrojara, finalmente, al agua.<br />

No he podido nadar. Hoy llego al fondo<br />

<strong>de</strong> la razón, pesado como un ancla<br />

y entre burbujas rotas surge un grito:<br />

¡No quiero recordar cómo te llamas!<br />

29


Dos curas <strong>de</strong> oro<br />

A los RR.VV. Padres Mo<strong>de</strong>sto Galofré<br />

y Rosendo Casallarch, escolapios<br />

Fueron dos curas <strong>de</strong> oro veinticuatro,<br />

gloria <strong>de</strong> Dios y amor <strong>de</strong> sus alumnos,<br />

dos nobles y ejemplares Escolapios:<br />

Rosendo y Galofré. Mi infancia supo<br />

guardar en relicario su memoria.<br />

Por amor a Jesús, muchos como ellos<br />

nos legaron la fe; la misma antorcha<br />

que heredaron mis hijos y mi nieto.<br />

¡Gracias, padres, por tanto amor cristiano<br />

volcado en el pupitre y la pizarra!<br />

No en bal<strong>de</strong> con el paso <strong>de</strong> los años<br />

mi corazón, tan similar a un aula,<br />

ha <strong>de</strong>legado en otros la experiencia<br />

que su sabiduría nos legó,<br />

porque nunca seremos la ca<strong>de</strong>na<br />

pero ¡qué bello es ser un eslabón!<br />

Que lleguen estas líneas hasta el cielo<br />

escritas por un viejo –¡un viejo ya!<br />

Con mi agra<strong>de</strong>cimiento más sincero,<br />

¡que viva San José <strong>de</strong> Calasanz!<br />

30


Acusado<br />

Mujer,<br />

me acusas <strong>de</strong> no quererte<br />

como te <strong>de</strong>bo querer,<br />

que miro <strong>de</strong> otra manera<br />

como el que mira y no ve,<br />

que me he vuelto reservado,<br />

que ya el color <strong>de</strong> tu piel<br />

ni me invita a la caricia<br />

ni me logra enloquecer;<br />

que me muestro triste, huraño,<br />

que no te he vuelto a traer<br />

los claveles que a tu lado<br />

hacías pali<strong>de</strong>cer;<br />

que me vendí <strong>de</strong> una forma<br />

y que hoy soy otro y ya ves<br />

que no te respondo y sigo<br />

siendo el mismo que fui ayer.<br />

Me acusas <strong>de</strong> estar matando<br />

nuestro amor ¡yo que forjé<br />

el pe<strong>de</strong>stal don<strong>de</strong> puse<br />

el cristal <strong>de</strong> tus dos pies!<br />

Mira…<br />

Mejor que no te conteste<br />

pues no te quiero ofen<strong>de</strong>r<br />

ni clausurar nuestra historia<br />

con un epitafio cruel.<br />

Me acusas <strong>de</strong> tantas cosas<br />

que ni tú misma te crees…<br />

¡pero lo que tú no sabes<br />

es que yo te vi con él!<br />

31


Cuando te vuelva a ver<br />

A Cuba<br />

Cuando te vuelva a ver, si llega el día<br />

en que tu luz, por fin, bañe mi frente<br />

con los colores <strong>de</strong> un resplan<strong>de</strong>ciente<br />

amanecer <strong>de</strong> libertad tardía,<br />

cuando el fantasma <strong>de</strong> mi infancia trunca<br />

sobrepase el umbral <strong>de</strong> tu leyenda<br />

y pueda <strong>de</strong>spojarme <strong>de</strong> esta venda<br />

que hoy lucha con mi herida como nunca<br />

y volver a rincones sacrosantos<br />

don<strong>de</strong> las sombras <strong>de</strong> mis padres muertos<br />

guardan una vigilia eterna y fiel,<br />

podré enterrar la llave <strong>de</strong> mis llantos,<br />

<strong>de</strong>spedirme <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>siertos<br />

y dar fin a esta lucha sin cuartel.<br />

32


Mujer, te quiero tanto…<br />

Mujer te quiero tanto como a mi propia vida<br />

¡Nunca me que<strong>de</strong>s lejos! Nunca me que<strong>de</strong>s lejos<br />

para que yo no pueda sentirme <strong>de</strong>sgajado,<br />

viviendo como un árbol partido por el medio.<br />

Tú pintas mis retablos con nubes <strong>de</strong> esperanza<br />

que luego se <strong>de</strong>rraman sobre mis campos yermos<br />

y hacen brotar el fruto, la flor y la semilla<br />

don<strong>de</strong> antes solamente mero<strong>de</strong>aban los ecos.<br />

Mujer, te quiero tanto como a mi propia vida.<br />

Entretejidas crecen nuestras almas y cuerpos<br />

y mantienes el horno <strong>de</strong> mi ser, encendido<br />

con tu amor y la pródiga antorcha <strong>de</strong> tus besos.<br />

33


Ya no recuerdo cuándo<br />

Ya no recuerdo cuándo. No recuerdo.<br />

Sé que nació el aliento <strong>de</strong> mi alma,<br />

cobré plena conciencia <strong>de</strong> mi cuerpo<br />

y <strong>de</strong>sperté <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> la nada.<br />

Fue la mano <strong>de</strong> un dios <strong>de</strong>sconocido<br />

la que quiso dar forma a mis entrañas<br />

y <strong>de</strong>cretó que el curso <strong>de</strong> mi vida<br />

fuese siempre <strong>de</strong> cara a la nostalgia.<br />

Me mo<strong>de</strong>ló con polvo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

una mañana antigua y <strong>de</strong>solada<br />

y me quedé vagando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces,<br />

con una sed pretérita <strong>de</strong> playas.<br />

Así me fui, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los milenios,<br />

con una sombra triste en la mirada,<br />

con un cansancio gris <strong>de</strong> savia lenta<br />

que <strong>de</strong>secó las puntas <strong>de</strong> mis ramas.<br />

Y caminé por noches y silencios,<br />

peregriné por siglos y montañas<br />

y <strong>de</strong>scubrí el horror <strong>de</strong> ser distinto<br />

impreso en las raíces <strong>de</strong> mi alma.<br />

Y me acepté lejano y solitario<br />

<strong>de</strong> toda aquella gente que pasaba<br />

y comprendí, mirándome por <strong>de</strong>ntro,<br />

que era poeta. Y florecí en palabras.<br />

34


Después<br />

Después <strong>de</strong> los buitres<br />

y el casi cadáver<br />

que abrirá los ojos<br />

reclamando aire,<br />

<strong>de</strong>scartado el yugo,<br />

borrado el culpable,<br />

vencido el grillete<br />

y abierto lo que abre,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la cincha,<br />

<strong>de</strong>l hierro en la carne,<br />

la vil <strong>de</strong>magogia,<br />

la hipócrita clase,<br />

<strong>de</strong>l juicio sumario,<br />

<strong>de</strong> los i<strong>de</strong>ales<br />

impuros tatuados<br />

con puñal en sangre,<br />

<strong>de</strong> los vigilados,<br />

<strong>de</strong> los vigilantes,<br />

<strong>de</strong> todos los muertos<br />

vestidos <strong>de</strong> oleaje,<br />

<strong>de</strong>l in<strong>de</strong>fendible<br />

repudio y alar<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> los resentidos<br />

que ensucian las calles,<br />

<strong>de</strong> los paredones<br />

don<strong>de</strong> los metales<br />

remachan adioses<br />

en heroicas carnes,<br />

<strong>de</strong> la incompetencia<br />

cuyos engranajes<br />

acrecientan ruinas<br />

y encomian puntales,<br />

<strong>de</strong> las maquinadas<br />

raciones que abruman<br />

cada subsistencia<br />

con necesida<strong>de</strong>s,<br />

<strong>de</strong>l tercermundismo,<br />

hijo <strong>de</strong> la “gloria<br />

revolucionaria”:<br />

35


miseria y eriales,<br />

<strong>de</strong> esta gran caída,<br />

<strong>de</strong> esta cruz en bal<strong>de</strong>,<br />

¡Dios mío,<br />

permite que Cuba<br />

–por fin– se levante!<br />

36


Yo perdono<br />

Yo perdono a la mano que me cerró la puerta,<br />

yo perdono a la puerta que se <strong>de</strong>jó cerrar,<br />

al enemigo injusto, a la espina molesta<br />

y al recuerdo <strong>de</strong> cierto <strong>de</strong>sabrido lugar.<br />

Yo perdono a la muerte con su <strong>de</strong>finitiva<br />

gestión, al calendario que lima el porvenir,<br />

a la torva mirada, la insincera sonrisa<br />

y al gris que a veces tinta mis ansias <strong>de</strong> vivir.<br />

Yo perdono la <strong>de</strong>uda que se quedó pendiente<br />

y el mezquino latido <strong>de</strong> cierto corazón,<br />

el <strong>de</strong>splante gratuito, el orgullo <strong>de</strong>l fuerte<br />

y al diamante que a veces retorna hacia el carbón.<br />

Pero no me perdono, no puedo perdonarme<br />

la tar<strong>de</strong> en que cerraste tu puerta para mí<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquellas frases que rasgaron el aire<br />

y que nunca, amor mío, <strong>de</strong>bí <strong>de</strong>cirte a ti.<br />

37


De profundis<br />

De lo profundo clamo a Ti, Dios mío;<br />

<strong>de</strong> las entrañas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el corazón.<br />

Los pecados me anegan como río<br />

que <strong>de</strong>semboca en la <strong>de</strong>solación.<br />

Soy miseria y cenizas. Y si cuentas<br />

mis malda<strong>de</strong>s, me habrás <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nar.<br />

Cuando Te olvido ando ciego, a tientas,<br />

perdido en laberintos <strong>de</strong> pesar.<br />

Pero mírame así, triste y contrito,<br />

humillarme a tus pies. Mi rebeldía<br />

suplica Tu anhelada absolución.<br />

¡Oh, misericordioso Dios bendito,<br />

vuelve a mi alma, la fiesta y alegría<br />

que sólo traen tu gracia y tu perdón!<br />

38


Para mi cumpleaños<br />

Hoy que me he levantado sólo un poco más viejo,<br />

te confiaré que nada me hace sentir dolido<br />

pues aunque no me alegro mirándome al espejo<br />

mi vida no camina <strong>de</strong> cara hacia el olvido.<br />

Porque para este mundo <strong>de</strong> anversos y reversos,<br />

<strong>de</strong> santidad y sombras, <strong>de</strong> iglesias y bur<strong>de</strong>les,<br />

a título <strong>de</strong> herencia voy forjando mis versos:<br />

copos <strong>de</strong> sangre fresca sobre lentos papeles.<br />

Y aunque una pesadumbre pueda empañar mi invierno,<br />

no me entristece el hecho <strong>de</strong> encajar otro año<br />

porque a veces recibo vislumbres <strong>de</strong> lo eterno,<br />

reflejos que anticipan un dorado peldaño.<br />

Y en fin, que a pocos pasos ya <strong>de</strong> mi nacimiento,<br />

fecha <strong>de</strong> cumpleaños, mañana, martes trece,<br />

sigo escribiendo versos con mi rostro contento,<br />

–con mi rostro contento o a mí me lo parece–.<br />

Y mientras se <strong>de</strong>snudan las ramas <strong>de</strong> mi vida<br />

y bosteza <strong>de</strong> viejo mi fugaz calendario,<br />

ensangriento otra hoja con cierta antigua herida<br />

para seguir cumpliendo con mi legado diario.<br />

39


Mira la cruz<br />

Mira la cruz y mira, hombre, el pecado<br />

que vas a cometer. Contra el ma<strong>de</strong>ro<br />

está el cuerpo <strong>de</strong> Dios crucificado<br />

sobre el que pesa el mal <strong>de</strong>l mundo entero.<br />

Pon a una lado el martillo. Arroja el clavo,<br />

contempla las heridas <strong>de</strong> esa frente<br />

y no quieras volver a ser esclavo.<br />

La verdad la hallarás <strong>de</strong> penitente.<br />

Tira esa esponja con vinagre y hiel,<br />

suelta la lanza, abraza el crucifijo,<br />

agra<strong>de</strong>ce la sangre <strong>de</strong>rramada<br />

y consuela a tu Dios siéndole fiel.<br />

Besa las llagas <strong>de</strong>l divino Hijo<br />

a quien ibas a dar la bofetada.<br />

40


Me llamas en el viento<br />

Amiga, cuando quieras me llamas en el viento<br />

porque tú y yo nacimos para estar a distancia.<br />

Mi soledad no espera milagros veni<strong>de</strong>ros<br />

y mi silencio bulle cargado <strong>de</strong> nostalgias.<br />

Como el agua <strong>de</strong>l río socava el cauce abierto<br />

a veces en el pecho se me abren hondas zanjas,<br />

profundas cicatrices <strong>de</strong> tantos sentimientos<br />

que <strong>de</strong>jan una pátina <strong>de</strong> ausencia en mis entrañas.<br />

Encuentro mi consuelo <strong>de</strong>shilvanando el sueño<br />

y voy, sueño por sueño, cañada tras cañada,<br />

pastor incomprendido <strong>de</strong> un hato <strong>de</strong> silencios<br />

con una sed perdida <strong>de</strong> amor en la mirada.<br />

Hoy, para acompañarme, <strong>de</strong>svelo tu recuerdo,<br />

en esta noche hiriente regresas a mi casa<br />

y más allá <strong>de</strong>l ansia que inquieta nuestros cuerpos<br />

te posas en mi frente con invisibles alas.<br />

Tú sabes <strong>de</strong> la pena que no nos merecemos,<br />

que arrasa nuestro pecho como una llamarada,<br />

<strong>de</strong> este quererlo todo, <strong>de</strong> este mirar tan lejos<br />

sin que jamás podamos trenzar nuestras dos ansias.<br />

Tú tienes la sonrisa que aplaca el <strong>de</strong>sconsuelo<br />

y sabes <strong>de</strong>l consuelo para la mano hermana.<br />

Por eso, aunque es <strong>de</strong> noche, velando tu recuerdo,<br />

recuerdo que tú eres mi amiga, y mi nostalgia<br />

madura en los trigales cansados <strong>de</strong> mi verso<br />

para que cuando quieras, comas <strong>de</strong>l pan <strong>de</strong> mi alma.<br />

41


Siembra y siega<br />

Siembra y siega, eso es la vida.<br />

Siembra y siega y nada más.<br />

Un saludo, un <strong>de</strong>spido,<br />

un sol, una noche y ya.<br />

Un <strong>de</strong>spertar y un pañuelo<br />

que dura una eternidad,<br />

breves acontecimientos<br />

sobre un mundo <strong>de</strong> cristal.<br />

Siembra y siega. Nuestros cuerpos<br />

unidos y esta ansiedad<br />

<strong>de</strong> no <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rnos nunca<br />

<strong>de</strong>l ancla que no ha <strong>de</strong> anclar.<br />

Siembra y siega, eso es la vida,<br />

siembra y siega y nada más.<br />

Yo el arado, tú la tierra,<br />

nuestro amor. Y polvo. Y sal.<br />

42


Consuelo<br />

No tengo más consuelo, Señor, que Tu consuelo.<br />

Por eso, nuevamente, me ves mirando al cielo<br />

mientras paso las cuentas <strong>de</strong>l pesado rosario<br />

<strong>de</strong>l hecho cotidiano, <strong>de</strong>l dolor a diario.<br />

Soy otra, entre millones <strong>de</strong> frenéticas cruces,<br />

que choca sus ma<strong>de</strong>ros entre sombras y luces<br />

como espada en batalla contra el peso <strong>de</strong>l mundo,<br />

don<strong>de</strong> un ladrón se pue<strong>de</strong> salvar en un segundo.<br />

Soy pez entre otros peces que se mueren <strong>de</strong> sed,<br />

contento <strong>de</strong> tu pesca, contento <strong>de</strong> tu red,<br />

contento <strong>de</strong> seguirte luchando contra escombros<br />

que tantas veces curvan mis <strong>de</strong>sgastados hombros.<br />

¿Quién más tiene palabras <strong>de</strong> eterna permanencia?<br />

No pue<strong>de</strong>n pronunciarlas la razón ni la ciencia.<br />

¿Quién más, por mí, ha sacado su rostro ante el pecado<br />

y se ha puesto en el medio, servil, crucificado,<br />

para encajar la pena terrible <strong>de</strong>l castigo,<br />

los golpes que <strong>de</strong>bieron <strong>de</strong> terminar conmigo?<br />

¡Cuánto tengo, Dios mío, cuánto, que agra<strong>de</strong>certe<br />

más allá <strong>de</strong> la vida, más allá <strong>de</strong> la muerte!<br />

Mientras tanto, prosigo mi rutinaria marcha<br />

a pasos cortos y años revestidos <strong>de</strong> escarcha.<br />

Cuando por vez postrera gire mi vieja noria<br />

permite que mis ojos puedan mirar Tu gloria.<br />

43


Cuba es<br />

A mi buen amigo Raúl González.<br />

Cuba es una enfermedad<br />

mal atendida, una llaga,<br />

un sueño que va a la zaga<br />

<strong>de</strong>l tiempo y la realidad.<br />

Es una concavidad<br />

don<strong>de</strong> se empoza la vida,<br />

don<strong>de</strong> el ave canta herida<br />

y el futuro se evapora,<br />

es una frustrada espora<br />

que sueña una flor crecida.<br />

Cuba es sangre caliente<br />

que hincha la apretada vena,<br />

es una inquieta colmena,<br />

una rebelión pendiente,<br />

la mirada persistente<br />

que permite vislumbrar<br />

un muro por <strong>de</strong>rribar,<br />

la erradicación <strong>de</strong>l duelo<br />

y la apertura <strong>de</strong> un cielo<br />

con auroras que estrenar.<br />

Cuba es una telaraña<br />

<strong>de</strong> ilusiones que, invisible<br />

se extien<strong>de</strong> en la inmarcesible<br />

fronda, un germen <strong>de</strong> hazaña<br />

que infiltrado en cada caña<br />

mece su noble machete,<br />

un milagro que promete<br />

un mañana <strong>de</strong> justicia<br />

que escribirá su noticia<br />

sobre un blanco brazalete.<br />

44


Cuba es, mi querido hermano<br />

¡qué puedo <strong>de</strong>cirte…! Es Cuba<br />

una gloria que se incuba<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> cada cubano.<br />

Cuba es el nudo gordiano<br />

que acabará por ce<strong>de</strong>r<br />

al grito que, por <strong>de</strong>ber,<br />

partirá el aire can<strong>de</strong>nte:<br />

¡Libertad! Ya cada frente<br />

vislumbra el amanecer.<br />

45


Demasiado<br />

Fue <strong>de</strong>masiado tiempo<br />

y <strong>de</strong>masiado el mal;<br />

<strong>de</strong>masiadas roturas<br />

en el mismo cristal.<br />

Fue <strong>de</strong>masiado el odio<br />

que <strong>de</strong>scargaste en mí.<br />

Fue <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong><br />

la tar<strong>de</strong> en que me fui.<br />

Fue <strong>de</strong>masiado el golpe<br />

contra mi corazón.<br />

¿Perdonarte…?<br />

¡Me falta<br />

<strong>de</strong>masiado perdón!<br />

46


Ya me pierdo<br />

Ya me pierdo, queridos amigos,<br />

por las sendas que van hacia el todo,<br />

abandono mi antiguo recodo<br />

y reparto mis viejos abrigos.<br />

Me <strong>de</strong>scubro a mí mismo en el alma<br />

para hallarme <strong>de</strong>spierto en el hombre.<br />

Mi oración está escrita en la calma<br />

<strong>de</strong>l silencio que no tiene nombre.<br />

Con un último y alto bostezo<br />

resucito <strong>de</strong>l viejo letargo<br />

y ante todo lo que antes fue amargo<br />

con arcaicas parábolas, rezo.<br />

Ya me pierdo queridos hermanos<br />

al silencio que or<strong>de</strong>na mi voz:<br />

a seguir los caminos <strong>de</strong> Dios<br />

y es por eso que os llamo ahora hermanos.<br />

47


Poema en cuatro colores<br />

Quiero leerte este poema negro<br />

escrito con diez burdas puñaladas<br />

con el puñal por <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi pecho,<br />

tallándome tu nombre en las entrañas.<br />

Quiero leerte este poema rojo<br />

fraguado con <strong>de</strong>seo incan<strong>de</strong>scente,<br />

que abrasa hasta el papel cuando lo anoto<br />

<strong>de</strong> tanto consentir lo que consiente.<br />

Quiero leerte este poema ver<strong>de</strong><br />

que encierra la frescura <strong>de</strong> una selva<br />

don<strong>de</strong> somos dos fieras que se pier<strong>de</strong>n<br />

para que la lujuria las envuelva.<br />

Y por si fuera poco, aquí lo <strong>de</strong>jo<br />

pintado con mi sangre en tu barranco:<br />

bendita celadora <strong>de</strong> mi cuerpo,<br />

para ti escribo este poema blanco.<br />

48


Déjame que me duerma<br />

Déjame que me duerma en mi mentira<br />

para po<strong>de</strong>r, más tar<strong>de</strong>, abrir los ojos.<br />

Déjame que me engañe y que me diga<br />

que sí, que soy feliz, aunque a mi modo.<br />

Prometo sonreir ante el espejo<br />

para mirar mi dicha duplicada<br />

sin pensar en el barro en que me quiebro.<br />

¿Qué habrá, amor, más allá <strong>de</strong> las campanas?<br />

Déjame que almidone la esperanza<br />

con que visto la angustia <strong>de</strong> mi rostro.<br />

Nadie <strong>de</strong>scubrirá lo que me pasa:<br />

que me voy en la arena poco a poco…<br />

Déjame. Yo sé que ellos son felices<br />

con la simplicidad <strong>de</strong> sus razones.<br />

Cuando amanezca, vete. He <strong>de</strong> ser libre<br />

para llorar a solas, como un hombre.<br />

49


Bendición<br />

¡Pensar que anduve tantos años triste!<br />

¡Pensar que estuve tantos años muerto!<br />

Que rechacé el edén por un <strong>de</strong>sierto,<br />

que fui un enfermo amante <strong>de</strong> su quiste!<br />

Puse mi tienda entre las sepulturas,<br />

sordo al llamado <strong>de</strong>l divino amor<br />

hasta que un manotazo <strong>de</strong> dolor<br />

me obligó a conversar con las alturas.<br />

Gran<strong>de</strong> es la cruz que se nos viene al hombro<br />

pero nunca es más gran<strong>de</strong> que la gracia<br />

que nos da Dios para llevar su peso.<br />

Es hoy –por fe– que ando. Y no me asombro<br />

<strong>de</strong> verme caminando en la <strong>de</strong>sgracia<br />

como al que han ben<strong>de</strong>cido con un beso.<br />

50


Súplica<br />

Amiga, ven <strong>de</strong>spacio y arrúllame esta noche<br />

y puéblame <strong>de</strong> besos y acéptame en voz baja<br />

hasta que el alba venza mis párpados insomnes<br />

y en mi garganta agosten mis brotes <strong>de</strong> palabras.<br />

Amiga, con tus <strong>de</strong>dos <strong>de</strong>speja <strong>de</strong> mi frente<br />

la sombra <strong>de</strong> este antiguo temor que se me arrima:<br />

a veces pierdo el hilo <strong>de</strong> Dios y, <strong>de</strong> repente,<br />

me asusta imaginarme que una súbita muerte<br />

consiga arrebatarme mi estrella preferida.<br />

51


Niebla<br />

La vida es una niebla persistente<br />

don<strong>de</strong> toda esperanza se alucina.<br />

La luz, que se presenta clan<strong>de</strong>stina,<br />

nos roza y se nos va implacablemente.<br />

Entre <strong>de</strong>nsos jirones vagarosos<br />

sobrevivimos miopes, casi a tientas.<br />

A luz y sombra saco yo mis cuentas<br />

siempre con resultados infructuosos.<br />

He poblado ya tantas confusiones,<br />

he habitado tortuosos laberintos<br />

saturados <strong>de</strong> niebla tan espesa,<br />

que amordazando mis meditaciones<br />

me he <strong>de</strong>jado guiar por mis instintos<br />

porque la niebla llena mi cabeza.<br />

52


Conyers<br />

A María, la más dulce madre.<br />

Se pinta un arcoiris en el cielo<br />

y danza el sol, dorando la colina.<br />

La multitud, cansada y peregrina<br />

implora fervorosa por consuelo.<br />

Huele a místicas rosas, frescas, puras,<br />

y el paso ca<strong>de</strong>ncioso <strong>de</strong>l rosario<br />

persiste. El cielo ahora es un sagrario<br />

y el sol una gran hostia en las alturas.<br />

Hay paz. Un repentino sentimiento<br />

<strong>de</strong> contrición que escarba en mi pasado<br />

me sugiere, al llorar, otro bautismo.<br />

Y en un gesto que es casi un sacramento<br />

me persigno y me siento renovado.<br />

Gracias, Padre, por nuestro cristianismo.<br />

53


Balseros muertos<br />

A Julio Estorino.<br />

Señor, misericordia <strong>de</strong> aquellos cuyas almas<br />

soñaron horizontes más allá <strong>de</strong> las palmas<br />

e inmolaron sus cuerpos a mitad <strong>de</strong> camino<br />

con sus ojos abiertos hacia el lecho marino.<br />

Piedad por los que ciegos <strong>de</strong> marea y <strong>de</strong> espuma<br />

jugaron sus <strong>de</strong>stinos a una carta <strong>de</strong> bruma<br />

sobre una cruz en<strong>de</strong>ble <strong>de</strong> goma y <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.<br />

¡Casi toda mi patria, Señor, es hoy balsera!<br />

Si el mar pudiera hablarnos, con qué dolor lo haría<br />

él, que conoce a fondo la súbita agonía,<br />

la exánime brazada y hasta el último aliento<br />

<strong>de</strong> tantos abatidos por el agua y el viento.<br />

Señor, Tú que compartes nuestro rojo calvario,<br />

piedad para ese pueblo que se arroja a diario<br />

sobre la interrogante <strong>de</strong> la negra corriente<br />

en busca <strong>de</strong> justicia. Piedad para mi gente.<br />

Por cada hijo tuyo malogrado y salobre,<br />

mi virgencita linda, mi Caridad <strong>de</strong>l Cobre,<br />

piedad. Por los que lloran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong>l mar…<br />

¡porque hoy ven a los suyos con ganas <strong>de</strong> llorar!<br />

54


Mi diálogo con Dios sobre la estrella<br />

La lucha por la estrella es vigorosa:<br />

–¡Procuraré llegar mucho más alto!<br />

–Reposa, hombre; reposa,<br />

que el mundo no se <strong>de</strong>ja atrás <strong>de</strong> un salto.<br />

(La estrella sigue lejos).<br />

–Tal vez no es tu <strong>de</strong>stino el alcanzarla.<br />

(¡Qué vívidos reflejos!)<br />

–¿Y si me esfuerzo más para tocarla?<br />

–¿Y si la contaminas?<br />

¿No hay estrella en tu mano y mano en ella?<br />

Tus manos son divinas,<br />

pero ¡nunca me ensucies una estrella!<br />

55


Nada más<br />

Nada más que este fuego que se me pren<strong>de</strong> al pecho<br />

puedo darte. Nada más. Y no sé si te basta.<br />

Casi todo mi mundo se encuentra piel a<strong>de</strong>ntro<br />

y este cuerpo que miras, compañera, es mi casa.<br />

Es la casa en que habita lo que soy, cuanto tengo.<br />

Tú lo sabes; a veces has llamado a mi puerta.<br />

Todas mis pertenencias se ciñen a mis sueños<br />

y al recuerdo <strong>de</strong>l sitio que abarcaron mis huellas.<br />

Vivo sencillamente, con un <strong>de</strong>seo bueno<br />

<strong>de</strong> compartir los frutos <strong>de</strong> mi mejor cosecha.<br />

No me duele el pasado, no me obsesiona el tiempo.<br />

En paz labro mi campo <strong>de</strong> esperanzas inmensas.<br />

Hoy ten<strong>de</strong>r aquel puente, trazar cierto camino…<br />

este afán <strong>de</strong> llegar siempre lejos, más lejos,<br />

y recorrer la vida libre <strong>de</strong> pesimismo<br />

con la sabiduría que otorga el propio encuentro.<br />

Y es esta mi riqueza, mi riqueza <strong>de</strong> pobre<br />

porque, teniendo poco, me basta. Nada anhelo<br />

más allá <strong>de</strong> estas ropas, más allá <strong>de</strong> mis voces<br />

y <strong>de</strong>l mundo tangible que hoy limita mi cuerpo.<br />

Ya lo ves, poco tengo y no sé si te alcanza<br />

pero mi casa es tuya y en mi casa te espero.<br />

Y como tú conoces mis íntmas palabras,<br />

juntos compartiremos idénticos silencios.<br />

56


Otra vez<br />

Otra vez, hijo pródigo, regreso<br />

por el mismo sen<strong>de</strong>ro arrepentido<br />

como el que reaparece <strong>de</strong>l olvido<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado un tiempo preso.<br />

Otra vez cabizbajo, me arrodillo<br />

y me postro a tus pies bañado en llanto<br />

y me cubres los hombros con tu manto<br />

y me besas la sien como a un chiquillo.<br />

Esta escena la has visto repetida<br />

tantas veces, que sólo tu gran<strong>de</strong>za,<br />

Jesús, me reconstruye en el perdón.<br />

Hijo pródigo soy toda la vida<br />

porque sé que a pesar <strong>de</strong> mi flaqueza<br />

siempre rescatarás mi corazón.<br />

57


Sube y baja<br />

(Canción <strong>de</strong> cuna para un niño místico).<br />

¡Sube que sube y sube!<br />

¿Descubrirás la piedra<br />

o encontrarás la nube?<br />

¡Baja que baja y baja!<br />

¿Descubrirás el cielo<br />

o encontrarás la paja?<br />

Sube y baja.<br />

Baja y sube.<br />

Cielo es paja.<br />

Paja es nube.<br />

Bajarás cuando subas.<br />

Subirás cuando bajes.<br />

¿No hacen vino las uvas<br />

y el algodón, encajes?<br />

Niño, nunca <strong>de</strong>spiertes<br />

–<strong>de</strong>spertar es un sueño–<br />

una vez que <strong>de</strong>spiertas<br />

¿no respon<strong>de</strong>s durmiendo?<br />

Cuando subas y bajes,<br />

cuando bajes y subas<br />

te vestirás con uvas<br />

y beberás encajes.<br />

58


Esta es la hora<br />

Por fin nos a<strong>de</strong>ntramos en el gran valle oscuro,<br />

entre sombras <strong>de</strong> muerte tan sobrecogedoras<br />

que perturban el alma que atisba hacia el futuro.<br />

Falsas luces arrojan simulacros <strong>de</strong> auroras.<br />

Parece ser la hora triunfal <strong>de</strong> la tiniebla,<br />

cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Malo consolida su mal.<br />

Relincha un gran caballo <strong>de</strong> Troya que ahora puebla<br />

la tierra <strong>de</strong> herejías con aura fraternal.<br />

Presumen los leprosos y conducen los ciegos;<br />

festiva, se contagia la gran apostasía.<br />

Cristo es vilipendiado don<strong>de</strong>quiera que esté.<br />

Multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n; otros atizan fuegos<br />

y los dientes filosos <strong>de</strong> una inmunda jauría<br />

muer<strong>de</strong>n cruces guardadas por el hombre <strong>de</strong> fe.<br />

59


¿Quién?<br />

¿Quién me abrirá la puerta cuando llegue?<br />

¿Será una mano negra<br />

o una mano <strong>de</strong> nieve?<br />

¿Iré a un campo <strong>de</strong> sal con flores secas<br />

en la perpetua sombra<br />

o tendré el privilegio <strong>de</strong> la llama<br />

<strong>de</strong>l triunfo y la corona?<br />

¿Habrá una puerta ancha?<br />

¿Quizá una puerta estrecha?<br />

¿Será la pesadilla<br />

o estrenaré conciencia?<br />

¿Al final, cuál será mi eterno ahora?<br />

¿Me sumaré a la muerte como muerto…<br />

o lograré evadirme hacia la gloria?<br />

60


Quiero sentirme anclado<br />

Quiero sentirme anclado tomándote las manos<br />

como un barco musgoso con<strong>de</strong>nado al olvido<br />

en un renunciamiento <strong>de</strong> parajes lejanos,<br />

mujer, obseso sueño <strong>de</strong> náufrago vencido.<br />

Quiero sentirme anclado, sentirme como muerto,<br />

inútil en mí mismo como un mástil <strong>de</strong>snudo,<br />

con la paz <strong>de</strong>l marino que al fin arribó al puerto,<br />

con el retorcimiento positivo <strong>de</strong>l nudo.<br />

Más allá <strong>de</strong>l motivo que me vuelve distante<br />

quiero todo tu peso crujiendo en mis bo<strong>de</strong>gas;<br />

constelación naciente <strong>de</strong> mi propio sextante,<br />

reflujo <strong>de</strong> silencios, mar <strong>de</strong> caricias ciegas.<br />

