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Antes <strong>de</strong>l alba<br />
Tengo el alma encendida <strong>de</strong> tus últimos besos,<br />
<strong>de</strong> las hondas caricias que forjaron mi anoche.<br />
La luna sabe que ando vestido <strong>de</strong> guerrero<br />
para ponerle un cerco <strong>de</strong> piel a tu horizonte.<br />
Me obsesiona el instante <strong>de</strong> tenerte a mi lado,<br />
<strong>de</strong> soñarte en el sueño, <strong>de</strong> soñarte <strong>de</strong>spierto.<br />
Por ti se multiplican mis ojos y mis manos<br />
cada vez que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s refugiarte en mi pecho.<br />
Me tienes hecho brasa y al juego <strong>de</strong> tu antojo<br />
me pren<strong>de</strong>s con un roce, me vuelves llamarada<br />
y soy como una huerta que florece en otoño<br />
o el niño que <strong>de</strong>scubre su primera palabra.<br />
Mírame enloquecido <strong>de</strong> andar tras <strong>de</strong> tu sombra<br />
igual que un alma en pena que encuentra su <strong>de</strong>scanso<br />
tapiando las ventanas que dan hacia la aurora<br />
para evitar que pueda fugarse algún abrazo.<br />
Ven, ven. Cerremos todo: las puertas, las salidas,<br />
a cal y canto espanta la luz <strong>de</strong> las ventanas.<br />
Que nada nos recuer<strong>de</strong> la noche que termina<br />
para que nunca vea mi amor, interrumpida,<br />
mi fiebre <strong>de</strong> tenerte <strong>de</strong>snuda antes <strong>de</strong>l alba.<br />
2
Tú eres<br />
Señor, Tú eres la lluvia y yo soy el <strong>de</strong>sierto,<br />
Tú el santo pan <strong>de</strong> vida y yo el hambre interior;<br />
yo la barca que sueña carenar en Tu puerto,<br />
la leña que ambiciona consumirse en Tu amor.<br />
Tú eres la gota <strong>de</strong> agua y yo la terca roca<br />
–con persistentes gracias me has logrado horadar–.<br />
Por ti ciertas palabras hoy perfuman mi boca;<br />
por ti es que soy molino, por ti es que soy lagar.<br />
En horas <strong>de</strong> consuelo me remontas en alas<br />
que ascien<strong>de</strong>n a preludios <strong>de</strong> magna beatitud<br />
y siempre <strong>de</strong>sarraigas aquellas hierbas malas<br />
que brotan en el claustro <strong>de</strong> mi frugal virtud.<br />
Tú eres, Señor, la cumbre <strong>de</strong> mis aspiraciones,<br />
la razón <strong>de</strong> mi viaje, mi gran punto final,<br />
mi reposo, mis válidas consi<strong>de</strong>raciones,<br />
la promesa <strong>de</strong>l cielo por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal.<br />
Tú eres la llama que ar<strong>de</strong>, serena, en mi pabilo;<br />
la fe que acalla el grito <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>solación.<br />
Tú el divino maestro, yo el humil<strong>de</strong> pupilo<br />
que a Tus pies se <strong>de</strong>shace con toda <strong>de</strong>voción.<br />
Tú eres, Señor, el valle <strong>de</strong> eterna primavera,<br />
yo el viajero sediento <strong>de</strong> Tu fuente <strong>de</strong> luz<br />
que se alegra pensando que al cruzar la frontera<br />
podrá alcanzar tus brazos abiertos sin la cruz.<br />
3
Invierno<br />
Ha llegado el invierno. La mañana<br />
palpa mi rostro con sus manos frías.<br />
Pasan lentas las noches, y los días<br />
tardan mucho en llegar a mi ventana.<br />
Al caminar, me quiebro en los reflejos<br />
<strong>de</strong>l hielo que se agrieta a mi pisada.<br />
Tú ya no estás. Tu puerta está cerrada.<br />
Los trenes cosen nieve allá a lo lejos.<br />
Termino <strong>de</strong> cruzar el viejo puente.<br />
Ha llegado el invierno. No el olvido<br />
porque nunca nunca me he dado por vencido<br />
porque me niego a <strong>de</strong>clararte ausente.<br />
Invierno. Soledad. Melancolía.<br />
En el pueblo bosteza una campana.<br />
Tristeza <strong>de</strong> hojas muertas. La mañana<br />
tiene un sutil dolor <strong>de</strong> lejanía<br />
que confun<strong>de</strong> este instante con el día<br />
en que tú comenzaste a ser lejana.<br />
4
Canto a los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />
Cerremos nuestros ojos en silencio.<br />
Guar<strong>de</strong>mos un minuto <strong>de</strong> negrura<br />
por aquellos que nunca recibieron<br />
la luz en sus pupilas diminutas.<br />
Sus voces se apagaron y sus cuerpos<br />
quedaron fracturados como lunas<br />
—capullos que la hoz <strong>de</strong>jó tendidos<br />
un otoño <strong>de</strong> madres vueltas tumbas—.<br />
Guar<strong>de</strong>mos un minuto <strong>de</strong> conciencia<br />
ante la resta que venció a la suma,<br />
ante la errata que hizo a la palabra<br />
<strong>de</strong>smoronarse en la traidora hondura.<br />
Sean los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />
rememorados cada noche oscura<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> suplican a sus madres<br />
una razón para sus vidas truncas.<br />
Hay un monte <strong>de</strong> alas arrancadas<br />
esperando por Dios, y hay una absurda<br />
autoconsolación en la que mata,<br />
en la que al hijo le respon<strong>de</strong>: “¡Nunca!”.<br />
¿Quién aboga por las almitas frías<br />
que jamás estrenaron la dulzura<br />
materna, ni el encaje ni el elogio,<br />
que pudiendo ser mar, fueron espuma?<br />
¡Quiera Dios que este canto <strong>de</strong>sgarrado<br />
logre pren<strong>de</strong>r la llama <strong>de</strong> una duda<br />
en alguna mujer don<strong>de</strong> la espiga<br />
esté temblando <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su urna!<br />
Abramos nuestros ojos y roguemos<br />
que llegue la esperanza a cada cuna.<br />
¡Que la luz se haga en todas las pupilas<br />
y el amor triunfe en todas las penumbras!<br />
5
Los an<strong>de</strong>nes<br />
A mi esposa.<br />
No sé por qué los an<strong>de</strong>nes<br />
me entristecen. De pequeño,<br />
los trenes que se marchaban<br />
me <strong>de</strong>jaban un secreto<br />
dolor <strong>de</strong> pérdida interna<br />
que yo ocultaba en silencio.<br />
Cada tren que se alejaba<br />
parecía llevarse un sueño.<br />
Quizá en los largos abrazos,<br />
las <strong>de</strong>spedidas, los besos,<br />
fluia toda la vida<br />
y era el andén, universo.<br />
En ese trasiego humano<br />
se escribía historia en gestos<br />
<strong>de</strong> bienvenidas y adioses,<br />
en lágrimas y en encuentros.<br />
Miles <strong>de</strong> trenes se han ido.<br />
Arriban vagones nuevos<br />
y yo, pendiente al silbato,<br />
guardo mi equipaje hecho.<br />
Terminarán los an<strong>de</strong>nes<br />
que llorar cuando, a su tiempo,<br />
me reciba el horizonte<br />
vuelto un punto, allá a lo lejos.<br />
Y tú al alba, vida mía,<br />
con tu arrugado pañuelo<br />
<strong>de</strong>spidiéndome en la lluvia<br />
mientras yo –alegre– te espero.<br />
6
Los borrachos<br />
El vino empapa las gargantas<br />
<strong>de</strong> los borrachos tartajosos<br />
que <strong>de</strong>safían la tristeza<br />
con un frenético alboroto<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el tumulto <strong>de</strong> su mesa.<br />
Ríen sus propias bufonadas,<br />
beben a pico <strong>de</strong> botella<br />
y entre rebuzno y carcajada<br />
clavan sus ojos lujuriosos<br />
en las muchachas sin pareja.<br />
Chillan, golpean y revientan<br />
las cuerdas <strong>de</strong> sus instrumentos,<br />
se burlan <strong>de</strong> sus propias penas,<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación ajena<br />
y hasta <strong>de</strong>l día en que los parieron.<br />
Remachan coplas consabidas<br />
y <strong>de</strong>safinan entre muecas.<br />
Se ponen rojos a medida<br />
que se entontecen sus cabezas<br />
y sus gargantas se rocían.<br />
Y al fin, estampas <strong>de</strong>l naufragio,<br />
los <strong>de</strong>svanece la marea<br />
y van quedándose dormidos<br />
frente al vacío <strong>de</strong> sus vasos<br />
entristecidos,<br />
solitarios.<br />
7
Tu fe<br />
Tu fe <strong>de</strong>be ser simple. Simple como la vela<br />
que aleja la tiniebla <strong>de</strong> un oscuro rincón,<br />
simple como la espuma <strong>de</strong> la obediente estela<br />
que escribe sobre el agua su lineal oración.<br />
Debe ser como el grano <strong>de</strong> mostaza pujante<br />
que un día toca el cielo con brazos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
y ha <strong>de</strong> crecer humil<strong>de</strong>, fervorosa, constante,<br />
austera por a<strong>de</strong>ntro, generosa por fuera.<br />
No <strong>de</strong>jes que te abrumen ni letras ni criterio.<br />
Si verda<strong>de</strong>ramente quieres hallar la luz<br />
construye, pecho a<strong>de</strong>ntro, tu propio monasterio<br />
y busca tus respuestas abrazado a la cruz.<br />
Tu fe <strong>de</strong>be ser simple; no abun<strong>de</strong>s en razones.<br />
No <strong>de</strong>jes que tu alma se convierta en <strong>de</strong>sván.<br />
Que sean, no lo olvi<strong>de</strong>s, tus consi<strong>de</strong>raciones,<br />
tan simples como el vino, tan simples como el pan.<br />
8
Salmo cubano<br />
¿Hasta cuándo, Dios mío, te olvidarás <strong>de</strong> Cuba?<br />
¿Cuándo nos librarás <strong>de</strong>l enemigo<br />
que <strong>de</strong>vora hasta el hueso y los cimientos<br />
<strong>de</strong> una isla estancada en el martirio?<br />
Anquilosados, yacen sobre el agua<br />
sueños y aspiraciones. Derruidos<br />
y artríticos recuerdos y puntales<br />
rescatan un pasado enmohecido.<br />
¿Hasta cuándo, Dios mío, ver<strong>de</strong>ará la cizaña?<br />
¿Hasta cuándo hará fiesta el resentido?<br />
La patria permanece amordazada,<br />
caída ante el altar <strong>de</strong>l sacrificio<br />
don<strong>de</strong> amputan a golpes <strong>de</strong> injusticia<br />
los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> un pueblo sometido.<br />
El abuso es el pan <strong>de</strong> cada día.<br />
El terror la sordina <strong>de</strong> los gritos.<br />
Mira, Señor, los rostros olvidados<br />
<strong>de</strong> aquellos que malviven ese limbo.<br />
¡Tú que cuentas los huesos <strong>de</strong> los muertos<br />
y memoras la voz <strong>de</strong> los caídos,<br />
no nos ignores más! Vuelve a mi pueblo<br />
la cordura y un cambio <strong>de</strong> <strong>de</strong>stino<br />
que hay un campo <strong>de</strong> cruces palpitantes<br />
clamando por justicia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el piso.<br />
¡Bullen ríos <strong>de</strong> sangre atenazada<br />
queriendo abrir la carne, hacerse filo<br />
y salir a buscar <strong>de</strong> punta el alba<br />
en parajes hambrientos <strong>de</strong> heroísmo!<br />
Vuelva Tu paz sobre la buena tierra<br />
que hoy avasalla el pie <strong>de</strong>l enemigo<br />
y acabe la vergüenza <strong>de</strong> esta historia.<br />
¡Que en Cuba ya <strong>de</strong>biera ser memoria<br />
un calvario <strong>de</strong> más <strong>de</strong> medio siglo!<br />
9
Acto <strong>de</strong> fe<br />
Frente a este mundo ebrio por el liberalismo<br />
que ve cual privilegio ser aconfesional,<br />
Señor, Tú bien lo sabes, yo sigo siendo el mismo:<br />
católico, apostólico, romano hasta el final.<br />
Aunque los pueblos, ciegos, forjen empresas vanas<br />
e impugnen con <strong>de</strong>sprecio Tu re<strong>de</strong>ntora cruz<br />
aunque pululen miles <strong>de</strong> doctrinas insanas,<br />
para mí sigues siendo la verdad y la luz.<br />
Mientras los hombres buscan <strong>de</strong>smantelar el cielo<br />
y ocupar el estrado que llena Tu <strong>de</strong>idad<br />
yo, hincando las rodillas, aspiro a Tu consuelo<br />
sabiendo que la gloria comienza en la humildad.<br />
Hoy, que el relativismo se extien<strong>de</strong> como plaga<br />
y que eres para tantos, Jesús, sólo una opción,<br />
no importa lo que el vulgo diga, haga o <strong>de</strong>shaga,<br />
confieso Tu realeza con mi fe y mi razón.<br />
A pesar <strong>de</strong> los pueblos que caen en <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia<br />
por el relajamiento <strong>de</strong> la fe y la moral,<br />
Señor, Tú eres la llama que aviva mi conciencia,<br />
la paz que no es <strong>de</strong>l mundo, mi fuerza espiritual.<br />
Por eso, aunque tantos –orondos <strong>de</strong> hedonismo–<br />
vuelvan a coronarte <strong>de</strong> espinas con <strong>de</strong>sdén,<br />
Señor, Tú me conoces. Yo sigo siendo el mismo.<br />
Y Tú el Verbo hecho carne y mi supremo bien.<br />
10
Pue<strong>de</strong> ser<br />
Pue<strong>de</strong> ser que me muera <strong>de</strong> repente<br />
o tal vez, que el <strong>de</strong>recho a una agonía<br />
lenta, apague las luces <strong>de</strong> mi frente<br />
y me vaya extinguiendo como el día.<br />
Pue<strong>de</strong> ser que en el último momento<br />
se me permita hilar con voz cansada<br />
un sencillo repaso <strong>de</strong> contento<br />
al saber que abandono la jornada.<br />
De contento. En larga llamarada<br />
expiraré hacia el techo. Un blanco luto<br />
perfumará mi estancia <strong>de</strong> alegría<br />
y roto ya <strong>de</strong> tanta madrugada,<br />
sonreiré en el último minuto<br />
cuando venga a buscarme el mediodía.<br />
11
Travesía<br />
La vida y la muerte van<br />
<strong>de</strong> la mano, hacia el olvido<br />
como riberas opuestas<br />
<strong>de</strong> un río.<br />
Por el río <strong>de</strong> la vida<br />
viajamos tú y yo escondidos<br />
en el mismo camarote<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino.<br />
Y nos vamos <strong>de</strong> la mano<br />
<strong>de</strong> la vida, hacia el olvido<br />
–que está al cruzar <strong>de</strong> la muerte–.<br />
¡Qué frío!<br />
12
Tengo los ojos tristes<br />
Des<strong>de</strong> Europa<br />
Tengo los ojos tristes <strong>de</strong> medir la distancia,<br />
y alimentar envidias <strong>de</strong> las nubes viajeras.<br />
Tengo los ojos tristes <strong>de</strong> ojivas y <strong>de</strong> herádicas,<br />
<strong>de</strong> cumbres encumbradas y <strong>de</strong> arcaicas ca<strong>de</strong>ncias.<br />
Tengo tristes los ojos con que la luz <strong>de</strong>l trópico<br />
estrenó mis pupilas allá en lejanas tierras,<br />
allá don<strong>de</strong> embarrancan mis recuerdos más hondos<br />
en playas cristalinas <strong>de</strong> mangles y palmeras.<br />
Se me escapa la vida <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada barco,<br />
se me pier<strong>de</strong>n los ojos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada vela<br />
y maldigo las anclas <strong>de</strong> los barcos anclados<br />
contemplando mis manos que no son marineras.<br />
La tar<strong>de</strong> se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> silente, reducida<br />
a un gris telón <strong>de</strong> fondo que no me correspon<strong>de</strong>.<br />
Me siento extraño en medio <strong>de</strong> esta escenografía<br />
que amordaza con niebla los más puros colores.<br />
Un sueño <strong>de</strong> horizontes se me enreda en el alma<br />
y suspiro por costas <strong>de</strong> inagotable arena,<br />
nombres que cada día recuento en mi nostalgia<br />
cuando el insomnio vuelve para golpear mi puerta.<br />
Y se me van las horas que se me van, pensando<br />
la dimensión terrible <strong>de</strong> esta pena secreta.<br />
Y como cada noche que me siento lejano<br />
tengo los ojos tristes <strong>de</strong> recordar mi tierra.<br />
13
Bocaj<br />
Bocaj esculpe una escala<br />
con peldaños invertidos<br />
y empieza a ascen<strong>de</strong>r por ellos<br />
mientras se hun<strong>de</strong> en el abismo.<br />
¡Ah, libertad con que sacio<br />
mi lujurioso apetito!<br />
¡Me sumerjo en el pecado<br />
como en un nuevo bautismo!<br />
Si Dios no ha muerto, no existe.<br />
Dios soy yo porque concibo<br />
miríadas <strong>de</strong> avatares<br />
en mi caprichoso Olimpo.<br />
¿Quién pue<strong>de</strong> ya, <strong>de</strong>tenerme<br />
si todo me es permitido?<br />
Si no hay infierno ni hay cielo,<br />
si no hay gloria y no hay castigo.<br />
¡Basta ya <strong>de</strong> esclavitu<strong>de</strong>s<br />
y oscurantismo! Los siglos<br />
<strong>de</strong> sumisión han pasado.<br />
¡Hoy triunfan mis apetitos!<br />
Bocaj llega hasta la cumbre<br />
<strong>de</strong> la escala –el abismo–<br />
cuando oye una voz que dice:<br />
“¡Pasa, imbécil! Bienvenido…”<br />
14
Puente y río<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante seremos puente y río,<br />
no un río caudaloso ni dos formando un puente.<br />
Rompiste mi equilibrio <strong>de</strong> fuego con tu frío<br />
y hoy quedan enfrentadas mi altura y tu corriente.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante te miraré <strong>de</strong> arriba.<br />
Como agua fugitiva, ya no me perteneces.<br />
Cuando quise beberte te mostraste evasiva<br />
y te me evaporaste <strong>de</strong>l alma muchas veces.<br />
Por eso he entretejido con hierro mi esperanza:<br />
metálico por <strong>de</strong>ntro, me muestro envuelto en piel.<br />
Por noble, me concedo la única venganza<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar tu cauce, que amarga como hiel.<br />
Ni con sed ni sin ella <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ré a tu orilla.<br />
De lejos ¡quién sospecha que arrastras tanto lodo!<br />
No vuelvo a tu ribera para hincar la rodilla<br />
ni aunque sepa que tu agua me curará <strong>de</strong> todo.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante seremos río y puente.<br />
Yo un puente solitario, tú un río siempre infiel.<br />
Por noble, me concedo callar ante la gente<br />
que siendo río, a veces te vuelves un torrente<br />
para arrastrar al hombre que va a beber en él.<br />
15
Los días se acortan<br />
Los días se acortan,<br />
las sombras se alargan.<br />
Se extinguen las luces<br />
<strong>de</strong> miles <strong>de</strong> almas.<br />
Alguien vuelve al Cristo<br />
hacia la montaña<br />
y allí lo reciben<br />
con clavos y lanzas.<br />
Unos traen espinos,<br />
otros sus palabras<br />
con las que lo acusan,<br />
y otra vez lo clavan.<br />
Y el hombre perdido<br />
–caído <strong>de</strong>l albabuscando<br />
ser libre–<br />
se arranca las alas<br />
y entre pe<strong>de</strong>stales<br />
<strong>de</strong> miseria, danza<br />
sobre los altares<br />
con furia pagana.<br />
Los días se acortan,<br />
y la sombra avanza<br />
tiznando la vida,<br />
poniendo mortajas.<br />
Los muertos celebran<br />
su carroña y arman<br />
babel con andamios<br />
en las hondonadas.<br />
Todo se <strong>de</strong>shace,<br />
todo se socava,<br />
todo se corrompe<br />
y todos lo alaban.<br />
Los días se acortan.<br />
El mal va a la zaga<br />
<strong>de</strong> los pocos justos<br />
que en lo oculto guardan<br />
siempre una promesa,<br />
siempre una montaña,<br />
siempre un crucifijo,<br />
siempre la esperanza.<br />
16
Más<br />
Hoy quiero amarte más que nunca, hoy quiero<br />
verter mi corazón sobre tu carne,<br />
hacer <strong>de</strong> ti un altar para mi fuego.<br />
Navegando al torrente <strong>de</strong> tu sangre,<br />
cumplir el recorrido <strong>de</strong> tus venas,<br />
anidar tus más íntimos rincones<br />
y <strong>de</strong>lirante, amor, hacerte entrega<br />
<strong>de</strong> mi última partícula <strong>de</strong> hombre.<br />
Quiero romper en ti mi larga cresta<br />
<strong>de</strong> ola brutal que muer<strong>de</strong> acantilados,<br />
<strong>de</strong>satar en tu vientre mi marea<br />
<strong>de</strong> plenilunio loco y <strong>de</strong>satado<br />
para que nuestros cuerpos, sumergidos<br />
en mares <strong>de</strong> caricias y <strong>de</strong> sueños,<br />
trasciendan la rutina en que vivimos<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el refugio <strong>de</strong> un edén <strong>de</strong> besos.<br />
Hoy te quiero amarrar y ver cercana<br />
durante el torbellino <strong>de</strong> mi furia<br />
sobre el altar que pinta nuestra cama.<br />
Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sembrarme en tus entrañas,<br />
amarte, vida mía, más que nunca.<br />
17
Niños pobres<br />
Os he visto horadando<br />
países <strong>de</strong> basura<br />
en busca <strong>de</strong> un hediondo milagro en el <strong>de</strong>trito.<br />
Con vuestras sucias alas recortadas<br />
por la injusticia hereditaria.<br />
Ojitos diminutos como hormigas<br />
y translúcidos cuerpos sin pudor,<br />
que reciclan miseria y esperanzas<br />
para un “tal vez” mañana.<br />
Sucios, pero dignos.<br />
Hambrientos, pero dignos.<br />
Rechazados, pero dignos.<br />
Olvidados, pero dignos.<br />
Dios os guar<strong>de</strong>.<br />
Indignos hemos sido los <strong>de</strong>más.<br />
18
Estampa galilea<br />
A los RR.PP. Francisco Jiménez Maroto y Marcelo Veler.<br />
Descalzo y por la orilla va la luz <strong>de</strong> los hombres<br />
que, aún ciegos, no consiguen reconocer la luz.<br />
Sentados entre rocas, humil<strong>de</strong>s pescadores<br />
tejen re<strong>de</strong>s y estudian el horizonte azul.<br />
Una barca mo<strong>de</strong>sta se mece suavemente<br />
y en ella dos personas con mecánico afán,<br />
separan pececillos que luchan con las re<strong>de</strong>s<br />
–cotidiana batalla con la frugalidad–.<br />
De pronto, ante unas voces traídas por el viento,<br />
suspen<strong>de</strong>n los marinos su tediosa labor.<br />
Des<strong>de</strong> la costa hay alguien que con un amplio gesto<br />
los llama. En las alturas, crece el disco <strong>de</strong>l sol.<br />
Abandonan la nave. Llegan a la presencia<br />
<strong>de</strong> aquel amor divino, <strong>de</strong> aquella paz total<br />
que al punto los inviste <strong>de</strong> una nueva tarea:<br />
ser pescadores <strong>de</strong> hombres en un místico mar.<br />
Y se van tras las huellas <strong>de</strong>l santo nazareno<br />
plenos <strong>de</strong> un sentimiento <strong>de</strong> magna beatitud,<br />
asombrados al verlo caminar ante ellos<br />
porque cuando camina, su sombra es una cruz.<br />
19
Otoñal<br />
Entro al pasado y entro casi otoñal, reacio,<br />
con la frente aterida, con la mirada mustia.<br />
El mundo se me abrevia en un cuenco <strong>de</strong> angustia<br />
y siento que releo cierto amargo prefacio.<br />
Desenredando olvidos, como el agua al rodar,<br />
me he topado <strong>de</strong> pronto con un antiguo cauce,<br />
la mala hierba crece don<strong>de</strong> arraigaba un sauce<br />
y quedan sólo escombros <strong>de</strong> nuestro antiguo hogar.<br />
Lejanos, días, días en que tú y yo soñamos<br />
posponer la tristeza y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la suerte,<br />
pintar con luz las altas pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la casa…<br />
Al final ¿dón<strong>de</strong> fueron a dar aquellos ramos<br />
<strong>de</strong> flores que juraban no conocer la muerte?<br />
Antaño prendí un fuego y hoy lloro ante una brasa.<br />
20
Altares <strong>de</strong>l ayer<br />
Altares <strong>de</strong>l ayer, don<strong>de</strong> la gloria<br />
<strong>de</strong> Cristo revelaba su esplendor<br />
en cada misa. Hoy sois sólo el motor<br />
<strong>de</strong> mi amarga y febril jaculatoria.<br />
Han arrasado con la iglesia. El culto<br />
al hombre encomia la herejía<br />
y suman a Tu pan <strong>de</strong> cada día<br />
<strong>de</strong>solación e insulto tras insulto.<br />
Pero aquí estoy Señor. Si <strong>de</strong> consuelo<br />
te sirve, fiel a nuestra tradición.<br />
Entre santos, retablos y un cristiano<br />
amor a tu sagrario que es el cielo<br />
don<strong>de</strong> te hallo tras cada confesión,<br />
católico, apostólico, romano.<br />
21
Sentado<br />
Sentado en mi butaca <strong>de</strong> silencios<br />
aguardo a que las horas se disuelvan.<br />
El cenicero <strong>de</strong> mis pensamientos<br />
sigue humeante <strong>de</strong> hastío ante tu ausencia.<br />
No estás, no estás, no estás, –-reloj que acusa-–.<br />
Mi papelera, con su boca abierta,<br />
sigue tragando versos inconclusos<br />
que se <strong>de</strong>sgranan <strong>de</strong> mi frente seca.<br />
Vacío <strong>de</strong> almanaque sin semanas<br />
y honda melancolía ante tu resta.<br />
¡Qué largas son las noches <strong>de</strong>l espejo<br />
sin la fiel <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> tu presencia!<br />
Mientras, el faro <strong>de</strong> mi certidumbre<br />
no hace más que buscarte, y se <strong>de</strong>spliega<br />
mi alma anticipando la mañana<br />
en que tu barca vestirá mi vela.<br />
Hay dos caminos: yo amo el <strong>de</strong> regreso<br />