Aburrido <strong>de</strong> largos e irreversibles viajes,<br />

<strong>de</strong>finitivamente quemo mis mapas vanos.<br />

¡Qué cansancio tan gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> adioses y equipajes!<br />

Quiero sentirme anclado tomándote las manos.<br />

61


Reflejos<br />

Hombre,<br />

olvida cada nombre<br />

que le has puesto a las cosas:<br />

Juan no es Juan, ni Dios, Dios, ni hay mariposas.<br />

Todo es lo que es cuando te callas<br />

y entierras la palabra –que es reflejo–.<br />

Con palabras <strong>de</strong>stejo y entretejo<br />

mi mundo y la ilusión don<strong>de</strong> te hallas.<br />

Cercena la palabra y ve a la vida,<br />

no permitas que el símbolo te asombre.<br />

Hombre,<br />

para encontrar la puerta <strong>de</strong> salida,<br />

¿<strong>de</strong>berás poner nombre a cada herida<br />

o apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la luz en el espejo?<br />

62


A punto<br />

Señor, ya estoy a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>volver mis re<strong>de</strong>s.<br />

Tú sabes que mi pesca no ha sido milagrosa.<br />

Encallaré mi barca mirando hacia el poniente<br />

con los remos cansados <strong>de</strong> una vida en zozobra.<br />

No sé. No sé el <strong>de</strong>stino que me darán los vientos<br />

cuando mi alma <strong>de</strong>spierte convertida en gaviota,<br />

si apuntarán mis alas hacia cielos abiertos<br />

o si éstas, atrofiadas, batirán sólo sombras.<br />

Pero sé que habrá un llanto <strong>de</strong> sal en mi cubierta<br />

y que una mano blanca como espuma <strong>de</strong> ola<br />

arriará mi velamen una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> niebla<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el viejo muelle, dirá adiós a mis cosas.<br />

Retornaré el cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> bitácora lleno,<br />

la brújula, el sextante, el fanal, las maromas,<br />

mi inútil equipaje, mis mapas obsoletos...<br />

¡todo menos el ancla, que guardaré en mi alforja!<br />

Navegaré otras rutas, hasta entonces secretas,<br />

por lumínicos mares –misteriosa <strong>de</strong>rrota–<br />

hacia don<strong>de</strong> me arrastre la corriente <strong>de</strong> estrellas<br />

que conduce las barcas que enfilan a otras costas.<br />

Y cuando al fin encalle <strong>de</strong> cara al infinito,<br />

liberaré el tesoro <strong>de</strong> mi pesada alforja<br />

echando al mar el ancla –mi amuleto bendito–<br />

para esperar la barca <strong>de</strong> mi adorada esposa.<br />

63


No me busquéis<br />

No me busquéis en todas mis palabras,<br />

no me busquéis en todos mis encuentros<br />

que no surjo <strong>de</strong> mis contradicciones<br />

ni <strong>de</strong>l posible error <strong>de</strong> cuanto expreso.<br />

No me busquéis en vuestras concepciones,<br />

no; yo no soy aquel, soy un reflejo<br />

igual que las estrellas <strong>de</strong> un estanque<br />

son sólo el duplicado <strong>de</strong> sus fuegos.<br />

Buscadme en las entrañas <strong>de</strong> la ausencia,<br />

junto a la soledad, cara al silencio,<br />

en las cenizas blancas y can<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> lo que está quemando su momento;<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la razón preconcebida,<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la pasión por lo terreno,<br />

don<strong>de</strong> vuestras potencias no conciban<br />

por qué puedo confiar en lo que espero.<br />

Buscadme don<strong>de</strong> no entendáis a fondo<br />

el extraño egoísmo <strong>de</strong> ser bueno.<br />

Si ahí no estoy, buscadme en lo lejano<br />

que Dios está muy lejos y aún hay trecho.<br />

64


Veredicto<br />

Ajeno al veredicto, el hijo duerme,<br />

duerme en cuna <strong>de</strong> agua en paz profunda<br />

mientras su madre se acaricia el vientre<br />

dudando si volverse nido o tumba.<br />

Inquieta, suma, resta y <strong>de</strong>libera<br />

–jurado y juez a un tiempo– sin testigos<br />

que puedan <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r esa inocencia<br />

que crece en sus entrañas como niño.<br />

No. Tal vez no dé a luz y le encomien<strong>de</strong><br />

su flor a un jardinero sin conciencia<br />

que arrancará <strong>de</strong>l surco su simiente<br />

como quien se <strong>de</strong>shace <strong>de</strong> una piedra.<br />

Quizás esas pupilas diminutas<br />

no estrenen clarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mañana<br />

ni observen el entorno <strong>de</strong> la cuna<br />

don<strong>de</strong> el amor se viste <strong>de</strong> esperanza;<br />

quizás esos pequeños pies no lleguen<br />

a intentar horizontes, y esas manos<br />

hambrientas <strong>de</strong> caricias, nunca entierren<br />

su peso en el refugio <strong>de</strong> un regazo.<br />

Acaso que<strong>de</strong>n frases nunca dichas<br />

por labios que aún se <strong>de</strong>ben perfilar,<br />

y esa frente que hoy se abre hacia la vida<br />

se eclipse antes <strong>de</strong>l acto <strong>de</strong> pensar.<br />

La madre saca cuentas. Duerme el niño;<br />

duerme en sombras. Confiado. Y duerme en paz<br />

ajeno al <strong>de</strong>cisivo veredicto<br />

<strong>de</strong> portazo <strong>de</strong> sangre… o <strong>de</strong> hijo,<br />

<strong>de</strong> prodigiosa vida… o <strong>de</strong> final.<br />

65


Quisiera<br />

Quisiera, por un día, ser un hombre sencillo,<br />

carente <strong>de</strong> estas sombras que oscurecen mis manos,<br />

que mis ojos perdieran su matiz amarillo<br />

<strong>de</strong> insomnes reinci<strong>de</strong>ntes, <strong>de</strong> anémicos cristianos.<br />

Quisiera, en un <strong>de</strong>rroche <strong>de</strong> luz, saberlo todo,<br />

llenar <strong>de</strong> agua divina mi más profunda fosa<br />

y sacudirme el lastre <strong>de</strong> este efímero lodo<br />

como el que se libera <strong>de</strong> una trampa angustiosa.<br />

Quisiera, sí, que un día, rebel<strong>de</strong> a su mutismo,<br />

por fin mi Dios dictara la voz que me completa<br />

y sin interrogantes, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser yo mismo,<br />

esta caricatura <strong>de</strong> infiel anacoreta.<br />

Quisiera, pero en vano. Quisiera tantas cosas…<br />

como <strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rme <strong>de</strong> todas mis espinas<br />

–lo que nunca han logrado ni siquiera las rosas–<br />

y <strong>de</strong>sgarrar el velo <strong>de</strong> cuantas nebulosas<br />

me impi<strong>de</strong>n que amanezca con manos cristalinas.<br />

66


Distancia<br />

Se ha hecho viernes en jueves nuevamente<br />

y el golpe <strong>de</strong> la ausencia se a<strong>de</strong>lanta.<br />

Llueve. Hoy todo es gris y se agiganta<br />

la noche prematura hacia poniente.<br />

Esta semana tiene un día menos,<br />

que es uno más para cualquier agenda<br />

y en él, mi herida no verá tu venda,<br />

y habré <strong>de</strong> amarte sin los brazos llenos.<br />

Te vas antes <strong>de</strong>l tiempo prometido<br />

en aquel juramento que no hiciste<br />

<strong>de</strong>sajustando nuestro escaso horario.<br />

Y <strong>de</strong>splazado por tu breve olvido,<br />

ocupo mi reducto <strong>de</strong> hombre triste<br />

hasta que te <strong>de</strong>vuelva el calendario.<br />

67


Tu paz<br />

Tu paz es dulce brisa que mueve las cortinas<br />

<strong>de</strong>l cuarto en que conservo mis preciados recuerdos.<br />

Tu paz tiene el sencillo calor <strong>de</strong> la cocina<br />

o <strong>de</strong> la chimenea prendida en el invierno.<br />

Tu paz es el aroma <strong>de</strong> la hogaza caliente<br />

sobre el mantel que guardo para el día <strong>de</strong> fiesta,<br />

es como la frescura <strong>de</strong> la lluvia reciente<br />

o un toque <strong>de</strong> nudillos amigos en mi puerta.<br />

Tu paz. Tu paz lo es todo. Tu paz crece a mi paso<br />

como se multiplican tus panes y tus peces.<br />

Y es total certidumbre <strong>de</strong>l bendito regalo<br />

con el que Tú restauras mi vida en el presente.<br />

68


Centinela<br />

Si pudiera teñir con sangre el día,<br />

la hora, el minuto y el segundo<br />

en que a golpes <strong>de</strong> terca lejanía<br />

<strong>de</strong>strozaste la cuerda <strong>de</strong> mi mundo,<br />

hacer retroce<strong>de</strong>r el calendario<br />

–trescientas madrugadas en <strong>de</strong>svelo–<br />

y traerte a mi nuevo itinerario<br />

para <strong>de</strong>sempolvar mi <strong>de</strong>sconsuelo…<br />

me apresaría, amor, amada, amante,<br />

como un viento fatal contra tu vela<br />

hasta inmovilizar tu embarcación.<br />

Y quebrando sin culpa tu sextante,<br />

te pondría <strong>de</strong>spués por centinela,<br />

ancla y rumbo a mi propio corazón.<br />

69


Monasterio<br />

Yo habito un retirado monasterio<br />

don<strong>de</strong> a solas dialogo con mi Cristo.<br />

Como único guardián, en él subsisto<br />

cumpliendo con mi humil<strong>de</strong> ministerio<br />

<strong>de</strong> amor: pulir los vastos corredores,<br />

aten<strong>de</strong>r el jardín siempre florido<br />

don<strong>de</strong> Dios me celebra, agra<strong>de</strong>cido,<br />

el cuidado que he puesto en tantas flores.<br />

Preparar la capilla y –siempre en vela–<br />

aguardar el divino advenimiento:<br />

Jesús que se me acerca y que me ensalma.<br />

Y luego, como premio al centinela,<br />

al irse esparce un soplo <strong>de</strong> su aliento<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> mi alma.<br />

70


Leyenda cubana<br />

Hay un reino misterioso<br />

en el fondo <strong>de</strong> las aguas<br />

que va <strong>de</strong>s<strong>de</strong> La Florida<br />

hasta la costa cubana.<br />

En él no existen palacios<br />

suntuosos, ni reinas, ni hadas,<br />

ni magníficos salones<br />

llenos <strong>de</strong> cuadros y estatuas,<br />

sino añoranza. Es un mundo<br />

habitado por las almas<br />

<strong>de</strong> quienes nunca alcanzaron<br />

la libertad anhelada;<br />

y está lleno <strong>de</strong> recuerdos<br />

pues con residuos <strong>de</strong> balsas<br />

se han hecho una ciudad libre<br />

que han <strong>de</strong>corado con algas.<br />

De sal pintan sus pare<strong>de</strong>s<br />

y para atenuar nostalgias,<br />

como no hay palmas reales<br />

siembran anémonas blancas.<br />

Un valle <strong>de</strong> Yumurí<br />

hecho <strong>de</strong> arena ondulada<br />

finaliza en el Turquino<br />

<strong>de</strong> un rojo coral. Sin pausa<br />

diligentes caballitos<br />

<strong>de</strong> mar burlan la resaca<br />

y regresan con noticias<br />

<strong>de</strong> tierra firme, y en manchas<br />

pececillos tricolores<br />

igual que ban<strong>de</strong>ras patrias<br />

nadan muy cerca <strong>de</strong> estrellas<br />

–casi siempre solitarias–.<br />

Nocturnas fosforescencias<br />

que evocan noches cubanas<br />

crean suspiros que ascien<strong>de</strong>n<br />

como burbujas plateadas.<br />

¡Cómo añoran, Dios su isla<br />

estos seres que, a distancia,<br />

aguardan su merecida<br />

re<strong>de</strong>nción: volver a casa!<br />

71


Regresarán. Ellos saben<br />

que una inmensa marejada<br />

<strong>de</strong> libertad repentina<br />

los arrancará <strong>de</strong>l agua<br />

y arrastrados en la espuma<br />

<strong>de</strong> las olas, como larga<br />

procesión, el mar y el viento<br />

los <strong>de</strong>volverá a sus playas.<br />

Porque un nuevo sol naciente<br />

sobre Cuba liberada<br />

hará al fin que, por justicia,<br />

salgan a flote estas almas.<br />

72


De los montes a los montes<br />

De los montes a los montes,<br />

no <strong>de</strong>l monte a la pra<strong>de</strong>ra.<br />

Mi alma es alta porque espera<br />

y altos son sus horizontes.<br />

De otros ríos a los míos<br />

no <strong>de</strong> mis ríos al mar,<br />

que antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>sembocar<br />

he <strong>de</strong> ser todos los ríos.<br />

De las manos a las manos,<br />

el hombre nace <strong>de</strong>l hombre.<br />

Mi nombre en el mismo nombre<br />

<strong>de</strong> los dolores humanos.<br />

De los montes a los montes,<br />

<strong>de</strong> mis ríos a otros ríos,<br />

<strong>de</strong> las manos a las manos.<br />

Yo voy soñando horizontes<br />

y cauces que no son míos<br />

para tener más hermanos.<br />

73


Pecado<br />

Maldigo este pecado en que persisto.<br />

Lo sabes porque guardas la evi<strong>de</strong>ncia<br />

y has visto el mal color <strong>de</strong> mi conciencia.<br />

He vuelto a <strong>de</strong>fraudarte, Jesucristo.<br />

Por eso aquí, a la luz <strong>de</strong> tu sagrario,<br />

confieso mi papel <strong>de</strong> mal hermano,<br />

<strong>de</strong> débil enchapado <strong>de</strong> cristiano,<br />

<strong>de</strong> cuenta malograda en tu rosario.<br />

Rescátame aunque insista en mis caídas<br />

y báñame en la paz que no merezco<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tu bendita absolución.<br />

Jesús, por el valor <strong>de</strong> tus heridas,<br />

injértame a tu cruz. Y si no crezco…<br />

¡no vuelvas a tenerme compasión!<br />

74


Te pareces al viento<br />

Te pareces al viento mujer <strong>de</strong>sconcertante,<br />

te pareces al viento porque no tienes casa,<br />

porque cuanto más quiero tenerte y apresarte<br />

más sigilosamente tú me elu<strong>de</strong>s y pasas.<br />

Te pareces al viento porque buscas mis <strong>de</strong>dos<br />

pero si cierro el puño te me vas <strong>de</strong> la mano<br />

y tu fuerza dirige las aspas <strong>de</strong> mis sueños,<br />

sueños <strong>de</strong> versos tristes sobre papeles blancos.<br />

Eres fuerte y lo sabes. Sabes que a tu llegada<br />

todas mis pertenencias se riegan a tu antojo<br />

el tiempo que requieres para entibiar mi almohada<br />

y luego retirarte, silenciosa, <strong>de</strong> pronto.<br />

Mujer <strong>de</strong>sconcertante que escapas <strong>de</strong> mis brazos,<br />

todo lo que en ti pongo lo arrastras y lo pierdo.<br />

Pero siempre regresas porque sabes que aguardo<br />

resignado a tu modo <strong>de</strong> parecerte al viento.<br />

75


Sueño<br />

Madrugada fría; para no estar solo,<br />

para abrir los brazos a una compañía<br />

y empezar la vida pero <strong>de</strong> otro modo,<br />

–quizás sin mentiras–.<br />

Luces en mi calle –calle silenciosa–<br />

que alumbran la ruta <strong>de</strong> mi enorme sueño.<br />

Me siento tan lejos <strong>de</strong> todas las cosas<br />

que no tengo dueño.<br />

Mis pasos y pasos <strong>de</strong> otro caminante<br />

rozando el espejo sonoro <strong>de</strong>l eco:<br />

–quizás un hermano con sed <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s<br />

o el recuerdo seco–.<br />

Y <strong>de</strong>spués, mi casa. Un rumor <strong>de</strong> gente<br />

que no me acompaña, <strong>de</strong> risas vacías.<br />

Y soñar <strong>de</strong> pronto, como tantas veces,<br />

que en la madrugada <strong>de</strong> mi piel ausente<br />

vuelves a ser mía.<br />

76


Poema cuántico<br />

Moriré ayer, y habrá luto mañana<br />

porque todo suce<strong>de</strong> al mismo tiempo.<br />

Ya somos y seremos y hemos sido<br />

en miles <strong>de</strong> miríadas <strong>de</strong> espejos.<br />

Por eso, aunque hoy te quiero, ayer te quise.<br />

Antes <strong>de</strong> conocerte ya te amaba<br />

y hoy te diré lo mismo que te dije<br />

y volveré a <strong>de</strong>cirte otra mañana.<br />

Nuestro amor infinito aún no ha nacido<br />

y sin embargo te amo como nunca,<br />

como te estoy queriendo en el <strong>de</strong>spués.<br />

¿Cuántas veces te habrá dicho “amor mío”<br />

la voz <strong>de</strong> mis espejos? Nada turba<br />

este amor que ya ha sido, será y es.<br />

77


Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora<br />

A los abortados <strong>de</strong>l mundo.<br />

Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora <strong>de</strong> teneros en cuenta<br />

–tantos rostros sin nombre, tantos nombres sin rostros–.<br />

Por cada malogrado capullo en las entrañas<br />

se levanta este canto <strong>de</strong> amor para vosotros.<br />

Diminutos encajes, seres <strong>de</strong>shilachados,<br />

brutalmente arrancados <strong>de</strong>l íntimo telar<br />

don<strong>de</strong> se entretejía la esperanza futura,<br />

gotas <strong>de</strong> agua que nunca llegasteis hasta el mar.<br />

Sueños <strong>de</strong>svanecidos, resquebrajados vasos<br />

por los que se fugaron vuestras trémulas almas,<br />

calendarios privados <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong>l ciclo,<br />

tiernos soles extintos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la alborada.<br />

Delicadas promesas que escuchabais la vida<br />

retumbar, insistente, como vital tambor…<br />

vosotros no heredasteis la canción <strong>de</strong>l latido,<br />

para vosotros nunca llegó a abrirse el telón.<br />

Jamás sobrepasásteis la ración <strong>de</strong>l suspiro,<br />

víctimas sofocadas por trágicas mordazas<br />

<strong>de</strong> vientres <strong>de</strong>cididos a fungir <strong>de</strong> cadalsos<br />

–vuestras madres optaron por el filo <strong>de</strong>l hacha–.<br />

Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora <strong>de</strong> que alguien os conceda<br />

un gesto <strong>de</strong> empatía, un recuerdo piadoso,<br />

<strong>de</strong> que se os reivindique como a seres humanos<br />

aunque os hayan barrido como a rojos escombros.<br />

Ten<strong>de</strong>dnos vuestras manos, o lo que queda <strong>de</strong> ellas,<br />

juntad vuestros pedazos y, si os permite el cielo,<br />

venid a nuestros tristes corazones <strong>de</strong> luto<br />

y reposad en ellos. Perdonad el mal hecho.<br />

78


Quiero, si estáis <strong>de</strong> acuerdo, que en mi reloj <strong>de</strong> arena<br />

tengan siempre cabida vuestros pequeños granos.<br />

Aceptad, por justicia, un sitial en mi alma<br />

que es <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> conciencia y humil<strong>de</strong> <strong>de</strong>sagravio.<br />

79


Monólogo <strong>de</strong> Adán<br />

Estoy hecho <strong>de</strong> barro a tu medida,<br />

mujer llena <strong>de</strong> olor a paraíso.<br />

Soy el eterno Adán que un día quiso<br />

que fueras la razón su caída.<br />

Me llegas en la vida y en la muerte<br />

y sólo porque tú eres mitad mía,<br />

tus ojos <strong>de</strong> serpiente –llama fría–<br />

me obligan a seguirte. Eres más fuerte.<br />

Y si hoy me ves así, callado y triste,<br />

es porque intuyo el fin <strong>de</strong> la vasija<br />

don<strong>de</strong> se quebrará mi yo maldito.<br />

Persiste en mí el pecado, Eva y persiste<br />

el quererte en la madre y en la hija:<br />

bendita esclavitud por lo finito.<br />

80


Monólogo <strong>de</strong> Noé<br />

La lluvia anega todo el universo,<br />

<strong>de</strong>ntro y fuera, la tierra y mi conciencia.<br />

In<strong>de</strong>finidamente en mi existencia<br />

llueve la certidumbre <strong>de</strong>l converso.<br />

Tengo fe, pero floto a la <strong>de</strong>riva<br />

y el arca <strong>de</strong> mi cuerpo se resiente<br />

<strong>de</strong> tanta marejada. Estoy consciente<br />

<strong>de</strong> que tal vez diluvie mientras viva.<br />

Pero tras <strong>de</strong> lo gris intuyo un claro<br />

<strong>de</strong>spuntar <strong>de</strong>l reposo al fin <strong>de</strong>l viaje<br />

don<strong>de</strong> sueño un <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> sequía.<br />

Y una blanca paloma será el faro<br />

que, viniendo <strong>de</strong>l cielo a mi abordaje,<br />

pintará mi arcoiris <strong>de</strong> alegría.<br />

81


Monólogo <strong>de</strong> Moisés<br />

Gran parte <strong>de</strong> la vida es un <strong>de</strong>sierto<br />

y un abrir y cerrar <strong>de</strong> fieros mares<br />

don<strong>de</strong> ahogamos contrarios y pesares,<br />

<strong>de</strong>sembarcos <strong>de</strong>l mal en nuestro puerto.<br />

Muchas veces la huida es necesaria,<br />

<strong>de</strong> pronto la intuición nos dicta: “¡Ya!”<br />

y entonces <strong>de</strong>scubrimos que el maná<br />

es una fe crecida, extraordinaria.<br />

El simún me ha hecho fuerte. El sol, <strong>de</strong> hierro.<br />

Para mí es una gloria el arenal.<br />

Mi Dios ni vuelve atrás ni se equivoca.<br />

Rotundo vencedor <strong>de</strong>l mal becerro,<br />

contaré mi secreto cardinal:<br />

¡He visto brotar agua <strong>de</strong> una roca!<br />

82


Monólogo <strong>de</strong> Judas<br />

¡Tú siempre con<strong>de</strong>nando la riqueza!<br />

Envidio tus milagros. Yo quisiera<br />

multiplicar el pan a tu manera<br />

para que proclamaran mi gran<strong>de</strong>za.<br />

Si las turbas salieran a mi paso<br />

gritando: “¡Judas!, ¡Judas!”. Pero el Cristo<br />

no vendrá humil<strong>de</strong>, manso y <strong>de</strong>sprovisto<br />

<strong>de</strong> bienes. Tu pobreza en un fracaso.<br />

Hoy, cuando <strong>de</strong>scansamos en el huerto,<br />

me miraste <strong>de</strong> un modo sobrehumano<br />

mientras yo meditaba en tu traición.<br />

Y sentí miedo y luego <strong>de</strong>sconcierto<br />

cuando sin voz te oi <strong>de</strong>cirme: “Hermano,<br />

te perdono <strong>de</strong> todo corazón”.<br />

83


Monólogo <strong>de</strong> Satanás<br />

Cuando abjuran <strong>de</strong> Dios, se hace presente<br />

mi iniquidad con todos sus horrores.<br />

Me encoleriza el hombre penitente<br />

pero especulo con los triunfadores.<br />

Soy el gran resentido. Vivo inmerso<br />

en una inevitable pestilencia.<br />

Me irrita la confianza <strong>de</strong>l converso<br />

y aborrezco la toma <strong>de</strong> conciencia.<br />

Detesto la virtud probada y fuerte,<br />

la caridad, la paz y la esperanza…<br />

Mi hipocresía enlaza con la muerte<br />

a quien me otorga un voto <strong>de</strong> confianza.<br />

Yo soy el tentador que nunca cesa<br />

<strong>de</strong> atormentar el hombre hasta el final.<br />

El tibio es para mí una fácil presa<br />

y el incrédulo un huésped <strong>de</strong> mi mal.<br />

Rabio ante el dogma y ante la creencia,<br />

siembro libertinaje y anarquía<br />

y no puedo sufrir que la inocencia<br />

se acueste y pueda ver un nuevo día.<br />

Sin ser carnal, induzco a la lujuria,<br />

incito a lo monstruoso, aliento al vicio<br />

y subyugo a las almas –que con furia<br />

ruedan más fácilmente al precipicio–.<br />

Odio todo y a todos. Tuve galas<br />

–hoy ruinas inservibles–- y aunque ayer<br />

fui luz, llueven cenizas <strong>de</strong> mis alas<br />

que arrastro en un perpetuo anochecer.<br />

84


Treinta años menos<br />

Si yo tuviera treinta años menos,<br />

–con mi actual experiencia– volvería<br />

<strong>de</strong> nuevo a cortejarte, -amada mía<br />

por quien hoy vivo con los ojos llenos-.<br />

Buscaría el balcón que ya no existe,<br />

te besaría en cierto oscuro umbral<br />

don<strong>de</strong> quebraste mi armazón <strong>de</strong> sal<br />

cuando <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> ser un hombre triste.<br />

Me volvería loco por tu sombra,<br />

repasaría todos los peldaños<br />

que me han traído hasta don<strong>de</strong> estás:<br />

a esta casa <strong>de</strong> luz que aún hoy asombra<br />

mis ojos –ayer tímidos y huraños–<br />

treinta años <strong>de</strong> amor… y un poco más.<br />

85


Hora íntima<br />

Es tiempo <strong>de</strong> nocturno sosiego en mi <strong>de</strong>sierto.<br />

El agitado pulso <strong>de</strong> la vida reposa<br />

y mis rodillas ce<strong>de</strong>n ante el íntimo peso<br />

<strong>de</strong> prosaicos cansancios que reclaman auroras.<br />

Y asciendo por la calle <strong>de</strong> la oración, al monte<br />

en cuya cumbre se hallan consuelos inefables<br />

que sólo traducidos por la fe, dan al hombre<br />

alturas semejantes a estrellas. Venerable<br />

refugio don<strong>de</strong> el alma se retira <strong>de</strong>l mundo,<br />

cuando la prensa ce<strong>de</strong> y el mosto se <strong>de</strong>sborda,<br />

baño que purifica mis ropajes oscuros,<br />

cayado que, <strong>de</strong> pronto, rever<strong>de</strong>ce por obra<br />

<strong>de</strong> Tu Gracia. Es la hora <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sierto santo,<br />

Señor, cuando Te busco para adorarte a solas<br />

como un alegre siervo, como un resucitado,<br />

como una zarza ardiente que bulle entre las sombras.<br />

86


Tríptico amargo<br />

I<br />

Cuba es más que dolor, Cuba es <strong>de</strong>manda<br />

<strong>de</strong> justicia, es un nudo en la conciencia<br />

que prueba nuestra fe y nuestra paciencia,<br />

una rebel<strong>de</strong> llaga que se agranda;<br />

es el espejo frío y malogrado<br />

que antaño reflejaba el infinito<br />

en el que hoy se proyecta el turbio mito<br />

<strong>de</strong> un héroe que no es otro que el malvado.<br />

Definitivamente, Cuba es duelo,<br />

campana enronquecida, y es suspiro<br />

que <strong>de</strong>sgarra el pulmón <strong>de</strong> nuestras almas<br />

y que nos lleva a reinventar el cielo<br />

con persistentes sueños <strong>de</strong> zafiro<br />

y la visión <strong>de</strong> un noble edén <strong>de</strong> palmas.<br />

II<br />

Nuestra espera es tenaz y dolorosa<br />

pero nos hace imaginar el día<br />

en que al fin cesará la apostasía<br />

y el muerto será libre <strong>de</strong> su fosa.<br />

Cuba saldrá <strong>de</strong>l fango renovada,<br />

blanca, roja y azul, llena <strong>de</strong> espuma<br />

como un barco surgido <strong>de</strong> la bruma<br />

que <strong>de</strong>scubre una idílica ensenada.<br />

Martí será Martí sin tintes falsos,<br />

la patria será madre y no verdugo<br />

y Cristo será Rey, no fugitivo.<br />

Quedarán <strong>de</strong> recuerdo los cadalsos,<br />

y será un reto, al <strong>de</strong>shacer el yugo,<br />

volver a la paloma y al olivo.<br />

87


III<br />

Bajen a Cuba <strong>de</strong> la cruz, que es hora<br />

<strong>de</strong> liberar al puelo sometido,<br />

<strong>de</strong>l mal, la humillación y el alarido<br />

y entronizar la lumbre sin <strong>de</strong>mora.<br />

Saquen los negros clavos <strong>de</strong> sus manos,<br />

Saquen los negros clavos <strong>de</strong> sus pies<br />

porque hay que <strong>de</strong>volverles, justo es,<br />

la dignidad a todos los cubanos.<br />

Hagamos una zafra portentosa<br />

para reivindicar en cada caña<br />

el azúcar que hoy sabe a sangre y duelo;<br />

y tras restituir la blanca rosa,<br />

<strong>de</strong>sterremos la sombra y la cizaña<br />

y rescatemos nuestro amado suelo.<br />

88


Desencanto<br />

Erosionado por el <strong>de</strong>sencanto<br />

–pétrea actitud aún me mantiene erguido–<br />

bajo el volumen <strong>de</strong> mi humil<strong>de</strong> canto<br />

y marcho hacia el olvido.<br />

No quiero saber más. Aspiro al plazo<br />

<strong>de</strong> un silencio absoluto.<br />

Pienso asirme a la nada <strong>de</strong> un abrazo.<br />

–Os regalo cosecha, flor y fruto–.<br />

Dejadme en soledad miles <strong>de</strong> años,<br />

que me perturba hasta el reposo mismo<br />

y la repetición <strong>de</strong> los peldaños<br />

duele como heroísmo.<br />

Conce<strong>de</strong>dme un rincón con una llama<br />

y es más que suficiente.<br />

Mi alma sólo reclama<br />

la sencilla ración <strong>de</strong>l penitente.<br />

Solamente hay un fin para este tedio,<br />

un escape a esta suerte.<br />

Disculpad que <strong>de</strong>scanse <strong>de</strong>l asedio<br />

mientras llega la muerte.<br />

89


Nota<br />

Una nota <strong>de</strong> viaje<br />

para cualquier camino:<br />

peregrino,<br />

tú eres la razón <strong>de</strong> tu equipaje.<br />

90


Subida<br />

Hay niebla espesa en la cumbre<br />

pero sigo monte arriba<br />

peregrinando entre nubes,<br />

llenando más mi medida.<br />

La<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> piedras rojas<br />

y <strong>de</strong> tomillo fragante.<br />

Ya se avecina la hora<br />

soñolienta <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />

Fría, se acerca la noche<br />

pincelada a pincelada.<br />

De vez en cuando, algún broche<br />

<strong>de</strong> nieve <strong>de</strong>secho en agua.<br />

Sopla el viento contra el canto<br />

<strong>de</strong> las piedras que lo chiflan<br />

y a cada paso que alargo<br />

recorto más la subida.<br />

Cansancio vertido en ansias<br />

<strong>de</strong> tener lo que no tengo.<br />

Si <strong>de</strong> repente pudiera<br />

subir por <strong>de</strong>ntro y por fuera,<br />

ascen<strong>de</strong>ría hasta el cielo.<br />

91


Trofeo<br />

A Guillermo Cruz<br />

Mereces un trofeo <strong>de</strong> papel<br />

por gaucho y por amigo.<br />

Tú has convertido nuestro humil<strong>de</strong> trigo<br />

en milagroso pan sobre el mantel.<br />

Has perforado luces generosas<br />

por las que asoma nuestra poesía<br />

que ascien<strong>de</strong> hacia la cumbre, <strong>de</strong> la umbría,<br />

multiplicando todas nuestras rosas.<br />

Tu arcoiris magnánimo dispersa<br />

en prismáticas voces nuestros versos<br />

por antes imposibles universos<br />

con los que hoy nuestra voz canta y conversa.<br />

¡Gracias, gaucho! Recibe un fuerte abrazo<br />

<strong>de</strong> papel, sello fiel <strong>de</strong> una amistad<br />

que agra<strong>de</strong>ce tu generosidad:<br />

con este literario espaldarazo.<br />

92


San Francisco <strong>de</strong> Asís<br />

Devoto <strong>de</strong>l amor y la pobreza,<br />

<strong>de</strong>scubriste el secreto <strong>de</strong> la vida<br />

en el amor a Cristo y la <strong>de</strong>bida<br />

fraternidad con la naturaleza.<br />

Fuiste una llama <strong>de</strong> ciprés ardiente.<br />

La caridad brotaba <strong>de</strong> tu pecho<br />

igual que un manantial insatisfecho<br />

que juzgaba su agua insuficiente.<br />

Para po<strong>de</strong>r vaciarte <strong>de</strong> ti mismo<br />

te anulaste ante todos tus hermanos.<br />

Y Dios, viendo tu entrega y tu dolor,<br />

quiso acuñar tu místico lirismo<br />

con sus estigmas y en tus secas manos<br />

<strong>de</strong>jó tallado su divino amor.<br />

93


La fragua<br />

Primero fue un rincón humil<strong>de</strong> y frío<br />

don<strong>de</strong> alguien, con amor, inició un fuego,<br />

una llama <strong>de</strong>jada para luego<br />

prendida en el fogón <strong>de</strong> mi vacío.<br />

Mi infancia fue un período <strong>de</strong> plomo<br />

don<strong>de</strong> secretamente cobró forma<br />

cada voz, cada signo y cada norma<br />

<strong>de</strong> mi mundo interior, sin saber cómo.<br />

Por una maravilla <strong>de</strong> la lumbre<br />

llegué a mi adolescencia –flor <strong>de</strong> cobre–<br />

transmutado en el niño bueno y pobre<br />

que apuntaba hacia el cielo por costumbre.<br />

Crecí en bronce. La alquimia requerida<br />

me dio una voz metálica y sonora<br />

–aleación <strong>de</strong> palabras– con que ahora<br />

a golpes <strong>de</strong> hondo amor forjo mi vida.<br />

Mi Dios me fragua en forma <strong>de</strong> campana,<br />

en bronce me pronuncio y mi <strong>de</strong>stino<br />

es tañer a lo largo <strong>de</strong>l camino<br />

para anunciar la luz <strong>de</strong> la mañana.<br />

Soy a un tiempo badajo y campanero;<br />

metálica es mi cruz pre<strong>de</strong>stinada<br />

que cada ineludible alborada<br />

me invita a ser un eco <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro.<br />

Primero fue un rincón. Hoy late un río<br />

<strong>de</strong> fuego por mis venas minerales<br />

que cuaja un universo <strong>de</strong> cristales:<br />

los versos con que pinto el mundo mío.<br />

Y al oro voy. Divinizando sigo<br />

esta burda aleación <strong>de</strong> hombre y Dios.<br />

Cuando llegue a fundir –por fin– los dos,<br />

me consi<strong>de</strong>raré mi propio amigo.<br />

94


Mi soledad no<br />

Mi soledad, no. No me la reclames.<br />

La comparto, eso sí, como un hermano,<br />

como comparto el pan que me alimenta<br />

y el vino que te brindo en cada vaso.<br />

Déjame que la cui<strong>de</strong> como a un hijo,<br />

déjame que la cargue y que en los brazos<br />

enfermos <strong>de</strong> mi pobre adolescencia<br />

la arrulle con mi verso <strong>de</strong>sgarrado.<br />

Mi soledad, no, amiga, te lo ruego.<br />

Déjame esta distancia don<strong>de</strong> labro<br />

la huerta <strong>de</strong> mis sueños imposibles<br />

con el arado <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>sengaños.<br />

Mi soledad, no. No me la reclames<br />

que me reclamas cuanto me ha quedado,<br />

cuanto bueno conservo <strong>de</strong> la vida:<br />

mi soledad y un dios triste y cansado.<br />

95


Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta<br />

Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta.<br />

Voy a entrar. Con enferma pali<strong>de</strong>z<br />

se <strong>de</strong>rrama la luna en la <strong>de</strong>sierta<br />

galería. Silencio. Desnu<strong>de</strong>z.<br />

Resplan<strong>de</strong>ce el helado picaporte<br />

<strong>de</strong> bronce repujado y mi mano<br />

lo oprime. Remembranzas. Un resorte<br />

ha cedido. Aún es temprano.<br />

Recuerdo a otra mujer. Veo una cuna<br />

mecerse. La puerta <strong>de</strong> otra casa<br />

con otro picaporte y la bruna<br />

melena <strong>de</strong> un pequeño. El viento pasa.<br />

Rechinan tres bisagras indiscretas<br />

quebrantando el hechizo. Absorto, mudo,<br />

me acosan dos imágenes concretas:<br />

un niño y otro hogar. Estoy <strong>de</strong>snudo.<br />

El viento es una horrible pesadilla.<br />

Vuelvo a cerrar. Está mi mano yerta.<br />

Me alejo. Quedas sola mientras brilla<br />

una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta.<br />

96


Adiós<br />

Se fue marchando como muere el día,<br />

robándose mi luz, serenamente,<br />

y me <strong>de</strong>jó una espina aquí en la frente<br />

que me hace recordarla todavía.<br />

Se fue empequeñeciendo en el paisaje<br />

con in<strong>de</strong>ciso andar; triste y sumisa<br />

y se me fue volviendo <strong>de</strong> ceniza,<br />

–como una estatua gris, con equipaje–.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo ante el tren y <strong>de</strong> repente<br />

Me miró. Y la vi con el pañuelo<br />

borrarse dos diamantes <strong>de</strong> los ojos.<br />

Des<strong>de</strong> entonces mi cuerpo vive ausente<br />

en un limbo <strong>de</strong> eterno <strong>de</strong>sconsuelo.<br />

Se fue mi alma y quedan mis <strong>de</strong>spojos.<br />

97


La flor<br />

Debajo <strong>de</strong>l andamio <strong>de</strong> mi vida<br />

ha brotado una flor que cuido tanto<br />

que cuando es necesario riego en llanto<br />

para que se mantenga bien erguida.<br />

Es una flor <strong>de</strong> débil apariencia,<br />

que sólo abre <strong>de</strong> noche, que perfuma<br />

hacia <strong>de</strong>ntro y en medio <strong>de</strong> la bruma<br />

pue<strong>de</strong> guiar con su luminiscencia.<br />

El mundo la contempla con recelo,<br />

el otoño la acosa prepotente<br />

sin rozarle ni un pétalo y se ve<br />

cada día más pura porque el cielo<br />

la rocía <strong>de</strong> luz secretamente.<br />

Y esa es la flor bendita <strong>de</strong> mi fe.<br />

98


Entonces<br />

Ap. 21, 1 “…y ya no había mar.”<br />

Entonces, será entonces cuando al fin pueda verte<br />

sin símbolos, sin velos, cuando ya la plegaria<br />

no se requiera y cuando la sombra <strong>de</strong> la muerte<br />

no sea el polo opuesto <strong>de</strong> la esperanza diaria.<br />

Entonces habrá altares tan solo en el recuerdo<br />

y <strong>de</strong>jará Tu carne <strong>de</strong> oler a simple pan.<br />

Tu sangre habrá llegado con muchos a un acuerdo<br />

y nuestro primer nombre será otra vez Adán.<br />

Entonces el pecado, esa maldita herencia<br />

que seduce las almas y esclaviza la piel<br />

se <strong>de</strong>shará en Tus manos, que con santa paciencia<br />

enjuagarán con vino nuestro aliento <strong>de</strong> hiel.<br />

Entonces en Tu cuerpo no tendrás cicatrices<br />

pues no quedarán dudas como las <strong>de</strong> Tomás<br />

y habrá paz en los rostros <strong>de</strong> los hombres felices<br />

que labrarán sus tierras sin mirar hacia atrás.<br />

Entonces los rosarios serán <strong>de</strong> frescas rosas<br />

y cada cruz la llave para el bendito edén<br />

don<strong>de</strong> ya renovadas, por fin, todas las cosas<br />

servirán <strong>de</strong> reposo para el hombre <strong>de</strong> bien.<br />

Entonces, sólo entonces, el hombre redimido<br />

<strong>de</strong>l castigo y <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> llorar<br />

y Tú, juntando el llanto, todo el llanto vertido,<br />

secarás nuestros ojos… ¡y será el fin <strong>de</strong>l mar!<br />

99


Mi nieto<br />

A Nicholas<br />

Tengo un nieto que vale lo que pesa en estrellas<br />

porque es luz, pura luz juguetona y traviesa.<br />

Más que viento es tornado. Más que río es torrente.<br />

Es capitán, soldado, vaquero y superhéroe.<br />

Con sobrantes <strong>de</strong> cielo le pintó Dios los ojos<br />

y fundió en sus cabellos varias onzas <strong>de</strong> oro<br />

para dar apariencia <strong>de</strong> angelito al pilluelo<br />

que parece caído <strong>de</strong> un retablo <strong>de</strong>l cielo.<br />

Es terco y resabioso; pero con besos nobles<br />

se adueña <strong>de</strong> universos y fun<strong>de</strong> corazones.<br />

Se arrima a mi costado con su intención <strong>de</strong> azúcar<br />

y obtiene el caramelo que no <strong>de</strong>bí dar nunca.<br />

Al verlo, veo la vida fluir por vez tercera:<br />

él es un sol naciente, pujante primavera<br />

que llena <strong>de</strong> luz joven mi agra<strong>de</strong>cido otoño<br />

con el que me han querido ben<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> otro modo.<br />

Cuando logro domarlo por fugaces segundos<br />

y sentarlo en mis piernas, se ilumina mi mundo<br />

hasta que en su rebel<strong>de</strong> locura se libera<br />

y vuelve a su aventura <strong>de</strong> plástico y <strong>de</strong> cuerda.<br />

En él, también fundidas, <strong>de</strong>jo palabras mías<br />

para que lo acompañe mi amor toda su vida.<br />

100


Soñé<br />

Soñé que amanecía en plena noche,<br />

que florecía el páramo invernal,<br />

y que tú sorprendías mis almenas<br />

con flechas <strong>de</strong> cristal.<br />

Soñé que el universo resumía<br />

todo lo incomprensible <strong>de</strong> su luz<br />

en una sola estrella. En una sola.<br />

Y esa estrella eras tú.<br />

Y luego <strong>de</strong>sperté <strong>de</strong>sconcertado,<br />

sin flores y sin flechas y sin sol.<br />

y comprendí, llorando cabizbajo,<br />

que sólo puedo amarte en solitario.<br />

Y la noche fui yo.<br />

101


El iluso<br />

A un drogadicto<br />

Perdió su facultad <strong>de</strong> ver el cielo<br />

–pues el cielo se opaca tras el vicio–<br />

y empezó a frecuentar el precipicio<br />

como un pez <strong>de</strong>slumbrado ante el anzuelo.<br />

Rehén <strong>de</strong> la injusticia y <strong>de</strong>l engaño<br />

y esclavo <strong>de</strong> su sed insatisfecha,<br />

jugaba a posponer la magna fecha<br />

<strong>de</strong> su liberación, año tras año.<br />

Y aquella vida, un día luminosa,<br />

perdió su semejanza a lo divino<br />

y se sentó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l camino<br />

a <strong>de</strong>spedir la sombra <strong>de</strong> su esposa.<br />

La estadística es parte <strong>de</strong> la historia.<br />

He aquí el triste epitafio <strong>de</strong> otro iluso<br />

que <strong>de</strong>struyó su vida por abuso:<br />

“Murió dándole vueltas a la noria”.<br />

102


Testimonio<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante caminaré <strong>de</strong>spierto.<br />

La cúspi<strong>de</strong> secreta <strong>de</strong> mis aspiraciones<br />

será la cruz, hermanos. Considérenme muerto<br />

para mis previas faltas y necias sinrazones.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante mi meta tiene un nombre.<br />

No más carreras locas ni vanas utopías<br />

que <strong>de</strong>forman las alas. Soy solamente un hombre<br />

que se consagra a Cristo con las manos vacías.<br />

Renuncio a la locura <strong>de</strong>l mundo y su falacia,<br />

a los burdos caprichos, los hábitos paganos,<br />

a los dioses <strong>de</strong> barro que dispensan <strong>de</strong>sgracias<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus negros cetros, con sus indignas manos.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante me consi<strong>de</strong>ro libre,<br />

discípulo <strong>de</strong>l Verbo, pecador redimido<br />

que con plena conciencia <strong>de</strong> su real calibre,<br />

clama al claustro paterno con un nuevo latido.<br />

No quiero que mi nombre se una a la porfía<br />

<strong>de</strong> los que buscan darle <strong>de</strong> baja al Creador<br />

–mundo afónico y vano que entonas tu vacía<br />

canción para un mañana cada día peor–<br />

No apadrino herejías, no respondo a otros credos<br />

ni me tienta el aroma <strong>de</strong>l <strong>de</strong>testable pan<br />

que indigesta los egos y se pudre en los <strong>de</strong>dos<br />

<strong>de</strong> aquellos que sin Cristo se jactan <strong>de</strong> su Adán.<br />

Si así me quieren, basta. Si me <strong>de</strong>sprecian, sigo.<br />

Nuevo Jacob, me prendo <strong>de</strong> la escala divina.<br />

Tengo el cielo por meta y a mi Dios por testigo<br />

y mi guía es la llama <strong>de</strong> su humil<strong>de</strong> doctrina.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante, soy hombre muerto. Un punto<br />

final para el absurdo. Cesó la seducción.<br />

Bajo el árbol maldito vivo como difunto,<br />

alerta ante la fruta que pudre la razón.<br />

103


No importa que me cierren mil puertas en la cara.<br />

Mi fe no me avergüenza. Me juzgará otra ley.<br />

La verdad me ilumina. La justicia me ampara.<br />

Soy un súbdito eterno <strong>de</strong> mi único Rey.<br />

104


Poesía<br />

La poesía es todo un sacramento<br />

que se recibe en soledad madura,<br />

es a un tiempo camino y atadura,<br />

sublime comunión y <strong>de</strong>scontento.<br />

Es casi un metafísico zarpazo<br />

que contamina <strong>de</strong> melancolía,<br />

transforma la palabra en melodía,<br />

y enca<strong>de</strong>na al dolor con un abrazo.<br />

Es susurro <strong>de</strong> Dios que en gesto franco<br />

revela laberintos interiores<br />

que ensayan con la muerte y con la vida<br />

y la agonía sobre un mundo blanco<br />

don<strong>de</strong> con llanto se rocían flores<br />

que habrán <strong>de</strong> perfumar el alma herida.<br />

105


¿Qué queda?<br />

Después <strong>de</strong> tanto andar, Señor, ¿qué queda?<br />

¿Qué queda tras el hueso adolorido,<br />

esta preocupación por el olvido<br />

y nuestra juventud que ya está en veda?<br />

¿Qué queda tras la carne que se agrieta,<br />

la batalla entre océano y <strong>de</strong>sierto,<br />

el maratón con su final incierto<br />

y el <strong>de</strong>stino final <strong>de</strong>l buen atleta?<br />

¿Qué queda? Realmente ¿qué cociente<br />

en esta división <strong>de</strong> muerte y vida,<br />

comprobante <strong>de</strong> venta y pagaré?<br />

¡Queda el fuego prendido en nuestra frente<br />

que trascien<strong>de</strong> el misterio y su embestida<br />

gracias a la crecida <strong>de</strong> la fe!<br />

106


Comunión<br />

Me llaman en la noche, pero ¿quién? ¿Des<strong>de</strong> dón<strong>de</strong>?<br />

Siento el pulso in<strong>de</strong>ciso <strong>de</strong> una mano tendida<br />

que me busca. Pregunto, pero nadie respon<strong>de</strong>.<br />

¿Se trata <strong>de</strong> un encuentro o <strong>de</strong> una <strong>de</strong>spedida?<br />

Puedo escuchar latidos perdidos en la niebla<br />

quizá el abatimiento <strong>de</strong> un corazón <strong>de</strong>sierto.<br />

Un hondo pesar llega <strong>de</strong> lejos y me puebla<br />

<strong>de</strong> angustia como si alguien se hubiera herido o muerto.<br />

¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién busca compartir esa carga<br />

<strong>de</strong>masiado pesada, ese andar lastimoso?<br />

¿Por qué un dolor ajeno me conmueve y me embarga<br />

sumiéndose hasta el fondo <strong>de</strong> mi alma, como un poso?<br />

Amigo que has quebrado tiempo, espacio y <strong>de</strong>stino,<br />

¿por qué ignoto misterio floto en tu marejada?<br />

Trenzados, <strong>de</strong>ambulamos por el mismo camino<br />

pero mi carga es leve y la tuya pesada.<br />

Recibe mi mensaje <strong>de</strong> luz sobre tu noche<br />

quebrando a contragolpe tu espejo <strong>de</strong> suicida;<br />

tu soledad inmensa no merece reproche<br />

porque solos llegamos y <strong>de</strong>jamos la vida.<br />

Calla, escucha y compren<strong>de</strong> que ambos somos el mismo.<br />

Nuestro dolor se alivia compartido entre dos.<br />

Yo también he clamado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el profundo abismo<br />

y he sido rescatado por la mano <strong>de</strong> Dios.<br />

107


Génesis<br />

El párpado divino luchó con las tinieblas,<br />

el <strong>de</strong>do trazó un arco brillante en el espacio<br />

y separó las sombras <strong>de</strong> aquella luz primera<br />

dando vida al concepto <strong>de</strong> lo bueno y lo malo.<br />

El sueño omnipotente <strong>de</strong>terminó en dos planos<br />

distintos a las aguas <strong>de</strong> todo el universo<br />

y al vacío surgido <strong>de</strong>l espacio entre ambos<br />

–la primera distancia– puso el nombre <strong>de</strong> cielo.<br />

Al retirar las aguas, con un tercer mandato,<br />

sobre uno <strong>de</strong> los planos se <strong>de</strong>scubrió la tierra<br />

y crecieron melenas <strong>de</strong> bosques y <strong>de</strong> pastos<br />

y frutos y semillas bostezaron su fuerza.<br />

La noche abrió sus ojos <strong>de</strong> estrellas sobre el mundo<br />

para velar su rumbo <strong>de</strong> soledad oscura.<br />

El corazón <strong>de</strong>l tiempo palpitó su minuto<br />

y el sol prendió su antorcha, reflejada en la Luna.<br />

Las escamas <strong>de</strong> hierro navegaron las aguas<br />

y las alas recientes estrenaron los cielos<br />

y el mandato infalible consolidó el mañana<br />

multiplicando especies <strong>de</strong> especies en proyecto.<br />

Y se arrastró la vida. Se agudizó el colmillo,<br />

se acomodó la pata para escarbar la tierra,<br />

el eco estrenó el valle con un primer bramido<br />

y el bosque se hizo espeso para llamarse selva.<br />

El Dedo escarbó el barro, el Labio sopló el Soplo<br />

y se copió en el barro mo<strong>de</strong>lado, sin nombre;<br />

el alma conferida cobró noción <strong>de</strong>l Todo<br />

y el barro abrió los ojos para <strong>de</strong>cir: “¡Soy hombre!”<br />

108


Hilda<br />

A Hilda Gómez.<br />

Parece ser <strong>de</strong> roca por afuera.<br />

Por <strong>de</strong>ntro, sin embargo, es todo pan.<br />

Para mí es como una primavera<br />

revestida <strong>de</strong> otoño. En su <strong>de</strong>sván<br />

<strong>de</strong>corado con mil portarretratos,<br />

suspendido en el tiempo, hay un amor<br />

que en silencio acaricia y llora a ratos,<br />

triste espina en el medio <strong>de</strong> su flor.<br />

En bronce disimula su caricia.<br />

Su fe ni se <strong>de</strong>spinta ni se apaga<br />

y estoica le hace frente a cada adiós.<br />

Y al fin <strong>de</strong> lo sufrido, por justicia,<br />

le vendará, amorosa, cada llaga<br />

la mismísima mano <strong>de</strong>l buen Dios.<br />

109


Puedo<br />

Espérame, Señor, que ya no quiero<br />

quedarme rezagado como antaño.<br />

Yo puedo cargar cestas, traer peces,<br />

marchar cuando lo estimes necesario…<br />

Puedo limpiar el fondo <strong>de</strong> la barca,<br />

remendarte las re<strong>de</strong>s mientras canto<br />

o guardar tu calzado al pie <strong>de</strong>l monte<br />

cuando subes a orar en solitario.<br />

Puedo llenar con agua fresca y pura,<br />

hasta el bor<strong>de</strong>, la hilera <strong>de</strong> los cántaros<br />

que al dulce mandamiento <strong>de</strong> tu voz<br />

llenarán <strong>de</strong> buen vino cada vaso.<br />

Puedo llevar mensajes a los otros<br />

que no saben que en un humil<strong>de</strong> establo<br />

nació la Luz y aún andan en penumbras.<br />

¡Yo quiero ser, mi Dios, tu humil<strong>de</strong> faro!<br />

Puedo llegar hasta el brocal <strong>de</strong>l pozo<br />

y darte <strong>de</strong> beber; salir al campo<br />

a buscarte higos frescos, y en los pueblos<br />

traerte a los enfermos <strong>de</strong>sahuciados.<br />

Pero espérame. No camino aprisa,<br />

me <strong>de</strong>soriento a veces, otras caigo<br />

por no mirar al frente como <strong>de</strong>bo…<br />

y me distraigo, es cierto, ante el sagrario.<br />

Pero sé, sé que puedo con tu gracia<br />

librarme <strong>de</strong>l congénito letargo<br />

que me me lastra los pies y que me <strong>de</strong>ja<br />

al fin <strong>de</strong> cada tar<strong>de</strong>, rezagado.<br />

Espérame, Jesús. Y si no sirvo<br />

más que para remiendo <strong>de</strong> tus paños…<br />

¡déjame ser un hilo, sólo un hilo<br />

<strong>de</strong>l último doblez <strong>de</strong> tu sudario!<br />

110


Tú eres<br />

Tú eres mujer, tan parte <strong>de</strong> mi vida<br />

que eres mi propia vida rescatada<br />

<strong>de</strong>l dolor y esa antigua y <strong>de</strong>solada<br />

sensación <strong>de</strong> distancia, al fin vencida.<br />

Tú eres la espuela que me llama al brío<br />

y a la vez el panal <strong>de</strong> la dulzura<br />

que me cura <strong>de</strong>l tedio y que me cura<br />

con saber que lo tuyo se ha hecho mío.<br />

Es tan fuerte esta unión y tan perfecta<br />

que cada parte tuya se ha hecho parte<br />

<strong>de</strong> mi propia existencia y ya no hay dos.<br />

Una idéntica fuerza nos proyecta<br />

y el privilegio <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r amarte<br />

me confirma la fe que tengo en Dios.<br />

111


Hasta luego<br />

A mi padre, actor. In memoriam.<br />

Adiós, comendador. No, hasta luego.<br />

Aquí no se concluye tu diario.<br />

Ya sé que has encontrado otro escenario<br />

don<strong>de</strong> resucitar tu antiguo fuego.<br />

Huele a estreno en el cielo, a marquesinas<br />

que anuncian un sinnúmero <strong>de</strong> estrellas<br />

y un programa infinito <strong>de</strong> obras bellas<br />

catalogadas, todas, <strong>de</strong> divinas.<br />

Volverás a dar vida a Tabo, a Jantos,<br />

al alcal<strong>de</strong>, a Peter y a otros tantos<br />

que encarnaste con tanto corazón<br />

Y aquí por epitafio queda inscrito:<br />

Sergio Doré. Teatro El Infinito.<br />

Comienza la función.<br />

(Hablen bajito<br />

que hay luz <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l telón).<br />

112


Miserere mei<br />

Por más que no lo quiero<br />

sigo roto,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> recomponerme;<br />

incompleto,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> finalizarme;<br />

sediento,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> llenar mi copa;<br />

peregrino,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien otorga el reposo;<br />

sucio,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien blanquea como la nieve;<br />

moribundo,<br />

pero en manos <strong>de</strong> quien conce<strong>de</strong> la vida eterna.<br />

¿Que más pue<strong>de</strong>n pedir estas cenizas?<br />

Misericordia. Sí. Misericordia.<br />

113


Contraluz<br />

Bendita evolución, llama latente,<br />

claridad meridiana <strong>de</strong> mi vida<br />

don<strong>de</strong> el bien me florece, hecho una fuente<br />

<strong>de</strong> óleo santo que mana en cada herida.<br />

Todo miel, todo fruto, savia todo,<br />

cuanto advierto bendigo y lo ilumino.<br />

Tras <strong>de</strong> mis ojos Dios, viendo a su modo,<br />

divinizando el cuerpo en que me inclino.<br />

Inefable expansión en la que estallo<br />

en millones <strong>de</strong> pródigas semillas.<br />

A contraluz estoy y en todo me hallo.<br />

¡Qué abundantes mis manos! ¡Qué sencillas!<br />

Más allá <strong>de</strong> la muerte, la salida.<br />

Más allá <strong>de</strong> la vida hay una muerte<br />

don<strong>de</strong> sólo el amor tiene cabida.<br />

Entre amor y dolor cumplo mi vida<br />

y ni vivo <strong>de</strong> pie, ni muero inerte.<br />

114


Resumen<br />

A Astur Morsella, que tantas puertas abre hacia lo eterno.<br />

Soy un resumen vivo <strong>de</strong> todo el universo:<br />

creo constelaciones <strong>de</strong> sueños en mis sienes<br />

que estallan cada miles <strong>de</strong> horas hechas versos,<br />

dando lugar a nuevas estrellas en mi frente.<br />

<strong>Fuego</strong>, agua, tierra y aire –ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> materia–<br />

me componen. Mis venas son ríos esenciales<br />

que parten <strong>de</strong> las fuentes <strong>de</strong> una vida secreta<br />

y encierran el profundo misterio <strong>de</strong> los mares.<br />

¿Qué milagro <strong>de</strong> fuego –brasa en oculta hoguera–<br />

mantiene mi energía latente hasta la muerte?<br />

Mi corazón en llamas marca un tiempo <strong>de</strong> espera<br />

durante el que concibo dimensiones perennes.<br />

En mi prisión <strong>de</strong> tierra, contra mi tierra lucho.<br />

Sueño quebrar mi vaso llegando adon<strong>de</strong> nadie,<br />

es la pasión <strong>de</strong>l aire por la que siempre subo<br />

y anhelo forjar alas que logren elevarme.<br />

En mí se encierra el germen <strong>de</strong> santidad y a un tiempo<br />

soy la fatal semilla <strong>de</strong> todos los pecados.<br />

Siembro el bien y más tar<strong>de</strong> cubro con sal mi huerto<br />

para llorar a solas mis frutos malogrados.<br />

Viviendo en lo absoluto, mi mundo es relativo:<br />

me pierdo entre los polos opuestos <strong>de</strong> las cosas.<br />

Mi libertad completa sólo es un espejismo<br />

que en mi cerebro esparce sus brumas arenosas.<br />

Pienso y no sé <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> me viene esta conciencia<br />

que al tiempo que me endiosa me crea un enemigo.<br />

Invento ritos, dogmas, conjuros y en respuesta<br />

en pie me pongo y caigo. Me digo y me <strong>de</strong>sdigo.<br />

115


Cuando me lo propongo soy rueda, eslabón, vuelta<br />

que sabiamente ejerce su condición humana.<br />

Pero la misma mano que extiendo como ofrenda<br />

la cierro en un cruel puño para clamar venganza.<br />

¡Qué claridad tan gran<strong>de</strong>; qué confusión terrible<br />

me anidan hemisferios distintos <strong>de</strong>l cerebro!<br />

Proyecto mi existencia –que es siempre imprevisible–<br />

y para equilibrarme creo el término medio.<br />

Tengo cumbres internas que, opuestas a mis valles,<br />

dirigen altas luces sobre sombras inertes<br />

y al tiempo que comprendo mi calidad <strong>de</strong> nadie<br />

intuyo en mí vestigios <strong>de</strong> un semidiós latente.<br />

Como las estaciones, al paso <strong>de</strong> la vida<br />

cambio mis hojas ver<strong>de</strong>s por otras otoñales.<br />

Esclavo soy <strong>de</strong> un ciclo, un tiempo, una medida,<br />

<strong>de</strong> una rueda que enlaza principios con finales.<br />

A todo me parezco y <strong>de</strong> todo difiero,<br />

soy semejante a ríos, a montes y a planetas.<br />

Conservo las esencias <strong>de</strong> un mundo que no entiendo<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l frágil barro <strong>de</strong> mi propia materia.<br />

Pero al fin <strong>de</strong> mis propios y tercos <strong>de</strong>sacuerdos<br />

se me ocurre lo eterno. Y estallo en una chispa<br />

que espera proyectarse <strong>de</strong>sbaratando el tiempo.<br />

Y en un divino incendio, <strong>de</strong>scubro que mi vida<br />

es un genial resumen <strong>de</strong> todo el universo.<br />

116


Rastro<br />

Voy siguiendo tus pasos muy <strong>de</strong> lejos,<br />

<strong>de</strong>scifrando tu estela ensangrentada<br />

y el rastro <strong>de</strong> tu cruz que en el terreno<br />

serpea y se disipa en la distancia.<br />

Quiero encontrar tus sienes espinosas,<br />

el divino refugio <strong>de</strong> tus llagas<br />

y el olor a vinagre <strong>de</strong> tu boca<br />

que pue<strong>de</strong> perdonar mis muchas faltas.<br />

¿Dón<strong>de</strong> estás? ¿Dón<strong>de</strong> estás? Se hace <strong>de</strong> noche<br />

y no quiero acampar. En la montaña<br />

pu<strong>de</strong> escuchar a mudos dando voces,<br />

vi a ciegos que estrenaban la distancia,<br />

a leprosos besar sus propias manos,<br />

y a sordos bautizarse en la palabra.<br />

¡Y vi muertos salir <strong>de</strong>l camposanto<br />

volviendo jubilosos a sus casas!<br />

Ando tras <strong>de</strong> tu voz que aplaca mares,<br />

suplicando el reposo <strong>de</strong> mis aguas<br />

y he traído mis panes y mis peces<br />

para multiplicarlos con tu gracia.<br />

Porque yo sé que el viaje no es en vano.<br />

Te encontraré y, al fin, tus santas manos<br />

guardarán los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> mi barca.<br />

¡y habrá un amanecer <strong>de</strong> lino blanco<br />

cuando alcance tu orilla iluminada!<br />

117


Muertos<br />

Entre muertos vivientes<br />

vivimos nuestra fe<br />

y morimos creyentes.<br />

Es lo único que sé.<br />

118


Mi patria<br />

Mi patria es un mañana <strong>de</strong> gloria sobre espuma,<br />

un canto <strong>de</strong> esperanza que estallará en la tierra,<br />

el restablecimiento <strong>de</strong> enfermas coyunturas<br />

que dará a nuevos brazos liberta<strong>de</strong>s perpetuas.<br />

Mi patria será el mártir rescatado <strong>de</strong>l lodo<br />

con su nueva camisa cuajada <strong>de</strong> luceros<br />

y una chispa naciente <strong>de</strong> sus profundos ojos<br />

que podrán disfrutar horizontes abiertos;<br />

será el lento bostezo <strong>de</strong> un gran campo <strong>de</strong> caña<br />

que llenará <strong>de</strong> azúcar la médula <strong>de</strong>l hombre<br />

y el reposo sagrado <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una palma<br />

sin que el terror aceche los gastados talones.<br />

Mi patria es la promesa <strong>de</strong> un pueblo cristalino<br />

cuya paz será el lienzo <strong>de</strong> ese cuadro perfecto<br />

en que los ciudadanos cumplirán sus <strong>de</strong>signios<br />

sin tener que abrocharse guayaberas <strong>de</strong> hierro.<br />

Y habrá un resurgimiento <strong>de</strong> niños sonrientes<br />

que podrán recrearse con pueril alegría<br />

y sentirse orgullosos <strong>de</strong> la estrella en la frente,<br />

<strong>de</strong> Martí, <strong>de</strong> Maceo, <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> la vida.<br />