don<strong>de</strong> mi corazón <strong>de</strong> alfombra espera<br />
tus pies, que se abrirán bajo mis labios<br />
como dos flores en la primavera.<br />
22
Abandono<br />
Hoy es el día <strong>de</strong> soltar amarras<br />
y <strong>de</strong>jarme arrastrar por la marea,<br />
<strong>de</strong> renunciar a cuanto me ro<strong>de</strong>a,<br />
<strong>de</strong> abandonar mis dientes y mis garras.<br />
¡Bendito y necesario <strong>de</strong>sapego<br />
que no acepta más lastre ni más fardos!<br />
Claudico <strong>de</strong>l rosal. Junto a los cardos<br />
pongo mi tienda entre el amor y el fuego.<br />
Ah, este santo abandono que hoy me alegra<br />
es una <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> lo finito,<br />
un preludio <strong>de</strong> luz, todo un milagro<br />
que a la inversa –negándome– celebra<br />
esta muerte por la que resucito,<br />
esta ausencia por la que me consagro.<br />
23
Desprecio<br />
Señor,<br />
¡Son tantos y tan crueles los <strong>de</strong>sprecios<br />
con que muchos repudian Tu gran<strong>de</strong>za…!<br />
Se ensañan contra Tu oro como necios<br />
y pier<strong>de</strong>n, por el plomo, la cabeza.<br />
Danzan en pedregales, siegan flores,<br />
se jactan <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong> la espina<br />
y lucran con estériles labores,<br />
contra Tu voluntad santa y divina.<br />
¡Oh, equívoco y rebel<strong>de</strong> ser caído<br />
que abjuras <strong>de</strong> la eterna beatitud,<br />
que llamas mal al bien y bien al mal,<br />
cuándo te darás cuenta que has nacido<br />
para llenar tu copa <strong>de</strong> virtud<br />
no para recrearte en un erial!<br />
24
Hoy la muerte me ronda<br />
Hoy la muerte me ronda disfrazada <strong>de</strong> vida.<br />
Se <strong>de</strong>smoronan, lentos, mis pesarosos brazos,<br />
todo abruma y me duele, todo cansa y me hastía<br />
toda promesa pier<strong>de</strong> su legítimo encanto.<br />
Hoy soy como un cadáver insepulto que escarba<br />
la tierra adormecida buscando su reposo,<br />
un árbol afligido por sus pesadas ramas,<br />
un mundo que, agotado, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser redondo.<br />
En la distancia negros molinos se <strong>de</strong>sbocan<br />
y en mis manos sostengo panes <strong>de</strong> trigo amargo.<br />
Vago envuelto en vendajes empapados en sombras<br />
sobre heridas profundas que laten sin <strong>de</strong>scanso.<br />
La angustia me consagra con su gélido crisma<br />
y hay luto en algún punto profundo <strong>de</strong> mi pecho.<br />
Me <strong>de</strong>lizo por montes invertidos, a simas<br />
como a cónicas trampas <strong>de</strong> irrompible silencio.<br />
Hoy, ante tanta muerte, solamente me resta<br />
esperar. Quedo. Humil<strong>de</strong>. Sólo la espera salva.<br />
Cuando Dios no aparece me aferro a las estrellas<br />
hasta que finalmente, vuelve a romper el alba.<br />
25
Yo quiero ser<br />
Yo quiero ser, Jesús, grano <strong>de</strong> uva<br />
para tu cáliz <strong>de</strong> misericordia,<br />
trigo para tu hostia, lino blanco,<br />
pez y pan en tu cesta, agua en tu noria…<br />
Yo quiero ser aceite en tus heridas,<br />
bálsamo en las honduras <strong>de</strong> tus llagas,<br />
olivar en tu huerto, fresca hierba<br />
bajo la majestad <strong>de</strong> tu pisada.<br />
Yo quiero ser, Jesús, sutil ungüento<br />
que rue<strong>de</strong> por tu frente esplendorosa,<br />
arroyo <strong>de</strong> esperanza en el <strong>de</strong>sierto,<br />
cántaro para el vino <strong>de</strong> tu obra;<br />
un humil<strong>de</strong> discípulo, un ferviente<br />
obrero <strong>de</strong> tu viña, un buen candil<br />
que lleve a otros tu luz imprescindible<br />
por ese amor que me has tenido a mí.<br />
26
No cumplió<br />
A mi buen amigo Javier Fontanella.<br />
No guardó –aquel que <strong>de</strong>bía–<br />
guardar el cañaveral;<br />
el azúcar sabe a sal<br />
y el triunfo es <strong>de</strong> la sequía.<br />
Se queda para otro día<br />
la mal cumplida promesa<br />
<strong>de</strong> paz en torno a una mesa<br />
don<strong>de</strong> la igualdad que iguala<br />
va en la punta <strong>de</strong> la bala<br />
y el gatillo que no cesa.<br />
No construyó el constructor<br />
con hormigón y cimientos<br />
–con obreros <strong>de</strong>scontentos<br />
levantó su mirador–.<br />
Arena, fango y sudor<br />
fueron la materia prima<br />
y endiosado en su tarima<br />
<strong>de</strong>terminó que el futuro<br />
tuviera por meta un muro<br />
lleno <strong>de</strong> ojos por encima.<br />
No puso el doctor la venda<br />
sobre la herida infectada<br />
y la sangre envenenada<br />
se filtró hasta la trastienda.<br />
Una gangrena tremenda<br />
<strong>de</strong>jó al <strong>de</strong>scubierto el hueso<br />
y el malestar hizo al preso<br />
rebelarse <strong>de</strong> dolor<br />
pero replicó el doctor:<br />
“El cadáver está ileso”.<br />
27
No remató el militar<br />
su empresa libertadora<br />
y <strong>de</strong> espaldas a la aurora<br />
se atrevió a <strong>de</strong>sgobernar.<br />
Después <strong>de</strong> hacerse pasar<br />
por lo que ni fue ni es,<br />
hizo un milagro al revés:<br />
volver carbón un diamante.<br />
Mas la esperanza, triunfante,<br />
se hará diamante <strong>de</strong>spués.<br />
28
Impotencia<br />
No he podido llorar. Pero esta noche<br />
se ha posado la muerte en mis espaldas<br />
y he podido sentir lo que se siente<br />
cuando una puñalada nos <strong>de</strong>sangra.<br />
No he podido dormir, pero tampoco<br />
consigo estar <strong>de</strong>spierto. Una batalla<br />
<strong>de</strong> piedras contra espejos interiores<br />
vuelve escombros mi <strong>de</strong>solada casa.<br />
No he podido callar. Fue necesario<br />
que con el filo <strong>de</strong> mi voz rajada<br />
cortara tus amarras con <strong>de</strong>specho<br />
y me arrojara, finalmente, al agua.<br />
No he podido nadar. Hoy llego al fondo<br />
<strong>de</strong> la razón, pesado como un ancla<br />
y entre burbujas rotas surge un grito:<br />
¡No quiero recordar cómo te llamas!<br />
29
Dos curas <strong>de</strong> oro<br />
A los RR.VV. Padres Mo<strong>de</strong>sto Galofré<br />
y Rosendo Casallarch, escolapios<br />
Fueron dos curas <strong>de</strong> oro veinticuatro,<br />
gloria <strong>de</strong> Dios y amor <strong>de</strong> sus alumnos,<br />
dos nobles y ejemplares Escolapios:<br />
Rosendo y Galofré. Mi infancia supo<br />
guardar en relicario su memoria.<br />
Por amor a Jesús, muchos como ellos<br />
nos legaron la fe; la misma antorcha<br />
que heredaron mis hijos y mi nieto.<br />
¡Gracias, padres, por tanto amor cristiano<br />
volcado en el pupitre y la pizarra!<br />
No en bal<strong>de</strong> con el paso <strong>de</strong> los años<br />
mi corazón, tan similar a un aula,<br />
ha <strong>de</strong>legado en otros la experiencia<br />
que su sabiduría nos legó,<br />
porque nunca seremos la ca<strong>de</strong>na<br />
pero ¡qué bello es ser un eslabón!<br />
Que lleguen estas líneas hasta el cielo<br />
escritas por un viejo –¡un viejo ya!<br />
Con mi agra<strong>de</strong>cimiento más sincero,<br />
¡que viva San José <strong>de</strong> Calasanz!<br />
30
Acusado<br />
Mujer,<br />
me acusas <strong>de</strong> no quererte<br />
como te <strong>de</strong>bo querer,<br />
que miro <strong>de</strong> otra manera<br />
como el que mira y no ve,<br />
que me he vuelto reservado,<br />
que ya el color <strong>de</strong> tu piel<br />
ni me invita a la caricia<br />
ni me logra enloquecer;<br />
que me muestro triste, huraño,<br />
que no te he vuelto a traer<br />
los claveles que a tu lado<br />
hacías pali<strong>de</strong>cer;<br />
que me vendí <strong>de</strong> una forma<br />
y que hoy soy otro y ya ves<br />
que no te respondo y sigo<br />
siendo el mismo que fui ayer.<br />
Me acusas <strong>de</strong> estar matando<br />
nuestro amor ¡yo que forjé<br />
el pe<strong>de</strong>stal don<strong>de</strong> puse<br />
el cristal <strong>de</strong> tus dos pies!<br />
Mira…<br />
Mejor que no te conteste<br />
pues no te quiero ofen<strong>de</strong>r<br />
ni clausurar nuestra historia<br />
con un epitafio cruel.<br />
Me acusas <strong>de</strong> tantas cosas<br />
que ni tú misma te crees…<br />
¡pero lo que tú no sabes<br />
es que yo te vi con él!<br />
31
Cuando te vuelva a ver<br />
A Cuba<br />
Cuando te vuelva a ver, si llega el día<br />
en que tu luz, por fin, bañe mi frente<br />
con los colores <strong>de</strong> un resplan<strong>de</strong>ciente<br />
amanecer <strong>de</strong> libertad tardía,<br />
cuando el fantasma <strong>de</strong> mi infancia trunca<br />
sobrepase el umbral <strong>de</strong> tu leyenda<br />
y pueda <strong>de</strong>spojarme <strong>de</strong> esta venda<br />
que hoy lucha con mi herida como nunca<br />
y volver a rincones sacrosantos<br />
don<strong>de</strong> las sombras <strong>de</strong> mis padres muertos<br />
guardan una vigilia eterna y fiel,<br />
podré enterrar la llave <strong>de</strong> mis llantos,<br />
<strong>de</strong>spedirme <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>siertos<br />
y dar fin a esta lucha sin cuartel.<br />
32
Mujer, te quiero tanto…<br />
Mujer te quiero tanto como a mi propia vida<br />
¡Nunca me que<strong>de</strong>s lejos! Nunca me que<strong>de</strong>s lejos<br />
para que yo no pueda sentirme <strong>de</strong>sgajado,<br />
viviendo como un árbol partido por el medio.<br />
Tú pintas mis retablos con nubes <strong>de</strong> esperanza<br />
que luego se <strong>de</strong>rraman sobre mis campos yermos<br />
y hacen brotar el fruto, la flor y la semilla<br />
don<strong>de</strong> antes solamente mero<strong>de</strong>aban los ecos.<br />
Mujer, te quiero tanto como a mi propia vida.<br />
Entretejidas crecen nuestras almas y cuerpos<br />
y mantienes el horno <strong>de</strong> mi ser, encendido<br />
con tu amor y la pródiga antorcha <strong>de</strong> tus besos.<br />
33
Ya no recuerdo cuándo<br />
Ya no recuerdo cuándo. No recuerdo.<br />
Sé que nació el aliento <strong>de</strong> mi alma,<br />
cobré plena conciencia <strong>de</strong> mi cuerpo<br />
y <strong>de</strong>sperté <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> la nada.<br />
Fue la mano <strong>de</strong> un dios <strong>de</strong>sconocido<br />
la que quiso dar forma a mis entrañas<br />
y <strong>de</strong>cretó que el curso <strong>de</strong> mi vida<br />
fuese siempre <strong>de</strong> cara a la nostalgia.<br />
Me mo<strong>de</strong>ló con polvo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />
una mañana antigua y <strong>de</strong>solada<br />
y me quedé vagando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces,<br />
con una sed pretérita <strong>de</strong> playas.<br />
Así me fui, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los milenios,<br />
con una sombra triste en la mirada,<br />
con un cansancio gris <strong>de</strong> savia lenta<br />
que <strong>de</strong>secó las puntas <strong>de</strong> mis ramas.<br />
Y caminé por noches y silencios,<br />
peregriné por siglos y montañas<br />
y <strong>de</strong>scubrí el horror <strong>de</strong> ser distinto<br />
impreso en las raíces <strong>de</strong> mi alma.<br />
Y me acepté lejano y solitario<br />
<strong>de</strong> toda aquella gente que pasaba<br />
y comprendí, mirándome por <strong>de</strong>ntro,<br />
que era poeta. Y florecí en palabras.<br />
34
Después<br />
Después <strong>de</strong> los buitres<br />
y el casi cadáver<br />
que abrirá los ojos<br />
reclamando aire,<br />
<strong>de</strong>scartado el yugo,<br />
borrado el culpable,<br />
vencido el grillete<br />
y abierto lo que abre,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la cincha,<br />
<strong>de</strong>l hierro en la carne,<br />
la vil <strong>de</strong>magogia,<br />
la hipócrita clase,<br />
<strong>de</strong>l juicio sumario,<br />
<strong>de</strong> los i<strong>de</strong>ales<br />
impuros tatuados<br />
con puñal en sangre,<br />
<strong>de</strong> los vigilados,<br />
<strong>de</strong> los vigilantes,<br />
<strong>de</strong> todos los muertos<br />
vestidos <strong>de</strong> oleaje,<br />
<strong>de</strong>l in<strong>de</strong>fendible<br />
repudio y alar<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> los resentidos<br />
que ensucian las calles,<br />
<strong>de</strong> los paredones<br />
don<strong>de</strong> los metales<br />
remachan adioses<br />
en heroicas carnes,<br />
<strong>de</strong> la incompetencia<br />
cuyos engranajes<br />
acrecientan ruinas<br />
y encomian puntales,<br />
<strong>de</strong> las maquinadas<br />
raciones que abruman<br />
cada subsistencia<br />
con necesida<strong>de</strong>s,<br />
<strong>de</strong>l tercermundismo,<br />
hijo <strong>de</strong> la “gloria<br />
revolucionaria”:<br />
35
miseria y eriales,<br />
<strong>de</strong> esta gran caída,<br />
<strong>de</strong> esta cruz en bal<strong>de</strong>,<br />
¡Dios mío,<br />
permite que Cuba<br />
–por fin– se levante!<br />
36
Yo perdono<br />
Yo perdono a la mano que me cerró la puerta,<br />
yo perdono a la puerta que se <strong>de</strong>jó cerrar,<br />
al enemigo injusto, a la espina molesta<br />
y al recuerdo <strong>de</strong> cierto <strong>de</strong>sabrido lugar.<br />
Yo perdono a la muerte con su <strong>de</strong>finitiva<br />
gestión, al calendario que lima el porvenir,<br />
a la torva mirada, la insincera sonrisa<br />
y al gris que a veces tinta mis ansias <strong>de</strong> vivir.<br />
Yo perdono la <strong>de</strong>uda que se quedó pendiente<br />
y el mezquino latido <strong>de</strong> cierto corazón,<br />
el <strong>de</strong>splante gratuito, el orgullo <strong>de</strong>l fuerte<br />
y al diamante que a veces retorna hacia el carbón.<br />
Pero no me perdono, no puedo perdonarme<br />
la tar<strong>de</strong> en que cerraste tu puerta para mí<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquellas frases que rasgaron el aire<br />
y que nunca, amor mío, <strong>de</strong>bí <strong>de</strong>cirte a ti.<br />
37
De profundis<br />
De lo profundo clamo a Ti, Dios mío;<br />
<strong>de</strong> las entrañas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el corazón.<br />
Los pecados me anegan como río<br />
que <strong>de</strong>semboca en la <strong>de</strong>solación.<br />
Soy miseria y cenizas. Y si cuentas<br />
mis malda<strong>de</strong>s, me habrás <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nar.<br />
Cuando Te olvido ando ciego, a tientas,<br />
perdido en laberintos <strong>de</strong> pesar.<br />
Pero mírame así, triste y contrito,<br />
humillarme a tus pies. Mi rebeldía<br />
suplica Tu anhelada absolución.<br />
¡Oh, misericordioso Dios bendito,<br />
vuelve a mi alma, la fiesta y alegría<br />
que sólo traen tu gracia y tu perdón!<br />
38
Para mi cumpleaños<br />
Hoy que me he levantado sólo un poco más viejo,<br />
te confiaré que nada me hace sentir dolido<br />
pues aunque no me alegro mirándome al espejo<br />
mi vida no camina <strong>de</strong> cara hacia el olvido.<br />
Porque para este mundo <strong>de</strong> anversos y reversos,<br />
<strong>de</strong> santidad y sombras, <strong>de</strong> iglesias y bur<strong>de</strong>les,<br />
a título <strong>de</strong> herencia voy forjando mis versos:<br />
copos <strong>de</strong> sangre fresca sobre lentos papeles.<br />
Y aunque una pesadumbre pueda empañar mi invierno,<br />
no me entristece el hecho <strong>de</strong> encajar otro año<br />
porque a veces recibo vislumbres <strong>de</strong> lo eterno,<br />
reflejos que anticipan un dorado peldaño.<br />
Y en fin, que a pocos pasos ya <strong>de</strong> mi nacimiento,<br />
fecha <strong>de</strong> cumpleaños, mañana, martes trece,<br />
sigo escribiendo versos con mi rostro contento,<br />
–con mi rostro contento o a mí me lo parece–.<br />
Y mientras se <strong>de</strong>snudan las ramas <strong>de</strong> mi vida<br />
y bosteza <strong>de</strong> viejo mi fugaz calendario,<br />
ensangriento otra hoja con cierta antigua herida<br />
para seguir cumpliendo con mi legado diario.<br />
39
Mira la cruz<br />
Mira la cruz y mira, hombre, el pecado<br />
que vas a cometer. Contra el ma<strong>de</strong>ro<br />
está el cuerpo <strong>de</strong> Dios crucificado<br />
sobre el que pesa el mal <strong>de</strong>l mundo entero.<br />
Pon a una lado el martillo. Arroja el clavo,<br />
contempla las heridas <strong>de</strong> esa frente<br />
y no quieras volver a ser esclavo.<br />
La verdad la hallarás <strong>de</strong> penitente.<br />
Tira esa esponja con vinagre y hiel,<br />
suelta la lanza, abraza el crucifijo,<br />
agra<strong>de</strong>ce la sangre <strong>de</strong>rramada<br />
y consuela a tu Dios siéndole fiel.<br />
Besa las llagas <strong>de</strong>l divino Hijo<br />
a quien ibas a dar la bofetada.<br />
40
Me llamas en el viento<br />
Amiga, cuando quieras me llamas en el viento<br />
porque tú y yo nacimos para estar a distancia.<br />
Mi soledad no espera milagros veni<strong>de</strong>ros<br />
y mi silencio bulle cargado <strong>de</strong> nostalgias.<br />
Como el agua <strong>de</strong>l río socava el cauce abierto<br />
a veces en el pecho se me abren hondas zanjas,<br />
profundas cicatrices <strong>de</strong> tantos sentimientos<br />
que <strong>de</strong>jan una pátina <strong>de</strong> ausencia en mis entrañas.<br />
Encuentro mi consuelo <strong>de</strong>shilvanando el sueño<br />
y voy, sueño por sueño, cañada tras cañada,<br />
pastor incomprendido <strong>de</strong> un hato <strong>de</strong> silencios<br />
con una sed perdida <strong>de</strong> amor en la mirada.<br />
Hoy, para acompañarme, <strong>de</strong>svelo tu recuerdo,<br />
en esta noche hiriente regresas a mi casa<br />
y más allá <strong>de</strong>l ansia que inquieta nuestros cuerpos<br />
te posas en mi frente con invisibles alas.<br />
Tú sabes <strong>de</strong> la pena que no nos merecemos,<br />
que arrasa nuestro pecho como una llamarada,<br />
<strong>de</strong> este quererlo todo, <strong>de</strong> este mirar tan lejos<br />
sin que jamás podamos trenzar nuestras dos ansias.<br />
Tú tienes la sonrisa que aplaca el <strong>de</strong>sconsuelo<br />
y sabes <strong>de</strong>l consuelo para la mano hermana.<br />
Por eso, aunque es <strong>de</strong> noche, velando tu recuerdo,<br />
recuerdo que tú eres mi amiga, y mi nostalgia<br />
madura en los trigales cansados <strong>de</strong> mi verso<br />
para que cuando quieras, comas <strong>de</strong>l pan <strong>de</strong> mi alma.<br />
41
Siembra y siega<br />
Siembra y siega, eso es la vida.<br />
Siembra y siega y nada más.<br />
Un saludo, un <strong>de</strong>spido,<br />
un sol, una noche y ya.<br />
Un <strong>de</strong>spertar y un pañuelo<br />
que dura una eternidad,<br />
breves acontecimientos<br />
sobre un mundo <strong>de</strong> cristal.<br />
Siembra y siega. Nuestros cuerpos<br />
unidos y esta ansiedad<br />
<strong>de</strong> no <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rnos nunca<br />
<strong>de</strong>l ancla que no ha <strong>de</strong> anclar.<br />
Siembra y siega, eso es la vida,<br />
siembra y siega y nada más.<br />
Yo el arado, tú la tierra,<br />
nuestro amor. Y polvo. Y sal.<br />
42
Consuelo<br />
No tengo más consuelo, Señor, que Tu consuelo.<br />
Por eso, nuevamente, me ves mirando al cielo<br />
mientras paso las cuentas <strong>de</strong>l pesado rosario<br />
<strong>de</strong>l hecho cotidiano, <strong>de</strong>l dolor a diario.<br />
Soy otra, entre millones <strong>de</strong> frenéticas cruces,<br />
que choca sus ma<strong>de</strong>ros entre sombras y luces<br />
como espada en batalla contra el peso <strong>de</strong>l mundo,<br />
don<strong>de</strong> un ladrón se pue<strong>de</strong> salvar en un segundo.<br />
Soy pez entre otros peces que se mueren <strong>de</strong> sed,<br />
contento <strong>de</strong> tu pesca, contento <strong>de</strong> tu red,<br />
contento <strong>de</strong> seguirte luchando contra escombros<br />
que tantas veces curvan mis <strong>de</strong>sgastados hombros.<br />
¿Quién más tiene palabras <strong>de</strong> eterna permanencia?<br />
No pue<strong>de</strong>n pronunciarlas la razón ni la ciencia.<br />
¿Quién más, por mí, ha sacado su rostro ante el pecado<br />
y se ha puesto en el medio, servil, crucificado,<br />
para encajar la pena terrible <strong>de</strong>l castigo,<br />
los golpes que <strong>de</strong>bieron <strong>de</strong> terminar conmigo?<br />
¡Cuánto tengo, Dios mío, cuánto, que agra<strong>de</strong>certe<br />
más allá <strong>de</strong> la vida, más allá <strong>de</strong> la muerte!<br />
Mientras tanto, prosigo mi rutinaria marcha<br />
a pasos cortos y años revestidos <strong>de</strong> escarcha.<br />
Cuando por vez postrera gire mi vieja noria<br />
permite que mis ojos puedan mirar Tu gloria.<br />
43
Cuba es<br />
A mi buen amigo Raúl González.<br />
Cuba es una enfermedad<br />
mal atendida, una llaga,<br />
un sueño que va a la zaga<br />
<strong>de</strong>l tiempo y la realidad.<br />
Es una concavidad<br />
don<strong>de</strong> se empoza la vida,<br />
don<strong>de</strong> el ave canta herida<br />
y el futuro se evapora,<br />
es una frustrada espora<br />
que sueña una flor crecida.<br />
Cuba es sangre caliente<br />
que hincha la apretada vena,<br />
es una inquieta colmena,<br />
una rebelión pendiente,<br />
la mirada persistente<br />
que permite vislumbrar<br />
un muro por <strong>de</strong>rribar,<br />
la erradicación <strong>de</strong>l duelo<br />
y la apertura <strong>de</strong> un cielo<br />
con auroras que estrenar.<br />
Cuba es una telaraña<br />
<strong>de</strong> ilusiones que, invisible<br />
se extien<strong>de</strong> en la inmarcesible<br />
fronda, un germen <strong>de</strong> hazaña<br />
que infiltrado en cada caña<br />
mece su noble machete,<br />
un milagro que promete<br />
un mañana <strong>de</strong> justicia<br />
que escribirá su noticia<br />
sobre un blanco brazalete.<br />
44
Cuba es, mi querido hermano<br />
¡qué puedo <strong>de</strong>cirte…! Es Cuba<br />
una gloria que se incuba<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> cada cubano.<br />
Cuba es el nudo gordiano<br />
que acabará por ce<strong>de</strong>r<br />
al grito que, por <strong>de</strong>ber,<br />
partirá el aire can<strong>de</strong>nte:<br />
¡Libertad! Ya cada frente<br />
vislumbra el amanecer.<br />
45
Demasiado<br />
Fue <strong>de</strong>masiado tiempo<br />
y <strong>de</strong>masiado el mal;<br />
<strong>de</strong>masiadas roturas<br />
en el mismo cristal.<br />
Fue <strong>de</strong>masiado el odio<br />
que <strong>de</strong>scargaste en mí.<br />
Fue <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong><br />
la tar<strong>de</strong> en que me fui.<br />
Fue <strong>de</strong>masiado el golpe<br />
contra mi corazón.<br />
¿Perdonarte…?<br />
¡Me falta<br />
<strong>de</strong>masiado perdón!<br />
46
Ya me pierdo<br />
Ya me pierdo, queridos amigos,<br />
por las sendas que van hacia el todo,<br />
abandono mi antiguo recodo<br />
y reparto mis viejos abrigos.<br />
Me <strong>de</strong>scubro a mí mismo en el alma<br />
para hallarme <strong>de</strong>spierto en el hombre.<br />
Mi oración está escrita en la calma<br />
<strong>de</strong>l silencio que no tiene nombre.<br />
Con un último y alto bostezo<br />
resucito <strong>de</strong>l viejo letargo<br />
y ante todo lo que antes fue amargo<br />
con arcaicas parábolas, rezo.<br />
Ya me pierdo queridos hermanos<br />
al silencio que or<strong>de</strong>na mi voz:<br />
a seguir los caminos <strong>de</strong> Dios<br />
y es por eso que os llamo ahora hermanos.<br />
47
Poema en cuatro colores<br />
Quiero leerte este poema negro<br />
escrito con diez burdas puñaladas<br />
con el puñal por <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi pecho,<br />
tallándome tu nombre en las entrañas.<br />
Quiero leerte este poema rojo<br />
fraguado con <strong>de</strong>seo incan<strong>de</strong>scente,<br />
que abrasa hasta el papel cuando lo anoto<br />
<strong>de</strong> tanto consentir lo que consiente.<br />
Quiero leerte este poema ver<strong>de</strong><br />
que encierra la frescura <strong>de</strong> una selva<br />
don<strong>de</strong> somos dos fieras que se pier<strong>de</strong>n<br />
para que la lujuria las envuelva.<br />
Y por si fuera poco, aquí lo <strong>de</strong>jo<br />
pintado con mi sangre en tu barranco:<br />
bendita celadora <strong>de</strong> mi cuerpo,<br />
para ti escribo este poema blanco.<br />
48
Déjame que me duerma<br />