Mi patria tendrá escuelas y educadores dignos<br />

que forjarán conciencias sin doctrinas perversas<br />

y será patrimonio natural <strong>de</strong> sus hijos<br />

que hoy se ven marginados por injustas fronteras.<br />

Mi patria será todo lo que pue<strong>de</strong> ser noble,<br />

lo que pue<strong>de</strong> ser puro, lo que pue<strong>de</strong> ser claro.<br />

Y cuando rompa el alba tras esta amarga noche,<br />

se seguirá escribiendo sin odios ni rencores<br />

–con renglones <strong>de</strong>rechos– la historia <strong>de</strong>l cubano.<br />

119


Entrega<br />

¡Bendito seas, Dios crucificado,<br />

hombre <strong>de</strong> mil dolores, Jesús mío,<br />

cuya muerte sellara el hierro frío<br />

con un punto y aparte en tu costado!<br />

Fruto <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la eterna vida<br />

que sigue prodigándose a pedazos<br />

en cada altar. Acógeme en tus brazos<br />

que he <strong>de</strong> besarte herida por herida.<br />

Al pie estoy <strong>de</strong> tu cruz, con sed <strong>de</strong> cielo,<br />

<strong>de</strong> servirte <strong>de</strong> apóstol y testigo<br />

que agra<strong>de</strong>ce tu sangre y tu dolor.<br />

Mas si no tienes para mí un consuelo,<br />

¡acéptame cual grano fiel <strong>de</strong> trigo<br />

que aspira a la molienda <strong>de</strong> tu amor!<br />

120


Envidias<br />

Envidio la inconsciencia <strong>de</strong> la piedra.<br />

¡Quién sabe si también soy envidiado<br />

por alguien más consciente que me observa<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra dimensión como a un gusano!<br />

Es mi primera envidia. La segunda,<br />

la insensibilidad <strong>de</strong>l vegetal.<br />

Vivir sin la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la duda…<br />

¿Será el rocío un modo <strong>de</strong> llorar?<br />

Por último, me resta la más negra<br />

<strong>de</strong> todas mis envidias, la más cruel:<br />

quisiera, cuando doy <strong>de</strong> cara en tierra<br />

y hasta conmigo mismo estoy en guerra,<br />

cambiar, como la víbora, <strong>de</strong> piel.<br />

121


Piedad<br />

Santa Madre <strong>de</strong> Dios, ¿qué sufrimiento<br />

se pue<strong>de</strong> comparar a tu agonía<br />

<strong>de</strong> recibir al hijo macilento<br />

–a tu Jesús– bajo la cruz sombría?<br />

Y en el altar <strong>de</strong> tus maternos brazos<br />

arrancar las espinas <strong>de</strong> su frente,<br />

abrazarte a su carne hecha pedazos<br />

y repasar sus llagas tiernamente…<br />

¿Qué angustia pue<strong>de</strong> ser más tormentosa<br />

que el repudio <strong>de</strong>l bien, que ver al mundo<br />

queriendo prescindir <strong>de</strong> la alborada?<br />

Ese día, tu rostro fue una rosa<br />

marchita <strong>de</strong> dolor. Y en lo profundo,<br />

sangró tu alma al filo <strong>de</strong> la espada.<br />

122


Yo escribo<br />

Yo escribo como un árbol que puja su retoño,<br />

como el herrero templa su acero en el taller,<br />

y entrego en cada verso fragmentos <strong>de</strong> mi otoño,<br />

flores que perfumaron las calles <strong>de</strong> mi ayer.<br />

Y será mi legado para generaciones<br />

que aún duermen en la noche <strong>de</strong> un cierto porvenir<br />

estas simples palabras que –como corazones<br />

ebrios <strong>de</strong> tinta– nunca cesarán <strong>de</strong> latir.<br />

Es pues, inevitable, mi hondo compromiso:<br />

en esta abigarrada colmena <strong>de</strong> papel<br />

con la pluma y el verso, forjo este paraíso<br />

–muchas veces <strong>de</strong> acíbar, pocas veces <strong>de</strong> miel–.<br />

Os cedo las cenizas <strong>de</strong> una pálida vida<br />

que vio a Dios a retazos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su tragaluz.<br />

Dejo el buen testimonio <strong>de</strong> mi profunda herida<br />

convertida en vivero <strong>de</strong> semillas <strong>de</strong> luz.<br />

Os escribo estas líneas, hermanos <strong>de</strong>l futuro<br />

para po<strong>de</strong>r ten<strong>de</strong>ros mi mano sin cesar.<br />

¡Os prometo una letra pintada sobre el muro<br />

que pueda revelaros dón<strong>de</strong> queda la mar…!<br />

Mientras tanto prosigo. Cuando llegue el momento<br />

<strong>de</strong> cerrar el cua<strong>de</strong>rno sobre el frío mantel,<br />

cesará mi legado. Lo sabréis por el viento<br />

que os dirá: “Jorge Antonio se fue por sotavento<br />

capitaneando solo su barco <strong>de</strong> papel”.<br />

123


Hijo futuro<br />

Yo soy el alba que en tu sombra crece,<br />

que escala y se proyecta hacia el futuro.<br />

Yo soy la voz que romperá tu muro<br />

para ensanchar tu mundo. El que se mece<br />

en el centro esencial <strong>de</strong> tu universo<br />

y escucha <strong>de</strong>sgranarse tu latido.<br />

Soy el amor, que aguarda revestido<br />

<strong>de</strong> tu mar interior. Dormito inmerso<br />

en tu cuenco ancestral y sueño el día<br />

<strong>de</strong> estrenar el refugio <strong>de</strong> tu pecho<br />

y la virtud <strong>de</strong> tu esencial regazo.<br />

Yo soy la floración <strong>de</strong> tu alegría<br />

que se matiene alerta y al acecho<br />

<strong>de</strong> mi primer y prodigioso abrazo.<br />

124


Calvario<br />

Un coágulo <strong>de</strong> sangre prendido en vidrio oscuro<br />

<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> por las sienes consteladas <strong>de</strong> espinos.<br />

El Padre <strong>de</strong>sbarata por vez primera el muro<br />

y aúna los dolores humanos y divinos.<br />

La tierra en esta zona no se labra; se viola.<br />

Le rasgan las entrañas para inyectarle un semen<br />

<strong>de</strong> acero y megatones. El fruto: una cruel ola<br />

que arrasará a los que odian igual que a los que temen.<br />

La mano que horas antes bendijo, agarrotada,<br />

con el dolor <strong>de</strong>l mundo prendido en sus tendones,<br />

aguarda a que se cumpla la gloria señalada<br />

para eximir con<strong>de</strong>nas y repartir perdones.<br />

Códigos para entrada y salida. Madrigueras<br />

blindadas. Falsos ojos que escudriñan alturas<br />

en busca <strong>de</strong> enemigos. Mecánicas esperas<br />

<strong>de</strong> humanos que han trocado sus sueños por torturas.<br />

El sucio pie, cansado <strong>de</strong> todos los caminos,<br />

atravesado en hierro, busca en el hierro apoyo.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una túnica, se juegan los <strong>de</strong>stinos<br />

<strong>de</strong> todos los que hundimos el hierro en esos hoyos.<br />

Mapas. Trazos que enlazan ciuda<strong>de</strong>s diferentes,<br />

torvas radiografías <strong>de</strong> una muerte segura<br />

no para los culpables. Para los inocentes.<br />

La cura está en las manos <strong>de</strong> quien no cree en la cura.<br />

Vinagre. Ardor y espasmos <strong>de</strong> los labios resecos<br />

que dando a beber agua <strong>de</strong> vida, tienen sed.<br />

El mundo se <strong>de</strong>sangra por cuatro negros huecos<br />

y no cobra conciencia <strong>de</strong>l que ha dicho: “¡Creed!”.<br />

Constelaciones falsas tendidas en un techo<br />

que sólo el infinito merece iluminar.<br />

Nacemos a la sombra <strong>de</strong>l miedo, y al acecho<br />

<strong>de</strong> estrellas que la noche <strong>de</strong>biera rechazar.<br />

125


Herida en el costado. La hoja, sin embargo,<br />

no ha abierto en dos al hombre que es todo corazón.<br />

Hay un murmullo breve, y un sobresalto amargo<br />

aflige a los que han visto dudar al centurión.<br />

Igual que aquella túnica, se juegan hoy la tierra<br />

al pie <strong>de</strong>l mismo Cristo que vuelve a agonizar,<br />

dos pálidos soldados que saben que otra guerra<br />

será la última puerta <strong>de</strong> un mundo por cerrar.<br />

Crucifixión eterna: Dios sigue en el calvario<br />

cuajando amor en plasma por todos los que nacen.<br />

Vivimos perforando sus miembros a diario<br />

y El sigue respondiendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo escenario:<br />

“Perdónalos, oh Padre. No saben lo que hacen”.<br />

126


Torrero<br />

Torrero <strong>de</strong> papel, guardo un castillo<br />

–por <strong>de</strong>ntro y fuera blanco– que <strong>de</strong>coro<br />

con tinta. En él me pierdo y me enamoro<br />

y el tiempo me lo pinta <strong>de</strong> amarillo.<br />

Sólo yo monto guardia <strong>de</strong> palabras<br />

a la pálida luz <strong>de</strong> cierta estrella<br />

para que vengas tú, noble doncella,<br />

te arrimes a su puerta y la entreabras.<br />

Febril, te aguardo siempre en esta almena<br />

en los días más gélidos y oscuros,<br />

cuando mi soledad se pone en marcha.<br />

Y me habitas, mujer, como alma en pena<br />

que al irse <strong>de</strong>ja siempre tras los muros<br />

un torrero abatido por la escarcha.<br />

127


Para <strong>de</strong>spués<br />

Ya no me queda orgullo. Me estoy haciendo viejo<br />

y tengo pocas cosas <strong>de</strong> las que presumir.<br />

Rehúyo cuanto puedo mirarme en el espejo<br />

y estudio con recelo mi corto porvenir.<br />

Fue ayer; ayer fue todo. Ayer –así parece–<br />

fue el brillo <strong>de</strong> mis ojos y mi mundo infantil,<br />

la casa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con el número trece<br />

y mi madre lavando <strong>de</strong>l color <strong>de</strong>l añil.<br />

Ayer fue que mi padre fumaba en la neblina<br />

<strong>de</strong>l cuarto y que mi hermano se peinaba hacia atrás.<br />

Ayer vi <strong>de</strong> reojo la niñita vecina<br />

con un amor secreto que no conté jamás.<br />

La rueca <strong>de</strong> mi vida, <strong>de</strong> tanto hilar historia,<br />

a veces, <strong>de</strong>sgastada, gira y gira al revés<br />

y, Penélope loca, <strong>de</strong>steje en mi memoria<br />

imágenes inciertas, retazos <strong>de</strong> niñez.<br />

Y es raro. Soy el mismo. Yo sigo siendo el mismo<br />

más lento, pero el mismo, que hoy viajo hacia el oeste.<br />

Mis más sencillos gestos son actos <strong>de</strong> heroísmo,<br />

y a veces me preocupo pensando en lo celeste.<br />

Mas sigo mi camino, consciente <strong>de</strong> que todo<br />

se oxida, o pier<strong>de</strong> el brillo o llega a su final,<br />

y al fin, <strong>de</strong> tantos golpes, mi ánfora <strong>de</strong> lodo<br />

<strong>de</strong>rramará su vino y esparcirá su sal.<br />

Ayer, ayer fue todo. Y habrá nuevos mañanas<br />

y ayeres, y otros seres que en este <strong>de</strong>venir,<br />

como yo, serán niños a pesar <strong>de</strong> las canas,<br />

y llorarán <strong>de</strong> pronto con repentinas ganas<br />

ante el inevitable misterio <strong>de</strong> morir.<br />

128


Horror<br />

Llega un tiempo <strong>de</strong> horror. Crece un gigante<br />

harto <strong>de</strong> males y abominaciones<br />

ante el cual se doblegan las naciones<br />

que ven en Dios un mito agonizante.<br />

Puja la sombra, retroce<strong>de</strong> el alba,<br />

el hombre se <strong>de</strong>sboca en sus pasiones<br />

y el mal penetra todos los rincones<br />

<strong>de</strong>sarraigando a la verdad que salva.<br />

Y al grito <strong>de</strong> “laicismo y libertad”,<br />

“separación <strong>de</strong> iglesia y <strong>de</strong>l estado”<br />

y una agenda mundial anticristiana,<br />

lo profético se hace actualidad.<br />

Refugiaos en la herida <strong>de</strong>l costado<br />

que el anticristo abordará mañana.<br />

129


Obsesión<br />

Quiero darme la mano, sin embargo no puedo.<br />

No puedo conciliarme con la carne que arrastro;<br />

me rebelo a mí mismo contra mi propio cuerpo<br />

como un perro rabioso, como un preso engrillado.<br />

Me erijo en enemigo feroz <strong>de</strong> mi persona.<br />

Ya he roto con preguntas la cuerda <strong>de</strong> mis sueños<br />

en esta guerra abierta contra todas las cosas<br />

en la que siempre acaba venciendo el <strong>de</strong>scontento.<br />

¿Quién soy? ¿A dón<strong>de</strong> vamos? ¿Por qué todo me duele?<br />

¿Por qué todo me pesa sobre la misma espalda?<br />

A cada paso el mundo me dispersa y me pier<strong>de</strong><br />

más en mi laberinto <strong>de</strong> búsquedas, que hieren<br />

como puertas <strong>de</strong> sangre tiradas en la cara.<br />

130


Enfermo<br />

Estoy enfermo. Gravemente enfermo.<br />

Enfermo <strong>de</strong> palabras en la frente,<br />

<strong>de</strong> tinta acumulada entre los <strong>de</strong>dos,<br />

<strong>de</strong> enquistadas cuartillas en mis sienes.<br />

Enfermo y sin remedio. Cada noche<br />

batallo con la fiebre que me acosa.<br />

Microbios <strong>de</strong> papel me sobrecogen,<br />

anidan en mi sangre y la emborronan.<br />

Voy perdiendo terreno: nunca cesa<br />

el mal que me acorrala y que me obliga.<br />

Y enfermo <strong>de</strong> distancias y <strong>de</strong> esperas<br />

estoy contra la vida y con la vida.<br />

131


Juramentos<br />

Ante el mar<br />

pronuncié mi juramento:<br />

no volver a envidiar<br />

<strong>de</strong> nuevo al viento<br />

a pesar<br />

<strong>de</strong> mis ansias <strong>de</strong> volar.<br />

Ante el viento<br />

–y rebel<strong>de</strong> a la corriente–<br />

me propuse buscar mi propia fuente<br />

y <strong>de</strong> espaldas me puse a navegar.<br />

Al llegar a la fuente,<br />

salté a tierra<br />

y sentí que mi vida era una guerra<br />

contra mi loco afán <strong>de</strong> averiguar.<br />

Y me lancé <strong>de</strong> nuevo a la corriente,<br />

volví a envidiar al viento y <strong>de</strong> repente,<br />

me encontré nuevamente<br />

frente al mar.<br />

Y entre sumas y restas <strong>de</strong>l olvido<br />

volví a jurar lo mismo, arrepentido<br />

–todo es un juramento frente al mar–.<br />

Y hoy ya no sé si estoy saltando a tierra,<br />

si le he jurado al viento en paz,<br />

si hay guerra<br />

o si todo en la vida es navegar.<br />

132


Recopilación<br />

Paradoja <strong>de</strong> gloria que ante el mundo te humillas,<br />

flor <strong>de</strong> carne que a golpes marchita su verdor.<br />

Los hijos <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong>spedazan tu vida<br />

sin saber que se quedan salpicados <strong>de</strong> Dios.<br />

Aún pasan sucias palmas barridas por el viento,<br />

testimonios recientes <strong>de</strong> tu entrada triunfal<br />

cuando hace una semana te llamaban ”maestro”<br />

muchos <strong>de</strong> los que hoy pi<strong>de</strong>n tu muerte vertical.<br />

De mano en mano ruedas, mudo y escarnecido<br />

como un ánfora helada <strong>de</strong> agrietado alabastro<br />

que a golpes <strong>de</strong> flagelo rezuma santo vino<br />

–antídoto divino contra el negro pecado–.<br />

Profanan la reliquia <strong>de</strong> tu piel malherida,<br />

como un ícono roto se ensañan con tu tez<br />

y coronan tu frente con un cielo <strong>de</strong> espinas<br />

que incrusta estrellas rojas sobre tu mustia piel.<br />

La hora se hace plomo. El cuadro tenebrista<br />

culmina en paroxismo cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l mal<br />

se crece ante el ocaso <strong>de</strong> tu frangible vida<br />

sin sospechar <strong>de</strong>l cuerpo que resucitará.<br />

Te encajan el ma<strong>de</strong>ro sobre la curva espalda<br />

y mientras se abren paso, tus temblorosos pies<br />

transcriben con heridas <strong>de</strong> sus sangrantes plantas<br />

un mudo testamento para el hombre <strong>de</strong> fe.<br />

Con tres puntos y aparte <strong>de</strong> hierro sobre carne<br />

te clavan contra el signo <strong>de</strong> la contradicción<br />

y pen<strong>de</strong>s a los vientos cual raído estandarte<br />

que <strong>de</strong>spliega el secreto <strong>de</strong>l misterio hombre-Dios.<br />

Perdona Nazareno cuando, a veces, tentado<br />

por dioses <strong>de</strong>slumbrantes, he pospuesto mi fe<br />

y he cambiado por botas mis sandalias <strong>de</strong> santo<br />

y he bebido <strong>de</strong> fuentes que me <strong>de</strong>jan con sed.<br />

133


Tu calvario aún transcurre. No ha cesado en el tiempo.<br />

Es parte <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción.<br />

–A veces aún me cantan los gallos como a Pedro<br />

o me uno a los que gritan: “¡Barrabás!, ¡Jesús no!”–<br />

Soy Lázaro, Zaqueo, Pedro, Dimas y Pablo,<br />

ando leproso, creo como el buen centurión<br />

y prosigo <strong>de</strong> cerca tus lumínicos pasos<br />

porque a pesar <strong>de</strong> tantos errores y fracasos,<br />

mi fe te reconoce como el hijo <strong>de</strong> Dios.<br />

134


Misterio<br />

Todo es viento, cenizas y un soplo <strong>de</strong> misterio,<br />

reflejos que alucinan los ojos. La verdad<br />

en un rompecabezas <strong>de</strong> luz sobre un espejo<br />

que sólo pue<strong>de</strong> armarse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad.<br />

Un viento que entreteje la fantasmagoría<br />

<strong>de</strong> esta existencia en fuga, que es casi irrealidad,<br />

franquea y cierra puertas, <strong>de</strong>steje y teje vidas<br />

en un alucinante <strong>de</strong>sfile sin final.<br />

Tan sólo nos rescatan estos humil<strong>de</strong>s sueños<br />

que, sobre las cenizas, edifican su altar<br />

y perfuman el alma como humo <strong>de</strong> incienso<br />

que conecta este mundo con la posteridad.<br />

Un soplo <strong>de</strong> misterio: lo que nunca supimos<br />

–y tal vez no se aclare– y esta honda ansiedad<br />

<strong>de</strong> volver a encontrarnos con todo lo perdido<br />

y arribar a esa orilla, más allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino,<br />

don<strong>de</strong> no nos resulte tan doloroso amar.<br />

135


Hace cuarenta años<br />

¡Hace cuarenta años que no veo mi patria!<br />

Hace cuarenta años que –pintada <strong>de</strong> rojo<br />

por una mano negra– la <strong>de</strong>jé <strong>de</strong>splomada<br />

entre fríos escombros <strong>de</strong> terror y <strong>de</strong> insomnio.<br />

¡Hace cuarenta años que camino con hambre!<br />

¡Hace cuarenta años que me a<strong>de</strong>udan el cielo!<br />

No existe frase o gesto que logre consolarme<br />

y aunque he echado raíces me siento forastero.<br />

¡Cuántos ojos en blanco se han marchado vacíos!<br />

¡Cuántos huesos rebel<strong>de</strong>s contra la sepultura<br />

se dislocan en sombras y rechazan el limo<br />

porque no se conforman con extranjeras tumbas!<br />

Hace cuarenta años que sobrevivo y vago<br />

como Pablo, expectante; como Moisés, sediento,<br />

golpeando contra rocas que dan un zumo amargo;<br />

esclavo <strong>de</strong> espejismos que alivian mis <strong>de</strong>siertos.<br />

¿Hasta cuándo, Dios mío, perdurará la sombra?<br />

¿Cuándo al fin la justicia suprimirá la duda<br />

y los que se ausentaron con esperanzas rotas<br />

verán como consuelo a todas sus <strong>de</strong>moras<br />

un rayo <strong>de</strong> luz blanca que resucite a Cuba?<br />

136


Oración<br />

Oh Dios, que con tu sangre vuelta un ígneo torrente<br />

<strong>de</strong>finiste las sendas <strong>de</strong> la muerte y la vida<br />

y en cada llaga abierta te transformaste en fuente<br />

<strong>de</strong> luz para nosotros: la humanidad caída.<br />

Tú que morir quisiste con los brazos abiertos<br />

para que comprendieran el gesto <strong>de</strong> tus manos,<br />

horizontal justicia para vivos y muertos,<br />

la gloria y la tragedia <strong>de</strong> todos los humanos,<br />

ven. Ruédame la piedra <strong>de</strong> mi sepulcro oscuro,<br />

llega ante mi cadáver, rasga este mal sudario<br />

que tan pegado llevo <strong>de</strong> haber vivido impuro,<br />

inútil, como el hueco <strong>de</strong> un vacío incensario.<br />

Si tuviste palabras <strong>de</strong> perdón para aquellos<br />

que al verte hecho pedazos, se burlaron <strong>de</strong> Ti,<br />

tal vez viste mi rostro confuso entre uno <strong>de</strong> ellos.<br />

Perdóname, Dios mío, porque yo estuve allí.<br />

Te vi morir grandioso. Como un pájaro helado<br />

que al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> su nido, con las alas abiertas<br />

–en agónica estampa– y el pecho <strong>de</strong>sgarrado<br />

amparaba a sus crías bajo sus plumas yertas.<br />

Porque en tu gesto cupo la humanidad entera,<br />

uniste cielo y tierra y oeste y este en luz;<br />

tu corazón en medio. Carne, hierro y ma<strong>de</strong>ra,<br />

sellaron el profundo misterio <strong>de</strong> la cruz.<br />

Apártame la piedra <strong>de</strong> mi tumba, que es tar<strong>de</strong>.<br />

Mi lámpara está llena <strong>de</strong> aceite. Quiero ar<strong>de</strong>r.<br />

No <strong>de</strong>jes que me canten más gallos por cobar<strong>de</strong>.<br />

Mi fe promete un alba. Sé tú mi amanecer.<br />

Perdóname estos años baldíos. Un buen huerto<br />

me diste y, por <strong>de</strong>scuido, lo tengo sin labrar.<br />

Fecunda mi esperanza, florece en mi <strong>de</strong>sierto<br />

y apártame la piedra, ¡No quiero seguir muerto!<br />

¡Apártame la piedra para resucitar!<br />

137


Playa <strong>de</strong> luz<br />

Mujer, playa <strong>de</strong> luz don<strong>de</strong> mi barca<br />

humil<strong>de</strong>, halla la paz sobre la arena.<br />

Tú remiendas las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mi pena<br />

y el mar me reconoce por tu marca.<br />

Refugio <strong>de</strong> pirata ennoblecido<br />

en cuya piel recalo: mi tesoro,<br />

eres a un mismo tiempo cofre y oro,<br />

sirena que me encantas el oído.<br />

Noctívago habitante <strong>de</strong> tu mundo<br />

<strong>de</strong> algas y palacios interiores,<br />

me pierdo en tus corales <strong>de</strong> colores<br />

don<strong>de</strong> el amor se vuelve más profundo<br />

siempre en complicidad con la marea.<br />

Nos vamos y volvemos diez mil veces<br />

entre fosforescencias, entre peces<br />

y <strong>de</strong>spertamos con olor a brea<br />

sobre el país <strong>de</strong> luz <strong>de</strong>l arenal.<br />

Yo convertido en roca y tú en espuma.<br />

Y nos perfila el manto <strong>de</strong> la bruma<br />

como a dos islas pálidas <strong>de</strong> sal.<br />

138


Profecía<br />

Los años me pesiguen como cuervos hambrientos<br />

y barren con los frutos <strong>de</strong> mis campos.<br />

Hace ya tres mil años que no duermo,<br />

pero yo sigo andando<br />

por el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> eternos precipicios en sombra;<br />

ni habito en el abismo, ni hallo paz en el llano.<br />

Soy el maestro <strong>de</strong> los laberintos,<br />

el navegante <strong>de</strong>l perenne arcano.<br />

Prófugo reinci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> mis torpes instintos,<br />

<strong>de</strong>sciendo <strong>de</strong> la arcilla y me sublimo en vaso.<br />

Sigo perdido en medio <strong>de</strong> la niebla<br />

en el bosque habitado por terribles espacios<br />

don<strong>de</strong> la duda puebla<br />

cada rincón con hojas que hieren como cardos.<br />

Me asombro ante la luz porque me asombra<br />

su intangible contacto.<br />

He habitado la gruta,<br />

he <strong>de</strong>scendido al pozo y bebido el amargo<br />

licor <strong>de</strong> <strong>de</strong> la penuria sin encontrar la ruta<br />

que pueda rescatarme <strong>de</strong>l tedio cotidiano.<br />

–He vislumbrado en sueños la gran ciudad dorada.<br />

don<strong>de</strong> se hará más clara la razón <strong>de</strong>l arcano–.<br />

Y me sostiene un buen presentimiento<br />

que a pesar <strong>de</strong> la muerte me ilumina el costado:<br />

no sé cuándo ni cómo,<br />

pero pronto y <strong>de</strong> pronto, seré resucitado.<br />

139


Amor <strong>de</strong> siempre<br />

Mujer y veladora <strong>de</strong> nuestro humil<strong>de</strong> nido,<br />

eres la flor callada que en silencio perfuma<br />

–amor que antaño fuiste mi sol agra<strong>de</strong>cido<br />

y que hoy tan dignamente te revistes <strong>de</strong> luna–.<br />

Es <strong>de</strong>cir, novia mía, esposa mía, amada<br />

que compartes a un tiempo mis luces y mis sombras,<br />

mujer para mi lucha, mujer para mi almohada,<br />

parece que renazco cada vez que me nombras.<br />

Inevitablemente nos reviste el otoño,<br />

pero el ansia no mengua su fuerza atemporal<br />

por eso yo aún te miro como al bello retoño<br />

que <strong>de</strong>slumbró mis ojos con su piel <strong>de</strong> cristal.<br />

Te quiero por rebel<strong>de</strong>, te quiero por pasiva,<br />

por el hondo contraste <strong>de</strong> tu tierra y tu fuego,<br />

tu fuego que mantiene nuestra promesa viva,<br />

tu tierra agra<strong>de</strong>cida, <strong>de</strong> la que soy labriego.<br />

No quiero imaginarme cuando el tiempo, apenado,<br />

<strong>de</strong>shaga el débil hilo que tan fuerte nos ata;<br />

yo seguiré escribiendo, seguiré enamorado,<br />

pensando que la ausencia tan solo es una errata.<br />

De cualquier modo, vida, te aguardaré sereno<br />

porque nuestro <strong>de</strong>stino trascien<strong>de</strong> todo adiós.<br />

Y habrá otras dimensiones para este amor tan pleno<br />

que habrá <strong>de</strong> perpetuarse en las manos <strong>de</strong> Dios.<br />

140


Dr. Jekyll<br />

Doctor Jekyll, la fórmula es sencilla:<br />

viva lejos <strong>de</strong> Dios para que el ego<br />

se vuelva una terrible pesadilla<br />

y arroje por las fauces humo y fuego.<br />

Su pócima, sin duda, está obsoleta.<br />

Su oscuro lado ¿a quién produce susto?<br />

¡Pululan mil terrores en probeta<br />

que mantienen los cielos a disgusto!<br />

Ejércitos <strong>de</strong> “Hy<strong>de</strong>s” hoy hacen galas<br />

<strong>de</strong> su monstruosidad. Y eso no es todo.<br />

Se quieren sindicar. Sus obras malas<br />

-dicen- son sólo el bien hecho a su modo.<br />

Doctor, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que se olvida<br />

que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong> amar y <strong>de</strong> servir<br />

no somos más que monstruos en la vida.<br />

¡No es necesario un trago <strong>de</strong> elixir!<br />

141


Sara<br />

A Sara Martínez Castro<br />

con mi admiración, respeto y amistad.<br />

La vida tiene un revés<br />

que tú transfomas en luz<br />

cuando pintas a trasluz<br />

con tu verso. Tú eres mies<br />

que florece en lo alto y que es<br />

poesía que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong><br />

al corazón y que pren<strong>de</strong><br />

el alma como una hoguera<br />

y ar<strong>de</strong> como enreda<strong>de</strong>ra.<br />

–Eres a un tiempo hada y duen<strong>de</strong>–.<br />

En ti el pesar, hecho flor,<br />

se transforma en una aureola<br />

que rompe como una ola<br />

sobre el muro <strong>de</strong>l dolor<br />

y lleva el alma a un hervor<br />

<strong>de</strong> profundo sentimiento<br />

que perfuma como un viento<br />

lleno <strong>de</strong> melancolía<br />

que guarda para otro día<br />

la sustancia <strong>de</strong>l lamento.<br />

Tú laboras con la ausencia<br />

como una noble hilan<strong>de</strong>ra<br />

que borda la primavera<br />

para un mañana en presencia<br />

<strong>de</strong> su amor; luminiscencia<br />

que llena tu alma <strong>de</strong> flores<br />

cuando juegas con colores<br />

que pintarán tu mañana<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> tu abierta ventana<br />

que mira a mundo mejores.<br />

142


Te sumerges en el verso<br />

y en tu soledad madura<br />

y te pier<strong>de</strong>s en la hondura<br />

<strong>de</strong> este mundo y <strong>de</strong> su anverso<br />

<strong>de</strong>jando para el reverso<br />

tu más alta poesía,<br />

cuando llegues a ese día<br />

en que al final <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro<br />

Dios te reponga el tintero,<br />

el papel, y la alegría.<br />

143


Ante el altar<br />

Señor, ¿me reconoces? Soy aquel habitante<br />

<strong>de</strong>l valle <strong>de</strong> las sombras que hoy se vuelve a la luz.<br />

Me he propuesto seguirte <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante,<br />

pienso unirme a Tu vida como el clavo a la cruz.<br />

Sé que al rozar la orla <strong>de</strong> Tu túnica blanca<br />

con mis manos culpables <strong>de</strong> pecado y <strong>de</strong> ausencia.<br />

tendrás misericordia. ¡Acércate y arranca<br />

cuanta cizaña encuentres prendida a mi conciencia!<br />

Señor, ¿me reconoces? Debajo <strong>de</strong> esta costra<br />

<strong>de</strong> polvo y <strong>de</strong> cenizas, se <strong>de</strong>spereza un muerto<br />

que, hastiado <strong>de</strong> carroña, ante tu cruz se postra<br />

como Tú te postraste cierta noche en el huerto.<br />

Te encomiendo mi vida: a pesar <strong>de</strong>l pasado,<br />

or<strong>de</strong>na mi presente para que en el futuro<br />

llegue a la puerta estrecha humil<strong>de</strong> y consagrado,<br />

no apóstata y rebel<strong>de</strong>, no réprobo y oscuro.<br />

Sé que me reconoces. Pue<strong>de</strong>s verme por <strong>de</strong>ntro.<br />

Tú penetras las almas cual la luz al cristal.<br />

Por fin todas mis cosas giran en torno al centro.<br />

Por fin hallo el <strong>de</strong>scanso. Por fin vuelvo a ser sal<br />

144


Herido<br />

Esta es la historia <strong>de</strong> un amor herido<br />

que creyó <strong>de</strong>sangrar sin esperanza<br />

–asimiló la punta <strong>de</strong> una lanza<br />

y vio un cielo escapándose al olvido–-.<br />

El sol se congeló y el alto monte<br />

se <strong>de</strong>rrumbó en su trágica comarca<br />

cuando el perfil <strong>de</strong> una elusiva barca<br />

se fugó hacia el país <strong>de</strong>l horizonte.<br />

Y huérfano <strong>de</strong> amor, perdí la altura<br />

consi<strong>de</strong>ré ya inútil la pelea<br />

y <strong>de</strong>jé que el dolor me hiciera trizas.<br />

Hasta que tú llegaste con la cura<br />

–mujer <strong>de</strong> luz– <strong>de</strong> la vecina al<strong>de</strong>a<br />

a rescatar mi amor <strong>de</strong> las cenizas.<br />

145


En tus santas pupilas<br />

Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, santa madre <strong>de</strong>l Verbo,<br />

hermosa y tan humil<strong>de</strong> que vistes con ayate,<br />

traigo mi alma cristiana <strong>de</strong>solada cual cerro<br />

y aguardo rosas frescas que me alegren el viaje.<br />

En días tenebrosos me iluminan tus rayos,<br />

en noches interiores me orientan tus estrellas<br />

y bajo el po<strong>de</strong>roso refugio <strong>de</strong> tu manto<br />

una íntima paz baña <strong>de</strong> gracia mi existencia.<br />

Me rindo ante tu imagen —al pie <strong>de</strong> tanta gloria—<br />

con filial sentimiento, con <strong>de</strong>voción profunda.<br />

Tú has convertido en carne mi corazón <strong>de</strong> roca<br />

y me has ido puliendo con la luz <strong>de</strong> tu luna.<br />

Suplico aquellos dones que Dios te ha prodigado<br />

para nosotros, pobres y vanos pecadores.<br />

¡Por tu misericordia, haz que con tu rosario<br />

pueda volver diamantes mis más negros carbones!<br />

Contigo, uno mis manos en oración al Padre<br />

y te <strong>de</strong>vuelvo flores que hoy crecen en mi alma.<br />

Tu presencia hace menos amargo nuestro valle<br />

a pesar <strong>de</strong> las piedras que <strong>de</strong>sgarran las plantas.<br />

Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, te encomiendo mi vida.<br />

Que cuando Dios reciba mi suspiro postrero<br />

me <strong>de</strong>scubra entre aquellos que habitan tus pupilas<br />

pues tus ojos piadosos abren la puerta al cielo.<br />

146


Sobrenatural<br />

La noche en que mi padre murió<br />

–y esto es muy cierto–,<br />

me vino a visitar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto.<br />

147


Vuelvo<br />

Vuelvo a la soledad premeditada,<br />

a la fosforescencia <strong>de</strong>l osario,<br />

al taller <strong>de</strong>l dolor, al escenario<br />

don<strong>de</strong> cumplo el papel <strong>de</strong> llamarada.<br />

Vuelvo a la esclavitud ineludible<br />

que me hace arañar muros con el canto,<br />

al manantial y a la razón <strong>de</strong>l llanto,<br />

al amor por lo ausente y lo imposible.<br />

Vuelvo al grito que <strong>de</strong>ja el alma abierta,<br />

como fruta sangrante y malherida,<br />

cuyo perfume se hace inevitable.<br />

Vuelvo al aldabonazo <strong>de</strong> la puerta,<br />

y a mi única tierra prometida:<br />

el verso, que es el filo <strong>de</strong> mi sable.<br />

148


Destino<br />

Me iré muy lejos. Alto. Allá don<strong>de</strong> las rocas<br />

yerguen su helada mole frente al puñal <strong>de</strong>l viento,<br />

don<strong>de</strong> estoicas raíces se dispersan sedientas<br />

y retuercen sus nudos los árboles austeros.<br />

Me buscaré en las noches <strong>de</strong> estrellas infinitas<br />

como hicieron los ojos <strong>de</strong> los que ya se fueron<br />

hace tantos milenios. Descargaré mis golpes<br />

y esculpiré mi historia con similares gestos.<br />

Algún dios solitario bajará a apadrinarme<br />

con sus ojos pesados <strong>de</strong> velar tanto cielo;<br />

<strong>de</strong>scansaré mi cuerpo sobre la tierra virgen<br />

y mediré en eclipses la historia <strong>de</strong> mi pueblo.<br />

Me encontraré en los pastos que ignoran la pisada,<br />

en la melena blanca <strong>de</strong> las cumbres sin tiempo,<br />

en la palabra libre <strong>de</strong> pare<strong>de</strong>s y sendas<br />

que <strong>de</strong>l viento se pren<strong>de</strong>, que se trenza en el eco.<br />

No quiero que me entierren con ojos <strong>de</strong> nostalgia.<br />

Salgo a buscar un sitio don<strong>de</strong> plantar mis sueños<br />

antes <strong>de</strong> que se acaben las últimas montañas,<br />

antes <strong>de</strong> que se quiebren los últimos silencios.<br />

149


Lobos<br />

Sobre tu piel <strong>de</strong> oveja sacio mi hambre <strong>de</strong> lobo.<br />

Te busco, te persigo, te acorralo, te robo.<br />

Con limpias <strong>de</strong>ntelladas te <strong>de</strong>voro –y cortejo–<br />

me apo<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> todo, pero luego lo <strong>de</strong>jo.<br />

Ya el bosque no me llama. Permanezco a tu acecho<br />

y bajo el plenilunio perenne <strong>de</strong> tu techo<br />

<strong>de</strong>sato mi carnívora hombría en lucha fiera.<br />

Tu olor <strong>de</strong> mansa oveja, mujer, me <strong>de</strong>sespera.<br />

Rodamos por un suelo <strong>de</strong> mil amaneceres<br />

–fuiste un día la oveja, pero ya no lo eres–.<br />

Tú y yo nada tenemos que ver con la manada.<br />

Tu vientre es mi refugio <strong>de</strong> cada madrugada.<br />

Guiado por el sexto sentido <strong>de</strong> mi instinto<br />

te venzo en un ataque cada noche distinto.<br />

Tu cama está impregnada <strong>de</strong> un fuerte olor a cueva<br />

don<strong>de</strong> locos, se pier<strong>de</strong>n mi Adán sobre tu Eva.<br />

Fuiste un día la oveja, pero ya no. Tus ojos<br />

<strong>de</strong> tanto ver los míos se han vuelto también rojos.<br />

Si no me crees, el agua te servirá <strong>de</strong> espejo:<br />

en mis propias pupilas observa tu reflejo<br />

y bajo el plenilunio <strong>de</strong>l techo <strong>de</strong> tu alcoba<br />

verás como esta noche te vuelves una loba.<br />

150


Apocalipsis<br />

Un día <strong>de</strong>sperté con el silencio<br />

prendido a la raíz <strong>de</strong> mi garganta,<br />

<strong>de</strong>sempolvé el espejo <strong>de</strong> mi encuentro<br />

y me observé metido en una jaula.<br />

De pronto, percibí <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sueño<br />

y contemplé la vida que pasaba<br />

con la sabiduría <strong>de</strong>l regreso,<br />

como si hubiese vuelto <strong>de</strong>l mañana.<br />

Entonces lo vi todo absurdo y hueco<br />

y vano y vanidoso; una gran masa<br />

<strong>de</strong> hombres enclaustrados en sus cuerpos,<br />

<strong>de</strong> locos y <strong>de</strong> ciegos con mirada.<br />

Vi llagas para todos los remedios<br />

y miles <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> palabras<br />

y máquinas pensantes como sesos<br />

y sesos or<strong>de</strong>nados como cajas.<br />

Y me dispuse a hablar: brotó mi aliento<br />

cortante como el filo <strong>de</strong> una daga.<br />

Me acusaron <strong>de</strong> inútil y <strong>de</strong> enfermo,<br />

<strong>de</strong> rebel<strong>de</strong>, <strong>de</strong> pieza inadaptada.<br />

Después, pidieron ver todos mis sueños<br />

y los catalogaron; con escuadras<br />

midieron su tamaño en pies y en metros,<br />

los juntaron en fardos y en manadas<br />

y llegaron filósofos y expertos<br />

repletos <strong>de</strong> carcoma en la palabra<br />

para clavar mi paz en un ma<strong>de</strong>ro,<br />

para escupir sus miedos en mi cara.<br />

Y entonces me alejé con el silencio<br />

llevándome el secreto <strong>de</strong>l mañana:<br />

¿La hora? Apocalipsis menos cinco.<br />

Quedan cinco minutos… ¡para nada!<br />

151


Búsqueda<br />

Crucé vastos <strong>de</strong>siertos, paraísos en ruinas,<br />

amasé falseda<strong>de</strong>s que tiznaban <strong>de</strong> luz,<br />

<strong>de</strong>ambulé como ciego tras ciegas multitu<strong>de</strong>s,<br />

–alquimista <strong>de</strong> plomo, emigrante hacia el sur–.<br />

Devoré bibliotecas, bebí en fuentes arcanas<br />

y hasta el conocimiento me produjo <strong>de</strong>sdén;<br />

<strong>de</strong>jé miles <strong>de</strong> ovillos en negros laberintos,<br />

bebí todas las lluvias y aún seguía con sed.<br />

Me inicié en los los misterios, pero al fin, <strong>de</strong>solado,<br />

naufragué entre preguntas <strong>de</strong> un gran mar interior,<br />

sin embargo el vacío llenaba mi existencia<br />

como el eco <strong>de</strong> un templo sin consagrar a Dios.<br />

Hasta un día,<br />

que caí <strong>de</strong> rodillas con los brazos cansados<br />

a la bendita sombra <strong>de</strong> una sencilla cruz<br />

y sentí que se abrían las puertas <strong>de</strong> mi alma<br />

y que la paz llegaba diciendo: “Soy Jesús”.<br />

152


Juan<br />

Juan ya no tiene prisa.<br />

Juan ronda por la espera<br />

en un mundo carente<br />

<strong>de</strong> esperanzas y metas<br />

y vive como el musgo:<br />

pegado a la corteza<br />

<strong>de</strong> la vida, en silencio<br />

bajo la sombra austera.<br />

Juan <strong>de</strong>spidió a su orgullo<br />

una tar<strong>de</strong> cualquiera<br />

y lo cambió por noches<br />

saturadas <strong>de</strong> estrellas.<br />

Se asoció con el monte;<br />

se hermanó a la vereda.<br />

Dialoga con las plantas<br />

y elu<strong>de</strong> las aceras.<br />

Es pobre entre los pobres<br />

pero nunca se queja.<br />

Cuando hay comida, come.<br />

Si el pan no llega, piensa.<br />

Carga un simple macuto<br />

lleno <strong>de</strong> ropa vieja,<br />

una flauta <strong>de</strong> caña<br />

y dos fotos en sepia.<br />

Como un ritual preciso<br />

en cada ocaso aprieta<br />

las fotos contra el pecho<br />

las contempla, y las besa.<br />

Unos dicen que es loco,<br />

otros, que es un poeta.<br />

Algunos lo rechazan<br />

mas otros lo respetan.<br />

II<br />

Juan cayó <strong>de</strong> la vida<br />

como una fruta seca<br />

se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong>l árbol<br />

cuando llama la tierra.<br />

153


Quedó helado una noche<br />

<strong>de</strong> espaldas a la hierba<br />

mirando un repujado<br />

<strong>de</strong> infinitas estrellas.<br />

En sus frías pupilas<br />

se posaron cometas<br />

galaxias, universos<br />

ángeles y planetas.<br />

Sin mármol ni epitafio<br />

lo enterraron afuera<br />

<strong>de</strong>l pueblo cuatro manos<br />

sin apuro y sin pena.<br />

Juan entró por la noche<br />

hacia la blanca puerta<br />

y alcanzó la blancura<br />

<strong>de</strong> dos blancas presencias.<br />

Juan ya lo tiene todo<br />

todo menos pobreza.<br />

Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba mira<br />

jugar con las estrellas<br />

sus dos hijos en blanco:<br />

los que antes besó en sepia.<br />

154


Padre árbol<br />

A mi hijo.<br />

¿No sabes que tu padre es un árbol, hijo mío?<br />

¿Recuerdas la caricia <strong>de</strong> mis manos nudosas<br />

en tu piel <strong>de</strong> in<strong>de</strong>fenso pajarillo<br />

mientras tú dormitabas bajo mis tiernas hojas?<br />

No pue<strong>de</strong>s recordarlo. ¡Es que ha llovido tanto!<br />

Dos primorosos nidos habitaron mis ramas:<br />

tu nido azul, orgullo <strong>de</strong> mi espacio<br />

y luego el nido tierno y rosado <strong>de</strong> tu hermana.<br />

Primero me mirabas igual que una hormiguita.<br />

Te recuerdo allá abajo, tan pequeño<br />

que parecías una florecilla<br />

que milagrosamente iba ascendiendo.<br />

Y una tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> un brinco,<br />

te volviste como una espiga larga<br />

con cabeza <strong>de</strong> niño<br />

lleno <strong>de</strong> picardía, fuego y gracia.<br />

¿Recuerdas? Descubriste las ramas <strong>de</strong> mis brazos<br />

y las trepabas con amor y esfuerzo<br />

entre risas y torpes manotazos<br />

para alcanzar mi copa y darme besos.<br />

Luego llegó el buen tiempo <strong>de</strong> las sombras<br />

y mi sombra amparaba tus locas aventuras.<br />

Así te evité golpes y <strong>de</strong>rrotas,<br />

cabezazos, cortadas, llantos, lluvias…<br />

Y juntos aprendimos <strong>de</strong> sen<strong>de</strong>ros y bosques,<br />

le encontramos el fin al arcoiris.<br />

Y <strong>de</strong>mostraste que eras todo un hombre<br />

capaz <strong>de</strong> florecer. Y al fin te fuiste<br />

en busca <strong>de</strong> la rosa <strong>de</strong> tu vida<br />

con la enseñanza <strong>de</strong> este viejo árbol<br />

<strong>de</strong> ramas generosas y caídas,<br />

<strong>de</strong> corteza rugosa, y tronco ensimismado.<br />

No es mucho lo que queda por dar cuando ya todo<br />

se ha dado con amor. La poca savia<br />

que corre por mis venas –riachuelos <strong>de</strong> otoño–<br />

155


me anuncia que el invierno me reclama.<br />

Ven y úsame <strong>de</strong> leña si necesitas fuego,<br />

<strong>de</strong> pararrayos, si es que lo precisas.<br />

¡Pero nunca me quiebres la rama don<strong>de</strong> llevo<br />

grabada, para siempre, tu primera sonrisa!<br />

156


Madre cielo<br />

A mi hija.<br />

Hija mía, ¿no sabes que tu madre es un cielo,<br />

que en el negro universo <strong>de</strong> su abultado vientre<br />

se concibió tu cola <strong>de</strong> cometa?<br />

Justo a los nueve meses<br />

rompiste sus entrañas con rayos <strong>de</strong> colores<br />

que <strong>de</strong>stiñeron nuestras pequeñeces.<br />

Y te acogió en sus brazos como a un blanco lucero<br />

como a una flor que abriera <strong>de</strong> repente,<br />

tan sumamente bella y <strong>de</strong>licada<br />

que daba ganas <strong>de</strong> llorar el verte.<br />

Quizás es que por eso sus ojos se nublaban<br />

y cuando te cargaba, llovían <strong>de</strong> repente.<br />

No creas que te miento cuando digo<br />

que tu madre amparaba en su bóveda celeste<br />

tus órbitas, fulgores y reflejos<br />

y tú eras el satélite que la rondabas siempre:<br />

rutilante prodigio <strong>de</strong> nuestra humil<strong>de</strong> casa<br />

que con tu luz solía engran<strong>de</strong>cerse<br />

y parecía un palacio <strong>de</strong> amor re<strong>de</strong>scubierto<br />

por ti, rosado duen<strong>de</strong>.<br />

Aprendiste piruetas,<br />

como bien las apren<strong>de</strong>n<br />

los fuegos <strong>de</strong> artificio, y eras la chispa inquieta<br />

que ardía en nuestros ojos que crecían por verte.<br />

Un día la cometa se hizo dos rubias trenzas<br />

y se volvió, <strong>de</strong> pronto, un rehilete<br />

que llenaba <strong>de</strong> risas el espacio materno<br />

–y el cielo no se llena fácilmente–.<br />

Y tu madre, orgullosa, <strong>de</strong>l cenit te velaba<br />

como una diosa olímpica, pendiente<br />

<strong>de</strong> todos tus <strong>de</strong>lirios y tiernas travesuras<br />

lista para el <strong>de</strong>scenso si había que protegerte.<br />

Ya eres hoy, hija mía, todo un planeta hermoso<br />

–curiosos asteroi<strong>de</strong>s se acercan para verte–.<br />

157


Eres una mujer hecha <strong>de</strong> luces<br />

que heredó <strong>de</strong> su madre su cualidad celeste.<br />

Y, como tal, un día, nos traerás <strong>de</strong>l cielo<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nueve meses,<br />

un nieto o una nieta con cola <strong>de</strong> cometa<br />

estrellas en los ojos y vocación <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>.<br />

158


Secreto<br />

Tú eres, amor, divino secreto <strong>de</strong> la noche<br />

que por <strong>de</strong>shilvanarte me <strong>de</strong>ja sin estrellas.<br />

En ti se hace patente mi razón <strong>de</strong> ser hombre<br />

que escarba en el profundo corazón <strong>de</strong> tu tierra.<br />

Des<strong>de</strong> el ancestro fiero reclamo tu contorno,<br />

busco como un salvaje tu fecunda caverna<br />

don<strong>de</strong> pinto un futuro cargado <strong>de</strong> retoños,<br />

prole <strong>de</strong> cazadores que poblarán la tierra.<br />

¡Noble cuerda <strong>de</strong>l arco tensa hasta el infinito<br />

hacia ti me dispara, cual lumínica flecha,<br />

para asestar mi golpe sediento y masculino<br />

sobre tu flanco ardiente <strong>de</strong> <strong>de</strong>liciosa cierva!<br />

Tu aroma me seduce y caigo en tus honduras,<br />

me arrastras a tus cumbres, me invocan tus pra<strong>de</strong>ras<br />

y en mágicos rituales que encubre la penumbra<br />

rodamos abrazados sobre blancas estepas.<br />

Nocturnos paroxismos nos arrastran al fuego.<br />

Frenéticos, danzamos ante locas hogueras<br />

al ritmo <strong>de</strong> tambores que exaltan nuestros pechos<br />

mientras borran mis labios tu pintura <strong>de</strong> guerra.<br />

Por fin, <strong>de</strong>scarga el alba su pe<strong>de</strong>rnal y encien<strong>de</strong><br />

las cortinas <strong>de</strong> fuego. La paz se <strong>de</strong>spereza<br />

en nuestra alcoba llena <strong>de</strong> ternura reciente<br />

y guardamos las armas hasta otra luna llena.<br />

159


Mi padre en el agua<br />

Mi padre está en el mar. La blanca espuma<br />

me recuerda su cabellera anciana.<br />

Mi padre se quedó, cierta mañana,<br />

dormido entre los brazos <strong>de</strong> la bruma.<br />

Mi padre crece con la luna llena,<br />

frecuenta el autobús <strong>de</strong> la corriente,<br />

a veces se convierte en confi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong> la sal y se viste con arena.<br />

Yo lo percibo entre algas que se mecen<br />

con un vaivén, cual manos que parecen<br />

saludarme <strong>de</strong>l sólido arrecife.<br />

Me dice adiós <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un coral <strong>de</strong> oro<br />

mientras lo observo <strong>de</strong> mi viejo esquife.<br />

Y sin quererlo, cuando remo, lloro.<br />

160


Vuelvo<br />

Vuelvo al mar, vuelvo al clavel<br />

vuelvo a la novia perdida<br />

y vuelvo a la <strong>de</strong>spedida<br />

en cierto andén. Vuelvo al fiel<br />

recuerdo <strong>de</strong> aquella piel<br />

que resbaló por mis mano<br />

cierta noche <strong>de</strong> verano.<br />

Vuelvo al dolor <strong>de</strong> querer<br />

lo que nunca pudo ser<br />

más que fugaz y lejano.<br />

161


Sola<br />

Tú me quisiste sólo como a un curioso objeto<br />

al que gratificabas con migas <strong>de</strong> atención;<br />

nunca viste en mí el cuadro sino sólo el boceto.<br />

Fungí <strong>de</strong> pentagrama y aguanté tu canción.<br />

Fui el entretenimiento <strong>de</strong> tus horas vacías,<br />

tu exceso <strong>de</strong> equipaje, tu sombra adicional.<br />

Si mis manos se helaban entre tus manos frías<br />

es porque las asías por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal.<br />

Hoy, por no prodigarte, ni te entregas ni amas<br />

más que a tu propio ego. Tu afecto es un barniz.<br />

Entibias pobremente, pudiendo ar<strong>de</strong>r en llamas<br />

y aún cumples tu perenne papel <strong>de</strong> cicatriz.<br />

Pero granos en fuga <strong>de</strong> tu reloj <strong>de</strong> arena<br />

te han puesto vacilante como un furgón <strong>de</strong> cola<br />

y aún vives, como reina, soñando una colmena,<br />

cada día más vieja, cada día más sola.<br />

162


Insomnios<br />

Insomnios negros <strong>de</strong> mi alma insomne<br />

que vuelven espirales mis <strong>de</strong>seos<br />

y los hacen danzar en mi cabeza<br />

mientras tu amor, amor, me roba el sueño.<br />

Insomnios que se inician en la niebla<br />

cuando veo flotar tu blanco cuerpo<br />

envuelto en vaporosos imposibles<br />

que incineran mis manos en secreto.<br />

Insomnios que alucinan mis pupilas<br />

con la reminiscencia <strong>de</strong> unos besos<br />

que recorrieron mis sedientos labios<br />

para <strong>de</strong>spués, abandonarlos secos.<br />

Insomnios. Y en febriles madrugadas<br />

saborearte recuerdo por recuerdo<br />

como un fruto prohibido que, en castigo,<br />

sólo consigo poseer <strong>de</strong> lejos.<br />

Y no te vas. Y no te vas con nada.<br />

No hay golpe que te quiebre; mis espejos<br />

te siguen reflejando en los añicos<br />

que <strong>de</strong>spués recompongo y exonero.<br />

Insomnios <strong>de</strong> postigos y cerrojos<br />

por no quererte; y con <strong>de</strong>voto celo<br />

<strong>de</strong>sgranar tus memorias como cuentas<br />

que enloquecen las puntas <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>dos.<br />

Insomnios. Y ni pasas, ni te quedas<br />

ni se resuelve mi prisión <strong>de</strong> fuego.<br />

Insomnios. Y otra vez entrando al alba<br />

reducido a cenizas en mi lecho.<br />

163


Gracias<br />

Señor, gracias por todo. Por tu eterna paciencia,<br />

por mi fe y la carga que he <strong>de</strong> sobrellevar,<br />

por este arroyo humil<strong>de</strong> que ha sido mi existencia<br />

–que al final <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>semboca en tu mar–.<br />

Gracias, porque quisiste trazar para nosotros<br />

el difícil sen<strong>de</strong>ro que conduce a la luz<br />

cuando dijiste: “Amaos los unos a los otros…”<br />

y nos diste el ejemplo con tu muerte en la cruz.<br />

Si vuelves la cabeza para ver lo <strong>de</strong>jado<br />

sabrás <strong>de</strong> un peregrino que viaja tras <strong>de</strong> ti:<br />

soy yo con la cruz sucia, Señor, <strong>de</strong> mi pasado,<br />

pidiéndote la gracia que guardas para mí.<br />

Te sigo, no impulsado por el buen pan <strong>de</strong> trigo<br />

sino por el que sacia mi hambre espiritual.<br />

Dueño <strong>de</strong>l Agua Viva, Buen Pastor, Vid, Amigo,<br />

ayuda a que conserve mi cualidad <strong>de</strong> sal.<br />

Gracias por los momentos <strong>de</strong> paz que he conocido<br />

y este constante arado <strong>de</strong> angustia sobre mí<br />

porque sé con certeza que tú lo has dirigido<br />

para ensanchar los surcos <strong>de</strong> mi Getsemaní.<br />

Después vendrá tu siembra. Que mi terreno acoja<br />

con sed <strong>de</strong> ver florida, tu sagrada simiente.<br />

Si hieres, es que podas mi árbol hoja a hoja<br />

para que cada fruto crezca resplan<strong>de</strong>ciente.<br />

Gracias por la alegría con que me has ben<strong>de</strong>cido<br />

aunque también bendices cuando impartes dolor.<br />

Mi fe hoy tiene el aspecto <strong>de</strong>l árbol abatido<br />

que tras cada tormenta renueva su verdor.<br />

Señor, gracias por este <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> conciencia<br />

con el que te percibo tras <strong>de</strong> todas las cosas.<br />

Eres la certidumbre que eleva mi existencia<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el más tosco barro hasta cumbres gloriosas.<br />

164


Te seguiré y no importa si el viaje es duro o largo<br />

si es eso lo que tienes dispuesto para mí.<br />

Si caigo, sacudiéndome el polvo más amargo<br />

y a pesar <strong>de</strong> mi angustia, te diré, sin embargo:<br />

–Bendito seas, Padre. Mi cruz es para ti.<br />

165


Despido<br />

A Miguel Palomino Vidal. Cubano, guitarrista y poeta.<br />

Amigo <strong>de</strong> tantas noches <strong>de</strong> vino y soledad.<br />

Soñador <strong>de</strong> un mundo más alto. In memoriam.<br />

Miguel, amigo cansado<br />

<strong>de</strong> soleda<strong>de</strong>s y sueños,<br />

¿por qué te has ido tan pronto?,<br />

¿por qué has matado tu tiempo<br />

sin avisarnos, sin cantos<br />

sin palabras y sin versos?<br />

¿Qué soledad <strong>de</strong>sbocada<br />

te arrastró hacia el <strong>de</strong>sespero?<br />

Sólo sé que era <strong>de</strong> noche<br />

cuando <strong>de</strong>jaste tu cuerpo,<br />

que había estrellas muy blancas<br />

y Dios se hallaba muy lejos;<br />

que una sombra negra y larga<br />

se te posó, como un cuervo,<br />

sobre el hombro <strong>de</strong> la vida<br />

y la seguiste en silencio.<br />

Y nos <strong>de</strong>jaste sin canto<br />

porque tu canto está muerto<br />

y no hay voz que lo repita<br />

ni voz que diga tus versos.<br />

Hoy tu guitarra se cansa<br />

<strong>de</strong> ser ma<strong>de</strong>ra sin sueños,<br />

<strong>de</strong> ser silencio dolido<br />

sin caricias <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>dos.<br />

Ya nos faltan tu palabra,<br />

tu inquietud y tu <strong>de</strong>svelo,<br />

tu sed <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> altura,<br />

<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> encuentros.<br />

Miguel, amigo cansado,<br />

¿por qué te has ido en secreto?<br />

Dinos si hay una sonrisa<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> este mundo nuestro,<br />

si hallaste el camino limpio<br />

para ser libre por <strong>de</strong>ntro;<br />

si allá la angustia no ronda,<br />

si la soledad no es peso.<br />

166


Miguel, amigo cansado<br />

que me duele en el recuerdo.<br />

La otra noche las estrellas<br />

te llamaron a su encuentro<br />

y tú te fuiste a buscarlas<br />

para ser su compañero.<br />

167


Acto <strong>de</strong> fe<br />

¡Señor mío y Dios mío! yo nunca vi tus llagas<br />

ni manché con tu sangre mis sandalias indignas;<br />

no introduje mi mano <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tu costado<br />

ni arranqué <strong>de</strong> tu frente la corona <strong>de</strong> espinas.<br />

Yo no bajé tu cuerpo <strong>de</strong> la cruz oprobiosa,<br />

yo no extraje los clavos <strong>de</strong> tus palmas heridas,<br />

yo no lavé tu cuerpo ni lo tendí en la roca,<br />

yo no cubrí con lino tu omnipotencia fría.<br />

Yo no encontré apartada la losa <strong>de</strong>l sepulcro<br />

ni <strong>de</strong>scubrí el sudario doblado en una esquina,<br />

no corrí dando voces a contar el milagro<br />

<strong>de</strong> otra vida perpetua más allá <strong>de</strong> esta vida.<br />

Pero a pesar <strong>de</strong> siglos <strong>de</strong> diferencia, ¡creo!<br />

Tu cruz sigue vigente para mi fe crecida<br />

que tiene como cumbre tu pasión re<strong>de</strong>ntora<br />

en el sagrado monte <strong>de</strong> nuestra Santa Misa.<br />

168


Pancha<br />

Pancha, <strong>de</strong>me un motivo para seguir viviendo;<br />

asómese a la puerta que da hacia el olivar.<br />

No sé por qué no aprendo<br />

caminos que me lleven hacia el mar.<br />

Repítame aquel cuento <strong>de</strong>l bienaventurado<br />

que cosechó increíbles manzanas <strong>de</strong> oro puro.<br />

La espero <strong>de</strong>l pasado<br />

sentado, como siempre, en este muro.<br />

Téjame un chalequito para toda la vida<br />

que me vestiré el alma con él, al <strong>de</strong>spertar.<br />

Ocupe como antaño su silla preferida.<br />

No se que<strong>de</strong> dormida,<br />

ni así, muerta,<br />

que la tengo que volver a besar.<br />

169


Poema divergente<br />

Tu soledad madura,<br />

mi soledad abierta.<br />

–Don<strong>de</strong> tú estás, no quiero<br />

y a don<strong>de</strong> voy no llegas–.<br />

Tu soledad activa,<br />

mi soledad <strong>de</strong>spierta.<br />

–Ni <strong>de</strong>seas tocarme<br />

ni mi mano te espera–.<br />

Tu soledad al frente,<br />

mi soledad alerta.<br />

–Somos un grueso muro,<br />

somos una barrera–.<br />

Tu soledad <strong>de</strong> espinas,<br />

mi soledad <strong>de</strong> piedras.<br />

–Ni a don<strong>de</strong> vas te sigo<br />

ni don<strong>de</strong> estoy me encuentras–.<br />

Tu soledad que hiere,<br />

mi soledad que avienta.<br />

–Reboto en tu mirada<br />

y en mi cristal te quiebras–.<br />

Tu soledad arisca,<br />

mi orgullo sin ca<strong>de</strong>nas.<br />

–Si piso tu pisada<br />

me voy por otra senda–.<br />

170


Rastro<br />

Voy siguiendo tus pasos muy <strong>de</strong> lejos,<br />

<strong>de</strong>scifrando tu estela ensangrentada<br />

y el rastro <strong>de</strong> tu cruz que en el terreno<br />

serpea y se disipa en la distancia.<br />

Quiero encontrar tus sienes espinosas,<br />

el divino refugio <strong>de</strong> tus llagas<br />

y el olor a vinagre <strong>de</strong> tu boca<br />

que pue<strong>de</strong> perdonar mis muchas faltas.<br />

¿Dón<strong>de</strong> estás? ¿Dón<strong>de</strong> estás? Se hace <strong>de</strong> noche<br />

y no quiero acampar. En la montaña<br />

pu<strong>de</strong> escuchar a mudos dando voces,<br />

vi a ciegos que estrenaban la distancia,<br />

a leprosos besar sus propias manos,<br />

y a sordos bautizarse en la palabra.<br />

¡Y vi muertos salir <strong>de</strong>l camposanto<br />

volviendo jubilosos a sus casas!<br />

Ando tras <strong>de</strong> tu voz que aplaca mares,<br />

suplicando el reposo <strong>de</strong> mis aguas<br />

y he traído mis panes y mis peces<br />

para multiplicarlos con tu gracia.<br />

¡Este peregrinaje no es en vano!<br />

Te encontraré y, al fin, tus santas manos<br />

guardarán los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> mi barca.<br />

¡y habrá un amanecer <strong>de</strong> lino blanco<br />

cuando alcance tu orilla iluminada!<br />

171


Necesítame<br />

Necesítame. Tú eres lo mejor que yo tengo<br />

y eres también el único puente a mi distancia.<br />

Nadie más ha logrado <strong>de</strong>scubrir el secreto<br />

–la palabra bendita– con que se abre mi alma.<br />

Necesítame. Dime que soy imprescindible,<br />

que el aire que respiras te llega <strong>de</strong> mi boca.<br />

Hagámonos un nudo ceñido e irrompible<br />

que resista ante todas las palabras que cortan.<br />

Sabes que a tu regreso mi esperanza revive<br />

como la lluvia cambia la suerte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto.<br />