Déjame que me duerma en mi mentira<br />
para po<strong>de</strong>r, más tar<strong>de</strong>, abrir los ojos.<br />
Déjame que me engañe y que me diga<br />
que sí, que soy feliz, aunque a mi modo.<br />
Prometo sonreir ante el espejo<br />
para mirar mi dicha duplicada<br />
sin pensar en el barro en que me quiebro.<br />
¿Qué habrá, amor, más allá <strong>de</strong> las campanas?<br />
Déjame que almidone la esperanza<br />
con que visto la angustia <strong>de</strong> mi rostro.<br />
Nadie <strong>de</strong>scubrirá lo que me pasa:<br />
que me voy en la arena poco a poco…<br />
Déjame. Yo sé que ellos son felices<br />
con la simplicidad <strong>de</strong> sus razones.<br />
Cuando amanezca, vete. He <strong>de</strong> ser libre<br />
para llorar a solas, como un hombre.<br />
49
Bendición<br />
¡Pensar que anduve tantos años triste!<br />
¡Pensar que estuve tantos años muerto!<br />
Que rechacé el edén por un <strong>de</strong>sierto,<br />
que fui un enfermo amante <strong>de</strong> su quiste!<br />
Puse mi tienda entre las sepulturas,<br />
sordo al llamado <strong>de</strong>l divino amor<br />
hasta que un manotazo <strong>de</strong> dolor<br />
me obligó a conversar con las alturas.<br />
Gran<strong>de</strong> es la cruz que se nos viene al hombro<br />
pero nunca es más gran<strong>de</strong> que la gracia<br />
que nos da Dios para llevar su peso.<br />
Es hoy –por fe– que ando. Y no me asombro<br />
<strong>de</strong> verme caminando en la <strong>de</strong>sgracia<br />
como al que han ben<strong>de</strong>cido con un beso.<br />
50
Súplica<br />
Amiga, ven <strong>de</strong>spacio y arrúllame esta noche<br />
y puéblame <strong>de</strong> besos y acéptame en voz baja<br />
hasta que el alba venza mis párpados insomnes<br />
y en mi garganta agosten mis brotes <strong>de</strong> palabras.<br />
Amiga, con tus <strong>de</strong>dos <strong>de</strong>speja <strong>de</strong> mi frente<br />
la sombra <strong>de</strong> este antiguo temor que se me arrima:<br />
a veces pierdo el hilo <strong>de</strong> Dios y, <strong>de</strong> repente,<br />
me asusta imaginarme que una súbita muerte<br />
consiga arrebatarme mi estrella preferida.<br />
51
Niebla<br />
La vida es una niebla persistente<br />
don<strong>de</strong> toda esperanza se alucina.<br />
La luz, que se presenta clan<strong>de</strong>stina,<br />
nos roza y se nos va implacablemente.<br />
Entre <strong>de</strong>nsos jirones vagarosos<br />
sobrevivimos miopes, casi a tientas.<br />
A luz y sombra saco yo mis cuentas<br />
siempre con resultados infructuosos.<br />
He poblado ya tantas confusiones,<br />
he habitado tortuosos laberintos<br />
saturados <strong>de</strong> niebla tan espesa,<br />
que amordazando mis meditaciones<br />
me he <strong>de</strong>jado guiar por mis instintos<br />
porque la niebla llena mi cabeza.<br />
52
Conyers<br />
A María, la más dulce madre.<br />
Se pinta un arcoiris en el cielo<br />
y danza el sol, dorando la colina.<br />
La multitud, cansada y peregrina<br />
implora fervorosa por consuelo.<br />
Huele a místicas rosas, frescas, puras,<br />
y el paso ca<strong>de</strong>ncioso <strong>de</strong>l rosario<br />
persiste. El cielo ahora es un sagrario<br />
y el sol una gran hostia en las alturas.<br />
Hay paz. Un repentino sentimiento<br />
<strong>de</strong> contrición que escarba en mi pasado<br />
me sugiere, al llorar, otro bautismo.<br />
Y en un gesto que es casi un sacramento<br />
me persigno y me siento renovado.<br />
Gracias, Padre, por nuestro cristianismo.<br />
53
Balseros muertos<br />
A Julio Estorino.<br />
Señor, misericordia <strong>de</strong> aquellos cuyas almas<br />
soñaron horizontes más allá <strong>de</strong> las palmas<br />
e inmolaron sus cuerpos a mitad <strong>de</strong> camino<br />
con sus ojos abiertos hacia el lecho marino.<br />
Piedad por los que ciegos <strong>de</strong> marea y <strong>de</strong> espuma<br />
jugaron sus <strong>de</strong>stinos a una carta <strong>de</strong> bruma<br />
sobre una cruz en<strong>de</strong>ble <strong>de</strong> goma y <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.<br />
¡Casi toda mi patria, Señor, es hoy balsera!<br />
Si el mar pudiera hablarnos, con qué dolor lo haría<br />
él, que conoce a fondo la súbita agonía,<br />
la exánime brazada y hasta el último aliento<br />
<strong>de</strong> tantos abatidos por el agua y el viento.<br />
Señor, Tú que compartes nuestro rojo calvario,<br />
piedad para ese pueblo que se arroja a diario<br />
sobre la interrogante <strong>de</strong> la negra corriente<br />
en busca <strong>de</strong> justicia. Piedad para mi gente.<br />
Por cada hijo tuyo malogrado y salobre,<br />
mi virgencita linda, mi Caridad <strong>de</strong>l Cobre,<br />
piedad. Por los que lloran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong>l mar…<br />
¡porque hoy ven a los suyos con ganas <strong>de</strong> llorar!<br />
54
Mi diálogo con Dios sobre la estrella<br />
La lucha por la estrella es vigorosa:<br />
–¡Procuraré llegar mucho más alto!<br />
–Reposa, hombre; reposa,<br />
que el mundo no se <strong>de</strong>ja atrás <strong>de</strong> un salto.<br />
(La estrella sigue lejos).<br />
–Tal vez no es tu <strong>de</strong>stino el alcanzarla.<br />
(¡Qué vívidos reflejos!)<br />
–¿Y si me esfuerzo más para tocarla?<br />
–¿Y si la contaminas?<br />
¿No hay estrella en tu mano y mano en ella?<br />
Tus manos son divinas,<br />
pero ¡nunca me ensucies una estrella!<br />
55
Nada más<br />
Nada más que este fuego que se me pren<strong>de</strong> al pecho<br />
puedo darte. Nada más. Y no sé si te basta.<br />
Casi todo mi mundo se encuentra piel a<strong>de</strong>ntro<br />
y este cuerpo que miras, compañera, es mi casa.<br />
Es la casa en que habita lo que soy, cuanto tengo.<br />
Tú lo sabes; a veces has llamado a mi puerta.<br />
Todas mis pertenencias se ciñen a mis sueños<br />
y al recuerdo <strong>de</strong>l sitio que abarcaron mis huellas.<br />
Vivo sencillamente, con un <strong>de</strong>seo bueno<br />
<strong>de</strong> compartir los frutos <strong>de</strong> mi mejor cosecha.<br />
No me duele el pasado, no me obsesiona el tiempo.<br />
En paz labro mi campo <strong>de</strong> esperanzas inmensas.<br />
Hoy ten<strong>de</strong>r aquel puente, trazar cierto camino…<br />
este afán <strong>de</strong> llegar siempre lejos, más lejos,<br />
y recorrer la vida libre <strong>de</strong> pesimismo<br />
con la sabiduría que otorga el propio encuentro.<br />
Y es esta mi riqueza, mi riqueza <strong>de</strong> pobre<br />
porque, teniendo poco, me basta. Nada anhelo<br />
más allá <strong>de</strong> estas ropas, más allá <strong>de</strong> mis voces<br />
y <strong>de</strong>l mundo tangible que hoy limita mi cuerpo.<br />
Ya lo ves, poco tengo y no sé si te alcanza<br />
pero mi casa es tuya y en mi casa te espero.<br />
Y como tú conoces mis íntmas palabras,<br />
juntos compartiremos idénticos silencios.<br />
56
Otra vez<br />
Otra vez, hijo pródigo, regreso<br />
por el mismo sen<strong>de</strong>ro arrepentido<br />
como el que reaparece <strong>de</strong>l olvido<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado un tiempo preso.<br />
Otra vez cabizbajo, me arrodillo<br />
y me postro a tus pies bañado en llanto<br />
y me cubres los hombros con tu manto<br />
y me besas la sien como a un chiquillo.<br />
Esta escena la has visto repetida<br />
tantas veces, que sólo tu gran<strong>de</strong>za,<br />
Jesús, me reconstruye en el perdón.<br />
Hijo pródigo soy toda la vida<br />
porque sé que a pesar <strong>de</strong> mi flaqueza<br />
siempre rescatarás mi corazón.<br />
57
Sube y baja<br />
(Canción <strong>de</strong> cuna para un niño místico).<br />
¡Sube que sube y sube!<br />
¿Descubrirás la piedra<br />
o encontrarás la nube?<br />
¡Baja que baja y baja!<br />
¿Descubrirás el cielo<br />
o encontrarás la paja?<br />
Sube y baja.<br />
Baja y sube.<br />
Cielo es paja.<br />
Paja es nube.<br />
Bajarás cuando subas.<br />
Subirás cuando bajes.<br />
¿No hacen vino las uvas<br />
y el algodón, encajes?<br />
Niño, nunca <strong>de</strong>spiertes<br />
–<strong>de</strong>spertar es un sueño–<br />
una vez que <strong>de</strong>spiertas<br />
¿no respon<strong>de</strong>s durmiendo?<br />
Cuando subas y bajes,<br />
cuando bajes y subas<br />
te vestirás con uvas<br />
y beberás encajes.<br />
58
Esta es la hora<br />
Por fin nos a<strong>de</strong>ntramos en el gran valle oscuro,<br />
entre sombras <strong>de</strong> muerte tan sobrecogedoras<br />
que perturban el alma que atisba hacia el futuro.<br />
Falsas luces arrojan simulacros <strong>de</strong> auroras.<br />
Parece ser la hora triunfal <strong>de</strong> la tiniebla,<br />
cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Malo consolida su mal.<br />
Relincha un gran caballo <strong>de</strong> Troya que ahora puebla<br />
la tierra <strong>de</strong> herejías con aura fraternal.<br />
Presumen los leprosos y conducen los ciegos;<br />
festiva, se contagia la gran apostasía.<br />
Cristo es vilipendiado don<strong>de</strong>quiera que esté.<br />
Multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n; otros atizan fuegos<br />
y los dientes filosos <strong>de</strong> una inmunda jauría<br />
muer<strong>de</strong>n cruces guardadas por el hombre <strong>de</strong> fe.<br />
59
¿Quién?<br />
¿Quién me abrirá la puerta cuando llegue?<br />
¿Será una mano negra<br />
o una mano <strong>de</strong> nieve?<br />
¿Iré a un campo <strong>de</strong> sal con flores secas<br />
en la perpetua sombra<br />
o tendré el privilegio <strong>de</strong> la llama<br />
<strong>de</strong>l triunfo y la corona?<br />
¿Habrá una puerta ancha?<br />
¿Quizá una puerta estrecha?<br />
¿Será la pesadilla<br />
o estrenaré conciencia?<br />
¿Al final, cuál será mi eterno ahora?<br />
¿Me sumaré a la muerte como muerto…<br />
o lograré evadirme hacia la gloria?<br />
60
Quiero sentirme anclado<br />
Quiero sentirme anclado tomándote las manos<br />
como un barco musgoso con<strong>de</strong>nado al olvido<br />
en un renunciamiento <strong>de</strong> parajes lejanos,<br />
mujer, obseso sueño <strong>de</strong> náufrago vencido.<br />
Quiero sentirme anclado, sentirme como muerto,<br />
inútil en mí mismo como un mástil <strong>de</strong>snudo,<br />
con la paz <strong>de</strong>l marino que al fin arribó al puerto,<br />
con el retorcimiento positivo <strong>de</strong>l nudo.<br />
Más allá <strong>de</strong>l motivo que me vuelve distante<br />
quiero todo tu peso crujiendo en mis bo<strong>de</strong>gas;<br />
constelación naciente <strong>de</strong> mi propio sextante,<br />
reflujo <strong>de</strong> silencios, mar <strong>de</strong> caricias ciegas.<br />
Aburrido <strong>de</strong> largos e irreversibles viajes,<br />
<strong>de</strong>finitivamente quemo mis mapas vanos.<br />
¡Qué cansancio tan gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> adioses y equipajes!<br />
Quiero sentirme anclado tomándote las manos.<br />
61
Reflejos<br />
Hombre,<br />
olvida cada nombre<br />
que le has puesto a las cosas:<br />
Juan no es Juan, ni Dios, Dios, ni hay mariposas.<br />
Todo es lo que es cuando te callas<br />
y entierras la palabra –que es reflejo–.<br />
Con palabras <strong>de</strong>stejo y entretejo<br />
mi mundo y la ilusión don<strong>de</strong> te hallas.<br />
Cercena la palabra y ve a la vida,<br />
no permitas que el símbolo te asombre.<br />
Hombre,<br />
para encontrar la puerta <strong>de</strong> salida,<br />
¿<strong>de</strong>berás poner nombre a cada herida<br />
o apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la luz en el espejo?<br />
62
A punto<br />
Señor, ya estoy a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>volver mis re<strong>de</strong>s.<br />
Tú sabes que mi pesca no ha sido milagrosa.<br />
Encallaré mi barca mirando hacia el poniente<br />
con los remos cansados <strong>de</strong> una vida en zozobra.<br />
No sé. No sé el <strong>de</strong>stino que me darán los vientos<br />
cuando mi alma <strong>de</strong>spierte convertida en gaviota,<br />
si apuntarán mis alas hacia cielos abiertos<br />
o si éstas, atrofiadas, batirán sólo sombras.<br />
Pero sé que habrá un llanto <strong>de</strong> sal en mi cubierta<br />
y que una mano blanca como espuma <strong>de</strong> ola<br />
arriará mi velamen una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> niebla<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el viejo muelle, dirá adiós a mis cosas.<br />
Retornaré el cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> bitácora lleno,<br />
la brújula, el sextante, el fanal, las maromas,<br />
mi inútil equipaje, mis mapas obsoletos...<br />
¡todo menos el ancla, que guardaré en mi alforja!<br />
Navegaré otras rutas, hasta entonces secretas,<br />
por lumínicos mares –misteriosa <strong>de</strong>rrota–<br />
hacia don<strong>de</strong> me arrastre la corriente <strong>de</strong> estrellas<br />
que conduce las barcas que enfilan a otras costas.<br />
Y cuando al fin encalle <strong>de</strong> cara al infinito,<br />
liberaré el tesoro <strong>de</strong> mi pesada alforja<br />
echando al mar el ancla –mi amuleto bendito–<br />
para esperar la barca <strong>de</strong> mi adorada esposa.<br />
63
No me busquéis<br />
No me busquéis en todas mis palabras,<br />
no me busquéis en todos mis encuentros<br />
que no surjo <strong>de</strong> mis contradicciones<br />
ni <strong>de</strong>l posible error <strong>de</strong> cuanto expreso.<br />
No me busquéis en vuestras concepciones,<br />
no; yo no soy aquel, soy un reflejo<br />
igual que las estrellas <strong>de</strong> un estanque<br />
son sólo el duplicado <strong>de</strong> sus fuegos.<br />
Buscadme en las entrañas <strong>de</strong> la ausencia,<br />
junto a la soledad, cara al silencio,<br />
en las cenizas blancas y can<strong>de</strong>ntes<br />
<strong>de</strong> lo que está quemando su momento;<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la razón preconcebida,<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la pasión por lo terreno,<br />
don<strong>de</strong> vuestras potencias no conciban<br />
por qué puedo confiar en lo que espero.<br />
Buscadme don<strong>de</strong> no entendáis a fondo<br />
el extraño egoísmo <strong>de</strong> ser bueno.<br />
Si ahí no estoy, buscadme en lo lejano<br />
que Dios está muy lejos y aún hay trecho.<br />
64
Veredicto<br />
Ajeno al veredicto, el hijo duerme,<br />
duerme en cuna <strong>de</strong> agua en paz profunda<br />
mientras su madre se acaricia el vientre<br />
dudando si volverse nido o tumba.<br />
Inquieta, suma, resta y <strong>de</strong>libera<br />
–jurado y juez a un tiempo– sin testigos<br />
que puedan <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r esa inocencia<br />
que crece en sus entrañas como niño.<br />
No. Tal vez no dé a luz y le encomien<strong>de</strong><br />
su flor a un jardinero sin conciencia<br />
que arrancará <strong>de</strong>l surco su simiente<br />
como quien se <strong>de</strong>shace <strong>de</strong> una piedra.<br />
Quizás esas pupilas diminutas<br />
no estrenen clarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mañana<br />
ni observen el entorno <strong>de</strong> la cuna<br />
don<strong>de</strong> el amor se viste <strong>de</strong> esperanza;<br />
quizás esos pequeños pies no lleguen<br />
a intentar horizontes, y esas manos<br />
hambrientas <strong>de</strong> caricias, nunca entierren<br />
su peso en el refugio <strong>de</strong> un regazo.<br />
Acaso que<strong>de</strong>n frases nunca dichas<br />
por labios que aún se <strong>de</strong>ben perfilar,<br />
y esa frente que hoy se abre hacia la vida<br />
se eclipse antes <strong>de</strong>l acto <strong>de</strong> pensar.<br />
La madre saca cuentas. Duerme el niño;<br />
duerme en sombras. Confiado. Y duerme en paz<br />
ajeno al <strong>de</strong>cisivo veredicto<br />
<strong>de</strong> portazo <strong>de</strong> sangre… o <strong>de</strong> hijo,<br />
<strong>de</strong> prodigiosa vida… o <strong>de</strong> final.<br />
65
Quisiera<br />
Quisiera, por un día, ser un hombre sencillo,<br />
carente <strong>de</strong> estas sombras que oscurecen mis manos,<br />
que mis ojos perdieran su matiz amarillo<br />
<strong>de</strong> insomnes reinci<strong>de</strong>ntes, <strong>de</strong> anémicos cristianos.<br />
Quisiera, en un <strong>de</strong>rroche <strong>de</strong> luz, saberlo todo,<br />
llenar <strong>de</strong> agua divina mi más profunda fosa<br />
y sacudirme el lastre <strong>de</strong> este efímero lodo<br />
como el que se libera <strong>de</strong> una trampa angustiosa.<br />
Quisiera, sí, que un día, rebel<strong>de</strong> a su mutismo,<br />
por fin mi Dios dictara la voz que me completa<br />
y sin interrogantes, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser yo mismo,<br />
esta caricatura <strong>de</strong> infiel anacoreta.<br />
Quisiera, pero en vano. Quisiera tantas cosas…<br />
como <strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rme <strong>de</strong> todas mis espinas<br />
–lo que nunca han logrado ni siquiera las rosas–<br />
y <strong>de</strong>sgarrar el velo <strong>de</strong> cuantas nebulosas<br />
me impi<strong>de</strong>n que amanezca con manos cristalinas.<br />
66
Distancia<br />
Se ha hecho viernes en jueves nuevamente<br />
y el golpe <strong>de</strong> la ausencia se a<strong>de</strong>lanta.<br />
Llueve. Hoy todo es gris y se agiganta<br />
la noche prematura hacia poniente.<br />
Esta semana tiene un día menos,<br />
que es uno más para cualquier agenda<br />
y en él, mi herida no verá tu venda,<br />
y habré <strong>de</strong> amarte sin los brazos llenos.<br />
Te vas antes <strong>de</strong>l tiempo prometido<br />
en aquel juramento que no hiciste<br />
<strong>de</strong>sajustando nuestro escaso horario.<br />
Y <strong>de</strong>splazado por tu breve olvido,<br />
ocupo mi reducto <strong>de</strong> hombre triste<br />
hasta que te <strong>de</strong>vuelva el calendario.<br />
67
Tu paz<br />
Tu paz es dulce brisa que mueve las cortinas<br />
<strong>de</strong>l cuarto en que conservo mis preciados recuerdos.<br />
Tu paz tiene el sencillo calor <strong>de</strong> la cocina<br />
o <strong>de</strong> la chimenea prendida en el invierno.<br />
Tu paz es el aroma <strong>de</strong> la hogaza caliente<br />
sobre el mantel que guardo para el día <strong>de</strong> fiesta,<br />
es como la frescura <strong>de</strong> la lluvia reciente<br />
o un toque <strong>de</strong> nudillos amigos en mi puerta.<br />
Tu paz. Tu paz lo es todo. Tu paz crece a mi paso<br />
como se multiplican tus panes y tus peces.<br />
Y es total certidumbre <strong>de</strong>l bendito regalo<br />
con el que Tú restauras mi vida en el presente.<br />
68
Centinela<br />
Si pudiera teñir con sangre el día,<br />
la hora, el minuto y el segundo<br />
en que a golpes <strong>de</strong> terca lejanía<br />
<strong>de</strong>strozaste la cuerda <strong>de</strong> mi mundo,<br />
hacer retroce<strong>de</strong>r el calendario<br />
–trescientas madrugadas en <strong>de</strong>svelo–<br />
y traerte a mi nuevo itinerario<br />
para <strong>de</strong>sempolvar mi <strong>de</strong>sconsuelo…<br />
me apresaría, amor, amada, amante,<br />
como un viento fatal contra tu vela<br />
hasta inmovilizar tu embarcación.<br />
Y quebrando sin culpa tu sextante,<br />
te pondría <strong>de</strong>spués por centinela,<br />
ancla y rumbo a mi propio corazón.<br />
69
Monasterio<br />
Yo habito un retirado monasterio<br />
don<strong>de</strong> a solas dialogo con mi Cristo.<br />
Como único guardián, en él subsisto<br />
cumpliendo con mi humil<strong>de</strong> ministerio<br />
<strong>de</strong> amor: pulir los vastos corredores,<br />
aten<strong>de</strong>r el jardín siempre florido<br />
don<strong>de</strong> Dios me celebra, agra<strong>de</strong>cido,<br />
el cuidado que he puesto en tantas flores.<br />
Preparar la capilla y –siempre en vela–<br />
aguardar el divino advenimiento:<br />
Jesús que se me acerca y que me ensalma.<br />
Y luego, como premio al centinela,<br />
al irse esparce un soplo <strong>de</strong> su aliento<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> mi alma.<br />
70
Leyenda cubana<br />
Hay un reino misterioso<br />
en el fondo <strong>de</strong> las aguas<br />
que va <strong>de</strong>s<strong>de</strong> La Florida<br />
hasta la costa cubana.<br />
En él no existen palacios<br />
suntuosos, ni reinas, ni hadas,<br />
ni magníficos salones<br />
llenos <strong>de</strong> cuadros y estatuas,<br />
sino añoranza. Es un mundo<br />
habitado por las almas<br />
<strong>de</strong> quienes nunca alcanzaron<br />
la libertad anhelada;<br />
y está lleno <strong>de</strong> recuerdos<br />
pues con residuos <strong>de</strong> balsas<br />
se han hecho una ciudad libre<br />
que han <strong>de</strong>corado con algas.<br />
De sal pintan sus pare<strong>de</strong>s<br />
y para atenuar nostalgias,<br />
como no hay palmas reales<br />
siembran anémonas blancas.<br />
Un valle <strong>de</strong> Yumurí<br />
hecho <strong>de</strong> arena ondulada<br />
finaliza en el Turquino<br />
<strong>de</strong> un rojo coral. Sin pausa<br />
diligentes caballitos<br />
<strong>de</strong> mar burlan la resaca<br />
y regresan con noticias<br />
<strong>de</strong> tierra firme, y en manchas<br />
pececillos tricolores<br />
igual que ban<strong>de</strong>ras patrias<br />
nadan muy cerca <strong>de</strong> estrellas<br />
–casi siempre solitarias–.<br />
Nocturnas fosforescencias<br />
que evocan noches cubanas<br />
crean suspiros que ascien<strong>de</strong>n<br />
como burbujas plateadas.<br />
¡Cómo añoran, Dios su isla<br />
estos seres que, a distancia,<br />
aguardan su merecida<br />
re<strong>de</strong>nción: volver a casa!<br />
71
Regresarán. Ellos saben<br />
que una inmensa marejada<br />
<strong>de</strong> libertad repentina<br />
los arrancará <strong>de</strong>l agua<br />
y arrastrados en la espuma<br />
<strong>de</strong> las olas, como larga<br />
procesión, el mar y el viento<br />
los <strong>de</strong>volverá a sus playas.<br />
Porque un nuevo sol naciente<br />
sobre Cuba liberada<br />
hará al fin que, por justicia,<br />
salgan a flote estas almas.<br />
72
De los montes a los montes<br />
De los montes a los montes,<br />
no <strong>de</strong>l monte a la pra<strong>de</strong>ra.<br />
Mi alma es alta porque espera<br />
y altos son sus horizontes.<br />
De otros ríos a los míos<br />
no <strong>de</strong> mis ríos al mar,<br />
que antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>sembocar<br />
he <strong>de</strong> ser todos los ríos.<br />
De las manos a las manos,<br />
el hombre nace <strong>de</strong>l hombre.<br />
Mi nombre en el mismo nombre<br />
<strong>de</strong> los dolores humanos.<br />
De los montes a los montes,<br />
<strong>de</strong> mis ríos a otros ríos,<br />
<strong>de</strong> las manos a las manos.<br />
Yo voy soñando horizontes<br />
y cauces que no son míos<br />
para tener más hermanos.<br />
73
Pecado<br />
Maldigo este pecado en que persisto.<br />
Lo sabes porque guardas la evi<strong>de</strong>ncia<br />
y has visto el mal color <strong>de</strong> mi conciencia.<br />
He vuelto a <strong>de</strong>fraudarte, Jesucristo.<br />
Por eso aquí, a la luz <strong>de</strong> tu sagrario,<br />
confieso mi papel <strong>de</strong> mal hermano,<br />
<strong>de</strong> débil enchapado <strong>de</strong> cristiano,<br />
<strong>de</strong> cuenta malograda en tu rosario.<br />
Rescátame aunque insista en mis caídas<br />
y báñame en la paz que no merezco<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tu bendita absolución.<br />
Jesús, por el valor <strong>de</strong> tus heridas,<br />
injértame a tu cruz. Y si no crezco…<br />
¡no vuelvas a tenerme compasión!<br />
74
Te pareces al viento<br />
Te pareces al viento mujer <strong>de</strong>sconcertante,<br />
te pareces al viento porque no tienes casa,<br />
porque cuanto más quiero tenerte y apresarte<br />
más sigilosamente tú me elu<strong>de</strong>s y pasas.<br />
Te pareces al viento porque buscas mis <strong>de</strong>dos<br />
pero si cierro el puño te me vas <strong>de</strong> la mano<br />
y tu fuerza dirige las aspas <strong>de</strong> mis sueños,<br />
sueños <strong>de</strong> versos tristes sobre papeles blancos.<br />
Eres fuerte y lo sabes. Sabes que a tu llegada<br />
todas mis pertenencias se riegan a tu antojo<br />
el tiempo que requieres para entibiar mi almohada<br />
y luego retirarte, silenciosa, <strong>de</strong> pronto.<br />
Mujer <strong>de</strong>sconcertante que escapas <strong>de</strong> mis brazos,<br />
todo lo que en ti pongo lo arrastras y lo pierdo.<br />
Pero siempre regresas porque sabes que aguardo<br />
resignado a tu modo <strong>de</strong> parecerte al viento.<br />
75
Sueño<br />
Madrugada fría; para no estar solo,<br />
para abrir los brazos a una compañía<br />
y empezar la vida pero <strong>de</strong> otro modo,<br />
–quizás sin mentiras–.<br />
Luces en mi calle –calle silenciosa–<br />
que alumbran la ruta <strong>de</strong> mi enorme sueño.<br />
Me siento tan lejos <strong>de</strong> todas las cosas<br />
que no tengo dueño.<br />
Mis pasos y pasos <strong>de</strong> otro caminante<br />
rozando el espejo sonoro <strong>de</strong>l eco:<br />
–quizás un hermano con sed <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s<br />
o el recuerdo seco–.<br />
Y <strong>de</strong>spués, mi casa. Un rumor <strong>de</strong> gente<br />
que no me acompaña, <strong>de</strong> risas vacías.<br />
Y soñar <strong>de</strong> pronto, como tantas veces,<br />
que en la madrugada <strong>de</strong> mi piel ausente<br />
vuelves a ser mía.<br />
76
Poema cuántico<br />
Moriré ayer, y habrá luto mañana<br />
porque todo suce<strong>de</strong> al mismo tiempo.<br />
Ya somos y seremos y hemos sido<br />
en miles <strong>de</strong> miríadas <strong>de</strong> espejos.<br />
Por eso, aunque hoy te quiero, ayer te quise.<br />
Antes <strong>de</strong> conocerte ya te amaba<br />
y hoy te diré lo mismo que te dije<br />
y volveré a <strong>de</strong>cirte otra mañana.<br />
Nuestro amor infinito aún no ha nacido<br />
y sin embargo te amo como nunca,<br />
como te estoy queriendo en el <strong>de</strong>spués.<br />
¿Cuántas veces te habrá dicho “amor mío”<br />
la voz <strong>de</strong> mis espejos? Nada turba<br />
este amor que ya ha sido, será y es.<br />
77
Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora<br />
A los abortados <strong>de</strong>l mundo.<br />
Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora <strong>de</strong> teneros en cuenta<br />
–tantos rostros sin nombre, tantos nombres sin rostros–.<br />
Por cada malogrado capullo en las entrañas<br />
se levanta este canto <strong>de</strong> amor para vosotros.<br />
Diminutos encajes, seres <strong>de</strong>shilachados,<br />
brutalmente arrancados <strong>de</strong>l íntimo telar<br />
don<strong>de</strong> se entretejía la esperanza futura,<br />
gotas <strong>de</strong> agua que nunca llegasteis hasta el mar.<br />
Sueños <strong>de</strong>svanecidos, resquebrajados vasos<br />
por los que se fugaron vuestras trémulas almas,<br />
calendarios privados <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong>l ciclo,<br />
tiernos soles extintos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la alborada.<br />
Delicadas promesas que escuchabais la vida<br />
retumbar, insistente, como vital tambor…<br />
vosotros no heredasteis la canción <strong>de</strong>l latido,<br />
para vosotros nunca llegó a abrirse el telón.<br />
Jamás sobrepasásteis la ración <strong>de</strong>l suspiro,<br />
víctimas sofocadas por trágicas mordazas<br />
<strong>de</strong> vientres <strong>de</strong>cididos a fungir <strong>de</strong> cadalsos<br />
–vuestras madres optaron por el filo <strong>de</strong>l hacha–.<br />
Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora <strong>de</strong> que alguien os conceda<br />
un gesto <strong>de</strong> empatía, un recuerdo piadoso,<br />
<strong>de</strong> que se os reivindique como a seres humanos<br />
aunque os hayan barrido como a rojos escombros.<br />
Ten<strong>de</strong>dnos vuestras manos, o lo que queda <strong>de</strong> ellas,<br />
juntad vuestros pedazos y, si os permite el cielo,<br />
venid a nuestros tristes corazones <strong>de</strong> luto<br />
y reposad en ellos. Perdonad el mal hecho.<br />
78
Quiero, si estáis <strong>de</strong> acuerdo, que en mi reloj <strong>de</strong> arena<br />
tengan siempre cabida vuestros pequeños granos.<br />
Aceptad, por justicia, un sitial en mi alma<br />
que es <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> conciencia y humil<strong>de</strong> <strong>de</strong>sagravio.<br />
79
Monólogo <strong>de</strong> Adán<br />
Estoy hecho <strong>de</strong> barro a tu medida,<br />
mujer llena <strong>de</strong> olor a paraíso.<br />
Soy el eterno Adán que un día quiso<br />
que fueras la razón su caída.<br />
Me llegas en la vida y en la muerte<br />
y sólo porque tú eres mitad mía,<br />
tus ojos <strong>de</strong> serpiente –llama fría–<br />
me obligan a seguirte. Eres más fuerte.<br />
Y si hoy me ves así, callado y triste,<br />
es porque intuyo el fin <strong>de</strong> la vasija<br />
don<strong>de</strong> se quebrará mi yo maldito.<br />
Persiste en mí el pecado, Eva y persiste<br />
el quererte en la madre y en la hija:<br />
bendita esclavitud por lo finito.<br />
80
Monólogo <strong>de</strong> Noé<br />
La lluvia anega todo el universo,<br />
<strong>de</strong>ntro y fuera, la tierra y mi conciencia.<br />
In<strong>de</strong>finidamente en mi existencia<br />
llueve la certidumbre <strong>de</strong>l converso.<br />
Tengo fe, pero floto a la <strong>de</strong>riva<br />
y el arca <strong>de</strong> mi cuerpo se resiente<br />
<strong>de</strong> tanta marejada. Estoy consciente<br />
<strong>de</strong> que tal vez diluvie mientras viva.<br />
Pero tras <strong>de</strong> lo gris intuyo un claro<br />
<strong>de</strong>spuntar <strong>de</strong>l reposo al fin <strong>de</strong>l viaje<br />
don<strong>de</strong> sueño un <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> sequía.<br />
Y una blanca paloma será el faro<br />
que, viniendo <strong>de</strong>l cielo a mi abordaje,<br />
pintará mi arcoiris <strong>de</strong> alegría.<br />
81
Monólogo <strong>de</strong> Moisés<br />
Gran parte <strong>de</strong> la vida es un <strong>de</strong>sierto<br />
y un abrir y cerrar <strong>de</strong> fieros mares<br />
don<strong>de</strong> ahogamos contrarios y pesares,<br />
<strong>de</strong>sembarcos <strong>de</strong>l mal en nuestro puerto.<br />
Muchas veces la huida es necesaria,<br />
<strong>de</strong> pronto la intuición nos dicta: “¡Ya!”<br />
y entonces <strong>de</strong>scubrimos que el maná<br />
es una fe crecida, extraordinaria.<br />
El simún me ha hecho fuerte. El sol, <strong>de</strong> hierro.<br />
Para mí es una gloria el arenal.<br />
Mi Dios ni vuelve atrás ni se equivoca.<br />
Rotundo vencedor <strong>de</strong>l mal becerro,<br />
contaré mi secreto cardinal:<br />
¡He visto brotar agua <strong>de</strong> una roca!<br />
82
Monólogo <strong>de</strong> Judas<br />
¡Tú siempre con<strong>de</strong>nando la riqueza!<br />
Envidio tus milagros. Yo quisiera<br />
multiplicar el pan a tu manera<br />
para que proclamaran mi gran<strong>de</strong>za.<br />
Si las turbas salieran a mi paso<br />
gritando: “¡Judas!, ¡Judas!”. Pero el Cristo<br />
no vendrá humil<strong>de</strong>, manso y <strong>de</strong>sprovisto<br />
<strong>de</strong> bienes. Tu pobreza en un fracaso.<br />
Hoy, cuando <strong>de</strong>scansamos en el huerto,<br />
me miraste <strong>de</strong> un modo sobrehumano<br />
mientras yo meditaba en tu traición.<br />
Y sentí miedo y luego <strong>de</strong>sconcierto<br />
cuando sin voz te oi <strong>de</strong>cirme: “Hermano,<br />
te perdono <strong>de</strong> todo corazón”.<br />
83
Monólogo <strong>de</strong> Satanás<br />
Cuando abjuran <strong>de</strong> Dios, se hace presente<br />
mi iniquidad con todos sus horrores.<br />
Me encoleriza el hombre penitente<br />
pero especulo con los triunfadores.<br />
Soy el gran resentido. Vivo inmerso<br />
en una inevitable pestilencia.<br />
Me irrita la confianza <strong>de</strong>l converso<br />
y aborrezco la toma <strong>de</strong> conciencia.<br />
Detesto la virtud probada y fuerte,<br />
la caridad, la paz y la esperanza…<br />
Mi hipocresía enlaza con la muerte<br />
a quien me otorga un voto <strong>de</strong> confianza.<br />
Yo soy el tentador que nunca cesa<br />
<strong>de</strong> atormentar el hombre hasta el final.<br />
El tibio es para mí una fácil presa<br />
y el incrédulo un huésped <strong>de</strong> mi mal.<br />
Rabio ante el dogma y ante la creencia,<br />
siembro libertinaje y anarquía<br />
y no puedo sufrir que la inocencia<br />
se acueste y pueda ver un nuevo día.<br />
Sin ser carnal, induzco a la lujuria,<br />
incito a lo monstruoso, aliento al vicio<br />
y subyugo a las almas –que con furia<br />
ruedan más fácilmente al precipicio–.<br />
Odio todo y a todos. Tuve galas<br />
–hoy ruinas inservibles–- y aunque ayer<br />
fui luz, llueven cenizas <strong>de</strong> mis alas<br />
que arrastro en un perpetuo anochecer.<br />
84
Treinta años menos<br />
Si yo tuviera treinta años menos,<br />
–con mi actual experiencia– volvería<br />
<strong>de</strong> nuevo a cortejarte, -amada mía<br />
por quien hoy vivo con los ojos llenos-.<br />
Buscaría el balcón que ya no existe,<br />
te besaría en cierto oscuro umbral<br />
don<strong>de</strong> quebraste mi armazón <strong>de</strong> sal<br />
cuando <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> ser un hombre triste.<br />
Me volvería loco por tu sombra,<br />
repasaría todos los peldaños<br />
que me han traído hasta don<strong>de</strong> estás:<br />
a esta casa <strong>de</strong> luz que aún hoy asombra<br />
mis ojos –ayer tímidos y huraños–<br />
treinta años <strong>de</strong> amor… y un poco más.<br />
85
Hora íntima<br />
Es tiempo <strong>de</strong> nocturno sosiego en mi <strong>de</strong>sierto.<br />
El agitado pulso <strong>de</strong> la vida reposa<br />
y mis rodillas ce<strong>de</strong>n ante el íntimo peso<br />
<strong>de</strong> prosaicos cansancios que reclaman auroras.<br />
Y asciendo por la calle <strong>de</strong> la oración, al monte<br />
en cuya cumbre se hallan consuelos inefables<br />
que sólo traducidos por la fe, dan al hombre<br />
alturas semejantes a estrellas. Venerable<br />
refugio don<strong>de</strong> el alma se retira <strong>de</strong>l mundo,<br />
cuando la prensa ce<strong>de</strong> y el mosto se <strong>de</strong>sborda,<br />
baño que purifica mis ropajes oscuros,<br />
cayado que, <strong>de</strong> pronto, rever<strong>de</strong>ce por obra<br />
<strong>de</strong> Tu Gracia. Es la hora <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sierto santo,<br />
Señor, cuando Te busco para adorarte a solas<br />
como un alegre siervo, como un resucitado,<br />
como una zarza ardiente que bulle entre las sombras.<br />
86
Tríptico amargo<br />
I<br />
Cuba es más que dolor, Cuba es <strong>de</strong>manda<br />
<strong>de</strong> justicia, es un nudo en la conciencia<br />
que prueba nuestra fe y nuestra paciencia,<br />
una rebel<strong>de</strong> llaga que se agranda;<br />
es el espejo frío y malogrado<br />
que antaño reflejaba el infinito<br />
en el que hoy se proyecta el turbio mito<br />
<strong>de</strong> un héroe que no es otro que el malvado.<br />
Definitivamente, Cuba es duelo,<br />
campana enronquecida, y es suspiro<br />
que <strong>de</strong>sgarra el pulmón <strong>de</strong> nuestras almas<br />
y que nos lleva a reinventar el cielo<br />
con persistentes sueños <strong>de</strong> zafiro<br />
y la visión <strong>de</strong> un noble edén <strong>de</strong> palmas.<br />
II<br />
Nuestra espera es tenaz y dolorosa<br />
pero nos hace imaginar el día<br />
en que al fin cesará la apostasía<br />
y el muerto será libre <strong>de</strong> su fosa.<br />
Cuba saldrá <strong>de</strong>l fango renovada,<br />
blanca, roja y azul, llena <strong>de</strong> espuma<br />
como un barco surgido <strong>de</strong> la bruma<br />
que <strong>de</strong>scubre una idílica ensenada.<br />
Martí será Martí sin tintes falsos,<br />
la patria será madre y no verdugo<br />
y Cristo será Rey, no fugitivo.<br />
Quedarán <strong>de</strong> recuerdo los cadalsos,<br />
y será un reto, al <strong>de</strong>shacer el yugo,<br />
volver a la paloma y al olivo.<br />
87
III<br />
Bajen a Cuba <strong>de</strong> la cruz, que es hora<br />
<strong>de</strong> liberar al puelo sometido,<br />
<strong>de</strong>l mal, la humillación y el alarido<br />
y entronizar la lumbre sin <strong>de</strong>mora.<br />
Saquen los negros clavos <strong>de</strong> sus manos,<br />
Saquen los negros clavos <strong>de</strong> sus pies<br />
porque hay que <strong>de</strong>volverles, justo es,<br />
la dignidad a todos los cubanos.<br />
Hagamos una zafra portentosa<br />
para reivindicar en cada caña<br />
el azúcar que hoy sabe a sangre y duelo;<br />
y tras restituir la blanca rosa,<br />
<strong>de</strong>sterremos la sombra y la cizaña<br />
y rescatemos nuestro amado suelo.<br />
88
Desencanto<br />
Erosionado por el <strong>de</strong>sencanto<br />
–pétrea actitud aún me mantiene erguido–<br />
bajo el volumen <strong>de</strong> mi humil<strong>de</strong> canto<br />
y marcho hacia el olvido.<br />
No quiero saber más. Aspiro al plazo<br />
<strong>de</strong> un silencio absoluto.<br />
Pienso asirme a la nada <strong>de</strong> un abrazo.<br />
–Os regalo cosecha, flor y fruto–.<br />
Dejadme en soledad miles <strong>de</strong> años,<br />
que me perturba hasta el reposo mismo<br />
y la repetición <strong>de</strong> los peldaños<br />
duele como heroísmo.<br />
Conce<strong>de</strong>dme un rincón con una llama<br />
y es más que suficiente.<br />
Mi alma sólo reclama<br />
la sencilla ración <strong>de</strong>l penitente.<br />
Solamente hay un fin para este tedio,<br />
un escape a esta suerte.<br />
Disculpad que <strong>de</strong>scanse <strong>de</strong>l asedio<br />
mientras llega la muerte.<br />
89
Nota<br />
Una nota <strong>de</strong> viaje<br />
para cualquier camino:<br />
peregrino,<br />
tú eres la razón <strong>de</strong> tu equipaje.<br />
90
Subida<br />
Hay niebla espesa en la cumbre<br />
pero sigo monte arriba<br />
peregrinando entre nubes,<br />
llenando más mi medida.<br />
La<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> piedras rojas<br />
y <strong>de</strong> tomillo fragante.<br />
Ya se avecina la hora<br />
soñolienta <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />
Fría, se acerca la noche<br />
pincelada a pincelada.<br />
De vez en cuando, algún broche<br />
<strong>de</strong> nieve <strong>de</strong>secho en agua.<br />
Sopla el viento contra el canto<br />
<strong>de</strong> las piedras que lo chiflan<br />
y a cada paso que alargo<br />
recorto más la subida.<br />
Cansancio vertido en ansias<br />
<strong>de</strong> tener lo que no tengo.<br />
Si <strong>de</strong> repente pudiera<br />
subir por <strong>de</strong>ntro y por fuera,<br />
ascen<strong>de</strong>ría hasta el cielo.<br />
91
Trofeo<br />
A Guillermo Cruz<br />
Mereces un trofeo <strong>de</strong> papel<br />
por gaucho y por amigo.<br />
Tú has convertido nuestro humil<strong>de</strong> trigo<br />
en milagroso pan sobre el mantel.<br />
Has perforado luces generosas<br />
por las que asoma nuestra poesía<br />
que ascien<strong>de</strong> hacia la cumbre, <strong>de</strong> la umbría,<br />
multiplicando todas nuestras rosas.<br />
Tu arcoiris magnánimo dispersa<br />
en prismáticas voces nuestros versos<br />
por antes imposibles universos<br />
con los que hoy nuestra voz canta y conversa.<br />
¡Gracias, gaucho! Recibe un fuerte abrazo<br />
<strong>de</strong> papel, sello fiel <strong>de</strong> una amistad<br />
que agra<strong>de</strong>ce tu generosidad:<br />
con este literario espaldarazo.<br />
92
San Francisco <strong>de</strong> Asís<br />
Devoto <strong>de</strong>l amor y la pobreza,<br />
<strong>de</strong>scubriste el secreto <strong>de</strong> la vida<br />
en el amor a Cristo y la <strong>de</strong>bida<br />
fraternidad con la naturaleza.<br />
Fuiste una llama <strong>de</strong> ciprés ardiente.<br />
La caridad brotaba <strong>de</strong> tu pecho<br />
igual que un manantial insatisfecho<br />
que juzgaba su agua insuficiente.<br />
Para po<strong>de</strong>r vaciarte <strong>de</strong> ti mismo<br />
te anulaste ante todos tus hermanos.<br />
Y Dios, viendo tu entrega y tu dolor,<br />
quiso acuñar tu místico lirismo<br />
con sus estigmas y en tus secas manos<br />
<strong>de</strong>jó tallado su divino amor.<br />
93
La fragua<br />
Primero fue un rincón humil<strong>de</strong> y frío<br />
don<strong>de</strong> alguien, con amor, inició un fuego,<br />
una llama <strong>de</strong>jada para luego<br />
prendida en el fogón <strong>de</strong> mi vacío.<br />
Mi infancia fue un período <strong>de</strong> plomo<br />
don<strong>de</strong> secretamente cobró forma<br />
cada voz, cada signo y cada norma<br />
<strong>de</strong> mi mundo interior, sin saber cómo.<br />
Por una maravilla <strong>de</strong> la lumbre<br />
llegué a mi adolescencia –flor <strong>de</strong> cobre–<br />
transmutado en el niño bueno y pobre<br />
que apuntaba hacia el cielo por costumbre.<br />
Crecí en bronce. La alquimia requerida<br />
me dio una voz metálica y sonora<br />
–aleación <strong>de</strong> palabras– con que ahora<br />
a golpes <strong>de</strong> hondo amor forjo mi vida.<br />
Mi Dios me fragua en forma <strong>de</strong> campana,<br />
en bronce me pronuncio y mi <strong>de</strong>stino<br />
es tañer a lo largo <strong>de</strong>l camino<br />
para anunciar la luz <strong>de</strong> la mañana.<br />
Soy a un tiempo badajo y campanero;<br />
metálica es mi cruz pre<strong>de</strong>stinada<br />
que cada ineludible alborada<br />
me invita a ser un eco <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro.<br />
Primero fue un rincón. Hoy late un río<br />
<strong>de</strong> fuego por mis venas minerales<br />
que cuaja un universo <strong>de</strong> cristales:<br />
los versos con que pinto el mundo mío.<br />
Y al oro voy. Divinizando sigo<br />
esta burda aleación <strong>de</strong> hombre y Dios.<br />
Cuando llegue a fundir –por fin– los dos,<br />
me consi<strong>de</strong>raré mi propio amigo.<br />
94
Mi soledad no<br />
Mi soledad, no. No me la reclames.<br />
La comparto, eso sí, como un hermano,<br />
como comparto el pan que me alimenta<br />
y el vino que te brindo en cada vaso.<br />
Déjame que la cui<strong>de</strong> como a un hijo,<br />
déjame que la cargue y que en los brazos<br />
enfermos <strong>de</strong> mi pobre adolescencia<br />
la arrulle con mi verso <strong>de</strong>sgarrado.<br />
Mi soledad, no, amiga, te lo ruego.<br />
Déjame esta distancia don<strong>de</strong> labro<br />
la huerta <strong>de</strong> mis sueños imposibles<br />
con el arado <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>sengaños.<br />
Mi soledad, no. No me la reclames<br />
que me reclamas cuanto me ha quedado,<br />
cuanto bueno conservo <strong>de</strong> la vida:<br />
mi soledad y un dios triste y cansado.<br />
95
Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta<br />
Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta.<br />
Voy a entrar. Con enferma pali<strong>de</strong>z<br />
se <strong>de</strong>rrama la luna en la <strong>de</strong>sierta<br />
galería. Silencio. Desnu<strong>de</strong>z.<br />
Resplan<strong>de</strong>ce el helado picaporte<br />
<strong>de</strong> bronce repujado y mi mano<br />
lo oprime. Remembranzas. Un resorte<br />
ha cedido. Aún es temprano.<br />
Recuerdo a otra mujer. Veo una cuna<br />
mecerse. La puerta <strong>de</strong> otra casa<br />
con otro picaporte y la bruna<br />
melena <strong>de</strong> un pequeño. El viento pasa.<br />
Rechinan tres bisagras indiscretas<br />
quebrantando el hechizo. Absorto, mudo,<br />
me acosan dos imágenes concretas:<br />
un niño y otro hogar. Estoy <strong>de</strong>snudo.<br />
El viento es una horrible pesadilla.<br />
Vuelvo a cerrar. Está mi mano yerta.<br />
Me alejo. Quedas sola mientras brilla<br />
una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta.<br />
96
Adiós<br />
Se fue marchando como muere el día,<br />
robándose mi luz, serenamente,<br />
y me <strong>de</strong>jó una espina aquí en la frente<br />
que me hace recordarla todavía.<br />
Se fue empequeñeciendo en el paisaje<br />
con in<strong>de</strong>ciso andar; triste y sumisa<br />
y se me fue volviendo <strong>de</strong> ceniza,<br />
–como una estatua gris, con equipaje–.<br />
Se <strong>de</strong>tuvo ante el tren y <strong>de</strong> repente<br />
Me miró. Y la vi con el pañuelo<br />
borrarse dos diamantes <strong>de</strong> los ojos.<br />
Des<strong>de</strong> entonces mi cuerpo vive ausente<br />
en un limbo <strong>de</strong> eterno <strong>de</strong>sconsuelo.<br />
Se fue mi alma y quedan mis <strong>de</strong>spojos.<br />
97
La flor<br />
Debajo <strong>de</strong>l andamio <strong>de</strong> mi vida<br />
ha brotado una flor que cuido tanto<br />
que cuando es necesario riego en llanto<br />
para que se mantenga bien erguida.<br />
Es una flor <strong>de</strong> débil apariencia,<br />
que sólo abre <strong>de</strong> noche, que perfuma<br />
hacia <strong>de</strong>ntro y en medio <strong>de</strong> la bruma<br />
pue<strong>de</strong> guiar con su luminiscencia.<br />
El mundo la contempla con recelo,<br />
el otoño la acosa prepotente<br />
sin rozarle ni un pétalo y se ve<br />
cada día más pura porque el cielo<br />
la rocía <strong>de</strong> luz secretamente.<br />
Y esa es la flor bendita <strong>de</strong> mi fe.<br />
98
Entonces<br />
Ap. 21, 1 “…y ya no había mar.”<br />
Entonces, será entonces cuando al fin pueda verte<br />
sin símbolos, sin velos, cuando ya la plegaria<br />
no se requiera y cuando la sombra <strong>de</strong> la muerte<br />
no sea el polo opuesto <strong>de</strong> la esperanza diaria.<br />
Entonces habrá altares tan solo en el recuerdo<br />
y <strong>de</strong>jará Tu carne <strong>de</strong> oler a simple pan.<br />
Tu sangre habrá llegado con muchos a un acuerdo<br />
y nuestro primer nombre será otra vez Adán.<br />
Entonces el pecado, esa maldita herencia<br />
que seduce las almas y esclaviza la piel<br />
se <strong>de</strong>shará en Tus manos, que con santa paciencia<br />
enjuagarán con vino nuestro aliento <strong>de</strong> hiel.<br />
Entonces en Tu cuerpo no tendrás cicatrices<br />
pues no quedarán dudas como las <strong>de</strong> Tomás<br />
y habrá paz en los rostros <strong>de</strong> los hombres felices<br />
que labrarán sus tierras sin mirar hacia atrás.<br />
Entonces los rosarios serán <strong>de</strong> frescas rosas<br />
y cada cruz la llave para el bendito edén<br />
don<strong>de</strong> ya renovadas, por fin, todas las cosas<br />
servirán <strong>de</strong> reposo para el hombre <strong>de</strong> bien.<br />
Entonces, sólo entonces, el hombre redimido<br />
<strong>de</strong>l castigo y <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> llorar<br />
y Tú, juntando el llanto, todo el llanto vertido,<br />
secarás nuestros ojos… ¡y será el fin <strong>de</strong>l mar!<br />
99
Mi nieto<br />
A Nicholas<br />
Tengo un nieto que vale lo que pesa en estrellas<br />
porque es luz, pura luz juguetona y traviesa.<br />
Más que viento es tornado. Más que río es torrente.<br />
Es capitán, soldado, vaquero y superhéroe.<br />
Con sobrantes <strong>de</strong> cielo le pintó Dios los ojos<br />
y fundió en sus cabellos varias onzas <strong>de</strong> oro<br />
para dar apariencia <strong>de</strong> angelito al pilluelo<br />
que parece caído <strong>de</strong> un retablo <strong>de</strong>l cielo.<br />
Es terco y resabioso; pero con besos nobles<br />
se adueña <strong>de</strong> universos y fun<strong>de</strong> corazones.<br />
Se arrima a mi costado con su intención <strong>de</strong> azúcar<br />
y obtiene el caramelo que no <strong>de</strong>bí dar nunca.<br />
Al verlo, veo la vida fluir por vez tercera:<br />
él es un sol naciente, pujante primavera<br />
que llena <strong>de</strong> luz joven mi agra<strong>de</strong>cido otoño<br />
con el que me han querido ben<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> otro modo.<br />
Cuando logro domarlo por fugaces segundos<br />
y sentarlo en mis piernas, se ilumina mi mundo<br />
hasta que en su rebel<strong>de</strong> locura se libera<br />
y vuelve a su aventura <strong>de</strong> plástico y <strong>de</strong> cuerda.<br />
En él, también fundidas, <strong>de</strong>jo palabras mías<br />
para que lo acompañe mi amor toda su vida.<br />
100
Soñé<br />
Soñé que amanecía en plena noche,<br />
que florecía el páramo invernal,<br />
y que tú sorprendías mis almenas<br />
con flechas <strong>de</strong> cristal.<br />
Soñé que el universo resumía<br />
todo lo incomprensible <strong>de</strong> su luz<br />
en una sola estrella. En una sola.<br />
Y esa estrella eras tú.<br />
Y luego <strong>de</strong>sperté <strong>de</strong>sconcertado,<br />