No quiero que tu lucha por labrarme termine<br />

porque mis flores sólo perfuman en tus <strong>de</strong>dos.<br />

Necesítame siempre. Y, anclada en mi <strong>de</strong>stino,<br />

serás la buena sombra <strong>de</strong> luz que me acompañe<br />

hasta que mi simiente florezca en ti, en el hijo<br />

que juntará por siempre tu carne con mi carne.<br />

172


Dos filos<br />

Dos filos tiene el cuchillo:<br />

uno da vida, otro mata,<br />

para quien sepa el arcano<br />

oculto en su hoja acerada;<br />

dos bor<strong>de</strong>s con igual brillo<br />

–el que da luz y el que apaga–<br />

como antídoto y veneno<br />

se extraen <strong>de</strong> una misma planta.<br />

Dos caras trae la moneda<br />

con las que se pier<strong>de</strong> o gana<br />

cuando el <strong>de</strong>stino nos dicta<br />

la fortuna o la <strong>de</strong>sgracia.<br />

Dos lados que contra el piso<br />

nos <strong>de</strong>finen la esperanza<br />

con dos posibilida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> una sola suerte echada.<br />

Dos mares tiene la luna:<br />

uno gris y otro <strong>de</strong> plata<br />

don<strong>de</strong> los enamorados<br />

naufragan en la distancia.<br />

Dos fuegos nuestro amor tiene:<br />

uno alumbra y otro arrasa;<br />

el que incendia nuestra carne<br />

y el que pren<strong>de</strong> nuestras almas.<br />

Dos fuegos nuestro amor tiene<br />

y yo me alegro y tú y basta.<br />

Pues vivimos y morimos<br />

juntos, nuestras llamaradas.<br />

173


Niño<br />

Niño que empiezas<br />

a emplumar alas<br />

lleno <strong>de</strong> encajes<br />

y ropa blanca.<br />

Onda naciente,<br />

chispa temprana,<br />

fresco rocío,<br />

primicia, alba.<br />

Te <strong>de</strong>sperezas<br />

y con tus palmas,<br />

trastocas nubes,<br />

cielos <strong>de</strong>sarmas.<br />

Descifras luces,<br />

contornos, caras,<br />

mientras tu mundo<br />

se pone a gatas.<br />

Más tar<strong>de</strong>, embistes,<br />

dictas, te cuadras<br />

y al fin conquistas<br />

tu breve infancia.<br />

–Caracolito<br />

crecido– ensanchas<br />

y <strong>de</strong>salojas<br />

tu antigua casa.<br />

Ya eres un hombre<br />

en busca <strong>de</strong> agua<br />

para tu fuego.<br />

Vives en llamas<br />

y te <strong>de</strong>slizas<br />

por alboradas,<br />

tar<strong>de</strong>s y noches<br />

cuerpos y almohadas.<br />

Y tanto ruedas<br />

con tantas ganas,<br />

que al fin se seca<br />

tu gruesa cáscara.<br />

Con tu inocencia<br />

<strong>de</strong>smantelada<br />

bajo un escaso<br />

manto <strong>de</strong> canas<br />

174


se hacen patente<br />

tus hondas marcas:<br />

las cicatrices<br />

<strong>de</strong> tus batallas.<br />

No hay chispa. Otoño<br />

guarda una brasa<br />

para el rescoldo<br />

<strong>de</strong> tu mirada.<br />

Y olvidas tiempos,<br />

contornos, caras,<br />

mientras tu mundo<br />

se acuesta en cama.<br />

Hasta que un día<br />

curvas las alas,<br />

vuelves al niño<br />

y éste a la nada.<br />

175


Ambición<br />

Yo era el simple ropero y tú eras la polilla.<br />

Hecha para castillos, te aburría el hogar.<br />

Presumías <strong>de</strong> árbol sin llegar a semilla,<br />

eras una llovizna con ínfulas <strong>de</strong> mar.<br />

Tus alas se arrugaban en mi humil<strong>de</strong> aposento,<br />

ningún pozo saciaba tu caprichosa sed.<br />

Nada aplacaba el ansia <strong>de</strong> tu temperamento:<br />

tú querías el lago, la barca, el pez, la red…<br />

Y entre maledicencias, utópicos diamantes,<br />

absurdas pretensiones y palacios dorados<br />

<strong>de</strong>sbarataste el hilo <strong>de</strong> nuestra comprensión<br />

hasta que, <strong>de</strong>sfraudada, te fuiste entre <strong>de</strong>splantes<br />

hacia el brillo y el oro, persiguiendo entorchados<br />

mientras yo hallaba el cielo <strong>de</strong> un amor <strong>de</strong> latón.<br />

176


Creo<br />

Definitivamente, creo en Dios hecho hombre.<br />

Creo en el alto precio <strong>de</strong> la sangre bendita<br />

que baña una cruz negra y en el dolor sin nombre<br />

<strong>de</strong>l cuerpo que más tar<strong>de</strong>, glorioso, resucita.<br />

Creo en el huerto oscuro que recibe un espeso<br />

sudor <strong>de</strong>l santo cuerpo que tirita y que ar<strong>de</strong>,<br />

creo en el que recibe la traición con un beso<br />

sin limpiar en su frente la baba <strong>de</strong>l cobar<strong>de</strong>.<br />

Creo en el Pan y el Vino, en la Ultima Cena<br />

y en el agua que sacia la sed <strong>de</strong> toda boca,<br />

en el llanto sincero <strong>de</strong> cualquier Magdalena<br />

y en la Mano Divina que sana cuanto toca.<br />

Creo en la mansedumbre <strong>de</strong>l que aparta la espada<br />

y se entrega a la muerte con <strong>de</strong>voción gigante,<br />

en el mensaje oculto, en la interna llamada<br />

y en el transfigurado <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante.<br />

Creo en los lentos pasos, con una cruz a cuestas,<br />

<strong>de</strong> aquel que quiso darnos su paz en el calvario,<br />

creo en el Cielo y creo que sumas cuando restas<br />

hombre humil<strong>de</strong> que cargas tu ma<strong>de</strong>ro a diario.<br />

Creo en el que me or<strong>de</strong>na cuándo tirar la red,<br />

en la pesca abundante, en la maldita higuera,<br />

el bienaventurado que ha calmado su sed<br />

y en la gracia que adviene cuando nadie la espera.<br />

Creo en leprosos limpios, paralíticos sanos<br />

y el pecador que entierra su orgullo y se levanta;<br />

en el hombre sencillo que ve a Dios en sus manos,<br />

en María doliente y en la Sábana Santa.<br />

Creo, y creo en un día don<strong>de</strong> fraternalmente<br />

compartiré con muchos la tierra prometida;<br />

creo en el que recobra la vista <strong>de</strong> repente<br />

y encuentra, en un milagro, su puerta <strong>de</strong> salida.<br />

177


Creo en esta bendita locura que me llena,<br />

en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;<br />

en aquel que me pi<strong>de</strong> que comparta su cena<br />

y a pesar <strong>de</strong> mis faltas yo sé que me ama tanto.<br />

Definitivamente, Señor, creo en tu nombre:<br />

conciencia en mí, latido, razón por la que existo…<br />

¡Oh, Padre, si pudiera yo sería ese hombre<br />

que <strong>de</strong>sclavara el cuerpo <strong>de</strong> tu hijo Jesucristo!<br />

178


Cuba duerme<br />

Igual que una niña enferma<br />

Cuba duerme. Y sobre el agua<br />

la luna le escribe un cuento<br />

para pasado mañana,<br />

porque sabe que la fiebre<br />

tiene la isla colorada<br />

pero que cuando amanezca<br />

<strong>de</strong>spertará azul y sana.<br />

Los cañaverales mecen<br />

dulzuras disimuladas<br />

que guardan para un futuro<br />

más dulce, en tierra hoy amarga,<br />

y la música entreteje<br />

invisibles pentagramas,<br />

cantos <strong>de</strong> paz que en la noche<br />

discretos grillos ensayan.<br />

–Pero todos calladitos,<br />

porque la niña está mala<br />

y hasta que el rojo no pase<br />

será un secreto el mañana–.<br />

En clan<strong>de</strong>stinos encuentros<br />

se confabulan las palmas<br />

que aspiran a verse libres<br />

sobre las ver<strong>de</strong>s montañas.<br />

Los sinsontes en sus nidos,<br />

–vueltos sordinas <strong>de</strong> paja–<br />

practican nuevos trinares<br />

que nunca oyó la sabana.<br />

Hay farolas que se citan<br />

y en herméticas veladas<br />

ensayan una gran conga<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Oriente hasta La Habana<br />

y en cónclaves musicales<br />

guitarras, claves, maracas,<br />

llaman a flautas y güiros<br />

para cuadrar las bachatas<br />

que arrebatarán los pies<br />

<strong>de</strong> aquellos que ya no bailan.<br />

–Porque Cuba está dormida<br />

y antes hay que <strong>de</strong>spertarla–.<br />

179


El azúcar, en secreto,<br />

produce una lenta zafra<br />

<strong>de</strong> dulces sueños y dulce<br />

libertad en las miradas,<br />

y el humo <strong>de</strong> los tabacos<br />

–la niebla criolla– ampara<br />

a quienes veladamente<br />

han ido forjando alas.<br />

El café, tuesta que tuesta<br />

recónditas esperanzas<br />

para los labios <strong>de</strong> un pueblo<br />

que beberá en tazas blancas.<br />

Y en la umbría <strong>de</strong> los parques<br />

el bronce <strong>de</strong> las estatuas<br />

<strong>de</strong> patriotas, se retuerce<br />

tramando nuevas hazañas.<br />

Al pie <strong>de</strong> africanos santos<br />

los caracoles estallan<br />

<strong>de</strong> dicha y susurra el coco<br />

leyendo el futuro: ¡Alafia!<br />

Y el ron se ríe entre dientes:<br />

¡qué gran reserva prepara<br />

para el acontecimiento<br />

<strong>de</strong>l gran brindis <strong>de</strong>l mañana!<br />

Encajes <strong>de</strong> fresca espuma<br />

tejen <strong>de</strong> noche las playas<br />

para Cuba: ¡un largo manto<br />

<strong>de</strong> porvenir sobre el agua!<br />

A veces se ve en el Cobre<br />

la Caridad sin la barca.<br />

En ella traen los tres Juanes<br />

su contrabando <strong>de</strong> gracias.<br />

De San Antonio a Maisí,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Mariel a Majana<br />

todo labora a la sombra<br />

<strong>de</strong> la estrella solitaria.<br />

La fiebre pasará pronto<br />

y pronto, al romper el alba,<br />

se gritará a voz en cuello<br />

lo que hoy por temor se calla.<br />

180


Porque como niña enferma,<br />

Cuba duerme y todo aguarda.<br />

Hasta mañana, mi niña,<br />

mi amor, mi vida, mi alma,<br />

que cuando azul te <strong>de</strong>spiertes…<br />

¡qué hermosa serás, mi patria!<br />

181


Confesión<br />

Perdóname, Dios mío. Perdona mis pecados<br />

y esta culpa que hoy lloro con los ojos cerrados,<br />

pero otro aldabonazo <strong>de</strong> conciencia me asalta<br />

y pinta ante mis ojos mi más reciente falta.<br />

He vuelto a hacer jirones el velo <strong>de</strong>l santuario<br />

con todas las espinas que cultivo a diario.<br />

¡Cuánto daría, cuánto, por serte siempre fiel<br />

y no empapar tus labios con mi esponja <strong>de</strong> hiel!<br />

Sé que nada merezco sino sombra y rechazo<br />

y que la luz me vuelva la espalda <strong>de</strong> un portazo,<br />

mas mi dicotomía <strong>de</strong> santo y pecador<br />

–a pesar <strong>de</strong>l pecado– reclama un re<strong>de</strong>ntor.<br />

Y en la incesante pugna <strong>de</strong> mi alma contra el barro<br />

me sublimo, me pierdo, Te busco y me <strong>de</strong>sgarro<br />

mientras mi vida gira como una doble noria<br />

que viste pesadillas con cintillos <strong>de</strong> gloria.<br />

Pero aquí vuelvo siempre, al pie <strong>de</strong>l crucifijo<br />

que es la llave <strong>de</strong>l cielo con que tu santo Hijo<br />

nos insta hacia lo eterno. Hoy acepto tu oferta.<br />

Por tu misericordia, ¡no me cierres la puerta!<br />

Prometo remendarte tu velo malogrado<br />

volviéndome pequeño, poniendo el mundo a un lado.<br />

Perdóname, Dios mío. Por todos los <strong>de</strong>siertos<br />

te seguiré buscando con los ojos abiertos.<br />

182


Ritual<br />

Esta sed se me calma cuando cierro los ojos<br />

y me llama <strong>de</strong> cerca la voz <strong>de</strong> tus caricias,<br />

cada vez que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s acogerte en mi pecho<br />

y esperar que la noche nos esconda la vida.<br />

Todo se inicia entonces con un ritual silente<br />

en el que <strong>de</strong>senvuelvo tu cuerpo. Entre mis manos,<br />

como una prodigiosa cosecha te contemplo<br />

y amor, te siego y siembro como único hortelano.<br />

Después, tú te abandonas al paso <strong>de</strong> mi arado,<br />

<strong>de</strong>sarmas mi silencio con frases milagrosas<br />

y estalla una marea <strong>de</strong> amor que nos arrastra<br />

a mundos don<strong>de</strong> el mundo no alcanza con sus sombras.<br />

Esa es la trayectoria <strong>de</strong> nuestra oculta chispa<br />

que acaba –como siempre– crecida en un incendio<br />

en el que humean piras <strong>de</strong> roces y ternuras<br />

que luego se transforman en vórtices <strong>de</strong> besos.<br />

Y así, esta sed que nace cuando tú estás distante,<br />

sólo me acosa el tiempo que estamos separados,<br />

sólo perdura cuando no estoy frente a tus ojos<br />

pero hecha vidrio, quiebra su hondura entre tus brazos.<br />

183


Me abrazaré a tu cruz<br />

Me abrazaré a Tu cruz vilipendiada<br />

en medio <strong>de</strong> esta trágica tormenta<br />

don<strong>de</strong> el barro se engríe, Te hace afrenta,<br />

se ensaña con Tu Iglesia flagelada.<br />

Me pren<strong>de</strong>ré a la orla <strong>de</strong> tu manto<br />

ante el embate <strong>de</strong> la apostasía<br />

que lanza, furibunda, su jauría<br />

contra los guardas <strong>de</strong> lo sacrosanto.<br />

Me abrazaré a tus clavos y a tus llagas,<br />

me uniré a tu corona en cada espina,<br />

me arrimaré a tu herida <strong>de</strong>l costado.<br />

Y mientras caen los hombres entre plagas,<br />

multicefálica, una luciferina<br />

bestia, sierra la escala <strong>de</strong>l papado.<br />

184


Paredón<br />

Como Tony me lo contó.<br />

Se quiebra la madrugada<br />

con un chirrido <strong>de</strong> goznes<br />

oxidados. Una celda<br />

ha sido abierta. Rumores.<br />

Hace un calor aplastante<br />

<strong>de</strong> trópico y el mar rompe<br />

contra los muros <strong>de</strong>l puerto.<br />

Silencio. Los presos oyen.<br />

Doscientos ojos hundidos<br />

se comunican, insomnes.<br />

El tiempo se ha <strong>de</strong>tenido<br />

para todos los relojes<br />

que marcan vida en el pecho<br />

<strong>de</strong> los que temen sus nombres.<br />

Dos guardias <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> olivo<br />

con barba espesa, recogen<br />

a un joven tieso <strong>de</strong> miedo<br />

<strong>de</strong>l suelo. La una y once.<br />

–¡Arriba, gusano! –Y luego<br />

gravita un gemir sin voces<br />

mientras clausuran la jaula<br />

al ruido <strong>de</strong> sordos golpes.<br />

Un hedor insoportable<br />

emana <strong>de</strong> los rincones<br />

infestados <strong>de</strong> excremento<br />

don<strong>de</strong> el terror se corrompe.<br />

Las pisadas <strong>de</strong> los guardias<br />

martillan los corredores.<br />

Hay manos que oprimen manos;<br />

manos que oprimen barrotes;<br />

hay ojos que miran ojos<br />

y ojos cerrados, que oyen.<br />

Del patio proce<strong>de</strong>n ruidos,<br />

gritos, atronantes ór<strong>de</strong>nes.<br />

Alguien manda: “¡Carguen armas!”<br />

Después, lanza imprecaciones.<br />

185


Unos piensan en la madre,<br />

otros en el horizonte.<br />

El viento pasa silbando<br />

por sobre los paredones.<br />

Se escucha un chasquear <strong>de</strong> rifles.<br />

“¡Apunten!” –dicta otra or<strong>de</strong>n.<br />

Rezos. Y al instante gritan:<br />

“¡<strong>Fuego</strong>!” –y diez repercusiones<br />

se amplifican en cien ecos<br />

que apagan las oraciones.<br />

La sangre no fluye y pesa<br />

en los cuerpos, como en odres.<br />

Manos abiertas y yertas<br />

resbalan por los barrotes.<br />

Traen una sombra encorvada:<br />

los guardias vuelven al joven<br />

a su celda. Ya no piensa,<br />

ya no siente, no respon<strong>de</strong><br />

–las salvas <strong>de</strong> los fusiles<br />

matan por a<strong>de</strong>ntro al hombre–<br />

y un miliciano le dice:<br />

“Hoy no. ¡Mañana te rompen!”.<br />

“¡Y uste<strong>de</strong>s!” –grita a los otros<br />

regurgitando rencores–<br />

¡a dormir, que uno por uno<br />

caerá cuando le toque!<br />

Murmullos. Los presos sudan.<br />

La Habana. Larga es la noche.<br />

186


Letanía<br />

De tantos <strong>de</strong>fectos, <strong>de</strong> tantos pecados,<br />

<strong>de</strong> pasos tardíos y brazos cruzados,<br />

líbrame, Señor.<br />

De aquellas miserias que aún me atrevo a amar,<br />

<strong>de</strong> los escalones que acepté bajar,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del <strong>de</strong>slumbramiento y <strong>de</strong>l espejismo,<br />

<strong>de</strong> la cercanía <strong>de</strong>l súbito abismo,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del punto y aparte que aparta al hermano,<br />

<strong>de</strong>l corazón frío, <strong>de</strong> la fría mano,<br />

líbrame, Señor.<br />

De vastos espacios que he <strong>de</strong>jado abiertos<br />

para que los llenen <strong>de</strong> muerte los muertos,<br />

líbrame, Señor.<br />

De las tentaciones <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal,<br />

<strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones que se toman mal,<br />

líbrame, Señor.<br />

De amarillas luces, mezquinos reflejos<br />

y sombras indignas sobre mis espejos,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del bien que pospongo, <strong>de</strong>l bien que diluyo,<br />

<strong>de</strong> aquel que no quiere que yo sea Tuyo,<br />

líbrame, Señor.<br />

De los calendarios <strong>de</strong> hielo y <strong>de</strong> cal<br />

y <strong>de</strong> la impaciencia sobre el pedregal,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del canto <strong>de</strong>l gallo, la sal <strong>de</strong>sabrida,<br />

la higuera sin frutos y la muerte en vida,<br />

líbrame, Señor.<br />

187


De la mala sangre que duerme en las venas,<br />

<strong>de</strong> manos ausentes y <strong>de</strong> manos llenas.<br />

líbrame, Señor.<br />

De lo innecesario, <strong>de</strong> lo prescindible<br />

<strong>de</strong>l altivo barro que se cree irrompible,<br />

líbrame, Señor.<br />

De la puerta ancha y <strong>de</strong>l vano elogio,<br />

<strong>de</strong>l injusto olvido <strong>de</strong>l martirologio,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del indigno vino, <strong>de</strong> la levadura<br />

<strong>de</strong> toda impureza que pase por pura,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del amigo falso, <strong>de</strong>l naipe en el puño,<br />

la página negra y el traidor rasguño,<br />

líbrame, Señor.<br />

De la humil<strong>de</strong> gloria que no se comparte,<br />

<strong>de</strong> aquello que impida que yo pueda amarte,<br />

líbrame, Señor.<br />

De errados atajos, creencias baldías,<br />

altares sin cruces y cruces vacías,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del papel mal hecho sobre el escenario,<br />

<strong>de</strong> la indiferencia hacia tu sagrario,<br />

líbrame, Señor.<br />

De la negligencia, <strong>de</strong> la frialdad,<br />

<strong>de</strong> los falsos cristos con falsa piedad,<br />

líbrame, Señor.<br />

Del círculo roto, <strong>de</strong>l bien inconcluso,<br />

<strong>de</strong> la sucia venda y el abyecto uso,<br />

líbrame, Señor.<br />

188


De rotas cisternas y fuentes amargas,<br />

innobles metales, e ilícitas fraguas,<br />

líbrame, Señor.<br />

De huecas palabras sobre mis oídos,<br />

<strong>de</strong> malos recuerdos e inicuos olvidos.<br />

líbrame, Señor.<br />

De la cobardía, <strong>de</strong> la indiferencia<br />

y <strong>de</strong> Tu reproche sobre mi conciencia<br />

líbrame, Señor.<br />

Mas <strong>de</strong> Tu sublime gracia y <strong>de</strong> Tu amor…<br />

¡nunca, nunca libres a este pecador!<br />

189


María<br />

María está germinando<br />

por <strong>de</strong>ntro, su flor <strong>de</strong> carne;<br />

mágica flor milagrosa<br />

que es en sombras don<strong>de</strong> nace.<br />

Han pasado nueve meses<br />

y antes <strong>de</strong> que se haga tar<strong>de</strong><br />

cose paños noche y día<br />

sin saber qué color darles.<br />

Su andar se ha vuelto pesado<br />

y ya no baja, como antes,<br />

<strong>de</strong> dos en dos los peldaños<br />

cuando se asoma a la calle.<br />

Ahora <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong>spacio<br />

quizás porque intuye o sabe<br />

que se ha vuelto un vaso frágil<br />

que solo habrá <strong>de</strong> quebrarse.<br />

Desnuda y frente al espejo<br />

–extrañada <strong>de</strong> su imagen–<br />

palpa curiosa sus pechos<br />

y mi<strong>de</strong> su vientre gran<strong>de</strong>.<br />

Cualquier día será el día:<br />

su flor brotará hecha carne<br />

y perfumará la estancia<br />

<strong>de</strong> olor a leche y pañales.<br />

Y una tar<strong>de</strong>,<br />

María abrirá sus ojos<br />

–los que sonreían antes–<br />

para <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser niña<br />

y llorará como madre.<br />

190


Esta es la hora<br />

Por fin nos a<strong>de</strong>ntramos en el gran valle oscuro,<br />

entre sombras <strong>de</strong> muerte tan sobrecogedoras<br />

que perturban el alma que atisba hacia el futuro.<br />

Falsas luces arrojan simulacros <strong>de</strong> auroras.<br />

Parece ser la hora triunfal <strong>de</strong> la tiniebla,<br />

cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Malo consolida su mal.<br />

Relincha un gran caballo <strong>de</strong> Troya que ahora puebla<br />

la tierra <strong>de</strong> herejías con aura fraternal.<br />

Presumen los leprosos y conducen los ciegos;<br />

festiva, se contagia la gran apostasía.<br />

Cristo es vilipendiado don<strong>de</strong>quiera que esté.<br />

Multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n; otros atizan fuegos<br />

y los dientes filosos <strong>de</strong> una inmunda jauría<br />

muer<strong>de</strong>n cruces guardadas por el hombre <strong>de</strong> fe.<br />

191


De niño<br />

A mi hijo<br />

De niño yo jugaba con huellas en la arena,<br />

efímeras memorias que el mar efervescente<br />

lamía y <strong>de</strong>formaba. Y a mí me daban pena<br />

porque recién nacidas, morían <strong>de</strong> repente.<br />

De niño yo jugaba con huecas caracolas<br />

–teléfonos <strong>de</strong> viento dormidos en la espuma–<br />

me pasaba las horas dirigiendo las olas<br />

y persiguiendo el rumbo, mientras reía a solas,<br />

<strong>de</strong> gaviotas fantasmas que horadaban la bruma.<br />

De niño el mar fue todo, casi mi sangre; acaso<br />

la escuela <strong>de</strong> mi alma, mi aliento hecho salitre.<br />

Soñé veinte mil rutas <strong>de</strong> viaje hacia el ocaso<br />

y poseí dos barcos: mi cama y mi pupitre.<br />

De niño había tantas estrellas en mis noches<br />

que no conseguí nunca po<strong>de</strong>rlas numerar.<br />

Me acompañaron siempre, prendidos cual dos broches<br />

<strong>de</strong>l pecho, un gran lucero y un caracol <strong>de</strong> mar.<br />

Ya hombre, levé el ancla <strong>de</strong> mi infantil bahía<br />

buscando abrirme rumbo <strong>de</strong> proa a la verdad.<br />

Pero no me advirtieron lo que yo no sabía:<br />

que un insomnio bastaba para poner al día<br />

el número <strong>de</strong> estrellas que alumbra una ciudad.<br />

En vez <strong>de</strong> caracolas, obtuve auriculares,<br />

encallé en el concreto y me arrojé al asfalto<br />

como hacia un negro pozo don<strong>de</strong> se espejan mares<br />

distantes en la costa sin fin <strong>de</strong>l sobresalto.<br />

Mi cama, hecha arrecife, me trajo un dolor ciego:<br />

se evaporó el salitre –mi olor a adolescencia–.<br />

Trazando estelas rojas, mil pájaros <strong>de</strong> fuego<br />

cegaron las gaviotas <strong>de</strong> luz <strong>de</strong> mi inocencia.<br />

192


Entre puertas y timbres, una pátina impura<br />

empañó los recuerdos <strong>de</strong> mi infancia marina<br />

¡absurda marejada <strong>de</strong> gente sin cordura<br />

que a gritos reclamaba salitre en cada esquina!<br />

Casi pierdo los broches. Una noche el lucero,<br />

cansado <strong>de</strong> la niebla, se comenzó a opacar;<br />

la caracola, muda, se transformó en velero<br />

y loca <strong>de</strong> nostalgia salió en busca <strong>de</strong>l mar.<br />

Menos mal <strong>de</strong>l buen viento <strong>de</strong>l norte y las corrientes<br />

que amparan a la nave que nunca embarrancó.<br />

Me fui <strong>de</strong>jando huellas <strong>de</strong> arena entre las gentes<br />

y hoy recalo en el puerto don<strong>de</strong> vuelvo a ser yo.<br />

Este olor <strong>de</strong> la costa, este mar y estas huellas<br />

valen toda la vida. Aquí soy capitán.<br />

Como antaño, prosigo con mi cuenta <strong>de</strong> estrellas<br />

y en dos broches conservo las insignias más bellas<br />

que el mar sólo confía a quienes no se van.<br />

193


Dueños<br />

Con el alma <strong>de</strong>snuda me arrojo hacia la noche<br />

para iniciar mi danza <strong>de</strong> estéril amargura.<br />

Acompáñame, amigo. Reniega <strong>de</strong> tus dones<br />

<strong>de</strong> virtuoso mediocre, comparte mi locura.<br />

Quiero beberme el mundo sentado ante una mesa,<br />

quiero <strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rme <strong>de</strong> todo lo que duele,<br />

entornar los postigos <strong>de</strong> mi inquieta conciencia<br />

y sumegirme en mundos don<strong>de</strong> el mundo no pese.<br />

Hagamos una pira con todos nuestros sueños,<br />

burlémonos <strong>de</strong>l tiempo que imponen los horarios<br />

y retrasemos tanto nuestros relojes viejos<br />

que podamos sentirnos como un par <strong>de</strong> muchachos.<br />

Dibújate otra cara don<strong>de</strong> el dolor no estampe<br />

su sello contra el lacre <strong>de</strong> las <strong>de</strong>solaciones.<br />

Aquí está el primer vaso. Deja que el vino lave<br />

nuestras penas que hoy pesan como fardos <strong>de</strong> bronce.<br />

El asalto <strong>de</strong>l alba nos hallará en la esquina<br />

con otra madrugada <strong>de</strong> menos en el cuerpo.<br />

Acompáñame, amigo. Vamos a quemar vida<br />

Para sentirnos dueños <strong>de</strong> lo que no tenemos.<br />

194


Al mar<br />

–¿Por qué quieres irte lejos<br />

sin saber a dón<strong>de</strong> vas?<br />

–¿Cómo vas a ser marino<br />

si tú nunca has visto el mar?<br />

Dicen que me que<strong>de</strong> en tierra,<br />

que el mar está lejos, que hay<br />

mucha gente mala en puerto<br />

y es difícil navegar.<br />

–Tienes edad <strong>de</strong> casarte,<br />

tu novia no va a esperar;<br />

si te vas, vas a per<strong>de</strong>rla,<br />

cuando vuelvas no estará.<br />

El viento sopla, pero ellos<br />

no entien<strong>de</strong>n, ellos están<br />

anclados en sus rutinas<br />

por temor a naufragar.<br />

Mi madre llora en silencio.<br />

Mi padre no quiere hablar.<br />

Mi barco me está esperando.<br />

¡Me voy! ¡Pronto zarpará!<br />

La tar<strong>de</strong> era clara y fresca<br />

cuando el puerto quedó atrás.<br />

¡Mi barco irá siempre al norte<br />

porque tiene capitán!<br />

195


De papel<br />

A Luis Mario, con mi admiración y afecto.<br />

Mi mano <strong>de</strong> papel sólo la tiendo<br />

para aquellos que consi<strong>de</strong>ro amigos<br />

y cuando lo hago pongo por testigos<br />

a la luna y el sol que me están viendo.<br />

Por eso con mi mano ya tendida<br />

–no cortés, sino fiel sello sagrado–<br />

te agra<strong>de</strong>zco tu noble apostolado<br />

<strong>de</strong> sembrar amistad en esta vida.<br />

Llegan sol, mar y luna <strong>de</strong> testigos.<br />

¡Es tan gran<strong>de</strong> tener buenos amigos!<br />

Sé invitado <strong>de</strong> honor en mi bajel,<br />

porque gracias al soplo <strong>de</strong> tu viento<br />

has logrado impulsar, en un momento,<br />

mi inevitable barco <strong>de</strong> papel.<br />

196


Orlando<br />

A Orlando González Esteva, alquimista <strong>de</strong> la palabra.<br />

Orlando se roba todo<br />

cuanto ve. En su bolsa blanca<br />

–hecha <strong>de</strong> papel y sueños–,<br />

transmuta el mundo en palabras.<br />

Allí oculta flores, frutas,<br />

niñas, medusas y estampas<br />

que dispone a su manera<br />

para <strong>de</strong>spués regalarlas.<br />

Orlando es un pintor noble<br />

que pinta el mundo y lo plasma<br />

con una luz tan radiante<br />

que ilumina y pone alas.<br />

Con<strong>de</strong>nado está a la gloria.<br />

Su inactividad, penada.<br />

Si se robara la noche,<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su bolsa blanca<br />

en alba la cambiaría<br />

con su pincel <strong>de</strong> palabras.<br />

197


Espera<br />

Verás, como esta noche no hay mano que ten<strong>de</strong>rte<br />

y tu fotografía no acepta mi llegada<br />

–perdón– te sustituyo por una almohada, vida,<br />

que abarcará tu espacio simbólico en mi cama.<br />

Mañana cuando vuelvas, pienso <strong>de</strong>senvolverte<br />

como un regalo tibio y entre besos, sin falta,<br />

te sacaré la cuenta <strong>de</strong>l tiempo que me a<strong>de</strong>udas<br />

para arrancarme tantas distancias enconadas.<br />

198


Vanessa<br />

A mi hija.<br />

Llora. Ríe. Llora.<br />

Ríe nuevamente<br />

y llora a la hora<br />

por su primer diente.<br />

Deja que te estreche<br />

tan sólo un segundo.<br />

Palmas, risa y leche<br />

resumen tu mundo.<br />

Mujercita mía,<br />

flor inesperada<br />

que perfumas día,<br />

tar<strong>de</strong> y madrugada.<br />

Mi casa se pinta<br />

con algo <strong>de</strong> rosa.<br />

¡Eres tan distinta<br />

mi pequeña diosa!<br />

¡No te metas eso<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la boca!<br />