sin flores y sin flechas y sin sol.<br />
y comprendí, llorando cabizbajo,<br />
que sólo puedo amarte en solitario.<br />
Y la noche fui yo.<br />
101
El iluso<br />
A un drogadicto<br />
Perdió su facultad <strong>de</strong> ver el cielo<br />
–pues el cielo se opaca tras el vicio–<br />
y empezó a frecuentar el precipicio<br />
como un pez <strong>de</strong>slumbrado ante el anzuelo.<br />
Rehén <strong>de</strong> la injusticia y <strong>de</strong>l engaño<br />
y esclavo <strong>de</strong> su sed insatisfecha,<br />
jugaba a posponer la magna fecha<br />
<strong>de</strong> su liberación, año tras año.<br />
Y aquella vida, un día luminosa,<br />
perdió su semejanza a lo divino<br />
y se sentó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l camino<br />
a <strong>de</strong>spedir la sombra <strong>de</strong> su esposa.<br />
La estadística es parte <strong>de</strong> la historia.<br />
He aquí el triste epitafio <strong>de</strong> otro iluso<br />
que <strong>de</strong>struyó su vida por abuso:<br />
“Murió dándole vueltas a la noria”.<br />
102
Testimonio<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante caminaré <strong>de</strong>spierto.<br />
La cúspi<strong>de</strong> secreta <strong>de</strong> mis aspiraciones<br />
será la cruz, hermanos. Considérenme muerto<br />
para mis previas faltas y necias sinrazones.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante mi meta tiene un nombre.<br />
No más carreras locas ni vanas utopías<br />
que <strong>de</strong>forman las alas. Soy solamente un hombre<br />
que se consagra a Cristo con las manos vacías.<br />
Renuncio a la locura <strong>de</strong>l mundo y su falacia,<br />
a los burdos caprichos, los hábitos paganos,<br />
a los dioses <strong>de</strong> barro que dispensan <strong>de</strong>sgracias<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus negros cetros, con sus indignas manos.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante me consi<strong>de</strong>ro libre,<br />
discípulo <strong>de</strong>l Verbo, pecador redimido<br />
que con plena conciencia <strong>de</strong> su real calibre,<br />
clama al claustro paterno con un nuevo latido.<br />
No quiero que mi nombre se una a la porfía<br />
<strong>de</strong> los que buscan darle <strong>de</strong> baja al Creador<br />
–mundo afónico y vano que entonas tu vacía<br />
canción para un mañana cada día peor–<br />
No apadrino herejías, no respondo a otros credos<br />
ni me tienta el aroma <strong>de</strong>l <strong>de</strong>testable pan<br />
que indigesta los egos y se pudre en los <strong>de</strong>dos<br />
<strong>de</strong> aquellos que sin Cristo se jactan <strong>de</strong> su Adán.<br />
Si así me quieren, basta. Si me <strong>de</strong>sprecian, sigo.<br />
Nuevo Jacob, me prendo <strong>de</strong> la escala divina.<br />
Tengo el cielo por meta y a mi Dios por testigo<br />
y mi guía es la llama <strong>de</strong> su humil<strong>de</strong> doctrina.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante, soy hombre muerto. Un punto<br />
final para el absurdo. Cesó la seducción.<br />
Bajo el árbol maldito vivo como difunto,<br />
alerta ante la fruta que pudre la razón.<br />
103
No importa que me cierren mil puertas en la cara.<br />
Mi fe no me avergüenza. Me juzgará otra ley.<br />
La verdad me ilumina. La justicia me ampara.<br />
Soy un súbdito eterno <strong>de</strong> mi único Rey.<br />
104
Poesía<br />
La poesía es todo un sacramento<br />
que se recibe en soledad madura,<br />
es a un tiempo camino y atadura,<br />
sublime comunión y <strong>de</strong>scontento.<br />
Es casi un metafísico zarpazo<br />
que contamina <strong>de</strong> melancolía,<br />
transforma la palabra en melodía,<br />
y enca<strong>de</strong>na al dolor con un abrazo.<br />
Es susurro <strong>de</strong> Dios que en gesto franco<br />
revela laberintos interiores<br />
que ensayan con la muerte y con la vida<br />
y la agonía sobre un mundo blanco<br />
don<strong>de</strong> con llanto se rocían flores<br />
que habrán <strong>de</strong> perfumar el alma herida.<br />
105
¿Qué queda?<br />
Después <strong>de</strong> tanto andar, Señor, ¿qué queda?<br />
¿Qué queda tras el hueso adolorido,<br />
esta preocupación por el olvido<br />
y nuestra juventud que ya está en veda?<br />
¿Qué queda tras la carne que se agrieta,<br />
la batalla entre océano y <strong>de</strong>sierto,<br />
el maratón con su final incierto<br />
y el <strong>de</strong>stino final <strong>de</strong>l buen atleta?<br />
¿Qué queda? Realmente ¿qué cociente<br />
en esta división <strong>de</strong> muerte y vida,<br />
comprobante <strong>de</strong> venta y pagaré?<br />
¡Queda el fuego prendido en nuestra frente<br />
que trascien<strong>de</strong> el misterio y su embestida<br />
gracias a la crecida <strong>de</strong> la fe!<br />
106
Comunión<br />
Me llaman en la noche, pero ¿quién? ¿Des<strong>de</strong> dón<strong>de</strong>?<br />
Siento el pulso in<strong>de</strong>ciso <strong>de</strong> una mano tendida<br />
que me busca. Pregunto, pero nadie respon<strong>de</strong>.<br />
¿Se trata <strong>de</strong> un encuentro o <strong>de</strong> una <strong>de</strong>spedida?<br />
Puedo escuchar latidos perdidos en la niebla<br />
quizá el abatimiento <strong>de</strong> un corazón <strong>de</strong>sierto.<br />
Un hondo pesar llega <strong>de</strong> lejos y me puebla<br />
<strong>de</strong> angustia como si alguien se hubiera herido o muerto.<br />
¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién busca compartir esa carga<br />
<strong>de</strong>masiado pesada, ese andar lastimoso?<br />
¿Por qué un dolor ajeno me conmueve y me embarga<br />
sumiéndose hasta el fondo <strong>de</strong> mi alma, como un poso?<br />
Amigo que has quebrado tiempo, espacio y <strong>de</strong>stino,<br />
¿por qué ignoto misterio floto en tu marejada?<br />
Trenzados, <strong>de</strong>ambulamos por el mismo camino<br />
pero mi carga es leve y la tuya pesada.<br />
Recibe mi mensaje <strong>de</strong> luz sobre tu noche<br />
quebrando a contragolpe tu espejo <strong>de</strong> suicida;<br />
tu soledad inmensa no merece reproche<br />
porque solos llegamos y <strong>de</strong>jamos la vida.<br />
Calla, escucha y compren<strong>de</strong> que ambos somos el mismo.<br />
Nuestro dolor se alivia compartido entre dos.<br />
Yo también he clamado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el profundo abismo<br />
y he sido rescatado por la mano <strong>de</strong> Dios.<br />
107
Génesis<br />
El párpado divino luchó con las tinieblas,<br />
el <strong>de</strong>do trazó un arco brillante en el espacio<br />
y separó las sombras <strong>de</strong> aquella luz primera<br />
dando vida al concepto <strong>de</strong> lo bueno y lo malo.<br />
El sueño omnipotente <strong>de</strong>terminó en dos planos<br />
distintos a las aguas <strong>de</strong> todo el universo<br />
y al vacío surgido <strong>de</strong>l espacio entre ambos<br />
–la primera distancia– puso el nombre <strong>de</strong> cielo.<br />
Al retirar las aguas, con un tercer mandato,<br />
sobre uno <strong>de</strong> los planos se <strong>de</strong>scubrió la tierra<br />
y crecieron melenas <strong>de</strong> bosques y <strong>de</strong> pastos<br />
y frutos y semillas bostezaron su fuerza.<br />
La noche abrió sus ojos <strong>de</strong> estrellas sobre el mundo<br />
para velar su rumbo <strong>de</strong> soledad oscura.<br />
El corazón <strong>de</strong>l tiempo palpitó su minuto<br />
y el sol prendió su antorcha, reflejada en la Luna.<br />
Las escamas <strong>de</strong> hierro navegaron las aguas<br />
y las alas recientes estrenaron los cielos<br />
y el mandato infalible consolidó el mañana<br />
multiplicando especies <strong>de</strong> especies en proyecto.<br />
Y se arrastró la vida. Se agudizó el colmillo,<br />
se acomodó la pata para escarbar la tierra,<br />
el eco estrenó el valle con un primer bramido<br />
y el bosque se hizo espeso para llamarse selva.<br />
El Dedo escarbó el barro, el Labio sopló el Soplo<br />
y se copió en el barro mo<strong>de</strong>lado, sin nombre;<br />
el alma conferida cobró noción <strong>de</strong>l Todo<br />
y el barro abrió los ojos para <strong>de</strong>cir: “¡Soy hombre!”<br />
108
Hilda<br />
A Hilda Gómez.<br />
Parece ser <strong>de</strong> roca por afuera.<br />
Por <strong>de</strong>ntro, sin embargo, es todo pan.<br />
Para mí es como una primavera<br />
revestida <strong>de</strong> otoño. En su <strong>de</strong>sván<br />
<strong>de</strong>corado con mil portarretratos,<br />
suspendido en el tiempo, hay un amor<br />
que en silencio acaricia y llora a ratos,<br />
triste espina en el medio <strong>de</strong> su flor.<br />
En bronce disimula su caricia.<br />
Su fe ni se <strong>de</strong>spinta ni se apaga<br />
y estoica le hace frente a cada adiós.<br />
Y al fin <strong>de</strong> lo sufrido, por justicia,<br />
le vendará, amorosa, cada llaga<br />
la mismísima mano <strong>de</strong>l buen Dios.<br />
109
Puedo<br />
Espérame, Señor, que ya no quiero<br />
quedarme rezagado como antaño.<br />
Yo puedo cargar cestas, traer peces,<br />
marchar cuando lo estimes necesario…<br />
Puedo limpiar el fondo <strong>de</strong> la barca,<br />
remendarte las re<strong>de</strong>s mientras canto<br />
o guardar tu calzado al pie <strong>de</strong>l monte<br />
cuando subes a orar en solitario.<br />
Puedo llenar con agua fresca y pura,<br />
hasta el bor<strong>de</strong>, la hilera <strong>de</strong> los cántaros<br />
que al dulce mandamiento <strong>de</strong> tu voz<br />
llenarán <strong>de</strong> buen vino cada vaso.<br />
Puedo llevar mensajes a los otros<br />
que no saben que en un humil<strong>de</strong> establo<br />
nació la Luz y aún andan en penumbras.<br />
¡Yo quiero ser, mi Dios, tu humil<strong>de</strong> faro!<br />
Puedo llegar hasta el brocal <strong>de</strong>l pozo<br />
y darte <strong>de</strong> beber; salir al campo<br />
a buscarte higos frescos, y en los pueblos<br />
traerte a los enfermos <strong>de</strong>sahuciados.<br />
Pero espérame. No camino aprisa,<br />
me <strong>de</strong>soriento a veces, otras caigo<br />
por no mirar al frente como <strong>de</strong>bo…<br />
y me distraigo, es cierto, ante el sagrario.<br />
Pero sé, sé que puedo con tu gracia<br />
librarme <strong>de</strong>l congénito letargo<br />
que me me lastra los pies y que me <strong>de</strong>ja<br />
al fin <strong>de</strong> cada tar<strong>de</strong>, rezagado.<br />
Espérame, Jesús. Y si no sirvo<br />
más que para remiendo <strong>de</strong> tus paños…<br />
¡déjame ser un hilo, sólo un hilo<br />
<strong>de</strong>l último doblez <strong>de</strong> tu sudario!<br />
110
Tú eres<br />
Tú eres mujer, tan parte <strong>de</strong> mi vida<br />
que eres mi propia vida rescatada<br />
<strong>de</strong>l dolor y esa antigua y <strong>de</strong>solada<br />
sensación <strong>de</strong> distancia, al fin vencida.<br />
Tú eres la espuela que me llama al brío<br />
y a la vez el panal <strong>de</strong> la dulzura<br />
que me cura <strong>de</strong>l tedio y que me cura<br />
con saber que lo tuyo se ha hecho mío.<br />
Es tan fuerte esta unión y tan perfecta<br />
que cada parte tuya se ha hecho parte<br />
<strong>de</strong> mi propia existencia y ya no hay dos.<br />
Una idéntica fuerza nos proyecta<br />
y el privilegio <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r amarte<br />
me confirma la fe que tengo en Dios.<br />
111
Hasta luego<br />
A mi padre, actor. In memoriam.<br />
Adiós, comendador. No, hasta luego.<br />
Aquí no se concluye tu diario.<br />
Ya sé que has encontrado otro escenario<br />
don<strong>de</strong> resucitar tu antiguo fuego.<br />
Huele a estreno en el cielo, a marquesinas<br />
que anuncian un sinnúmero <strong>de</strong> estrellas<br />
y un programa infinito <strong>de</strong> obras bellas<br />
catalogadas, todas, <strong>de</strong> divinas.<br />
Volverás a dar vida a Tabo, a Jantos,<br />
al alcal<strong>de</strong>, a Peter y a otros tantos<br />
que encarnaste con tanto corazón<br />
Y aquí por epitafio queda inscrito:<br />
Sergio Doré. Teatro El Infinito.<br />
Comienza la función.<br />
(Hablen bajito<br />
que hay luz <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l telón).<br />
112
Miserere mei<br />
Por más que no lo quiero<br />
sigo roto,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> recomponerme;<br />
incompleto,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> finalizarme;<br />
sediento,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien pue<strong>de</strong> llenar mi copa;<br />
peregrino,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien otorga el reposo;<br />
sucio,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien blanquea como la nieve;<br />
moribundo,<br />
pero en manos <strong>de</strong> quien conce<strong>de</strong> la vida eterna.<br />
¿Que más pue<strong>de</strong>n pedir estas cenizas?<br />
Misericordia. Sí. Misericordia.<br />
113
Contraluz<br />
Bendita evolución, llama latente,<br />
claridad meridiana <strong>de</strong> mi vida<br />
don<strong>de</strong> el bien me florece, hecho una fuente<br />
<strong>de</strong> óleo santo que mana en cada herida.<br />
Todo miel, todo fruto, savia todo,<br />
cuanto advierto bendigo y lo ilumino.<br />
Tras <strong>de</strong> mis ojos Dios, viendo a su modo,<br />
divinizando el cuerpo en que me inclino.<br />
Inefable expansión en la que estallo<br />
en millones <strong>de</strong> pródigas semillas.<br />
A contraluz estoy y en todo me hallo.<br />
¡Qué abundantes mis manos! ¡Qué sencillas!<br />
Más allá <strong>de</strong> la muerte, la salida.<br />
Más allá <strong>de</strong> la vida hay una muerte<br />
don<strong>de</strong> sólo el amor tiene cabida.<br />
Entre amor y dolor cumplo mi vida<br />
y ni vivo <strong>de</strong> pie, ni muero inerte.<br />
114
Resumen<br />
A Astur Morsella, que tantas puertas abre hacia lo eterno.<br />
Soy un resumen vivo <strong>de</strong> todo el universo:<br />
creo constelaciones <strong>de</strong> sueños en mis sienes<br />
que estallan cada miles <strong>de</strong> horas hechas versos,<br />
dando lugar a nuevas estrellas en mi frente.<br />
<strong>Fuego</strong>, agua, tierra y aire –ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> materia–<br />
me componen. Mis venas son ríos esenciales<br />
que parten <strong>de</strong> las fuentes <strong>de</strong> una vida secreta<br />
y encierran el profundo misterio <strong>de</strong> los mares.<br />
¿Qué milagro <strong>de</strong> fuego –brasa en oculta hoguera–<br />
mantiene mi energía latente hasta la muerte?<br />
Mi corazón en llamas marca un tiempo <strong>de</strong> espera<br />
durante el que concibo dimensiones perennes.<br />
En mi prisión <strong>de</strong> tierra, contra mi tierra lucho.<br />
Sueño quebrar mi vaso llegando adon<strong>de</strong> nadie,<br />
es la pasión <strong>de</strong>l aire por la que siempre subo<br />
y anhelo forjar alas que logren elevarme.<br />
En mí se encierra el germen <strong>de</strong> santidad y a un tiempo<br />
soy la fatal semilla <strong>de</strong> todos los pecados.<br />
Siembro el bien y más tar<strong>de</strong> cubro con sal mi huerto<br />
para llorar a solas mis frutos malogrados.<br />
Viviendo en lo absoluto, mi mundo es relativo:<br />
me pierdo entre los polos opuestos <strong>de</strong> las cosas.<br />
Mi libertad completa sólo es un espejismo<br />
que en mi cerebro esparce sus brumas arenosas.<br />
Pienso y no sé <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> me viene esta conciencia<br />
que al tiempo que me endiosa me crea un enemigo.<br />
Invento ritos, dogmas, conjuros y en respuesta<br />
en pie me pongo y caigo. Me digo y me <strong>de</strong>sdigo.<br />
115
Cuando me lo propongo soy rueda, eslabón, vuelta<br />
que sabiamente ejerce su condición humana.<br />
Pero la misma mano que extiendo como ofrenda<br />
la cierro en un cruel puño para clamar venganza.<br />
¡Qué claridad tan gran<strong>de</strong>; qué confusión terrible<br />
me anidan hemisferios distintos <strong>de</strong>l cerebro!<br />
Proyecto mi existencia –que es siempre imprevisible–<br />
y para equilibrarme creo el término medio.<br />
Tengo cumbres internas que, opuestas a mis valles,<br />
dirigen altas luces sobre sombras inertes<br />
y al tiempo que comprendo mi calidad <strong>de</strong> nadie<br />
intuyo en mí vestigios <strong>de</strong> un semidiós latente.<br />
Como las estaciones, al paso <strong>de</strong> la vida<br />
cambio mis hojas ver<strong>de</strong>s por otras otoñales.<br />
Esclavo soy <strong>de</strong> un ciclo, un tiempo, una medida,<br />
<strong>de</strong> una rueda que enlaza principios con finales.<br />
A todo me parezco y <strong>de</strong> todo difiero,<br />
soy semejante a ríos, a montes y a planetas.<br />
Conservo las esencias <strong>de</strong> un mundo que no entiendo<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l frágil barro <strong>de</strong> mi propia materia.<br />
Pero al fin <strong>de</strong> mis propios y tercos <strong>de</strong>sacuerdos<br />
se me ocurre lo eterno. Y estallo en una chispa<br />
que espera proyectarse <strong>de</strong>sbaratando el tiempo.<br />
Y en un divino incendio, <strong>de</strong>scubro que mi vida<br />
es un genial resumen <strong>de</strong> todo el universo.<br />
116
Rastro<br />
Voy siguiendo tus pasos muy <strong>de</strong> lejos,<br />
<strong>de</strong>scifrando tu estela ensangrentada<br />
y el rastro <strong>de</strong> tu cruz que en el terreno<br />
serpea y se disipa en la distancia.<br />
Quiero encontrar tus sienes espinosas,<br />
el divino refugio <strong>de</strong> tus llagas<br />
y el olor a vinagre <strong>de</strong> tu boca<br />
que pue<strong>de</strong> perdonar mis muchas faltas.<br />
¿Dón<strong>de</strong> estás? ¿Dón<strong>de</strong> estás? Se hace <strong>de</strong> noche<br />
y no quiero acampar. En la montaña<br />
pu<strong>de</strong> escuchar a mudos dando voces,<br />
vi a ciegos que estrenaban la distancia,<br />
a leprosos besar sus propias manos,<br />
y a sordos bautizarse en la palabra.<br />
¡Y vi muertos salir <strong>de</strong>l camposanto<br />
volviendo jubilosos a sus casas!<br />
Ando tras <strong>de</strong> tu voz que aplaca mares,<br />
suplicando el reposo <strong>de</strong> mis aguas<br />
y he traído mis panes y mis peces<br />
para multiplicarlos con tu gracia.<br />
Porque yo sé que el viaje no es en vano.<br />
Te encontraré y, al fin, tus santas manos<br />
guardarán los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> mi barca.<br />
¡y habrá un amanecer <strong>de</strong> lino blanco<br />
cuando alcance tu orilla iluminada!<br />
117
Muertos<br />
Entre muertos vivientes<br />
vivimos nuestra fe<br />
y morimos creyentes.<br />
Es lo único que sé.<br />
118
Mi patria<br />
Mi patria es un mañana <strong>de</strong> gloria sobre espuma,<br />
un canto <strong>de</strong> esperanza que estallará en la tierra,<br />
el restablecimiento <strong>de</strong> enfermas coyunturas<br />
que dará a nuevos brazos liberta<strong>de</strong>s perpetuas.<br />
Mi patria será el mártir rescatado <strong>de</strong>l lodo<br />
con su nueva camisa cuajada <strong>de</strong> luceros<br />
y una chispa naciente <strong>de</strong> sus profundos ojos<br />
que podrán disfrutar horizontes abiertos;<br />
será el lento bostezo <strong>de</strong> un gran campo <strong>de</strong> caña<br />
que llenará <strong>de</strong> azúcar la médula <strong>de</strong>l hombre<br />
y el reposo sagrado <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una palma<br />
sin que el terror aceche los gastados talones.<br />
Mi patria es la promesa <strong>de</strong> un pueblo cristalino<br />
cuya paz será el lienzo <strong>de</strong> ese cuadro perfecto<br />
en que los ciudadanos cumplirán sus <strong>de</strong>signios<br />
sin tener que abrocharse guayaberas <strong>de</strong> hierro.<br />
Y habrá un resurgimiento <strong>de</strong> niños sonrientes<br />
que podrán recrearse con pueril alegría<br />
y sentirse orgullosos <strong>de</strong> la estrella en la frente,<br />
<strong>de</strong> Martí, <strong>de</strong> Maceo, <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> la vida.<br />
Mi patria tendrá escuelas y educadores dignos<br />
que forjarán conciencias sin doctrinas perversas<br />
y será patrimonio natural <strong>de</strong> sus hijos<br />
que hoy se ven marginados por injustas fronteras.<br />
Mi patria será todo lo que pue<strong>de</strong> ser noble,<br />
lo que pue<strong>de</strong> ser puro, lo que pue<strong>de</strong> ser claro.<br />
Y cuando rompa el alba tras esta amarga noche,<br />
se seguirá escribiendo sin odios ni rencores<br />
–con renglones <strong>de</strong>rechos– la historia <strong>de</strong>l cubano.<br />
119
Entrega<br />
¡Bendito seas, Dios crucificado,<br />
hombre <strong>de</strong> mil dolores, Jesús mío,<br />
cuya muerte sellara el hierro frío<br />
con un punto y aparte en tu costado!<br />
Fruto <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la eterna vida<br />
que sigue prodigándose a pedazos<br />
en cada altar. Acógeme en tus brazos<br />
que he <strong>de</strong> besarte herida por herida.<br />
Al pie estoy <strong>de</strong> tu cruz, con sed <strong>de</strong> cielo,<br />
<strong>de</strong> servirte <strong>de</strong> apóstol y testigo<br />
que agra<strong>de</strong>ce tu sangre y tu dolor.<br />
Mas si no tienes para mí un consuelo,<br />
¡acéptame cual grano fiel <strong>de</strong> trigo<br />
que aspira a la molienda <strong>de</strong> tu amor!<br />
120
Envidias<br />
Envidio la inconsciencia <strong>de</strong> la piedra.<br />
¡Quién sabe si también soy envidiado<br />
por alguien más consciente que me observa<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra dimensión como a un gusano!<br />
Es mi primera envidia. La segunda,<br />
la insensibilidad <strong>de</strong>l vegetal.<br />
Vivir sin la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la duda…<br />
¿Será el rocío un modo <strong>de</strong> llorar?<br />
Por último, me resta la más negra<br />
<strong>de</strong> todas mis envidias, la más cruel:<br />
quisiera, cuando doy <strong>de</strong> cara en tierra<br />
y hasta conmigo mismo estoy en guerra,<br />
cambiar, como la víbora, <strong>de</strong> piel.<br />
121
Piedad<br />
Santa Madre <strong>de</strong> Dios, ¿qué sufrimiento<br />
se pue<strong>de</strong> comparar a tu agonía<br />
<strong>de</strong> recibir al hijo macilento<br />
–a tu Jesús– bajo la cruz sombría?<br />
Y en el altar <strong>de</strong> tus maternos brazos<br />
arrancar las espinas <strong>de</strong> su frente,<br />
abrazarte a su carne hecha pedazos<br />
y repasar sus llagas tiernamente…<br />
¿Qué angustia pue<strong>de</strong> ser más tormentosa<br />
que el repudio <strong>de</strong>l bien, que ver al mundo<br />
queriendo prescindir <strong>de</strong> la alborada?<br />
Ese día, tu rostro fue una rosa<br />
marchita <strong>de</strong> dolor. Y en lo profundo,<br />
sangró tu alma al filo <strong>de</strong> la espada.<br />
122
Yo escribo<br />
Yo escribo como un árbol que puja su retoño,<br />
como el herrero templa su acero en el taller,<br />
y entrego en cada verso fragmentos <strong>de</strong> mi otoño,<br />
flores que perfumaron las calles <strong>de</strong> mi ayer.<br />
Y será mi legado para generaciones<br />
que aún duermen en la noche <strong>de</strong> un cierto porvenir<br />
estas simples palabras que –como corazones<br />
ebrios <strong>de</strong> tinta– nunca cesarán <strong>de</strong> latir.<br />
Es pues, inevitable, mi hondo compromiso:<br />
en esta abigarrada colmena <strong>de</strong> papel<br />
con la pluma y el verso, forjo este paraíso<br />
–muchas veces <strong>de</strong> acíbar, pocas veces <strong>de</strong> miel–.<br />
Os cedo las cenizas <strong>de</strong> una pálida vida<br />
que vio a Dios a retazos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su tragaluz.<br />
Dejo el buen testimonio <strong>de</strong> mi profunda herida<br />
convertida en vivero <strong>de</strong> semillas <strong>de</strong> luz.<br />
Os escribo estas líneas, hermanos <strong>de</strong>l futuro<br />
para po<strong>de</strong>r ten<strong>de</strong>ros mi mano sin cesar.<br />
¡Os prometo una letra pintada sobre el muro<br />
que pueda revelaros dón<strong>de</strong> queda la mar…!<br />
Mientras tanto prosigo. Cuando llegue el momento<br />
<strong>de</strong> cerrar el cua<strong>de</strong>rno sobre el frío mantel,<br />
cesará mi legado. Lo sabréis por el viento<br />
que os dirá: “Jorge Antonio se fue por sotavento<br />
capitaneando solo su barco <strong>de</strong> papel”.<br />
123
Hijo futuro<br />
Yo soy el alba que en tu sombra crece,<br />
que escala y se proyecta hacia el futuro.<br />
Yo soy la voz que romperá tu muro<br />
para ensanchar tu mundo. El que se mece<br />
en el centro esencial <strong>de</strong> tu universo<br />
y escucha <strong>de</strong>sgranarse tu latido.<br />
Soy el amor, que aguarda revestido<br />
<strong>de</strong> tu mar interior. Dormito inmerso<br />
en tu cuenco ancestral y sueño el día<br />
<strong>de</strong> estrenar el refugio <strong>de</strong> tu pecho<br />
y la virtud <strong>de</strong> tu esencial regazo.<br />
Yo soy la floración <strong>de</strong> tu alegría<br />
que se matiene alerta y al acecho<br />
<strong>de</strong> mi primer y prodigioso abrazo.<br />
124
Calvario<br />
Un coágulo <strong>de</strong> sangre prendido en vidrio oscuro<br />
<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> por las sienes consteladas <strong>de</strong> espinos.<br />
El Padre <strong>de</strong>sbarata por vez primera el muro<br />
y aúna los dolores humanos y divinos.<br />
La tierra en esta zona no se labra; se viola.<br />
Le rasgan las entrañas para inyectarle un semen<br />
<strong>de</strong> acero y megatones. El fruto: una cruel ola<br />
que arrasará a los que odian igual que a los que temen.<br />
La mano que horas antes bendijo, agarrotada,<br />
con el dolor <strong>de</strong>l mundo prendido en sus tendones,<br />
aguarda a que se cumpla la gloria señalada<br />
para eximir con<strong>de</strong>nas y repartir perdones.<br />
Códigos para entrada y salida. Madrigueras<br />
blindadas. Falsos ojos que escudriñan alturas<br />
en busca <strong>de</strong> enemigos. Mecánicas esperas<br />
<strong>de</strong> humanos que han trocado sus sueños por torturas.<br />
El sucio pie, cansado <strong>de</strong> todos los caminos,<br />
atravesado en hierro, busca en el hierro apoyo.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una túnica, se juegan los <strong>de</strong>stinos<br />
<strong>de</strong> todos los que hundimos el hierro en esos hoyos.<br />
Mapas. Trazos que enlazan ciuda<strong>de</strong>s diferentes,<br />
torvas radiografías <strong>de</strong> una muerte segura<br />
no para los culpables. Para los inocentes.<br />
La cura está en las manos <strong>de</strong> quien no cree en la cura.<br />
Vinagre. Ardor y espasmos <strong>de</strong> los labios resecos<br />
que dando a beber agua <strong>de</strong> vida, tienen sed.<br />
El mundo se <strong>de</strong>sangra por cuatro negros huecos<br />
y no cobra conciencia <strong>de</strong>l que ha dicho: “¡Creed!”.<br />
Constelaciones falsas tendidas en un techo<br />
que sólo el infinito merece iluminar.<br />
Nacemos a la sombra <strong>de</strong>l miedo, y al acecho<br />
<strong>de</strong> estrellas que la noche <strong>de</strong>biera rechazar.<br />
125
Herida en el costado. La hoja, sin embargo,<br />
no ha abierto en dos al hombre que es todo corazón.<br />
Hay un murmullo breve, y un sobresalto amargo<br />
aflige a los que han visto dudar al centurión.<br />
Igual que aquella túnica, se juegan hoy la tierra<br />
al pie <strong>de</strong>l mismo Cristo que vuelve a agonizar,<br />
dos pálidos soldados que saben que otra guerra<br />
será la última puerta <strong>de</strong> un mundo por cerrar.<br />
Crucifixión eterna: Dios sigue en el calvario<br />
cuajando amor en plasma por todos los que nacen.<br />
Vivimos perforando sus miembros a diario<br />
y El sigue respondiendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo escenario:<br />
“Perdónalos, oh Padre. No saben lo que hacen”.<br />
126
Torrero<br />
Torrero <strong>de</strong> papel, guardo un castillo<br />
–por <strong>de</strong>ntro y fuera blanco– que <strong>de</strong>coro<br />
con tinta. En él me pierdo y me enamoro<br />
y el tiempo me lo pinta <strong>de</strong> amarillo.<br />
Sólo yo monto guardia <strong>de</strong> palabras<br />
a la pálida luz <strong>de</strong> cierta estrella<br />
para que vengas tú, noble doncella,<br />
te arrimes a su puerta y la entreabras.<br />
Febril, te aguardo siempre en esta almena<br />
en los días más gélidos y oscuros,<br />
cuando mi soledad se pone en marcha.<br />
Y me habitas, mujer, como alma en pena<br />
que al irse <strong>de</strong>ja siempre tras los muros<br />
un torrero abatido por la escarcha.<br />
127
Para <strong>de</strong>spués<br />
Ya no me queda orgullo. Me estoy haciendo viejo<br />
y tengo pocas cosas <strong>de</strong> las que presumir.<br />
Rehúyo cuanto puedo mirarme en el espejo<br />
y estudio con recelo mi corto porvenir.<br />
Fue ayer; ayer fue todo. Ayer –así parece–<br />
fue el brillo <strong>de</strong> mis ojos y mi mundo infantil,<br />
la casa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con el número trece<br />
y mi madre lavando <strong>de</strong>l color <strong>de</strong>l añil.<br />
Ayer fue que mi padre fumaba en la neblina<br />
<strong>de</strong>l cuarto y que mi hermano se peinaba hacia atrás.<br />
Ayer vi <strong>de</strong> reojo la niñita vecina<br />
con un amor secreto que no conté jamás.<br />
La rueca <strong>de</strong> mi vida, <strong>de</strong> tanto hilar historia,<br />
a veces, <strong>de</strong>sgastada, gira y gira al revés<br />
y, Penélope loca, <strong>de</strong>steje en mi memoria<br />
imágenes inciertas, retazos <strong>de</strong> niñez.<br />
Y es raro. Soy el mismo. Yo sigo siendo el mismo<br />
más lento, pero el mismo, que hoy viajo hacia el oeste.<br />
Mis más sencillos gestos son actos <strong>de</strong> heroísmo,<br />
y a veces me preocupo pensando en lo celeste.<br />
Mas sigo mi camino, consciente <strong>de</strong> que todo<br />
se oxida, o pier<strong>de</strong> el brillo o llega a su final,<br />
y al fin, <strong>de</strong> tantos golpes, mi ánfora <strong>de</strong> lodo<br />
<strong>de</strong>rramará su vino y esparcirá su sal.<br />
Ayer, ayer fue todo. Y habrá nuevos mañanas<br />
y ayeres, y otros seres que en este <strong>de</strong>venir,<br />
como yo, serán niños a pesar <strong>de</strong> las canas,<br />
y llorarán <strong>de</strong> pronto con repentinas ganas<br />
ante el inevitable misterio <strong>de</strong> morir.<br />
128
Horror<br />
Llega un tiempo <strong>de</strong> horror. Crece un gigante<br />
harto <strong>de</strong> males y abominaciones<br />
ante el cual se doblegan las naciones<br />
que ven en Dios un mito agonizante.<br />
Puja la sombra, retroce<strong>de</strong> el alba,<br />
el hombre se <strong>de</strong>sboca en sus pasiones<br />
y el mal penetra todos los rincones<br />
<strong>de</strong>sarraigando a la verdad que salva.<br />
Y al grito <strong>de</strong> “laicismo y libertad”,<br />
“separación <strong>de</strong> iglesia y <strong>de</strong>l estado”<br />
y una agenda mundial anticristiana,<br />
lo profético se hace actualidad.<br />
Refugiaos en la herida <strong>de</strong>l costado<br />
que el anticristo abordará mañana.<br />
129
Obsesión<br />
Quiero darme la mano, sin embargo no puedo.<br />
No puedo conciliarme con la carne que arrastro;<br />
me rebelo a mí mismo contra mi propio cuerpo<br />
como un perro rabioso, como un preso engrillado.<br />
Me erijo en enemigo feroz <strong>de</strong> mi persona.<br />
Ya he roto con preguntas la cuerda <strong>de</strong> mis sueños<br />
en esta guerra abierta contra todas las cosas<br />
en la que siempre acaba venciendo el <strong>de</strong>scontento.<br />
¿Quién soy? ¿A dón<strong>de</strong> vamos? ¿Por qué todo me duele?<br />
¿Por qué todo me pesa sobre la misma espalda?<br />
A cada paso el mundo me dispersa y me pier<strong>de</strong><br />
más en mi laberinto <strong>de</strong> búsquedas, que hieren<br />
como puertas <strong>de</strong> sangre tiradas en la cara.<br />
130
Enfermo<br />
Estoy enfermo. Gravemente enfermo.<br />
Enfermo <strong>de</strong> palabras en la frente,<br />
<strong>de</strong> tinta acumulada entre los <strong>de</strong>dos,<br />
<strong>de</strong> enquistadas cuartillas en mis sienes.<br />
Enfermo y sin remedio. Cada noche<br />
batallo con la fiebre que me acosa.<br />
Microbios <strong>de</strong> papel me sobrecogen,<br />
anidan en mi sangre y la emborronan.<br />
Voy perdiendo terreno: nunca cesa<br />
el mal que me acorrala y que me obliga.<br />
Y enfermo <strong>de</strong> distancias y <strong>de</strong> esperas<br />
estoy contra la vida y con la vida.<br />
131
Juramentos<br />
Ante el mar<br />
pronuncié mi juramento:<br />
no volver a envidiar<br />
<strong>de</strong> nuevo al viento<br />
a pesar<br />
<strong>de</strong> mis ansias <strong>de</strong> volar.<br />
Ante el viento<br />
–y rebel<strong>de</strong> a la corriente–<br />
me propuse buscar mi propia fuente<br />
y <strong>de</strong> espaldas me puse a navegar.<br />
Al llegar a la fuente,<br />
salté a tierra<br />
y sentí que mi vida era una guerra<br />
contra mi loco afán <strong>de</strong> averiguar.<br />
Y me lancé <strong>de</strong> nuevo a la corriente,<br />
volví a envidiar al viento y <strong>de</strong> repente,<br />
me encontré nuevamente<br />
frente al mar.<br />
Y entre sumas y restas <strong>de</strong>l olvido<br />
volví a jurar lo mismo, arrepentido<br />
–todo es un juramento frente al mar–.<br />
Y hoy ya no sé si estoy saltando a tierra,<br />
si le he jurado al viento en paz,<br />
si hay guerra<br />
o si todo en la vida es navegar.<br />
132
Recopilación<br />
Paradoja <strong>de</strong> gloria que ante el mundo te humillas,<br />
flor <strong>de</strong> carne que a golpes marchita su verdor.<br />
Los hijos <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong>spedazan tu vida<br />
sin saber que se quedan salpicados <strong>de</strong> Dios.<br />
Aún pasan sucias palmas barridas por el viento,<br />
testimonios recientes <strong>de</strong> tu entrada triunfal<br />
cuando hace una semana te llamaban ”maestro”<br />
muchos <strong>de</strong> los que hoy pi<strong>de</strong>n tu muerte vertical.<br />
De mano en mano ruedas, mudo y escarnecido<br />
como un ánfora helada <strong>de</strong> agrietado alabastro<br />
que a golpes <strong>de</strong> flagelo rezuma santo vino<br />
–antídoto divino contra el negro pecado–.<br />
Profanan la reliquia <strong>de</strong> tu piel malherida,<br />
como un ícono roto se ensañan con tu tez<br />
y coronan tu frente con un cielo <strong>de</strong> espinas<br />
que incrusta estrellas rojas sobre tu mustia piel.<br />
La hora se hace plomo. El cuadro tenebrista<br />
culmina en paroxismo cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l mal<br />
se crece ante el ocaso <strong>de</strong> tu frangible vida<br />
sin sospechar <strong>de</strong>l cuerpo que resucitará.<br />
Te encajan el ma<strong>de</strong>ro sobre la curva espalda<br />
y mientras se abren paso, tus temblorosos pies<br />
transcriben con heridas <strong>de</strong> sus sangrantes plantas<br />
un mudo testamento para el hombre <strong>de</strong> fe.<br />
Con tres puntos y aparte <strong>de</strong> hierro sobre carne<br />
te clavan contra el signo <strong>de</strong> la contradicción<br />
y pen<strong>de</strong>s a los vientos cual raído estandarte<br />
que <strong>de</strong>spliega el secreto <strong>de</strong>l misterio hombre-Dios.<br />
Perdona Nazareno cuando, a veces, tentado<br />
por dioses <strong>de</strong>slumbrantes, he pospuesto mi fe<br />
y he cambiado por botas mis sandalias <strong>de</strong> santo<br />
y he bebido <strong>de</strong> fuentes que me <strong>de</strong>jan con sed.<br />
133
Tu calvario aún transcurre. No ha cesado en el tiempo.<br />
Es parte <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción.<br />
–A veces aún me cantan los gallos como a Pedro<br />
o me uno a los que gritan: “¡Barrabás!, ¡Jesús no!”–<br />
Soy Lázaro, Zaqueo, Pedro, Dimas y Pablo,<br />
ando leproso, creo como el buen centurión<br />
y prosigo <strong>de</strong> cerca tus lumínicos pasos<br />
porque a pesar <strong>de</strong> tantos errores y fracasos,<br />
mi fe te reconoce como el hijo <strong>de</strong> Dios.<br />
134
Misterio<br />
Todo es viento, cenizas y un soplo <strong>de</strong> misterio,<br />
reflejos que alucinan los ojos. La verdad<br />
en un rompecabezas <strong>de</strong> luz sobre un espejo<br />
que sólo pue<strong>de</strong> armarse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad.<br />
Un viento que entreteje la fantasmagoría<br />
<strong>de</strong> esta existencia en fuga, que es casi irrealidad,<br />
franquea y cierra puertas, <strong>de</strong>steje y teje vidas<br />
en un alucinante <strong>de</strong>sfile sin final.<br />
Tan sólo nos rescatan estos humil<strong>de</strong>s sueños<br />
que, sobre las cenizas, edifican su altar<br />
y perfuman el alma como humo <strong>de</strong> incienso<br />
que conecta este mundo con la posteridad.<br />
Un soplo <strong>de</strong> misterio: lo que nunca supimos<br />
–y tal vez no se aclare– y esta honda ansiedad<br />
<strong>de</strong> volver a encontrarnos con todo lo perdido<br />
y arribar a esa orilla, más allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino,<br />
don<strong>de</strong> no nos resulte tan doloroso amar.<br />
135
Hace cuarenta años<br />
¡Hace cuarenta años que no veo mi patria!<br />
Hace cuarenta años que –pintada <strong>de</strong> rojo<br />
por una mano negra– la <strong>de</strong>jé <strong>de</strong>splomada<br />
entre fríos escombros <strong>de</strong> terror y <strong>de</strong> insomnio.<br />
¡Hace cuarenta años que camino con hambre!<br />
¡Hace cuarenta años que me a<strong>de</strong>udan el cielo!<br />
No existe frase o gesto que logre consolarme<br />
y aunque he echado raíces me siento forastero.<br />
¡Cuántos ojos en blanco se han marchado vacíos!<br />
¡Cuántos huesos rebel<strong>de</strong>s contra la sepultura<br />
se dislocan en sombras y rechazan el limo<br />
porque no se conforman con extranjeras tumbas!<br />
Hace cuarenta años que sobrevivo y vago<br />
como Pablo, expectante; como Moisés, sediento,<br />
golpeando contra rocas que dan un zumo amargo;<br />
esclavo <strong>de</strong> espejismos que alivian mis <strong>de</strong>siertos.<br />
¿Hasta cuándo, Dios mío, perdurará la sombra?<br />
¿Cuándo al fin la justicia suprimirá la duda<br />
y los que se ausentaron con esperanzas rotas<br />
verán como consuelo a todas sus <strong>de</strong>moras<br />
un rayo <strong>de</strong> luz blanca que resucite a Cuba?<br />
136
Oración<br />
Oh Dios, que con tu sangre vuelta un ígneo torrente<br />
<strong>de</strong>finiste las sendas <strong>de</strong> la muerte y la vida<br />
y en cada llaga abierta te transformaste en fuente<br />
<strong>de</strong> luz para nosotros: la humanidad caída.<br />
Tú que morir quisiste con los brazos abiertos<br />
para que comprendieran el gesto <strong>de</strong> tus manos,<br />
horizontal justicia para vivos y muertos,<br />
la gloria y la tragedia <strong>de</strong> todos los humanos,<br />
ven. Ruédame la piedra <strong>de</strong> mi sepulcro oscuro,<br />
llega ante mi cadáver, rasga este mal sudario<br />
que tan pegado llevo <strong>de</strong> haber vivido impuro,<br />
inútil, como el hueco <strong>de</strong> un vacío incensario.<br />
Si tuviste palabras <strong>de</strong> perdón para aquellos<br />
que al verte hecho pedazos, se burlaron <strong>de</strong> Ti,<br />
tal vez viste mi rostro confuso entre uno <strong>de</strong> ellos.<br />
Perdóname, Dios mío, porque yo estuve allí.<br />
Te vi morir grandioso. Como un pájaro helado<br />
que al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> su nido, con las alas abiertas<br />
–en agónica estampa– y el pecho <strong>de</strong>sgarrado<br />
amparaba a sus crías bajo sus plumas yertas.<br />
Porque en tu gesto cupo la humanidad entera,<br />
uniste cielo y tierra y oeste y este en luz;<br />
tu corazón en medio. Carne, hierro y ma<strong>de</strong>ra,<br />
sellaron el profundo misterio <strong>de</strong> la cruz.<br />
Apártame la piedra <strong>de</strong> mi tumba, que es tar<strong>de</strong>.<br />
Mi lámpara está llena <strong>de</strong> aceite. Quiero ar<strong>de</strong>r.<br />
No <strong>de</strong>jes que me canten más gallos por cobar<strong>de</strong>.<br />
Mi fe promete un alba. Sé tú mi amanecer.<br />
Perdóname estos años baldíos. Un buen huerto<br />
me diste y, por <strong>de</strong>scuido, lo tengo sin labrar.<br />
Fecunda mi esperanza, florece en mi <strong>de</strong>sierto<br />
y apártame la piedra, ¡No quiero seguir muerto!<br />
¡Apártame la piedra para resucitar!<br />
137
Playa <strong>de</strong> luz<br />
Mujer, playa <strong>de</strong> luz don<strong>de</strong> mi barca<br />
humil<strong>de</strong>, halla la paz sobre la arena.<br />
Tú remiendas las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mi pena<br />
y el mar me reconoce por tu marca.<br />
Refugio <strong>de</strong> pirata ennoblecido<br />
en cuya piel recalo: mi tesoro,<br />
eres a un mismo tiempo cofre y oro,<br />
sirena que me encantas el oído.<br />
Noctívago habitante <strong>de</strong> tu mundo<br />
<strong>de</strong> algas y palacios interiores,<br />
me pierdo en tus corales <strong>de</strong> colores<br />
don<strong>de</strong> el amor se vuelve más profundo<br />
siempre en complicidad con la marea.<br />
Nos vamos y volvemos diez mil veces<br />
entre fosforescencias, entre peces<br />
y <strong>de</strong>spertamos con olor a brea<br />
sobre el país <strong>de</strong> luz <strong>de</strong>l arenal.<br />
Yo convertido en roca y tú en espuma.<br />
Y nos perfila el manto <strong>de</strong> la bruma<br />
como a dos islas pálidas <strong>de</strong> sal.<br />
138
Profecía<br />
Los años me pesiguen como cuervos hambrientos<br />
y barren con los frutos <strong>de</strong> mis campos.<br />
Hace ya tres mil años que no duermo,<br />
pero yo sigo andando<br />
por el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> eternos precipicios en sombra;<br />
ni habito en el abismo, ni hallo paz en el llano.<br />
Soy el maestro <strong>de</strong> los laberintos,<br />
el navegante <strong>de</strong>l perenne arcano.<br />
Prófugo reinci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> mis torpes instintos,<br />
<strong>de</strong>sciendo <strong>de</strong> la arcilla y me sublimo en vaso.<br />
Sigo perdido en medio <strong>de</strong> la niebla<br />
en el bosque habitado por terribles espacios<br />
don<strong>de</strong> la duda puebla<br />
cada rincón con hojas que hieren como cardos.<br />
Me asombro ante la luz porque me asombra<br />
su intangible contacto.<br />
He habitado la gruta,<br />
he <strong>de</strong>scendido al pozo y bebido el amargo<br />
licor <strong>de</strong> <strong>de</strong> la penuria sin encontrar la ruta<br />
que pueda rescatarme <strong>de</strong>l tedio cotidiano.<br />
–He vislumbrado en sueños la gran ciudad dorada.<br />
don<strong>de</strong> se hará más clara la razón <strong>de</strong>l arcano–.<br />
Y me sostiene un buen presentimiento<br />
que a pesar <strong>de</strong> la muerte me ilumina el costado:<br />
no sé cuándo ni cómo,<br />
pero pronto y <strong>de</strong> pronto, seré resucitado.<br />
139
Amor <strong>de</strong> siempre<br />
Mujer y veladora <strong>de</strong> nuestro humil<strong>de</strong> nido,<br />
eres la flor callada que en silencio perfuma<br />
–amor que antaño fuiste mi sol agra<strong>de</strong>cido<br />
y que hoy tan dignamente te revistes <strong>de</strong> luna–.<br />
Es <strong>de</strong>cir, novia mía, esposa mía, amada<br />
que compartes a un tiempo mis luces y mis sombras,<br />
mujer para mi lucha, mujer para mi almohada,<br />
parece que renazco cada vez que me nombras.<br />
Inevitablemente nos reviste el otoño,<br />
pero el ansia no mengua su fuerza atemporal<br />
por eso yo aún te miro como al bello retoño<br />
que <strong>de</strong>slumbró mis ojos con su piel <strong>de</strong> cristal.<br />
Te quiero por rebel<strong>de</strong>, te quiero por pasiva,<br />
por el hondo contraste <strong>de</strong> tu tierra y tu fuego,<br />
tu fuego que mantiene nuestra promesa viva,<br />
tu tierra agra<strong>de</strong>cida, <strong>de</strong> la que soy labriego.<br />
No quiero imaginarme cuando el tiempo, apenado,<br />
<strong>de</strong>shaga el débil hilo que tan fuerte nos ata;<br />
yo seguiré escribiendo, seguiré enamorado,<br />
pensando que la ausencia tan solo es una errata.<br />
De cualquier modo, vida, te aguardaré sereno<br />
porque nuestro <strong>de</strong>stino trascien<strong>de</strong> todo adiós.<br />
Y habrá otras dimensiones para este amor tan pleno<br />
que habrá <strong>de</strong> perpetuarse en las manos <strong>de</strong> Dios.<br />
140
Dr. Jekyll<br />
Doctor Jekyll, la fórmula es sencilla:<br />
viva lejos <strong>de</strong> Dios para que el ego<br />
se vuelva una terrible pesadilla<br />
y arroje por las fauces humo y fuego.<br />
Su pócima, sin duda, está obsoleta.<br />
Su oscuro lado ¿a quién produce susto?<br />
¡Pululan mil terrores en probeta<br />
que mantienen los cielos a disgusto!<br />
Ejércitos <strong>de</strong> “Hy<strong>de</strong>s” hoy hacen galas<br />
<strong>de</strong> su monstruosidad. Y eso no es todo.<br />
Se quieren sindicar. Sus obras malas<br />
-dicen- son sólo el bien hecho a su modo.<br />
Doctor, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que se olvida<br />
que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong> amar y <strong>de</strong> servir<br />
no somos más que monstruos en la vida.<br />
¡No es necesario un trago <strong>de</strong> elixir!<br />
141
Sara<br />
A Sara Martínez Castro<br />
con mi admiración, respeto y amistad.<br />
La vida tiene un revés<br />
que tú transfomas en luz<br />
cuando pintas a trasluz<br />
con tu verso. Tú eres mies<br />
que florece en lo alto y que es<br />
poesía que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong><br />
al corazón y que pren<strong>de</strong><br />
el alma como una hoguera<br />
y ar<strong>de</strong> como enreda<strong>de</strong>ra.<br />
–Eres a un tiempo hada y duen<strong>de</strong>–.<br />
En ti el pesar, hecho flor,<br />
se transforma en una aureola<br />
que rompe como una ola<br />
sobre el muro <strong>de</strong>l dolor<br />
y lleva el alma a un hervor<br />
<strong>de</strong> profundo sentimiento<br />
que perfuma como un viento<br />
lleno <strong>de</strong> melancolía<br />
que guarda para otro día<br />
la sustancia <strong>de</strong>l lamento.<br />
Tú laboras con la ausencia<br />
como una noble hilan<strong>de</strong>ra<br />
que borda la primavera<br />
para un mañana en presencia<br />
<strong>de</strong> su amor; luminiscencia<br />
que llena tu alma <strong>de</strong> flores<br />
cuando juegas con colores<br />
que pintarán tu mañana<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> tu abierta ventana<br />
que mira a mundo mejores.<br />
142
Te sumerges en el verso<br />
y en tu soledad madura<br />
y te pier<strong>de</strong>s en la hondura<br />
<strong>de</strong> este mundo y <strong>de</strong> su anverso<br />
<strong>de</strong>jando para el reverso<br />
tu más alta poesía,<br />
cuando llegues a ese día<br />
en que al final <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro<br />
Dios te reponga el tintero,<br />
el papel, y la alegría.<br />
143
Ante el altar<br />
Señor, ¿me reconoces? Soy aquel habitante<br />
<strong>de</strong>l valle <strong>de</strong> las sombras que hoy se vuelve a la luz.<br />
Me he propuesto seguirte <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante,<br />
pienso unirme a Tu vida como el clavo a la cruz.<br />
Sé que al rozar la orla <strong>de</strong> Tu túnica blanca<br />
con mis manos culpables <strong>de</strong> pecado y <strong>de</strong> ausencia.<br />
tendrás misericordia. ¡Acércate y arranca<br />
cuanta cizaña encuentres prendida a mi conciencia!<br />
Señor, ¿me reconoces? Debajo <strong>de</strong> esta costra<br />
<strong>de</strong> polvo y <strong>de</strong> cenizas, se <strong>de</strong>spereza un muerto<br />
que, hastiado <strong>de</strong> carroña, ante tu cruz se postra<br />
como Tú te postraste cierta noche en el huerto.<br />
Te encomiendo mi vida: a pesar <strong>de</strong>l pasado,<br />
or<strong>de</strong>na mi presente para que en el futuro<br />
llegue a la puerta estrecha humil<strong>de</strong> y consagrado,<br />
no apóstata y rebel<strong>de</strong>, no réprobo y oscuro.<br />
Sé que me reconoces. Pue<strong>de</strong>s verme por <strong>de</strong>ntro.<br />
Tú penetras las almas cual la luz al cristal.<br />
Por fin todas mis cosas giran en torno al centro.<br />
Por fin hallo el <strong>de</strong>scanso. Por fin vuelvo a ser sal<br />
144
Herido<br />