¡Golosa <strong>de</strong>l queso!<br />

¡El pan no se toca!<br />

¡Basta! Yo no quiero.<br />

Tú sí quieres: llanto.<br />

Respira, que espero…<br />

¡me muero <strong>de</strong> espanto!<br />

Después, otra risa.<br />

Ya me has perdonado.<br />

Siempre llego aprisa<br />

por jugar contigo<br />

y cuando me acuesto<br />

sueño que he llegado.<br />

199


Chris<br />

A mi hijo.<br />

Tres años.<br />

Dos pistolas.<br />

De pronto<br />

ríe a solas.<br />

¡Pum!, ¡pum!<br />

Suena un disparo.<br />

Da muerte<br />

a un monstruo raro.<br />

Sirenas, policía,<br />

¡se armó la algarabía!<br />

Persigue a malhechores<br />

–me escondo–<br />

¡y a escritores!<br />

Después<br />

sube al diván<br />

<strong>de</strong> un salto y…<br />

¡Supermán!<br />

Ya el mundo tiene dueño.<br />

La tar<strong>de</strong> invita al sueño.<br />

Mirada sospechosa:<br />

la sala está borrosa.<br />

Las tres. Mamá te acuesta.<br />

¡Bandidos, al ataque<br />

que al fin llegó la siesta!<br />

200


Teatro<br />

Noche.<br />

Crujir <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ras viejas<br />

<strong>de</strong>l escenario apagado:<br />

artritis <strong>de</strong> bastidores.<br />

Decorado<br />

De parís ochocentista.<br />

Un café con cuatro mesas<br />

y diez sillas.<br />

Cansado <strong>de</strong> vacío en sus butacas<br />

el teatro se muere.<br />

Candilejas aburridas<br />

<strong>de</strong> iluminar farsas, duermen.<br />

En rincones<br />

programas <strong>de</strong> viejas glorias<br />

que han pasado a mejor vida<br />

para cumplir con la historia.<br />

Lengua pesada <strong>de</strong> mugre,<br />

remendado,<br />

el telón cuelga<br />

lamiendo el ancho escenario.<br />

Luz encendida a lo lejos<br />

casi al final <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino.<br />

En un sucio camerino<br />

solloza un cómico viejo.<br />

201


Con mi dolor a cuestas<br />

Con mi dolor a cuestas bebo y pago.<br />

Tengo <strong>de</strong>recho al vaso y a la mesa.<br />

Quiero vencer mi sangre trago a trago<br />

sin pensar en el tiempo que me queda.<br />

Con mi dolor a cuestas. En silencio<br />

prendo mi corazón <strong>de</strong> soleda<strong>de</strong>s<br />

y en él quemo recuerdo tras recuerdo<br />

sin molestar a nadie.<br />

Estoy acompañado a mi manera<br />

porque sé conversar conmigo mismo.<br />

Calladamente voy cerrando puertas.<br />

Nadie sabe quién soy. Ni lo que olvido.<br />

202


Fecundidad<br />

Para ti mi cosecha está madura.<br />

Ven a mi mundo pródigo <strong>de</strong> espigas<br />

y siega <strong>de</strong> mis campos cuanto quieras<br />

hasta que hayas llenado tu medida.<br />

Ven llena <strong>de</strong> frescura <strong>de</strong> mañana<br />

pues quiero, en el refugio <strong>de</strong> la umbría,<br />

saciarme <strong>de</strong>l perfume <strong>de</strong> tu tierra<br />

y beber <strong>de</strong>l rocío <strong>de</strong> tu vida.<br />

Hurga pozos. Desnuda, entre las viñas,<br />

sumérgete en racimos y sarmientos<br />

que yo iré a vendimiarte al otro día;<br />

y en el lagar <strong>de</strong> nuestro lecho blanco<br />

–pero rojos los dos por la vendimia–<br />

al estrechar mi cuerpo contra el tuyo<br />

lograremos tal mosto <strong>de</strong> caricias<br />

que haremos fermentar jugosos besos<br />

y estallarán racimos <strong>de</strong> alegría.<br />

No habrá vino más dulce que el buen vino<br />

que tú y yo beberemos en vigilia.<br />

Para ti mi cosecha está madura.<br />

Campesina, no faltes a mi cita.<br />

Pongo mi corazón sobre la mesa<br />

y quiero que lo aceptes <strong>de</strong> vasija.<br />

que en él, tras <strong>de</strong> brindar, pienso beberme<br />

hasta el último sorbo <strong>de</strong> tu vida.<br />

203


La leyenda <strong>de</strong>l niño<br />

–Mamá, yo quiero alcanzar<br />

con mis manos las estrellas.<br />

–Eso es imposible, hijo,<br />

estamos muy lejos <strong>de</strong> ellas.<br />

–¿Me <strong>de</strong>jarías entonces<br />

volar, allá entre las nubes?<br />

–Para hacerlo hay que subir<br />

mucho, y dime, ¿cómo subes…?<br />

–¿Y si entonces voy al sol<br />

y regreso hecho <strong>de</strong> fuego?<br />

–¡Pero te quemas, mi niño!<br />

¡No! Déjalo para luego.<br />

–Entonces, ¿puedo trepar<br />

a la montaña más alta?<br />

–Cuando acabes <strong>de</strong> crecer<br />

que todavía te falta.<br />

–Mamá, dime, ¿y es posible<br />

llegar hasta el mismo Dios?<br />

–Llegar no, mas sí acercarte;<br />

anda, reza por los dos.<br />

–El niño, perseveraba<br />

en su lucha por la altura<br />

mas su madre lo atajaba<br />

oponiéndole cordura.<br />

Y un día se puso enfermo<br />

y como a débil pabilo<br />

se le fue yendo la luz,<br />

poco a poco, hilo a hilo…<br />

204


Y en el pecho <strong>de</strong> la madre<br />

con un postrer <strong>de</strong>sconsuelo<br />

dijo –¿Mamita y tampoco<br />

me <strong>de</strong>jas subir al cielo?<br />

–¡Vete, hijo, vete y vuela,<br />

toca la estrella y la nube<br />

vuélvete sol, trepa al monte<br />

pero sube, sube, sube…!<br />

Y en ese sublime instante<br />

tras una postrer mirada<br />

pali<strong>de</strong>ció <strong>de</strong> repente<br />

el niño y sobre su frente<br />

cayó una pluma dorada.<br />

205


A Nuestra Señora <strong>de</strong> Guadalupe<br />

Eres la más hermosa <strong>de</strong> todas las mujeres;<br />

pura, santa, divina, toda llena <strong>de</strong> rosas.<br />

Perfumas días, tar<strong>de</strong>s, noches y amaneceres<br />

y en paz guardas mi vida sobre todas las cosas.<br />

Madre que en los eriales haces brotar las flores<br />

por tu querer sublime y el po<strong>de</strong>r celestial,<br />

¡no <strong>de</strong>jes que Dios vea los pálidos colores<br />

que <strong>de</strong>latan mi alma cuando me roza el mal!<br />

Te venero. Dichosas las fúlgidas estrellas<br />

que iluminan el cielo <strong>de</strong> tu sencillo manto.<br />

¡Si yo pudiera un día brillar como una <strong>de</strong> ellas<br />

para alumbrar tu imagen con celo sacrosanto!<br />

Bendito sea el ángel que sostiene la luna<br />

sobre la que reposan tus <strong>de</strong>licados pies.<br />

Un rayo <strong>de</strong> tu cuerpo <strong>de</strong>bió alumbrar mi cuna<br />

porque te siento madre don<strong>de</strong>quiera que estés.<br />

Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, a tus plantas me postro<br />

humil<strong>de</strong>, suplicando tu santa intercesión.<br />

¡Cuánto me gustaría ver grabado mi rostro<br />

sobre la blanca tilma <strong>de</strong> tu gran corazón!<br />

206


Niños en sombras<br />

El niño duerme en la cuna<br />

porque el niño pudo ser,<br />

porque pudo ser su sangre,<br />

porque pudo ser su piel;<br />

porque la madre que un día<br />

pensó arrancarlo <strong>de</strong>l ser<br />

hoy se enamora <strong>de</strong> verlo<br />

y quiere volverlo a ver.<br />

El niño duerme y su madre<br />

le besa sus tiernos pies.<br />

¡Flor milagrosa <strong>de</strong> carne<br />

que pudo, al fin, florecer!<br />

Los niños juegan en sombras<br />

pero no saben con quién;<br />

porque antes <strong>de</strong> tener nombres<br />

los privaron <strong>de</strong> su ser.<br />

En ese mundo no hay cunas<br />

ni se acaricia la piel<br />

y no hay labios que consuelen<br />

con besos, los fríos pies.<br />

Los niños no duermen nunca<br />

y seguirán sin saber<br />

que sus madres impidieron<br />

que pudieran florecer.<br />

207


Evasiva<br />

Si el mundo no rodara, si no corriera el río<br />

y en la niebla <strong>de</strong> entonces se <strong>de</strong>tuviera el tren,<br />

si el adiós no encogiera <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> frío<br />

las manos temblorosas <strong>de</strong> un hombre en el andén…<br />

Si el tiempo cancelara su <strong>de</strong>spiadado instinto<br />

<strong>de</strong> imponernos, sin tregua, su con<strong>de</strong>na otoñal<br />

y tú fueras la <strong>de</strong> antes, cuando yo era distinto<br />

–aunque siempre los ríos se transforman en sal–.<br />

Si aún tuviera tu cuerpo suspendido en el acto<br />

que tan sólo el recuerdo me rescata <strong>de</strong> ti<br />

y en contra <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino se perpetuara intacto,<br />

este amor que, <strong>de</strong> pronto, se enfrió porque sí…<br />

Pero el tiempo consiente la evasiva <strong>de</strong>l río<br />

y hay vidas que se alejan cuando acelera el tren<br />

y hay hombres que agonizan <strong>de</strong> soledad y frío<br />

por un amor tardío<br />

y como yo, son tristes don<strong>de</strong>quiera que estén.<br />

208


Poema <strong>de</strong> las voces<br />

–¿Quién me habla?<br />

–La voz <strong>de</strong>l viento.<br />

–¿Qué quieres?<br />

–Verte volar.<br />

Te enseñaré en un momento:<br />

¡Ven, sube y haz un intento<br />

y <strong>de</strong>spués podrás soñar!<br />

–Mañana. No tengo tiempo<br />

y aún queda mucho que andar.<br />

–¿Quién me habla?<br />

–Soy tu pasado<br />

–¿Qué quieres?<br />

–Resucitar.<br />

Volverás a ser un niño<br />

y sentirás el cariño<br />

que perdiste al madurar.<br />

–Mañana. No tengo tiempo<br />

y aún queda mucho que andar.<br />

–¿Quién me habla?<br />

–Yo soy la vida.<br />

–¿Qué quieres?<br />

–Po<strong>de</strong>rte amar.<br />

Que te entregues sin medida<br />

a tu pasión preferida.<br />

Ven, déjate enamorar.<br />

209


–Mañana. No tengo tiempo<br />

y aún queda mucho que andar.<br />

–¿Quién me habla?<br />

–Yo soy la muerte.<br />

–¿Qué quieres?<br />

–Finalizar<br />

todo proyecto inconcluso<br />

y los sueños que pospuso<br />

el que no aprendió a volar.<br />

–¡Que me hablen, que me hablen!<br />

¡Dios mío… no hay nadie ya!<br />

210


Laberinto<br />

Dios cambia <strong>de</strong> color sin previo aviso.<br />

Se ha vuelto negro en medio <strong>de</strong> mi viaje<br />

tallando en laberinto mi paisaje<br />

y nunca enten<strong>de</strong>ré por qué lo hizo.<br />

Esta es la enreda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la vida<br />

que ascien<strong>de</strong>, dando paso a espina y nudo.<br />

En medio <strong>de</strong> la noche estoy <strong>de</strong>snudo<br />

golpeando contra puertas <strong>de</strong> salida.<br />

Dios cambia <strong>de</strong> color y nadie sabe<br />

cuánto perdurará su dios oscuro<br />

–el mío me ensombrece ya por años–.<br />

Quizás antes que el tiempo se me acabe<br />

regrese mi dios blanco y quiebre el muro<br />

don<strong>de</strong> he pintado tantos <strong>de</strong>sengaños.<br />

211


Si algún día te vas<br />

Si algún día te vas, no te <strong>de</strong>spidas.<br />

Vete como se va lo que se ha muerto;<br />

abre tu ventanal hacia el olvido<br />

y amárrate en tu adiós, cara al silencio.<br />

Si algún día te vas, mi amor, no llames<br />

con tus nudillos a mi humil<strong>de</strong> puerta<br />

para <strong>de</strong>cirme: “Todo esto ha sido un sueño…”.<br />

y encierra mi recuerdo en tus maletas.<br />

No llegues <strong>de</strong>l comienzo <strong>de</strong> tu muerte<br />

hasta mi habitación <strong>de</strong>sarreglada<br />

para explicarme que te alejas, sólo<br />

porque tu piel se enferma <strong>de</strong> distancia.<br />

No digas la palabra que lastima,<br />

no beses con el beso que separa,<br />

no busques con tus ojos en mis ojos<br />

esa luz que hoy <strong>de</strong>lata tu llegada.<br />

Cuando quieras marcharte, no me avises;<br />

<strong>de</strong>ja a la soledad <strong>de</strong> ayer que invada<br />

mi corazón incrédulo <strong>de</strong> vida<br />

como antes <strong>de</strong> que tú me <strong>de</strong>spertaras.<br />

Deja que la marea <strong>de</strong> tu ausencia<br />

crezca sobre mis manos, extenuadas<br />

por un afán inútil <strong>de</strong> caricias,<br />

<strong>de</strong> besos, <strong>de</strong> ternuras <strong>de</strong>soladas.<br />

Si algún día te vas, no me lo digas.<br />

Quiero que tu silencio me sorprenda<br />

cuando grite tu nombre y no respondas<br />

tu respuesta <strong>de</strong> piel tras <strong>de</strong> mi puerta.<br />

Después, déjame así. Déjame triste,<br />

como si no te hubieras dado cuenta<br />

<strong>de</strong> que en este lugar habita un alma<br />

con<strong>de</strong>nada al suplicio <strong>de</strong> tu espera.<br />

212


Deja<br />

Deja que te planten cara<br />

cuando les hables y <strong>de</strong>ja<br />

que entre insultos y amenazas<br />

cicatrice tu paciencia.<br />

Deja que te cuenten males<br />

y te recuenten problemas,<br />

que te midan con las varas<br />

<strong>de</strong> sus propias experiencias;<br />

que te presagien abismos<br />

y que te auguren ca<strong>de</strong>nas<br />

mientras proponen remedios<br />

para curar tus dolencias.<br />

Deja que palpen tu alma<br />

con los guantes <strong>de</strong> sus ciencias,<br />

que siembren raíles hondos<br />

para encarrilar tu i<strong>de</strong>a;<br />

<strong>de</strong>ja que te nombren ríos<br />

don<strong>de</strong> sus aguas no llegan<br />

y que soplen en tus llamas<br />

para aliviar sus conciencias.<br />

Y <strong>de</strong>spués, cabalga el potro<br />

<strong>de</strong> tu silencio y aleja<br />

tu vida hacia lo que buscas<br />

sin esperar que te entiendan.<br />

213


Mírame sonreir<br />

Mírame sonreír frente a la vida.<br />

Ven. No quiero estar solo en este instante<br />

<strong>de</strong> plenitud serena y cristalina<br />

don<strong>de</strong> he vuelto a encontrarme.<br />

Ven. No quiero estar solo en mi alegría<br />

<strong>de</strong> tener estos ojos y estas manos,<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>splazarme sin mentiras<br />

por sobre las cenizas <strong>de</strong>l pasado.<br />

Ha madurado, al fin, mi paz por <strong>de</strong>ntro<br />

como un campo <strong>de</strong> trigo milagroso.<br />

Ven a mirar por qué estoy tan contento<br />

si en este mismo cuerpo habitó el otro.<br />

Mírame sonreír frente a la vida<br />

limpio <strong>de</strong> corazón y <strong>de</strong> palabras.<br />

Si bien he sido triste, no lo digas.<br />

Hoy he vuelto a nacer. Te invito a casa.<br />

214


Pasos<br />

Oigo tus lentos pasos subiendo a mi distancia<br />

–aún los reconozco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto tiempo–<br />

y en el cuarto en que nunca liberé tu fantasma<br />

tu sombra se <strong>de</strong>sliza, <strong>de</strong> pronto, ante el espejo.<br />

Has vuelto. Lo sabía. Sentado ante tu cuadro<br />

te he visto muchas veces llegar en el recuerdo.<br />

Este es el gran instante, la hora <strong>de</strong>l milagro<br />

que activará <strong>de</strong> nuevo la cuerda <strong>de</strong> mis sueños.<br />

Tocas débil. Doy vueltas a la llave temblando.<br />

Entreabro. No pasas. Como un nudo <strong>de</strong> acero<br />

la vida se suspen<strong>de</strong> sin tiempo en nuestro espacio<br />

y a través <strong>de</strong>l resquicio puedo escuchar tu aliento.<br />

Quiero abrir y no <strong>de</strong>bo. De repente oigo pasos,<br />

esta vez <strong>de</strong> bajada. Abro y salgo corriendo<br />

como si me apostara la vida a una jugada…<br />

sólo para encontrarme la calle <strong>de</strong>solada.<br />

–Otra vez te he <strong>de</strong>bido confundir con el viento–.<br />

215


Con<strong>de</strong>na<br />

Heme aquí: presidiario.<br />

¿Mi <strong>de</strong>lito? Lo ignoro.<br />

Cumplo pena a diario<br />

sin haber dado muerte ni robado un tesoro.<br />

Por barrotes mis huesos,<br />

mis sentidos por grillo.<br />

Soy, sin duda, el más triste <strong>de</strong> entre todos los presos<br />

y por eso, amarillo.<br />

Me rebelo y pregunto:<br />

¿Hasta cuándo esta pena?<br />

¿Quién me aclara este asunto?<br />

Pero nadie respon<strong>de</strong>. El silencio es con<strong>de</strong>na<br />

y entre todos los presos, por rebel<strong>de</strong> <strong>de</strong>spunto.<br />

Heme aquí: presidiario<br />

hasta <strong>de</strong> una conciencia cuyo origen ignoro<br />

–que es tal vez un tesoro<br />

para el que no <strong>de</strong>cida vivir tan solitario–.<br />

¿Por qué me han encerrado?<br />

¿Con qué oculto motivo<br />

retuvieron mi alma <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> este animal?<br />

Nazco y crezco amarrado<br />

y a pesar <strong>de</strong> estar vivo<br />

y consciente, soy un frágil semidiós <strong>de</strong> cristal.<br />

Heme aquí. En cola espero<br />

para salir <strong>de</strong> todo. Después <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>mora<br />

¿qué solución tendré?<br />

¿Llegaré al punto cero<br />

o algún ser compasivo me dirá: “Ya es tu hora”,<br />

y al fin –¡por fin!– sabré?<br />

216


Viajero<br />

He recorrido tanto<br />

que confundo los nombres<br />

<strong>de</strong> países, <strong>de</strong> calles,<br />

<strong>de</strong> mujeres sin hombres.<br />

Tengo un brazo más largo<br />

<strong>de</strong> cargar las maletas<br />

–¿o será que me inclino?–<br />

y miles <strong>de</strong> etiquetas<br />

pegadas al recuerdo<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada aduana:<br />

Madrid, Hong Kong, Marsella,<br />

–¡qué rutina!– La Habana…<br />

Podría hacer un plano<br />

<strong>de</strong> cuantos urinarios<br />

hay en los aeropuertos<br />

<strong>de</strong>l mundo. Otros horarios,<br />

costumbres diferentes…<br />

pero las actuaciones<br />

<strong>de</strong>l hombre se repiten<br />

en todos los rincones:<br />

–Señora, usted primero.<br />

(la invito). –¿Ya me ama?<br />

Entonces, ¿qué esperamos?<br />

(nos vamos a la cama).<br />

–Señor, ¿no me soporta?<br />

(sonrisa). (¡Yo lo hundo!<br />

¿Quién le otorgo el <strong>de</strong>recho<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar mi mundo?).<br />

Siempre es igual el viaje:<br />

Monótono. –¡Qué frío!–.<br />

Propina. –Su equipaje.<br />

–¿Me muestra su pasaje?<br />

–Sí. Viajo hacia el hastío.<br />

217


España<br />

Fatal, contradictoria, alegre y triste,<br />

que me has hecho a la sombra <strong>de</strong> tu suerte,<br />

si averiguo, por fin, que Dios existe<br />

le pediré po<strong>de</strong>r volver a verte.<br />

No sé qué vegetal y extraño instinto<br />

provoca que me duelan tus raíces<br />

cada vez que el recuerdo en que te pinto<br />

me revela tus viejas cicatrices.<br />

España, intermitente en mi mirada,<br />

fiel a cada segundo <strong>de</strong> mi hora,<br />

que me robas y das la mejor parte,<br />

si pudiera vencer mi madrugada<br />

correría a tus brazos sin <strong>de</strong>mora<br />

como un hijo, cansado <strong>de</strong> soñarte.<br />

218


Yo soy tu rama ver<strong>de</strong><br />

Yo soy tu rama ver<strong>de</strong> porque tú eres mi surco.<br />

Soy tuyo porque nada fuera <strong>de</strong> ti me llena,<br />

porque todas las cosas tienen su propio mundo<br />

y mi huraña semilla se fecunda en tu tierra.<br />

Tú tienes la medida <strong>de</strong>l viento que me impulsa<br />

y siempre me diriges con rumbo a tu salida.<br />

Sediento peregrino <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> tantas dudas,<br />

eres el agua viva <strong>de</strong> mi sed infinita.<br />

Ya renuncié al camino por el que no he pasado<br />

yo, soñador <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> adioses y <strong>de</strong> sendas.<br />

No quiero más sen<strong>de</strong>ros que abrir en solitario;<br />

ven, <strong>de</strong>san<strong>de</strong>mos juntos la vida que nos queda.<br />

Mi libertad completa se escribe con tu nombre<br />

porque tu nombre encierra la paz que me libera.<br />

Mujer, sumisa diosa que siempre me respon<strong>de</strong>s,<br />

yo soy tu rama ver<strong>de</strong> porque tú eres mi tierra.<br />

219


Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />

Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />

como se viola un secreto<br />

que <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> mantenerse<br />

crucificado al silencio.<br />

Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />

como se aleja un recuerdo<br />

sin que nos tiemble la mano<br />

que nos rige el sentimiento.<br />

Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />

como se disipa un sueño<br />

<strong>de</strong>l que sólo conservamos<br />

un residuo turbulento;<br />

como se pier<strong>de</strong> el camino<br />

que nos lleva <strong>de</strong> regreso,<br />

como se pier<strong>de</strong> una apuesta<br />

cuando el <strong>de</strong>stino es adverso.<br />

Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />

con un solo pensamiento.<br />

Padre todopo<strong>de</strong>roso,<br />

perdóname cuanto pienso.<br />

220


I<strong>de</strong>ntidad<br />

Por una estrecha calle<br />

<strong>de</strong> balcones moteados con cientos <strong>de</strong> geranios<br />

se escuchan unos pasos cuando muere la tar<strong>de</strong><br />

que van hacia la orilla <strong>de</strong> un muelle solitario.<br />

Y allí, bajo la nube <strong>de</strong> gaviotas <strong>de</strong>l norte,<br />

junto al casco <strong>de</strong> un barco que arrinconó el olvido,<br />

una mujer recuerda, mirando al horizonte,<br />

a un amor que no ha vuelto. Y sé que siente frío.<br />

Es tibia la mañana. Aquí siempre es verano.<br />

Sentado en una playa –espuma, luz, silencio–<br />

un hombre muy lejano<br />

se angustia en su presidio <strong>de</strong> arenas y <strong>de</strong> vientos.<br />

Mira al mar como en busca <strong>de</strong> un secreto milagro<br />

que a través <strong>de</strong> las olas lo trasla<strong>de</strong> a otra parte<br />

y cada día acaba con los brazos cansados<br />

como si con sus brazos sostuviera la tar<strong>de</strong>.<br />

A diario suce<strong>de</strong>: en un muelle vacío<br />

y en una playa sola –mar, distancia y recuerdos–<br />

se encuentran dos dolores idénticos: el mío<br />

y el <strong>de</strong> la mujer triste que allá en un puerto frío<br />

me dijo: “Aquí te espero”.<br />

221


Al regreso<br />

A José Manuel Fuenmayor,<br />

por los caminos que hemos recorrido juntos.<br />

José Manuel, buen amigo<br />

<strong>de</strong> cumbres y <strong>de</strong> llanuras,<br />

mira cómo on<strong>de</strong>a el trigo<br />

sobre las tierras maduras.<br />

El viento embiste tu flanco<br />

con su puñal <strong>de</strong> caricias.<br />

Con paso ligero inicias<br />

la inmensidad <strong>de</strong>l barranco.<br />

Cardos, romero, tomillo…<br />

plenitud para tu agenda<br />

y un crepúsculo amarillo<br />

siempre al final <strong>de</strong> la senda.<br />

Tu tierra, ¿cuál es tu tierra?<br />

Pesadumbre <strong>de</strong>l regreso.<br />

Por entre el follaje espeso<br />

la silueta <strong>de</strong> la sierra.<br />

Oscuridad <strong>de</strong>l camino.<br />

La paz ha vuelto a su cauce<br />

y tú te quedas sin sauce,<br />

sin algarrobo y sin pino.<br />

“Un día tendré una casa”…<br />

El tren. Casi la ciudad.<br />

Cansancio. Gente que pasa.<br />

Ya <strong>de</strong> vuelta. Soledad.<br />

222


Para siempre<br />

Me voy con una amarga sensación <strong>de</strong> vacío<br />

aunque no tengo nada que me impida marcharme:<br />

ni una casa, ni un hijo, ni un trabajo al que atarme,<br />

nada que justifique mi almanaque baldío.<br />

No sé si el sentimiento pondrá vidrio en mis ojos<br />

cuando enfile la calle con mi escaso equipaje,<br />

repasando el motivo <strong>de</strong>l pesaroso viaje:<br />

buscar, entre otras llaves, la que abra mis cerrojos.<br />

Sin embargo a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l avión y <strong>de</strong>l tren<br />

trascendiendo las casas <strong>de</strong> esta antigua barriada,<br />

le suce<strong>de</strong> un efecto <strong>de</strong> fugaz puñalada<br />

porque si tú pudieras, te pediría: “¡Ven!”.<br />

223


Sabiduría<br />

A Armando Hidalgo, poeta <strong>de</strong> corazón y <strong>de</strong> palabra.<br />

Esta alegría llena las horas <strong>de</strong> mi vida,<br />

<strong>de</strong>seca mis antiguos resabios <strong>de</strong> tristeza<br />

y es una rama ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> esperanza florida<br />

que me cubre <strong>de</strong> rosas cuando el año bosteza.<br />

Y hace que yo no mire la marcha cotidiana<br />

como una incertidumbre, sino como un camino<br />

en el que a cada paso se me abre otra ventana<br />

que mira hacia el misterio perpetuo: lo divino.<br />

Y así, a nada le temo, ya que cualquier congoja<br />

que pasa por mi puerta, es sólo pasajera;<br />

si muere una esperanza me renace otra hoja<br />

porque en mi huerto toda la vida es primavera.<br />

Y es que nada me importa tanto como las cosas<br />

que sacu<strong>de</strong>n la tierra y hacen ganar altura,<br />

porque no me conformo con prácticas piadosas<br />

ni reniego <strong>de</strong>l surco cuando la tierra es dura.<br />

Porque, al revés <strong>de</strong>l árbol, yo me arraigo por <strong>de</strong>ntro<br />

pues lo que soy por fuera, mi cuerpo, mi equipaje,<br />

dura tan sólo el tiempo <strong>de</strong> realizar mi encuentro,<br />

el plazo concedido para cumplir mi viaje.<br />

Por eso llevo puesto mi traje <strong>de</strong> alegrías,<br />

porque sé que no acabo don<strong>de</strong> empieza mi muerte<br />

y que si hoy peregrino con las manos vacías<br />

como a quien no le importan sun horas ni sus días,<br />

es porque mi riqueza vendrá cuando <strong>de</strong>spierte.<br />

224


Magia cubana<br />

Cuba es una tierra misteriosa<br />

que embelesa las almas <strong>de</strong> sus hijos<br />

a quienes clava en dulces crucifijos<br />

hechos <strong>de</strong> palma, caña y blanca rosa.<br />

Los viste con tabaco, los perfuma<br />

con ron y los bautiza con café.<br />

Cuba es a un tiempo certidumbre y fe,<br />

amor y espina, océano y espuma.<br />

Isla que ascien<strong>de</strong> al corazón, trenzada<br />

como una lujuriosa enreda<strong>de</strong>ra<br />

que tras cada latido planta un beso.<br />

Inevitable y cálida palmada<br />

en el hombro <strong>de</strong> todo el que la espera<br />

como una luz, al fondo <strong>de</strong>l regreso.<br />

225


Sobreviviente<br />

Soy el sobreviviente <strong>de</strong> mi propio naufragio<br />

que en inhóspitos mares consumó su bautismo.<br />

He logrado encontrarme, salvándome a mí mismo,<br />

<strong>de</strong> un oráculo negro, <strong>de</strong> un siniestro presagio.<br />

Ya puedo transmutarme, cambiar mi plomo en oro.<br />

En <strong>de</strong>clarada guerra contra estériles fosas,<br />

soy el hombre que triunfa sobre todas las cosas<br />

con la fe <strong>de</strong> un gigante –mi secreto tesoro–.<br />

Como un sello <strong>de</strong> vida llevo a Dios en la frente<br />

estampado en los pliegues <strong>de</strong> mi humana conciencia<br />

en don<strong>de</strong> cada efecto <strong>de</strong>lata una evi<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> causas que proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Omnipotente.<br />

En mis hombros se fragua una promesa <strong>de</strong> alas,<br />

honda metamorfosis para un mañana claro<br />

don<strong>de</strong> a la luz perpetua se vivirá al amparo<br />

<strong>de</strong> la estéril i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong> las nefastas galas.<br />

Dios, Dios, Dios es la gota que mana <strong>de</strong> la fuente<br />

<strong>de</strong>l alma que no aguarda victorias terrenales.<br />

Por sobre mis baldías pasiones animales<br />

me intuyo en un espejo <strong>de</strong> luz resplan<strong>de</strong>ciente.<br />

Velando, hago pedazos esta inercia rotunda<br />

que, casi inexorable, me grava a lo finito.<br />

¡Dios!, ¡Dios!, ¡Dios!, es la clave <strong>de</strong>l indómito grito<br />

con que impido que, en vano, mi humanidad se hunda.<br />

Transfigurado vivo como Cristo en el monte,<br />

con una zarza ardiendo, sin fin, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l pecho<br />

y la vida al costado y la muerte al acecho<br />

pero con la mirada puesta en el horizonte.<br />

También guardo una estrella que marca el nacimiento<br />

glorioso en el establo <strong>de</strong> mi más pura i<strong>de</strong>a.<br />