Esta es la historia <strong>de</strong> un amor herido<br />
que creyó <strong>de</strong>sangrar sin esperanza<br />
–asimiló la punta <strong>de</strong> una lanza<br />
y vio un cielo escapándose al olvido–-.<br />
El sol se congeló y el alto monte<br />
se <strong>de</strong>rrumbó en su trágica comarca<br />
cuando el perfil <strong>de</strong> una elusiva barca<br />
se fugó hacia el país <strong>de</strong>l horizonte.<br />
Y huérfano <strong>de</strong> amor, perdí la altura<br />
consi<strong>de</strong>ré ya inútil la pelea<br />
y <strong>de</strong>jé que el dolor me hiciera trizas.<br />
Hasta que tú llegaste con la cura<br />
–mujer <strong>de</strong> luz– <strong>de</strong> la vecina al<strong>de</strong>a<br />
a rescatar mi amor <strong>de</strong> las cenizas.<br />
145
En tus santas pupilas<br />
Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, santa madre <strong>de</strong>l Verbo,<br />
hermosa y tan humil<strong>de</strong> que vistes con ayate,<br />
traigo mi alma cristiana <strong>de</strong>solada cual cerro<br />
y aguardo rosas frescas que me alegren el viaje.<br />
En días tenebrosos me iluminan tus rayos,<br />
en noches interiores me orientan tus estrellas<br />
y bajo el po<strong>de</strong>roso refugio <strong>de</strong> tu manto<br />
una íntima paz baña <strong>de</strong> gracia mi existencia.<br />
Me rindo ante tu imagen —al pie <strong>de</strong> tanta gloria—<br />
con filial sentimiento, con <strong>de</strong>voción profunda.<br />
Tú has convertido en carne mi corazón <strong>de</strong> roca<br />
y me has ido puliendo con la luz <strong>de</strong> tu luna.<br />
Suplico aquellos dones que Dios te ha prodigado<br />
para nosotros, pobres y vanos pecadores.<br />
¡Por tu misericordia, haz que con tu rosario<br />
pueda volver diamantes mis más negros carbones!<br />
Contigo, uno mis manos en oración al Padre<br />
y te <strong>de</strong>vuelvo flores que hoy crecen en mi alma.<br />
Tu presencia hace menos amargo nuestro valle<br />
a pesar <strong>de</strong> las piedras que <strong>de</strong>sgarran las plantas.<br />
Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, te encomiendo mi vida.<br />
Que cuando Dios reciba mi suspiro postrero<br />
me <strong>de</strong>scubra entre aquellos que habitan tus pupilas<br />
pues tus ojos piadosos abren la puerta al cielo.<br />
146
Sobrenatural<br />
La noche en que mi padre murió<br />
–y esto es muy cierto–,<br />
me vino a visitar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto.<br />
147
Vuelvo<br />
Vuelvo a la soledad premeditada,<br />
a la fosforescencia <strong>de</strong>l osario,<br />
al taller <strong>de</strong>l dolor, al escenario<br />
don<strong>de</strong> cumplo el papel <strong>de</strong> llamarada.<br />
Vuelvo a la esclavitud ineludible<br />
que me hace arañar muros con el canto,<br />
al manantial y a la razón <strong>de</strong>l llanto,<br />
al amor por lo ausente y lo imposible.<br />
Vuelvo al grito que <strong>de</strong>ja el alma abierta,<br />
como fruta sangrante y malherida,<br />
cuyo perfume se hace inevitable.<br />
Vuelvo al aldabonazo <strong>de</strong> la puerta,<br />
y a mi única tierra prometida:<br />
el verso, que es el filo <strong>de</strong> mi sable.<br />
148
Destino<br />
Me iré muy lejos. Alto. Allá don<strong>de</strong> las rocas<br />
yerguen su helada mole frente al puñal <strong>de</strong>l viento,<br />
don<strong>de</strong> estoicas raíces se dispersan sedientas<br />
y retuercen sus nudos los árboles austeros.<br />
Me buscaré en las noches <strong>de</strong> estrellas infinitas<br />
como hicieron los ojos <strong>de</strong> los que ya se fueron<br />
hace tantos milenios. Descargaré mis golpes<br />
y esculpiré mi historia con similares gestos.<br />
Algún dios solitario bajará a apadrinarme<br />
con sus ojos pesados <strong>de</strong> velar tanto cielo;<br />
<strong>de</strong>scansaré mi cuerpo sobre la tierra virgen<br />
y mediré en eclipses la historia <strong>de</strong> mi pueblo.<br />
Me encontraré en los pastos que ignoran la pisada,<br />
en la melena blanca <strong>de</strong> las cumbres sin tiempo,<br />
en la palabra libre <strong>de</strong> pare<strong>de</strong>s y sendas<br />
que <strong>de</strong>l viento se pren<strong>de</strong>, que se trenza en el eco.<br />
No quiero que me entierren con ojos <strong>de</strong> nostalgia.<br />
Salgo a buscar un sitio don<strong>de</strong> plantar mis sueños<br />
antes <strong>de</strong> que se acaben las últimas montañas,<br />
antes <strong>de</strong> que se quiebren los últimos silencios.<br />
149
Lobos<br />
Sobre tu piel <strong>de</strong> oveja sacio mi hambre <strong>de</strong> lobo.<br />
Te busco, te persigo, te acorralo, te robo.<br />
Con limpias <strong>de</strong>ntelladas te <strong>de</strong>voro –y cortejo–<br />
me apo<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> todo, pero luego lo <strong>de</strong>jo.<br />
Ya el bosque no me llama. Permanezco a tu acecho<br />
y bajo el plenilunio perenne <strong>de</strong> tu techo<br />
<strong>de</strong>sato mi carnívora hombría en lucha fiera.<br />
Tu olor <strong>de</strong> mansa oveja, mujer, me <strong>de</strong>sespera.<br />
Rodamos por un suelo <strong>de</strong> mil amaneceres<br />
–fuiste un día la oveja, pero ya no lo eres–.<br />
Tú y yo nada tenemos que ver con la manada.<br />
Tu vientre es mi refugio <strong>de</strong> cada madrugada.<br />
Guiado por el sexto sentido <strong>de</strong> mi instinto<br />
te venzo en un ataque cada noche distinto.<br />
Tu cama está impregnada <strong>de</strong> un fuerte olor a cueva<br />
don<strong>de</strong> locos, se pier<strong>de</strong>n mi Adán sobre tu Eva.<br />
Fuiste un día la oveja, pero ya no. Tus ojos<br />
<strong>de</strong> tanto ver los míos se han vuelto también rojos.<br />
Si no me crees, el agua te servirá <strong>de</strong> espejo:<br />
en mis propias pupilas observa tu reflejo<br />
y bajo el plenilunio <strong>de</strong>l techo <strong>de</strong> tu alcoba<br />
verás como esta noche te vuelves una loba.<br />
150
Apocalipsis<br />
Un día <strong>de</strong>sperté con el silencio<br />
prendido a la raíz <strong>de</strong> mi garganta,<br />
<strong>de</strong>sempolvé el espejo <strong>de</strong> mi encuentro<br />
y me observé metido en una jaula.<br />
De pronto, percibí <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sueño<br />
y contemplé la vida que pasaba<br />
con la sabiduría <strong>de</strong>l regreso,<br />
como si hubiese vuelto <strong>de</strong>l mañana.<br />
Entonces lo vi todo absurdo y hueco<br />
y vano y vanidoso; una gran masa<br />
<strong>de</strong> hombres enclaustrados en sus cuerpos,<br />
<strong>de</strong> locos y <strong>de</strong> ciegos con mirada.<br />
Vi llagas para todos los remedios<br />
y miles <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> palabras<br />
y máquinas pensantes como sesos<br />
y sesos or<strong>de</strong>nados como cajas.<br />
Y me dispuse a hablar: brotó mi aliento<br />
cortante como el filo <strong>de</strong> una daga.<br />
Me acusaron <strong>de</strong> inútil y <strong>de</strong> enfermo,<br />
<strong>de</strong> rebel<strong>de</strong>, <strong>de</strong> pieza inadaptada.<br />
Después, pidieron ver todos mis sueños<br />
y los catalogaron; con escuadras<br />
midieron su tamaño en pies y en metros,<br />
los juntaron en fardos y en manadas<br />
y llegaron filósofos y expertos<br />
repletos <strong>de</strong> carcoma en la palabra<br />
para clavar mi paz en un ma<strong>de</strong>ro,<br />
para escupir sus miedos en mi cara.<br />
Y entonces me alejé con el silencio<br />
llevándome el secreto <strong>de</strong>l mañana:<br />
¿La hora? Apocalipsis menos cinco.<br />
Quedan cinco minutos… ¡para nada!<br />
151
Búsqueda<br />
Crucé vastos <strong>de</strong>siertos, paraísos en ruinas,<br />
amasé falseda<strong>de</strong>s que tiznaban <strong>de</strong> luz,<br />
<strong>de</strong>ambulé como ciego tras ciegas multitu<strong>de</strong>s,<br />
–alquimista <strong>de</strong> plomo, emigrante hacia el sur–.<br />
Devoré bibliotecas, bebí en fuentes arcanas<br />
y hasta el conocimiento me produjo <strong>de</strong>sdén;<br />
<strong>de</strong>jé miles <strong>de</strong> ovillos en negros laberintos,<br />
bebí todas las lluvias y aún seguía con sed.<br />
Me inicié en los los misterios, pero al fin, <strong>de</strong>solado,<br />
naufragué entre preguntas <strong>de</strong> un gran mar interior,<br />
sin embargo el vacío llenaba mi existencia<br />
como el eco <strong>de</strong> un templo sin consagrar a Dios.<br />
Hasta un día,<br />
que caí <strong>de</strong> rodillas con los brazos cansados<br />
a la bendita sombra <strong>de</strong> una sencilla cruz<br />
y sentí que se abrían las puertas <strong>de</strong> mi alma<br />
y que la paz llegaba diciendo: “Soy Jesús”.<br />
152
Juan<br />
Juan ya no tiene prisa.<br />
Juan ronda por la espera<br />
en un mundo carente<br />
<strong>de</strong> esperanzas y metas<br />
y vive como el musgo:<br />
pegado a la corteza<br />
<strong>de</strong> la vida, en silencio<br />
bajo la sombra austera.<br />
Juan <strong>de</strong>spidió a su orgullo<br />
una tar<strong>de</strong> cualquiera<br />
y lo cambió por noches<br />
saturadas <strong>de</strong> estrellas.<br />
Se asoció con el monte;<br />
se hermanó a la vereda.<br />
Dialoga con las plantas<br />
y elu<strong>de</strong> las aceras.<br />
Es pobre entre los pobres<br />
pero nunca se queja.<br />
Cuando hay comida, come.<br />
Si el pan no llega, piensa.<br />
Carga un simple macuto<br />
lleno <strong>de</strong> ropa vieja,<br />
una flauta <strong>de</strong> caña<br />
y dos fotos en sepia.<br />
Como un ritual preciso<br />
en cada ocaso aprieta<br />
las fotos contra el pecho<br />
las contempla, y las besa.<br />
Unos dicen que es loco,<br />
otros, que es un poeta.<br />
Algunos lo rechazan<br />
mas otros lo respetan.<br />
II<br />
Juan cayó <strong>de</strong> la vida<br />
como una fruta seca<br />
se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong>l árbol<br />
cuando llama la tierra.<br />
153
Quedó helado una noche<br />
<strong>de</strong> espaldas a la hierba<br />
mirando un repujado<br />
<strong>de</strong> infinitas estrellas.<br />
En sus frías pupilas<br />
se posaron cometas<br />
galaxias, universos<br />
ángeles y planetas.<br />
Sin mármol ni epitafio<br />
lo enterraron afuera<br />
<strong>de</strong>l pueblo cuatro manos<br />
sin apuro y sin pena.<br />
Juan entró por la noche<br />
hacia la blanca puerta<br />
y alcanzó la blancura<br />
<strong>de</strong> dos blancas presencias.<br />
Juan ya lo tiene todo<br />
todo menos pobreza.<br />
Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba mira<br />
jugar con las estrellas<br />
sus dos hijos en blanco:<br />
los que antes besó en sepia.<br />
154
Padre árbol<br />
A mi hijo.<br />
¿No sabes que tu padre es un árbol, hijo mío?<br />
¿Recuerdas la caricia <strong>de</strong> mis manos nudosas<br />
en tu piel <strong>de</strong> in<strong>de</strong>fenso pajarillo<br />
mientras tú dormitabas bajo mis tiernas hojas?<br />
No pue<strong>de</strong>s recordarlo. ¡Es que ha llovido tanto!<br />
Dos primorosos nidos habitaron mis ramas:<br />
tu nido azul, orgullo <strong>de</strong> mi espacio<br />
y luego el nido tierno y rosado <strong>de</strong> tu hermana.<br />
Primero me mirabas igual que una hormiguita.<br />
Te recuerdo allá abajo, tan pequeño<br />
que parecías una florecilla<br />
que milagrosamente iba ascendiendo.<br />
Y una tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> un brinco,<br />
te volviste como una espiga larga<br />
con cabeza <strong>de</strong> niño<br />
lleno <strong>de</strong> picardía, fuego y gracia.<br />
¿Recuerdas? Descubriste las ramas <strong>de</strong> mis brazos<br />
y las trepabas con amor y esfuerzo<br />
entre risas y torpes manotazos<br />
para alcanzar mi copa y darme besos.<br />
Luego llegó el buen tiempo <strong>de</strong> las sombras<br />
y mi sombra amparaba tus locas aventuras.<br />
Así te evité golpes y <strong>de</strong>rrotas,<br />
cabezazos, cortadas, llantos, lluvias…<br />
Y juntos aprendimos <strong>de</strong> sen<strong>de</strong>ros y bosques,<br />
le encontramos el fin al arcoiris.<br />
Y <strong>de</strong>mostraste que eras todo un hombre<br />
capaz <strong>de</strong> florecer. Y al fin te fuiste<br />
en busca <strong>de</strong> la rosa <strong>de</strong> tu vida<br />
con la enseñanza <strong>de</strong> este viejo árbol<br />
<strong>de</strong> ramas generosas y caídas,<br />
<strong>de</strong> corteza rugosa, y tronco ensimismado.<br />
No es mucho lo que queda por dar cuando ya todo<br />
se ha dado con amor. La poca savia<br />
que corre por mis venas –riachuelos <strong>de</strong> otoño–<br />
155
me anuncia que el invierno me reclama.<br />
Ven y úsame <strong>de</strong> leña si necesitas fuego,<br />
<strong>de</strong> pararrayos, si es que lo precisas.<br />
¡Pero nunca me quiebres la rama don<strong>de</strong> llevo<br />
grabada, para siempre, tu primera sonrisa!<br />
156
Madre cielo<br />
A mi hija.<br />
Hija mía, ¿no sabes que tu madre es un cielo,<br />
que en el negro universo <strong>de</strong> su abultado vientre<br />
se concibió tu cola <strong>de</strong> cometa?<br />
Justo a los nueve meses<br />
rompiste sus entrañas con rayos <strong>de</strong> colores<br />
que <strong>de</strong>stiñeron nuestras pequeñeces.<br />
Y te acogió en sus brazos como a un blanco lucero<br />
como a una flor que abriera <strong>de</strong> repente,<br />
tan sumamente bella y <strong>de</strong>licada<br />
que daba ganas <strong>de</strong> llorar el verte.<br />
Quizás es que por eso sus ojos se nublaban<br />
y cuando te cargaba, llovían <strong>de</strong> repente.<br />
No creas que te miento cuando digo<br />
que tu madre amparaba en su bóveda celeste<br />
tus órbitas, fulgores y reflejos<br />
y tú eras el satélite que la rondabas siempre:<br />
rutilante prodigio <strong>de</strong> nuestra humil<strong>de</strong> casa<br />
que con tu luz solía engran<strong>de</strong>cerse<br />
y parecía un palacio <strong>de</strong> amor re<strong>de</strong>scubierto<br />
por ti, rosado duen<strong>de</strong>.<br />
Aprendiste piruetas,<br />
como bien las apren<strong>de</strong>n<br />
los fuegos <strong>de</strong> artificio, y eras la chispa inquieta<br />
que ardía en nuestros ojos que crecían por verte.<br />
Un día la cometa se hizo dos rubias trenzas<br />
y se volvió, <strong>de</strong> pronto, un rehilete<br />
que llenaba <strong>de</strong> risas el espacio materno<br />
–y el cielo no se llena fácilmente–.<br />
Y tu madre, orgullosa, <strong>de</strong>l cenit te velaba<br />
como una diosa olímpica, pendiente<br />
<strong>de</strong> todos tus <strong>de</strong>lirios y tiernas travesuras<br />
lista para el <strong>de</strong>scenso si había que protegerte.<br />
Ya eres hoy, hija mía, todo un planeta hermoso<br />
–curiosos asteroi<strong>de</strong>s se acercan para verte–.<br />
157
Eres una mujer hecha <strong>de</strong> luces<br />
que heredó <strong>de</strong> su madre su cualidad celeste.<br />
Y, como tal, un día, nos traerás <strong>de</strong>l cielo<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nueve meses,<br />
un nieto o una nieta con cola <strong>de</strong> cometa<br />
estrellas en los ojos y vocación <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>.<br />
158
Secreto<br />
Tú eres, amor, divino secreto <strong>de</strong> la noche<br />
que por <strong>de</strong>shilvanarte me <strong>de</strong>ja sin estrellas.<br />
En ti se hace patente mi razón <strong>de</strong> ser hombre<br />
que escarba en el profundo corazón <strong>de</strong> tu tierra.<br />
Des<strong>de</strong> el ancestro fiero reclamo tu contorno,<br />
busco como un salvaje tu fecunda caverna<br />
don<strong>de</strong> pinto un futuro cargado <strong>de</strong> retoños,<br />
prole <strong>de</strong> cazadores que poblarán la tierra.<br />
¡Noble cuerda <strong>de</strong>l arco tensa hasta el infinito<br />
hacia ti me dispara, cual lumínica flecha,<br />
para asestar mi golpe sediento y masculino<br />
sobre tu flanco ardiente <strong>de</strong> <strong>de</strong>liciosa cierva!<br />
Tu aroma me seduce y caigo en tus honduras,<br />
me arrastras a tus cumbres, me invocan tus pra<strong>de</strong>ras<br />
y en mágicos rituales que encubre la penumbra<br />
rodamos abrazados sobre blancas estepas.<br />
Nocturnos paroxismos nos arrastran al fuego.<br />
Frenéticos, danzamos ante locas hogueras<br />
al ritmo <strong>de</strong> tambores que exaltan nuestros pechos<br />
mientras borran mis labios tu pintura <strong>de</strong> guerra.<br />
Por fin, <strong>de</strong>scarga el alba su pe<strong>de</strong>rnal y encien<strong>de</strong><br />
las cortinas <strong>de</strong> fuego. La paz se <strong>de</strong>spereza<br />
en nuestra alcoba llena <strong>de</strong> ternura reciente<br />
y guardamos las armas hasta otra luna llena.<br />
159
Mi padre en el agua<br />
Mi padre está en el mar. La blanca espuma<br />
me recuerda su cabellera anciana.<br />
Mi padre se quedó, cierta mañana,<br />
dormido entre los brazos <strong>de</strong> la bruma.<br />
Mi padre crece con la luna llena,<br />
frecuenta el autobús <strong>de</strong> la corriente,<br />
a veces se convierte en confi<strong>de</strong>nte<br />
<strong>de</strong> la sal y se viste con arena.<br />
Yo lo percibo entre algas que se mecen<br />
con un vaivén, cual manos que parecen<br />
saludarme <strong>de</strong>l sólido arrecife.<br />
Me dice adiós <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un coral <strong>de</strong> oro<br />
mientras lo observo <strong>de</strong> mi viejo esquife.<br />
Y sin quererlo, cuando remo, lloro.<br />
160
Vuelvo<br />
Vuelvo al mar, vuelvo al clavel<br />
vuelvo a la novia perdida<br />
y vuelvo a la <strong>de</strong>spedida<br />
en cierto andén. Vuelvo al fiel<br />
recuerdo <strong>de</strong> aquella piel<br />
que resbaló por mis mano<br />
cierta noche <strong>de</strong> verano.<br />
Vuelvo al dolor <strong>de</strong> querer<br />
lo que nunca pudo ser<br />
más que fugaz y lejano.<br />
161
Sola<br />
Tú me quisiste sólo como a un curioso objeto<br />
al que gratificabas con migas <strong>de</strong> atención;<br />
nunca viste en mí el cuadro sino sólo el boceto.<br />
Fungí <strong>de</strong> pentagrama y aguanté tu canción.<br />
Fui el entretenimiento <strong>de</strong> tus horas vacías,<br />
tu exceso <strong>de</strong> equipaje, tu sombra adicional.<br />
Si mis manos se helaban entre tus manos frías<br />
es porque las asías por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal.<br />
Hoy, por no prodigarte, ni te entregas ni amas<br />
más que a tu propio ego. Tu afecto es un barniz.<br />
Entibias pobremente, pudiendo ar<strong>de</strong>r en llamas<br />
y aún cumples tu perenne papel <strong>de</strong> cicatriz.<br />
Pero granos en fuga <strong>de</strong> tu reloj <strong>de</strong> arena<br />
te han puesto vacilante como un furgón <strong>de</strong> cola<br />
y aún vives, como reina, soñando una colmena,<br />
cada día más vieja, cada día más sola.<br />
162
Insomnios<br />
Insomnios negros <strong>de</strong> mi alma insomne<br />
que vuelven espirales mis <strong>de</strong>seos<br />
y los hacen danzar en mi cabeza<br />
mientras tu amor, amor, me roba el sueño.<br />
Insomnios que se inician en la niebla<br />
cuando veo flotar tu blanco cuerpo<br />
envuelto en vaporosos imposibles<br />
que incineran mis manos en secreto.<br />
Insomnios que alucinan mis pupilas<br />
con la reminiscencia <strong>de</strong> unos besos<br />
que recorrieron mis sedientos labios<br />
para <strong>de</strong>spués, abandonarlos secos.<br />
Insomnios. Y en febriles madrugadas<br />
saborearte recuerdo por recuerdo<br />
como un fruto prohibido que, en castigo,<br />
sólo consigo poseer <strong>de</strong> lejos.<br />
Y no te vas. Y no te vas con nada.<br />
No hay golpe que te quiebre; mis espejos<br />
te siguen reflejando en los añicos<br />
que <strong>de</strong>spués recompongo y exonero.<br />
Insomnios <strong>de</strong> postigos y cerrojos<br />
por no quererte; y con <strong>de</strong>voto celo<br />
<strong>de</strong>sgranar tus memorias como cuentas<br />
que enloquecen las puntas <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>dos.<br />
Insomnios. Y ni pasas, ni te quedas<br />
ni se resuelve mi prisión <strong>de</strong> fuego.<br />
Insomnios. Y otra vez entrando al alba<br />
reducido a cenizas en mi lecho.<br />
163
Gracias<br />
Señor, gracias por todo. Por tu eterna paciencia,<br />
por mi fe y la carga que he <strong>de</strong> sobrellevar,<br />
por este arroyo humil<strong>de</strong> que ha sido mi existencia<br />
–que al final <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>semboca en tu mar–.<br />
Gracias, porque quisiste trazar para nosotros<br />
el difícil sen<strong>de</strong>ro que conduce a la luz<br />
cuando dijiste: “Amaos los unos a los otros…”<br />
y nos diste el ejemplo con tu muerte en la cruz.<br />
Si vuelves la cabeza para ver lo <strong>de</strong>jado<br />
sabrás <strong>de</strong> un peregrino que viaja tras <strong>de</strong> ti:<br />
soy yo con la cruz sucia, Señor, <strong>de</strong> mi pasado,<br />
pidiéndote la gracia que guardas para mí.<br />
Te sigo, no impulsado por el buen pan <strong>de</strong> trigo<br />
sino por el que sacia mi hambre espiritual.<br />
Dueño <strong>de</strong>l Agua Viva, Buen Pastor, Vid, Amigo,<br />
ayuda a que conserve mi cualidad <strong>de</strong> sal.<br />
Gracias por los momentos <strong>de</strong> paz que he conocido<br />
y este constante arado <strong>de</strong> angustia sobre mí<br />
porque sé con certeza que tú lo has dirigido<br />
para ensanchar los surcos <strong>de</strong> mi Getsemaní.<br />
Después vendrá tu siembra. Que mi terreno acoja<br />
con sed <strong>de</strong> ver florida, tu sagrada simiente.<br />
Si hieres, es que podas mi árbol hoja a hoja<br />
para que cada fruto crezca resplan<strong>de</strong>ciente.<br />
Gracias por la alegría con que me has ben<strong>de</strong>cido<br />
aunque también bendices cuando impartes dolor.<br />
Mi fe hoy tiene el aspecto <strong>de</strong>l árbol abatido<br />
que tras cada tormenta renueva su verdor.<br />
Señor, gracias por este <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> conciencia<br />
con el que te percibo tras <strong>de</strong> todas las cosas.<br />
Eres la certidumbre que eleva mi existencia<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el más tosco barro hasta cumbres gloriosas.<br />
164
Te seguiré y no importa si el viaje es duro o largo<br />
si es eso lo que tienes dispuesto para mí.<br />
Si caigo, sacudiéndome el polvo más amargo<br />
y a pesar <strong>de</strong> mi angustia, te diré, sin embargo:<br />
–Bendito seas, Padre. Mi cruz es para ti.<br />
165
Despido<br />
A Miguel Palomino Vidal. Cubano, guitarrista y poeta.<br />
Amigo <strong>de</strong> tantas noches <strong>de</strong> vino y soledad.<br />
Soñador <strong>de</strong> un mundo más alto. In memoriam.<br />
Miguel, amigo cansado<br />
<strong>de</strong> soleda<strong>de</strong>s y sueños,<br />
¿por qué te has ido tan pronto?,<br />
¿por qué has matado tu tiempo<br />
sin avisarnos, sin cantos<br />
sin palabras y sin versos?<br />
¿Qué soledad <strong>de</strong>sbocada<br />
te arrastró hacia el <strong>de</strong>sespero?<br />
Sólo sé que era <strong>de</strong> noche<br />
cuando <strong>de</strong>jaste tu cuerpo,<br />
que había estrellas muy blancas<br />
y Dios se hallaba muy lejos;<br />
que una sombra negra y larga<br />
se te posó, como un cuervo,<br />
sobre el hombro <strong>de</strong> la vida<br />
y la seguiste en silencio.<br />
Y nos <strong>de</strong>jaste sin canto<br />
porque tu canto está muerto<br />
y no hay voz que lo repita<br />
ni voz que diga tus versos.<br />
Hoy tu guitarra se cansa<br />
<strong>de</strong> ser ma<strong>de</strong>ra sin sueños,<br />
<strong>de</strong> ser silencio dolido<br />
sin caricias <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>dos.<br />
Ya nos faltan tu palabra,<br />
tu inquietud y tu <strong>de</strong>svelo,<br />
tu sed <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> altura,<br />
<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> encuentros.<br />
Miguel, amigo cansado,<br />
¿por qué te has ido en secreto?<br />
Dinos si hay una sonrisa<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> este mundo nuestro,<br />
si hallaste el camino limpio<br />
para ser libre por <strong>de</strong>ntro;<br />
si allá la angustia no ronda,<br />