El Dios que vivifica mi interna Galilea<br />

dispone <strong>de</strong> mi barca con agra<strong>de</strong>cimiento.<br />

226


Soy un sobreviviente <strong>de</strong> la sombra proscrita<br />

que aprendió <strong>de</strong>l mañana viendo el mundo a trasluz<br />

y hoy, silente y humil<strong>de</strong>, voy cargando mi cruz<br />

por los predios <strong>de</strong> mi alma convertida en ermita.<br />

227


Camino<br />

La al<strong>de</strong>a se ve a lo lejos<br />

por entre los matorrales<br />

como un reguero <strong>de</strong> espejos<br />

sobre el río hecho cristales.<br />

Voy cuesta abajo, camino<br />

<strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> tu casa.<br />

Seré más que tu vecino<br />

cuando al fin me digas: “Pasa”.<br />

Bor<strong>de</strong>ando el sen<strong>de</strong>ro, el pasto<br />

salpicado <strong>de</strong> rocío.<br />

–Con mi esperanza me basto<br />

para entibiar cualquier frío–.<br />

Mi alegría, hecha silbido,<br />

se espeja en un eco claro.<br />

–Me está llamando un olvido<br />

pero esta vez no me paro–.<br />

Piedras. El camino muere<br />

para dar paso a la al<strong>de</strong>a.<br />

–Contaré que alguien me quiere<br />

sin que nadie me lo crea–.<br />

La primera luz se encien<strong>de</strong><br />

bajo la primera estrella.<br />

–Tengo un fuego que me pren<strong>de</strong><br />

y una frase que me sella–.<br />

Detrás, el bosque y la cumbre.<br />

Delante <strong>de</strong> mí, tu hogar.<br />

–Y para que Dios me alumbre<br />

me persigno antes <strong>de</strong> entrar–.<br />

228


Ancestro<br />

Mi carne se rebela con ancestros remotos.<br />

–yo he vivido esto antes, yo he vivido esto antes–.<br />

No sé dón<strong>de</strong> he nacido ya otra vez, <strong>de</strong> otro modo,<br />

ni con qué gente extraña sobre qué inmensida<strong>de</strong>s.<br />

De repente me siento casi ajeno a mi cuerpo,<br />

como si mis recuerdos se hubieran duplicado<br />

y volvieran en otra persona <strong>de</strong> lo lejos<br />

quebrando las barreras impuestas por lo humano.<br />

Intuyo cumbres altas y noches consteladas<br />

con zodíacos lentos <strong>de</strong> signos diferentes,<br />

monolíticos bloques inscriptos y murallas<br />

erguidos bajo el cielo <strong>de</strong> un páramo can<strong>de</strong>nte.<br />

Como un garfio en la sangre me reclama el pasado<br />

cuando los dioses fieros, rechinando sus muelas,<br />

sembraban terremotos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los mundos altos,<br />

dictaban sacrificios, requerían cosechas.<br />

No sé en qué antiguo libro se ha dormido en secreto<br />

la historia <strong>de</strong> mis cumbres, quizás, o <strong>de</strong> mis llanos.<br />

Yo he vivido esto antes en la piel <strong>de</strong> otro cuerpo.<br />

¿En qué piedra ciclópea perpetué mi trabajo?<br />

229


Nuestra empresa<br />

En cierto lugar –por fortuna ya inexistente–<br />

y <strong>de</strong> cuyo nombre no quiero acordarme…<br />

Sí señor, es pecado, ¡un gran pecado<br />

tener cierto talento en esta empresa!<br />

¿Sin carné <strong>de</strong> mediocre? ¡Fastidiado!<br />

Primero he <strong>de</strong> vaciarle la cabeza.<br />

Verá, el sistema es simple: si obe<strong>de</strong>ce<br />

y se abstiene <strong>de</strong> dar sus opiniones<br />

por ejemplo, no diga: “Me parece…”<br />

ni: “Yo creo…”, en las pocas revisiones<br />

<strong>de</strong> sueldo, lo tendremos muy en cuenta.<br />

No <strong>de</strong>be <strong>de</strong>mostrar lo que usted sabe<br />

para que nuestra empresa esté contenta.<br />

Si es más que los <strong>de</strong>más, aquí no cabe.<br />

Actúe como sombra. La luz propia<br />

sólo es digna <strong>de</strong> los ejecutivos.<br />

Nunca origine nada. Sea una copia<br />

<strong>de</strong> su jefe –mas claro– con estribos.<br />

En cada interminable conferencia<br />

–seis o siete que al día se dispongan<br />

para adular el “YO” <strong>de</strong> la gerencia–<br />

acate cualquier pauta que propongan.<br />

Y elogie en voz bien alta. En resumen,<br />

si piensa llegar lejos, siempre asienta<br />

a cualquier cretinez que el buen cacumen<br />

<strong>de</strong> su jefe <strong>de</strong>cida. ¿Se da cuenta?<br />

Así vamos creciendo. Este edificio<br />

lo hicimos <strong>de</strong> esa forma. El talento<br />

es más que peligroso, ¡es casi un vicio<br />

que <strong>de</strong>berá aplastar sin sentimiento!<br />

230


¿Acepta? ¡Bien! Aquí tiene su yugo.<br />

De ahora en a<strong>de</strong>lante esté dispuesto<br />

a traerme el café, la leche, el jugo…<br />

¡y verá que jamás pier<strong>de</strong> su puesto!<br />

231


Marea<br />

Siempre regreso a Dios con la marea.<br />

Cansado <strong>de</strong> este incierto cabotaje,<br />

<strong>de</strong> pronto se me vuelve absurdo el viaje<br />

y <strong>de</strong>cido pedirle que me vea.<br />

Y recalo en un puerto <strong>de</strong> agua viva<br />

cuya ruta conozco <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño<br />

para ten<strong>de</strong>r mi red, y con cariño,<br />

alguien me la remienda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba.<br />

Allí, en la pleamar <strong>de</strong> mi conciencia,<br />

<strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> mi ancla y <strong>de</strong> mis velas<br />

pues <strong>de</strong>jo en buenas manos mi timón.<br />

Y al fin, calafateada mi inocencia,<br />

me vuelvo a complicar con mis estelas<br />

porque no aprendo a izar mi corazón.<br />

232


Quiero<br />

Quiero vivir contigo cuanto tengo <strong>de</strong> vida,<br />

todo el tiempo que duren mis pasos en la tierra,<br />

amarte hasta el instante <strong>de</strong> mi última partida<br />

con la misma esperanza con que hoy te abro mi puerta.<br />

Quiero que an<strong>de</strong>mos siempre por los mismos caminos,<br />

que acompañes mi cuerpo, que compartas mi casa<br />

y llenes la medida <strong>de</strong> este antiguo vacío<br />

que amenaza mis manos con su inmensa distancia.<br />

Quiero quererte tanto como yo mismo ignoro,<br />

como yo no sospecho todavía siquiera,<br />

refugiarme en tu carne como un náufrago loco<br />

que <strong>de</strong>spierta en la playa <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la tormenta.<br />

Ven a or<strong>de</strong>nar mi casa, ven a regar el huerto<br />

don<strong>de</strong> nunca he logrado que mis sueños florezcan.<br />

Pasa. Ocupa mi cuarto. La mitad <strong>de</strong> mi lecho.<br />

Quiero que seas mi amante. Que seas mi compañera.<br />

233


Encuentro<br />

Refugio <strong>de</strong>l Sáltor.<br />

19 <strong>de</strong> abriI <strong>de</strong> 1973, Gerona, España.<br />

Muere la tar<strong>de</strong>, silenciosa,<br />

como un bostezo gigantesco<br />

<strong>de</strong> estrellas altas y amapolas<br />

sobre los campos verdinegros.<br />

Corre un rumor <strong>de</strong> arroyo oscuro,<br />

<strong>de</strong> agua teñida por la noche<br />

que va filtrándose en los surcos<br />

y <strong>de</strong>shaciendo los terrones.<br />

El viento silba su caricia<br />

contra las piedras y las ramas<br />

y va aquietándose la vida<br />

como dormida, abandonada…<br />

Se hace el olvido y nadie añora,<br />

nadie precisa la palabra.<br />

La paz reclama y es la hora<br />

<strong>de</strong> abrir las puertas <strong>de</strong> las almas.<br />

Luego, el paisaje nos absorbe,<br />

traspasa nuestra piel cansada<br />

y somos monte con los montes<br />

y tierra y agua con las aguas.<br />

El cuerpo ya no vale tanto<br />

como para imponer distancias.<br />

¿Quién no <strong>de</strong>secha su pasado<br />

para encontrarse en la llamada?<br />

Es El quien llama. Es El. Silencio.<br />

La madrugada llega fría.<br />

Vamos camino <strong>de</strong> regreso<br />

pero en silencio, altos por <strong>de</strong>ntro.<br />

Contando estrellas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba.<br />

234


Momento<br />

Tengo la luna llena prendida en mi ventana,<br />

en mi ventana abierta hacia la noche<br />

don<strong>de</strong> mis ojos buscan <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las galaxias<br />

misterios más profundos que las constelaciones.<br />

Mi cama está tendida con una sobrecama<br />

<strong>de</strong> colores alegres. El cuarto recogido.<br />

La humil<strong>de</strong> biblioteca va añejando palabras<br />

en su mosto <strong>de</strong> ciencias y novelas: mis libros.<br />

Un cenicero tosco para el nocturno amigo<br />

que alguna madrugada se acerca a visitarme<br />

y un reloj con el tiempo <strong>de</strong>tenido<br />

a causa <strong>de</strong> la artritis que afecta su engranaje.<br />

Mis zapatos <strong>de</strong> fiesta.<br />

Después las zapatillas, que son los que más quiero.<br />

Mis botas <strong>de</strong> montaña remendadas y viejas<br />

pero sabias <strong>de</strong> cumbres, <strong>de</strong> valles y sen<strong>de</strong>ros.<br />

Mi armario, el buen armario <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra amarilla<br />

don<strong>de</strong> guardo los trajes que <strong>de</strong>secho y los otros.<br />

La chaqueta azul claro con que nadie me mira<br />

y luego la cruzada que no miran tampoco.<br />

La puerta y nuevamente la cama y la ventana.<br />

La luna se refugia <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un edificio.<br />

Y sin pedir permiso, la soledad me abraza<br />

sentado ante mis cosas con disfraz <strong>de</strong> domingo.<br />

235


Conspiración<br />

Un caos premeditado mantiene al mundo en vilo.<br />

Entre ascuas y vidrios danzamos sin cesar<br />

para titiriteros que racionan el hilo:<br />

los amos <strong>de</strong> la tierra, los señores <strong>de</strong>l mar.<br />

Para ellos todo el oro resulta insuficiente.<br />

Quieren más: riendas, yugos y absoluto po<strong>de</strong>r.<br />

Son dueños <strong>de</strong>l tablero. Cuando creen pertinente<br />

nos franquean el paso o nos hacen caer.<br />

Estas almas perdidas –enemigas <strong>de</strong> Cristo<br />

y su Iglesia– arquitectos <strong>de</strong>l gobierno mundial,<br />

son fieles mercenarios <strong>de</strong>l próximo Anticristo<br />

y patrocinadores <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong>l mal.<br />

Debaten en tinieblas, or<strong>de</strong>nan en secreto,<br />

<strong>de</strong>smoralizan, mienten, propagan corrupción,<br />

<strong>de</strong>testan las virtu<strong>de</strong>s, el pudor y el respeto,<br />

buscan el <strong>de</strong>sarraigo <strong>de</strong> la fe y la razón.<br />

Son quienes promocionan la adulterada historia<br />

<strong>de</strong>l medio ambiente, el ver<strong>de</strong> y el concepto global.<br />

Mientras nos entretienen dando vuelta a la noria<br />

nos impelen hacia una tiranía brutal.<br />

Tratan <strong>de</strong> avasallarnos para que, fatigados,<br />

le <strong>de</strong>mos nuestra venia a un falso salvador:<br />

el hijo <strong>de</strong> las sombras que traerá a sus aliados,<br />

los ángeles caídos, el día <strong>de</strong>l horror.<br />

236


Necesidad<br />

Este absurdo poema –lo presiento–<br />

va a terminar en nada. Es un vacío<br />

crepuscular que surge <strong>de</strong> mi hastío,<br />

la reverberación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scontento.<br />

Este poema es todo un <strong>de</strong>sconsuelo<br />

o un coágulo –no sé– <strong>de</strong> sangre o tinta<br />

cuajado en el papel don<strong>de</strong> hoy se pinta<br />

mi fe, quebrada en láminas <strong>de</strong> hielo.<br />

Este poema necesita un Cristo<br />

que me empuje a la cumbre <strong>de</strong> un calvario<br />

don<strong>de</strong> sea preciso un buen ladrón<br />

y que luego me explique por qué insisto<br />

en volverle la espalda al que a diario<br />

resucita mi terco corazón.<br />

237


Sólo a tus pies<br />

Sólo a tus Tus pies, Señor, hallo la paz<br />

y sólo cuando Tú eres timonel<br />

puedo yo reposar en mi bajel<br />

pues la tormenta ce<strong>de</strong> ante tu faz.<br />

Sólo cuando me encuentras <strong>de</strong> rodillas<br />

y me baña Tu Gracia inmerecida<br />

se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> la lepra <strong>de</strong> mi vida<br />

y <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> ser sombras, cal y astillas.<br />

Sólo a Tu izquierda y sólo a Tu <strong>de</strong>recha,<br />

sólo a Tu arriba y sólo a Tu <strong>de</strong>bajo<br />

vuelvo a bruñirme y vuelvo a ser badajo,<br />

vuelvo a ser rueda y vuelvo a ser cosecha.<br />

Sólo a tus pies, Señor. Y vivo así,<br />

aguardando Tu sacro advenimiento:<br />

pentecostés <strong>de</strong>l alma. ¡Sople el viento,<br />

para también po<strong>de</strong>r morir por ti!<br />

238


Rumbo<br />

Por la izquierda entré a la vida<br />

y ella entró por la <strong>de</strong>recha.<br />

Al medio nos encontramos<br />

y <strong>de</strong>cidimos la senda<br />

por la que fuimos en busca<br />

<strong>de</strong> un paraíso en la <strong>Tierra</strong>.<br />

–Por la izquierda entré a la vida<br />

y ella entró por la <strong>de</strong>recha–.<br />

Yo, una columna <strong>de</strong>l templo<br />

y ella la otra: pareja.<br />

Medias lunas a lo lejos<br />

y <strong>de</strong> cerca, luna llena.<br />

Flujo y reflujo <strong>de</strong>l agua,<br />

dos luceros en la alberca,<br />

norte y sur, sequía y lluvia,<br />

unión <strong>de</strong> raíz y tierra.<br />

–Por la izquierda entré a la vida<br />

y ella entró por la <strong>de</strong>recha–.<br />

Pero un día vi un espacio;<br />

se abrió una maligna brecha<br />

que dio cabida a una sombra<br />

que luego se hizo materia.<br />

–Por el medio entró la sombra<br />

y dividió en dos mi fuerza–.<br />

Su columna cayó al suelo.<br />

La luna se ensució a medias.<br />

El agua olvidó el reflujo.<br />

Se ahogó un lucero en la alberca.<br />

El norte apuntó al oeste<br />

y se agotó su agua fresca<br />

porque la sombra infinita<br />

se la bebió ante mi puerta.<br />

Su raíz envenenada<br />

rechazó mi amante tierra<br />

y se me fue <strong>de</strong> las manos<br />

<strong>de</strong>jando mi vida a medias.<br />

Cuando al fin nos separamos<br />

yo cargué la herida entera.<br />

Hoy es una cicatriz<br />

que tiene la forma <strong>de</strong> ella.<br />

239


Por eso he vuelto costumbre<br />

andar siempre por afuera.<br />

–Si puedo servirle en algo,<br />

yo soy aquel <strong>de</strong> la izquierda.<br />

240


Alquimistas<br />

Los nuevos alquimistas<br />

convierten vino en agua,<br />

transforman pan en trigo<br />

y a Dios, en simple hombre.<br />

Su con<strong>de</strong>na es vivir sin poesía.<br />

241


Barrio Gótico<br />

Barcelona.<br />

Toda la noche es piedra en este barrio<br />

<strong>de</strong> alma profunda,<br />

pleno <strong>de</strong> secretos y <strong>de</strong> mágicos<br />

espacios bajo el brillo <strong>de</strong> la luna.<br />

Conozco su latido. He <strong>de</strong>scifrado<br />

sus viejos callejones<br />

y sus plazas.<br />

En él soy habitante <strong>de</strong>l pasado.<br />

Hay gárgolas que aún saben <strong>de</strong> mi nombre<br />

y que, celosamente, me reclaman.<br />

Los ojos distraídos no penetran<br />

más allá <strong>de</strong> estas piedras consagradas<br />

que reciben, envuelven<br />

en discretas metáforas. Y raptan.<br />

Vosotros, los profanos,<br />

respetad el momento en estas calles.<br />

Apren<strong>de</strong>réis misterios<br />

y nostalgias<br />

y habrá una coinci<strong>de</strong>ncia – nunca en bal<strong>de</strong> –<br />

que abrirá vuestro pecho<br />

y os rebautizará con pétreas aguas.<br />

Jamás me fui <strong>de</strong> aquí. Aunque no haya vuelto,<br />

guardo una antigua llave y una aldaba.<br />

Si avanzáis en silencio<br />

os podréis tropezar con mi recuerdo.<br />

Hasta entonces.<br />

(Pero tiene que ser <strong>de</strong> madrugada).<br />

242


Dame Tu paz<br />

Señor, dame Tu paz. Haz que el torrente<br />

que fluye por mis venas sin consuelo<br />

se aplaque con Tu gracia penitente.<br />

Pido la sencillez <strong>de</strong>l arroyuelo.<br />

Dame la paz que tanto necesito<br />

y a pesar <strong>de</strong>l tropiezo y la inconstancia<br />

transfigura la espina <strong>de</strong> mi grito<br />

en una flor henchida <strong>de</strong> fragancia.<br />

Dame la paz. Ansío que mis manos<br />

laboren a Tu sombra en el presente,<br />

que irradien Tu invisible claridad.<br />

Mira que por amor a mis hermanos<br />

clamo a ti, <strong>de</strong> mi barca, persistente.<br />

¡Ponle fin a mi larga tempestad!<br />

243


Todo me queda lejos<br />

Todo me queda lejos, menos tu amor. Muy lejos<br />

reposa el calendario <strong>de</strong> soledad hiriente<br />

y agonizan en sombras los vacíos espejos<br />

que ansiaban reflejarte cuando aún eras la ausente.<br />

Rodaron madrugadas <strong>de</strong> sábanas inquietas,<br />

y sueños que intuían tu espacio <strong>de</strong> mujer<br />

y latía en mis manos tímidas y discretas,<br />

cierta premonitoria señal <strong>de</strong> tu querer.<br />

Me quedan lejos, lejos, muchas más cosas: días<br />

<strong>de</strong> pasos errabundos, letargos en el alma,<br />

punzantes minuteros, frugales alegrías,<br />

veladas pesadumbres y <strong>de</strong>sabrida calma.<br />

Mas hoy es otro tiempo. Tú ocupas mi presente<br />

y el ayer son cenizas <strong>de</strong> una marchita flor.<br />

Tan sólo una alegría plena e incan<strong>de</strong>scente<br />

llena, mujer, mi alma e ilumina mi frente<br />

transfigurada don<strong>de</strong> tu beso se hace amor.<br />

244


Gárgolas<br />

A Louie, mi gárgola predilecta.<br />

Pezuñas, dientes, cuernos, alas rotas,<br />

picos, lenguas y vómitos <strong>de</strong> fuego,<br />

fieros talantes, colas retorcidas<br />

bocas feroces, garras... hoy grotescos<br />

<strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> un pasado mal<strong>de</strong>cido.<br />

Bien sé que un día fuisteis carne y hueso<br />

–glorias <strong>de</strong> un tiempo ido– y vuestras alas<br />

surcaron prodigiosamente el cielo.<br />

Comísteis <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> los niños<br />

en cierto legendario y noble pueblo<br />

lleno <strong>de</strong> luz. Hasta que, astutamente,<br />

la sombra os conquistó. Y quedásteis ciegos,<br />

siendo entonces objeto <strong>de</strong> la ira<br />

<strong>de</strong> los dioses, que en cónclave secreto<br />

dictaron vuestra mítica sentencia:<br />

ser piedra eternamente en los aleros.<br />

Así los hombres ven vuestro castigo<br />

que es vivir en el tiempo sin el tiempo.<br />

Llama la sombra, pero yo no le abro.<br />

Ruego a los dioses preservar mi fuego.<br />

245


El gran daño <strong>de</strong> Cuba<br />

El gran daño <strong>de</strong> Cuba es moral. E inhumano.<br />

No es la ban<strong>de</strong>ra rota ni la palma caída,<br />

no es la miseria ingente ni el <strong>de</strong>nigrante atraso,<br />

sino el atroz estigma<br />

<strong>de</strong> un pueblo <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> esenciales valores,<br />

forzado al ejercicio <strong>de</strong> posturas indignas<br />

que atrofian el espíritu <strong>de</strong>l hombre<br />

y alientan la <strong>de</strong>sidia y la apatía.<br />

El trueque, el cambio, el robo, la invención necesaria,<br />

el alquiler <strong>de</strong>l cuerpo, la mentira,<br />

han <strong>de</strong>vorado millas <strong>de</strong> dignidad humana<br />

y ésta clama por una re<strong>de</strong>ntora justicia.<br />

El gran daño <strong>de</strong> Cuba son los falsos valores<br />

en infames copones llenos <strong>de</strong> hostias malignas<br />

consagradas en sombras –y adornadas <strong>de</strong> soles –<br />

que violentan millones <strong>de</strong> gargantas ceñidas.<br />

El gran daño <strong>de</strong> Cuba, tiene el nombre <strong>de</strong> muchos<br />

que hoy presumen <strong>de</strong> una cadavérica isla.<br />

Pero un mañana viene <strong>de</strong>senredando mundos<br />

y al final <strong>de</strong>l cobar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>l falso y <strong>de</strong>l impuro,<br />

¡inevitablemente!,<br />

la virtud, rescatada, se alzará en paradigma.<br />

246


Refugio<br />

Una tosca mesa, un vaso <strong>de</strong> vino<br />

y el simple refugio <strong>de</strong> un ángulo oscuro<br />

don<strong>de</strong> aldabonazos <strong>de</strong> profundo hastío<br />

sacu<strong>de</strong>n las puertas <strong>de</strong> mi huraño mundo.<br />

Las cuarenta en bastos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguna mesa.<br />

Un perro dormita. La taberna en sombras<br />

remeda una lámina antigua que, en sepia,<br />

evi<strong>de</strong>ncia un aura <strong>de</strong> caduca gloria.<br />

La gramóla afónica quiebra el silencio<br />

con la melodía <strong>de</strong> un manido tango<br />

y una caravana llena <strong>de</strong> recuerdos<br />

danza en el oscuro fondo <strong>de</strong> mi vaso.<br />

Entra un forastero. Al pie <strong>de</strong> la barra,<br />

una prostituta perfuma su cuello<br />

y clava en el hombre su fría mirada<br />

<strong>de</strong> águila maltrecha. Reliquia <strong>de</strong>l tiempo,<br />

parece un fragmento <strong>de</strong> luna menguante:<br />

pálida y ajada. Sus ojos reflejan<br />

<strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> soles agónicos, que ar<strong>de</strong>n<br />

las últimas ascuas <strong>de</strong> una extinta hoguera.<br />

La tar<strong>de</strong> se apaga. Un súbito rapto<br />

<strong>de</strong> melancolía, honda como abismo ,<br />

<strong>de</strong>scarga en mis hombros un pesado fardo<br />

que al punto me <strong>de</strong>ja solo y mal herido.<br />

Apuro mi vaso. Me encajo el sombrero<br />

y <strong>de</strong>jo en la mesa la habitual propina.<br />

Salgo cabizbajo. Se me ocurre un verso<br />

y lo escribo en mi alma, mientras lloro tinta.<br />

247


Responsables<br />

He querido sacar la cara y grito<br />

por la patria que aún llevo en las entrañas,<br />

la que hoy pone el achaque y el escombro,<br />

esa que tiene prisionera el ala.<br />

He querido <strong>de</strong>jar claro que opongo<br />

mi cruz al rojo estigma que es la infamia<br />

marxista, patológica doctrina<br />

que profana los cuerpos y las almas.<br />

He querido <strong>de</strong>jar claro el rechazo<br />

a tanta hipocresía y aberrada<br />

coquetería intelectual que encomia<br />

una filosofia carcelaria,<br />

a indignos que suscriben con su pluma<br />

o su voz la injusticia sancionada<br />

sin que tiemblen al punto sus conciencias<br />

comatosas –o bien, aletargadas–.<br />

Concluirá el submundo <strong>de</strong> infrahombres<br />

que ensucian, <strong>de</strong>sgobiernan y maltratan<br />

la dignidad <strong>de</strong> un pueblo reducido<br />

a oxígeno y dolor, a golpe y bala.<br />

Pero habrá responsables y sufridos,<br />

victimarios y víctimas alzadas<br />

y cuentas que sacar y largas restas,<br />

y un saldo que cobrar entre las llamas.<br />

Pues lo acepten o no nuestros verdugos,<br />

¡seremos responsables <strong>de</strong> los actos<br />

cantados por la voz <strong>de</strong> la guadaña<br />

cuando obliguen a todas las cenizas<br />

a pararse ante Dios y a dar la cara!<br />

248


El vino<br />

Noble y pródiga sangre <strong>de</strong> la tierra,<br />

alzo mi humil<strong>de</strong> copa agra<strong>de</strong>cido.<br />

Bebida <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la guerra.<br />

Bebida <strong>de</strong>l recuerdo y <strong>de</strong>l olvido.<br />

Mensajero <strong>de</strong>l sol, que en libaciones<br />

provocas la alegría o la tristeza<br />

<strong>de</strong> nuestros laboriosos corazones<br />

cuando ascien<strong>de</strong>s triunfal a la cabeza.<br />

Bebida <strong>de</strong> los dioses, cuya gracia<br />

reveló a los mortales el misterio<br />

<strong>de</strong> una alquimia que ensancha nuestras venas.<br />

Amigo que consuela en la <strong>de</strong>sgracia,<br />

y nos vuelve feliz el cautiverio<br />

cuando brindamos con las copas llenas.<br />

249


2- Antes <strong>de</strong>l alba<br />

3- Tú eres<br />

4- Invierno<br />

5- Canto a los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />

6- Los an<strong>de</strong>nes<br />

7- Los borrachos<br />

8- Tu fe<br />

9- Salmo cubano<br />

10- Acto <strong>de</strong> fe<br />

11- Pue<strong>de</strong> ser<br />

12- Travesía<br />

13- Tengo los ojos tristes<br />

14- Bocaj<br />

15- Puente y río<br />

16- Los días se acortan<br />

17- Más<br />

18- Niños pobres<br />

19- Estampa galilea<br />

20- Otoñal<br />

21- Altares <strong>de</strong>l ayer<br />

22- Sentado<br />

23- Abandono<br />

24- Desprecio<br />

25- Hoy la muerte me ronda<br />

26- Yo quiero ser<br />

27- No cumplió<br />

29- Impotencia<br />

30- Dos curas <strong>de</strong> oro<br />

31- Acusado<br />

32- Cuando te vuelva va ver<br />

33- Mujer, te quiero tanto...<br />

34- Ya no recuerdo cuándo<br />

35- Después<br />

37- Yo perdono<br />

38- De profundis<br />

39- Para mi cumpleaños<br />

40- Mira la cruz<br />

41- Me llamas en el viento<br />

42- Siembra y siega<br />

43- Consuelo<br />

44- Cuba es<br />

46- Demasiado<br />

Indice <strong>de</strong> los poemas<br />

47- Ya me pierdo<br />

48- Poema en cuatro colores<br />

49- Déjame que me duerma<br />

50- Bendición<br />

51- Súplica<br />

52- Niebla<br />

53- Conyers<br />

54- Balseros muertos<br />

55- Mi diálogo con Dios sobre la estrella<br />

56- Nada más<br />

57- Otra vez<br />

58- Sube y baja<br />

59- Esta es la hora<br />

60- ¿Quién?<br />

61- Quiero sentirme anclado<br />

62- Reflejos<br />

63- A punto<br />

64- No me busquéis<br />

65- Veredicto<br />

66- Quisiera<br />

67- Distancia<br />

68- Tu paz<br />

69- Centinela<br />

70- Monasterio<br />

71- Leyenda cubana<br />

73- De los montes a los montes<br />

74- Pecado<br />

75- Te pareces al viento<br />

76- Sueño<br />

77- Poema cuántico<br />

78- Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora<br />

80- Monólogo <strong>de</strong> Adán<br />

81- Monólogo <strong>de</strong> Noé<br />

82- Monólogo <strong>de</strong> Moisés<br />

83- Monólogo <strong>de</strong> Judas<br />

84- Monólogo <strong>de</strong> Satanás<br />

85- Treinta años menos<br />

86- Hora íntima<br />

87- Tríptico amargo<br />

89- Desencanto<br />

90- Nota<br />

91- Subida<br />

250


92- Trofeo<br />

93- San Francisco <strong>de</strong> Asís<br />

94- La fragua<br />

95- Mi soledad, no<br />

96- Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta<br />

97- Adiós<br />

98- La flor<br />

99- Entonces<br />

100- Mi nieto<br />

101- Soñé<br />

102- El iluso<br />

103- Testimonio<br />

105- Poesía<br />

106- ¿Qué queda?<br />

107- Comunión<br />

108- Génesis<br />

109- Hilda<br />

110- Puedo<br />

111- Tú eres<br />

112- Hasta luego<br />

113- Miserere mei<br />

114- Contraluz<br />

115- Resumen<br />

117- Rastro<br />

118- Muertos<br />

119- Mi patria<br />

120- Entrega<br />

121- Envidias<br />

122- Piedad<br />

123- Yo escribo<br />

124- Hijo futuro<br />

125- Calvario<br />

127- Torrero<br />

128- Para <strong>de</strong>spués<br />

129- Horror<br />

130- Obsesión<br />

131- Enfermo<br />

132- Juramentos<br />

133- Recopilación<br />

135- Misterio<br />

136- Hace cuarenta años<br />

137- Oración<br />

138- Playa <strong>de</strong> luz<br />

139- Profecía<br />

140- Amor <strong>de</strong> siempre<br />

141- Dr. Jekyll<br />

142- Sara<br />

144- Ante el altar<br />

145- Herido<br />

146- En tus santas pupilas<br />

147- Sobrenatural<br />

148- Vuelvo<br />

149- Destino<br />

150- Lobos<br />

151- Apocalipsis<br />

152- Búsqueda<br />

153- Juan<br />

155- Padre árbol<br />

157- Madre cielo<br />

159- Secreto<br />

160- Mi padre en el agua<br />

161- Vuelvo<br />

162- Sola<br />

163- Insomnios<br />

164- Gracias<br />

166- Despido<br />

168- Acto <strong>de</strong> fe<br />

169- Pancha<br />

170- Poema divergente<br />

171- Rastro<br />

172- Necesítame<br />

173- Dos filos<br />

174- Niño<br />

176- Ambición<br />

177- Creo<br />

179- Cuba duerme<br />

182- Confesión<br />

183- Ritual<br />

184- Me abrazaré a tu cruz<br />

185- Paredón<br />

187- Letanía<br />

190- María<br />

191- Esta es la hora<br />

192- De niño<br />

194- Dueños<br />

195- Al mar<br />

196- De papel<br />

197- Orlando<br />

198- Espera<br />

199- Vanessa<br />

200- Chris<br />

201- Teatro<br />

202- Con mi dolor a cuestas<br />

203- Fecundidad<br />

204- La leyenda <strong>de</strong>l niño<br />

206- A Nuestra Sra. <strong>de</strong> Guadalupe<br />

207- Niños en sombras<br />

208- Evasida<br />

209- Poema <strong>de</strong> las voces<br />

211- Laberinto<br />

251


212- Si algún día te vas<br />

213- Deja<br />

214- Mírame sonreir<br />

215- Pasos<br />

216- Con<strong>de</strong>na<br />

217- Viajero<br />

218- España<br />

219- Yo soy tu rama ver<strong>de</strong><br />

220- Se pue<strong>de</strong> pere<strong>de</strong>r a Dios<br />

221- I<strong>de</strong>ntidad<br />

222- Al regreso<br />

223- Para siempre<br />

224- Sabiduría<br />

225- Magia cubana<br />

226- Sobreviviente<br />

228- Camino<br />

229- Ancestro<br />

230- Nuestra empresa<br />

232- Marea<br />

233- Quiero<br />

234- Encuentro<br />

235- Momento<br />

236- Conspiración<br />

237- Necesidad<br />

238- Sólo a tus pies<br />

239- Rumbo<br />

241- Alquimistas<br />

242- Barrio gótico<br />

243- Dame Tu paz<br />

244- Todo me queda lejos<br />

245- Gárgolas<br />

246- El gran daño <strong>de</strong> Cuba<br />

247- Refugio<br />

248- Responsables<br />

249- El vino<br />

Estos poemas pue<strong>de</strong>n reproducirse y difundirse<br />

siempre y cuando no se altere su contenido<br />

y se mencione el nombre <strong>de</strong>l autor.<br />

© Jorge Antonio Dore 2011<br />

252

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