si la soledad no es peso.<br />
166
Miguel, amigo cansado<br />
que me duele en el recuerdo.<br />
La otra noche las estrellas<br />
te llamaron a su encuentro<br />
y tú te fuiste a buscarlas<br />
para ser su compañero.<br />
167
Acto <strong>de</strong> fe<br />
¡Señor mío y Dios mío! yo nunca vi tus llagas<br />
ni manché con tu sangre mis sandalias indignas;<br />
no introduje mi mano <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tu costado<br />
ni arranqué <strong>de</strong> tu frente la corona <strong>de</strong> espinas.<br />
Yo no bajé tu cuerpo <strong>de</strong> la cruz oprobiosa,<br />
yo no extraje los clavos <strong>de</strong> tus palmas heridas,<br />
yo no lavé tu cuerpo ni lo tendí en la roca,<br />
yo no cubrí con lino tu omnipotencia fría.<br />
Yo no encontré apartada la losa <strong>de</strong>l sepulcro<br />
ni <strong>de</strong>scubrí el sudario doblado en una esquina,<br />
no corrí dando voces a contar el milagro<br />
<strong>de</strong> otra vida perpetua más allá <strong>de</strong> esta vida.<br />
Pero a pesar <strong>de</strong> siglos <strong>de</strong> diferencia, ¡creo!<br />
Tu cruz sigue vigente para mi fe crecida<br />
que tiene como cumbre tu pasión re<strong>de</strong>ntora<br />
en el sagrado monte <strong>de</strong> nuestra Santa Misa.<br />
168
Pancha<br />
Pancha, <strong>de</strong>me un motivo para seguir viviendo;<br />
asómese a la puerta que da hacia el olivar.<br />
No sé por qué no aprendo<br />
caminos que me lleven hacia el mar.<br />
Repítame aquel cuento <strong>de</strong>l bienaventurado<br />
que cosechó increíbles manzanas <strong>de</strong> oro puro.<br />
La espero <strong>de</strong>l pasado<br />
sentado, como siempre, en este muro.<br />
Téjame un chalequito para toda la vida<br />
que me vestiré el alma con él, al <strong>de</strong>spertar.<br />
Ocupe como antaño su silla preferida.<br />
No se que<strong>de</strong> dormida,<br />
ni así, muerta,<br />
que la tengo que volver a besar.<br />
169
Poema divergente<br />
Tu soledad madura,<br />
mi soledad abierta.<br />
–Don<strong>de</strong> tú estás, no quiero<br />
y a don<strong>de</strong> voy no llegas–.<br />
Tu soledad activa,<br />
mi soledad <strong>de</strong>spierta.<br />
–Ni <strong>de</strong>seas tocarme<br />
ni mi mano te espera–.<br />
Tu soledad al frente,<br />
mi soledad alerta.<br />
–Somos un grueso muro,<br />
somos una barrera–.<br />
Tu soledad <strong>de</strong> espinas,<br />
mi soledad <strong>de</strong> piedras.<br />
–Ni a don<strong>de</strong> vas te sigo<br />
ni don<strong>de</strong> estoy me encuentras–.<br />
Tu soledad que hiere,<br />
mi soledad que avienta.<br />
–Reboto en tu mirada<br />
y en mi cristal te quiebras–.<br />
Tu soledad arisca,<br />
mi orgullo sin ca<strong>de</strong>nas.<br />
–Si piso tu pisada<br />
me voy por otra senda–.<br />
170
Rastro<br />
Voy siguiendo tus pasos muy <strong>de</strong> lejos,<br />
<strong>de</strong>scifrando tu estela ensangrentada<br />
y el rastro <strong>de</strong> tu cruz que en el terreno<br />
serpea y se disipa en la distancia.<br />
Quiero encontrar tus sienes espinosas,<br />
el divino refugio <strong>de</strong> tus llagas<br />
y el olor a vinagre <strong>de</strong> tu boca<br />
que pue<strong>de</strong> perdonar mis muchas faltas.<br />
¿Dón<strong>de</strong> estás? ¿Dón<strong>de</strong> estás? Se hace <strong>de</strong> noche<br />
y no quiero acampar. En la montaña<br />
pu<strong>de</strong> escuchar a mudos dando voces,<br />
vi a ciegos que estrenaban la distancia,<br />
a leprosos besar sus propias manos,<br />
y a sordos bautizarse en la palabra.<br />
¡Y vi muertos salir <strong>de</strong>l camposanto<br />
volviendo jubilosos a sus casas!<br />
Ando tras <strong>de</strong> tu voz que aplaca mares,<br />
suplicando el reposo <strong>de</strong> mis aguas<br />
y he traído mis panes y mis peces<br />
para multiplicarlos con tu gracia.<br />
¡Este peregrinaje no es en vano!<br />
Te encontraré y, al fin, tus santas manos<br />
guardarán los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> mi barca.<br />
¡y habrá un amanecer <strong>de</strong> lino blanco<br />
cuando alcance tu orilla iluminada!<br />
171
Necesítame<br />
Necesítame. Tú eres lo mejor que yo tengo<br />
y eres también el único puente a mi distancia.<br />
Nadie más ha logrado <strong>de</strong>scubrir el secreto<br />
–la palabra bendita– con que se abre mi alma.<br />
Necesítame. Dime que soy imprescindible,<br />
que el aire que respiras te llega <strong>de</strong> mi boca.<br />
Hagámonos un nudo ceñido e irrompible<br />
que resista ante todas las palabras que cortan.<br />
Sabes que a tu regreso mi esperanza revive<br />
como la lluvia cambia la suerte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto.<br />
No quiero que tu lucha por labrarme termine<br />
porque mis flores sólo perfuman en tus <strong>de</strong>dos.<br />
Necesítame siempre. Y, anclada en mi <strong>de</strong>stino,<br />
serás la buena sombra <strong>de</strong> luz que me acompañe<br />
hasta que mi simiente florezca en ti, en el hijo<br />
que juntará por siempre tu carne con mi carne.<br />
172
Dos filos<br />
Dos filos tiene el cuchillo:<br />
uno da vida, otro mata,<br />
para quien sepa el arcano<br />
oculto en su hoja acerada;<br />
dos bor<strong>de</strong>s con igual brillo<br />
–el que da luz y el que apaga–<br />
como antídoto y veneno<br />
se extraen <strong>de</strong> una misma planta.<br />
Dos caras trae la moneda<br />
con las que se pier<strong>de</strong> o gana<br />
cuando el <strong>de</strong>stino nos dicta<br />
la fortuna o la <strong>de</strong>sgracia.<br />
Dos lados que contra el piso<br />
nos <strong>de</strong>finen la esperanza<br />
con dos posibilida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> una sola suerte echada.<br />
Dos mares tiene la luna:<br />
uno gris y otro <strong>de</strong> plata<br />
don<strong>de</strong> los enamorados<br />
naufragan en la distancia.<br />
Dos fuegos nuestro amor tiene:<br />
uno alumbra y otro arrasa;<br />
el que incendia nuestra carne<br />
y el que pren<strong>de</strong> nuestras almas.<br />
Dos fuegos nuestro amor tiene<br />
y yo me alegro y tú y basta.<br />
Pues vivimos y morimos<br />
juntos, nuestras llamaradas.<br />
173
Niño<br />
Niño que empiezas<br />
a emplumar alas<br />
lleno <strong>de</strong> encajes<br />
y ropa blanca.<br />
Onda naciente,<br />
chispa temprana,<br />
fresco rocío,<br />
primicia, alba.<br />
Te <strong>de</strong>sperezas<br />
y con tus palmas,<br />
trastocas nubes,<br />
cielos <strong>de</strong>sarmas.<br />
Descifras luces,<br />
contornos, caras,<br />
mientras tu mundo<br />
se pone a gatas.<br />
Más tar<strong>de</strong>, embistes,<br />
dictas, te cuadras<br />
y al fin conquistas<br />
tu breve infancia.<br />
–Caracolito<br />
crecido– ensanchas<br />
y <strong>de</strong>salojas<br />
tu antigua casa.<br />
Ya eres un hombre<br />
en busca <strong>de</strong> agua<br />
para tu fuego.<br />
Vives en llamas<br />
y te <strong>de</strong>slizas<br />
por alboradas,<br />
tar<strong>de</strong>s y noches<br />
cuerpos y almohadas.<br />
Y tanto ruedas<br />
con tantas ganas,<br />
que al fin se seca<br />
tu gruesa cáscara.<br />
Con tu inocencia<br />
<strong>de</strong>smantelada<br />
bajo un escaso<br />
manto <strong>de</strong> canas<br />
174
se hacen patente<br />
tus hondas marcas:<br />
las cicatrices<br />
<strong>de</strong> tus batallas.<br />
No hay chispa. Otoño<br />
guarda una brasa<br />
para el rescoldo<br />
<strong>de</strong> tu mirada.<br />
Y olvidas tiempos,<br />
contornos, caras,<br />
mientras tu mundo<br />
se acuesta en cama.<br />
Hasta que un día<br />
curvas las alas,<br />
vuelves al niño<br />
y éste a la nada.<br />
175
Ambición<br />
Yo era el simple ropero y tú eras la polilla.<br />
Hecha para castillos, te aburría el hogar.<br />
Presumías <strong>de</strong> árbol sin llegar a semilla,<br />
eras una llovizna con ínfulas <strong>de</strong> mar.<br />
Tus alas se arrugaban en mi humil<strong>de</strong> aposento,<br />
ningún pozo saciaba tu caprichosa sed.<br />
Nada aplacaba el ansia <strong>de</strong> tu temperamento:<br />
tú querías el lago, la barca, el pez, la red…<br />
Y entre maledicencias, utópicos diamantes,<br />
absurdas pretensiones y palacios dorados<br />
<strong>de</strong>sbarataste el hilo <strong>de</strong> nuestra comprensión<br />
hasta que, <strong>de</strong>sfraudada, te fuiste entre <strong>de</strong>splantes<br />
hacia el brillo y el oro, persiguiendo entorchados<br />
mientras yo hallaba el cielo <strong>de</strong> un amor <strong>de</strong> latón.<br />
176
Creo<br />
Definitivamente, creo en Dios hecho hombre.<br />
Creo en el alto precio <strong>de</strong> la sangre bendita<br />
que baña una cruz negra y en el dolor sin nombre<br />
<strong>de</strong>l cuerpo que más tar<strong>de</strong>, glorioso, resucita.<br />
Creo en el huerto oscuro que recibe un espeso<br />
sudor <strong>de</strong>l santo cuerpo que tirita y que ar<strong>de</strong>,<br />
creo en el que recibe la traición con un beso<br />
sin limpiar en su frente la baba <strong>de</strong>l cobar<strong>de</strong>.<br />
Creo en el Pan y el Vino, en la Ultima Cena<br />
y en el agua que sacia la sed <strong>de</strong> toda boca,<br />
en el llanto sincero <strong>de</strong> cualquier Magdalena<br />
y en la Mano Divina que sana cuanto toca.<br />
Creo en la mansedumbre <strong>de</strong>l que aparta la espada<br />
y se entrega a la muerte con <strong>de</strong>voción gigante,<br />
en el mensaje oculto, en la interna llamada<br />
y en el transfigurado <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante.<br />
Creo en los lentos pasos, con una cruz a cuestas,<br />
<strong>de</strong> aquel que quiso darnos su paz en el calvario,<br />
creo en el Cielo y creo que sumas cuando restas<br />
hombre humil<strong>de</strong> que cargas tu ma<strong>de</strong>ro a diario.<br />
Creo en el que me or<strong>de</strong>na cuándo tirar la red,<br />
en la pesca abundante, en la maldita higuera,<br />
el bienaventurado que ha calmado su sed<br />
y en la gracia que adviene cuando nadie la espera.<br />
Creo en leprosos limpios, paralíticos sanos<br />
y el pecador que entierra su orgullo y se levanta;<br />
en el hombre sencillo que ve a Dios en sus manos,<br />
en María doliente y en la Sábana Santa.<br />
Creo, y creo en un día don<strong>de</strong> fraternalmente<br />
compartiré con muchos la tierra prometida;<br />
creo en el que recobra la vista <strong>de</strong> repente<br />
y encuentra, en un milagro, su puerta <strong>de</strong> salida.<br />
177
Creo en esta bendita locura que me llena,<br />
en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;<br />
en aquel que me pi<strong>de</strong> que comparta su cena<br />
y a pesar <strong>de</strong> mis faltas yo sé que me ama tanto.<br />
Definitivamente, Señor, creo en tu nombre:<br />
conciencia en mí, latido, razón por la que existo…<br />
¡Oh, Padre, si pudiera yo sería ese hombre<br />
que <strong>de</strong>sclavara el cuerpo <strong>de</strong> tu hijo Jesucristo!<br />
178
Cuba duerme<br />
Igual que una niña enferma<br />
Cuba duerme. Y sobre el agua<br />
la luna le escribe un cuento<br />
para pasado mañana,<br />
porque sabe que la fiebre<br />
tiene la isla colorada<br />
pero que cuando amanezca<br />
<strong>de</strong>spertará azul y sana.<br />
Los cañaverales mecen<br />
dulzuras disimuladas<br />
que guardan para un futuro<br />
más dulce, en tierra hoy amarga,<br />
y la música entreteje<br />
invisibles pentagramas,<br />
cantos <strong>de</strong> paz que en la noche<br />
discretos grillos ensayan.<br />
–Pero todos calladitos,<br />
porque la niña está mala<br />
y hasta que el rojo no pase<br />
será un secreto el mañana–.<br />
En clan<strong>de</strong>stinos encuentros<br />
se confabulan las palmas<br />
que aspiran a verse libres<br />
sobre las ver<strong>de</strong>s montañas.<br />
Los sinsontes en sus nidos,<br />
–vueltos sordinas <strong>de</strong> paja–<br />
practican nuevos trinares<br />
que nunca oyó la sabana.<br />
Hay farolas que se citan<br />
y en herméticas veladas<br />
ensayan una gran conga<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Oriente hasta La Habana<br />
y en cónclaves musicales<br />
guitarras, claves, maracas,<br />
llaman a flautas y güiros<br />
para cuadrar las bachatas<br />
que arrebatarán los pies<br />
<strong>de</strong> aquellos que ya no bailan.<br />
–Porque Cuba está dormida<br />
y antes hay que <strong>de</strong>spertarla–.<br />
179
El azúcar, en secreto,<br />
produce una lenta zafra<br />
<strong>de</strong> dulces sueños y dulce<br />
libertad en las miradas,<br />
y el humo <strong>de</strong> los tabacos<br />
–la niebla criolla– ampara<br />
a quienes veladamente<br />
han ido forjando alas.<br />
El café, tuesta que tuesta<br />
recónditas esperanzas<br />
para los labios <strong>de</strong> un pueblo<br />
que beberá en tazas blancas.<br />
Y en la umbría <strong>de</strong> los parques<br />
el bronce <strong>de</strong> las estatuas<br />
<strong>de</strong> patriotas, se retuerce<br />
tramando nuevas hazañas.<br />
Al pie <strong>de</strong> africanos santos<br />
los caracoles estallan<br />
<strong>de</strong> dicha y susurra el coco<br />
leyendo el futuro: ¡Alafia!<br />
Y el ron se ríe entre dientes:<br />
¡qué gran reserva prepara<br />
para el acontecimiento<br />
<strong>de</strong>l gran brindis <strong>de</strong>l mañana!<br />
Encajes <strong>de</strong> fresca espuma<br />
tejen <strong>de</strong> noche las playas<br />
para Cuba: ¡un largo manto<br />
<strong>de</strong> porvenir sobre el agua!<br />
A veces se ve en el Cobre<br />
la Caridad sin la barca.<br />
En ella traen los tres Juanes<br />
su contrabando <strong>de</strong> gracias.<br />
De San Antonio a Maisí,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Mariel a Majana<br />
todo labora a la sombra<br />
<strong>de</strong> la estrella solitaria.<br />
La fiebre pasará pronto<br />
y pronto, al romper el alba,<br />
se gritará a voz en cuello<br />
lo que hoy por temor se calla.<br />
180
Porque como niña enferma,<br />
Cuba duerme y todo aguarda.<br />
Hasta mañana, mi niña,<br />
mi amor, mi vida, mi alma,<br />
que cuando azul te <strong>de</strong>spiertes…<br />
¡qué hermosa serás, mi patria!<br />
181
Confesión<br />
Perdóname, Dios mío. Perdona mis pecados<br />
y esta culpa que hoy lloro con los ojos cerrados,<br />
pero otro aldabonazo <strong>de</strong> conciencia me asalta<br />
y pinta ante mis ojos mi más reciente falta.<br />
He vuelto a hacer jirones el velo <strong>de</strong>l santuario<br />
con todas las espinas que cultivo a diario.<br />
¡Cuánto daría, cuánto, por serte siempre fiel<br />
y no empapar tus labios con mi esponja <strong>de</strong> hiel!<br />
Sé que nada merezco sino sombra y rechazo<br />
y que la luz me vuelva la espalda <strong>de</strong> un portazo,<br />
mas mi dicotomía <strong>de</strong> santo y pecador<br />
–a pesar <strong>de</strong>l pecado– reclama un re<strong>de</strong>ntor.<br />
Y en la incesante pugna <strong>de</strong> mi alma contra el barro<br />
me sublimo, me pierdo, Te busco y me <strong>de</strong>sgarro<br />
mientras mi vida gira como una doble noria<br />
que viste pesadillas con cintillos <strong>de</strong> gloria.<br />
Pero aquí vuelvo siempre, al pie <strong>de</strong>l crucifijo<br />
que es la llave <strong>de</strong>l cielo con que tu santo Hijo<br />
nos insta hacia lo eterno. Hoy acepto tu oferta.<br />
Por tu misericordia, ¡no me cierres la puerta!<br />
Prometo remendarte tu velo malogrado<br />
volviéndome pequeño, poniendo el mundo a un lado.<br />
Perdóname, Dios mío. Por todos los <strong>de</strong>siertos<br />
te seguiré buscando con los ojos abiertos.<br />
182
Ritual<br />
Esta sed se me calma cuando cierro los ojos<br />
y me llama <strong>de</strong> cerca la voz <strong>de</strong> tus caricias,<br />
cada vez que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s acogerte en mi pecho<br />
y esperar que la noche nos esconda la vida.<br />
Todo se inicia entonces con un ritual silente<br />
en el que <strong>de</strong>senvuelvo tu cuerpo. Entre mis manos,<br />
como una prodigiosa cosecha te contemplo<br />
y amor, te siego y siembro como único hortelano.<br />
Después, tú te abandonas al paso <strong>de</strong> mi arado,<br />
<strong>de</strong>sarmas mi silencio con frases milagrosas<br />
y estalla una marea <strong>de</strong> amor que nos arrastra<br />
a mundos don<strong>de</strong> el mundo no alcanza con sus sombras.<br />
Esa es la trayectoria <strong>de</strong> nuestra oculta chispa<br />
que acaba –como siempre– crecida en un incendio<br />
en el que humean piras <strong>de</strong> roces y ternuras<br />
que luego se transforman en vórtices <strong>de</strong> besos.<br />
Y así, esta sed que nace cuando tú estás distante,<br />
sólo me acosa el tiempo que estamos separados,<br />
sólo perdura cuando no estoy frente a tus ojos<br />
pero hecha vidrio, quiebra su hondura entre tus brazos.<br />
183
Me abrazaré a tu cruz<br />
Me abrazaré a Tu cruz vilipendiada<br />
en medio <strong>de</strong> esta trágica tormenta<br />
don<strong>de</strong> el barro se engríe, Te hace afrenta,<br />
se ensaña con Tu Iglesia flagelada.<br />
Me pren<strong>de</strong>ré a la orla <strong>de</strong> tu manto<br />
ante el embate <strong>de</strong> la apostasía<br />
que lanza, furibunda, su jauría<br />
contra los guardas <strong>de</strong> lo sacrosanto.<br />
Me abrazaré a tus clavos y a tus llagas,<br />
me uniré a tu corona en cada espina,<br />
me arrimaré a tu herida <strong>de</strong>l costado.<br />
Y mientras caen los hombres entre plagas,<br />
multicefálica, una luciferina<br />
bestia, sierra la escala <strong>de</strong>l papado.<br />
184
Paredón<br />
Como Tony me lo contó.<br />
Se quiebra la madrugada<br />
con un chirrido <strong>de</strong> goznes<br />
oxidados. Una celda<br />
ha sido abierta. Rumores.<br />
Hace un calor aplastante<br />
<strong>de</strong> trópico y el mar rompe<br />
contra los muros <strong>de</strong>l puerto.<br />
Silencio. Los presos oyen.<br />
Doscientos ojos hundidos<br />
se comunican, insomnes.<br />
El tiempo se ha <strong>de</strong>tenido<br />
para todos los relojes<br />
que marcan vida en el pecho<br />
<strong>de</strong> los que temen sus nombres.<br />
Dos guardias <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> olivo<br />
con barba espesa, recogen<br />
a un joven tieso <strong>de</strong> miedo<br />
<strong>de</strong>l suelo. La una y once.<br />
–¡Arriba, gusano! –Y luego<br />
gravita un gemir sin voces<br />
mientras clausuran la jaula<br />
al ruido <strong>de</strong> sordos golpes.<br />
Un hedor insoportable<br />
emana <strong>de</strong> los rincones<br />
infestados <strong>de</strong> excremento<br />
don<strong>de</strong> el terror se corrompe.<br />
Las pisadas <strong>de</strong> los guardias<br />
martillan los corredores.<br />
Hay manos que oprimen manos;<br />
manos que oprimen barrotes;<br />
hay ojos que miran ojos<br />
y ojos cerrados, que oyen.<br />
Del patio proce<strong>de</strong>n ruidos,<br />
gritos, atronantes ór<strong>de</strong>nes.<br />
Alguien manda: “¡Carguen armas!”<br />
Después, lanza imprecaciones.<br />
185
Unos piensan en la madre,<br />
otros en el horizonte.<br />
El viento pasa silbando<br />
por sobre los paredones.<br />
Se escucha un chasquear <strong>de</strong> rifles.<br />
“¡Apunten!” –dicta otra or<strong>de</strong>n.<br />
Rezos. Y al instante gritan:<br />
“¡<strong>Fuego</strong>!” –y diez repercusiones<br />
se amplifican en cien ecos<br />
que apagan las oraciones.<br />
La sangre no fluye y pesa<br />
en los cuerpos, como en odres.<br />
Manos abiertas y yertas<br />
resbalan por los barrotes.<br />
Traen una sombra encorvada:<br />
los guardias vuelven al joven<br />
a su celda. Ya no piensa,<br />
ya no siente, no respon<strong>de</strong><br />
–las salvas <strong>de</strong> los fusiles<br />
matan por a<strong>de</strong>ntro al hombre–<br />
y un miliciano le dice:<br />
“Hoy no. ¡Mañana te rompen!”.<br />
“¡Y uste<strong>de</strong>s!” –grita a los otros<br />
regurgitando rencores–<br />
¡a dormir, que uno por uno<br />
caerá cuando le toque!<br />
Murmullos. Los presos sudan.<br />
La Habana. Larga es la noche.<br />
186
Letanía<br />
De tantos <strong>de</strong>fectos, <strong>de</strong> tantos pecados,<br />
<strong>de</strong> pasos tardíos y brazos cruzados,<br />
líbrame, Señor.<br />
De aquellas miserias que aún me atrevo a amar,<br />
<strong>de</strong> los escalones que acepté bajar,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del <strong>de</strong>slumbramiento y <strong>de</strong>l espejismo,<br />
<strong>de</strong> la cercanía <strong>de</strong>l súbito abismo,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del punto y aparte que aparta al hermano,<br />
<strong>de</strong>l corazón frío, <strong>de</strong> la fría mano,<br />
líbrame, Señor.<br />
De vastos espacios que he <strong>de</strong>jado abiertos<br />
para que los llenen <strong>de</strong> muerte los muertos,<br />
líbrame, Señor.<br />
De las tentaciones <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cristal,<br />
<strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones que se toman mal,<br />
líbrame, Señor.<br />
De amarillas luces, mezquinos reflejos<br />
y sombras indignas sobre mis espejos,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del bien que pospongo, <strong>de</strong>l bien que diluyo,<br />
<strong>de</strong> aquel que no quiere que yo sea Tuyo,<br />
líbrame, Señor.<br />
De los calendarios <strong>de</strong> hielo y <strong>de</strong> cal<br />
y <strong>de</strong> la impaciencia sobre el pedregal,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del canto <strong>de</strong>l gallo, la sal <strong>de</strong>sabrida,<br />
la higuera sin frutos y la muerte en vida,<br />
líbrame, Señor.<br />
187
De la mala sangre que duerme en las venas,<br />
<strong>de</strong> manos ausentes y <strong>de</strong> manos llenas.<br />
líbrame, Señor.<br />
De lo innecesario, <strong>de</strong> lo prescindible<br />
<strong>de</strong>l altivo barro que se cree irrompible,<br />
líbrame, Señor.<br />
De la puerta ancha y <strong>de</strong>l vano elogio,<br />
<strong>de</strong>l injusto olvido <strong>de</strong>l martirologio,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del indigno vino, <strong>de</strong> la levadura<br />
<strong>de</strong> toda impureza que pase por pura,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del amigo falso, <strong>de</strong>l naipe en el puño,<br />
la página negra y el traidor rasguño,<br />
líbrame, Señor.<br />
De la humil<strong>de</strong> gloria que no se comparte,<br />
<strong>de</strong> aquello que impida que yo pueda amarte,<br />
líbrame, Señor.<br />
De errados atajos, creencias baldías,<br />
altares sin cruces y cruces vacías,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del papel mal hecho sobre el escenario,<br />
<strong>de</strong> la indiferencia hacia tu sagrario,<br />
líbrame, Señor.<br />
De la negligencia, <strong>de</strong> la frialdad,<br />
<strong>de</strong> los falsos cristos con falsa piedad,<br />
líbrame, Señor.<br />
Del círculo roto, <strong>de</strong>l bien inconcluso,<br />
<strong>de</strong> la sucia venda y el abyecto uso,<br />
líbrame, Señor.<br />
188
De rotas cisternas y fuentes amargas,<br />
innobles metales, e ilícitas fraguas,<br />
líbrame, Señor.<br />
De huecas palabras sobre mis oídos,<br />
<strong>de</strong> malos recuerdos e inicuos olvidos.<br />
líbrame, Señor.<br />
De la cobardía, <strong>de</strong> la indiferencia<br />
y <strong>de</strong> Tu reproche sobre mi conciencia<br />
líbrame, Señor.<br />
Mas <strong>de</strong> Tu sublime gracia y <strong>de</strong> Tu amor…<br />
¡nunca, nunca libres a este pecador!<br />
189
María<br />
María está germinando<br />
por <strong>de</strong>ntro, su flor <strong>de</strong> carne;<br />
mágica flor milagrosa<br />
que es en sombras don<strong>de</strong> nace.<br />
Han pasado nueve meses<br />
y antes <strong>de</strong> que se haga tar<strong>de</strong><br />
cose paños noche y día<br />
sin saber qué color darles.<br />
Su andar se ha vuelto pesado<br />
y ya no baja, como antes,<br />
<strong>de</strong> dos en dos los peldaños<br />
cuando se asoma a la calle.<br />
Ahora <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong>spacio<br />
quizás porque intuye o sabe<br />
que se ha vuelto un vaso frágil<br />
que solo habrá <strong>de</strong> quebrarse.<br />
Desnuda y frente al espejo<br />
–extrañada <strong>de</strong> su imagen–<br />
palpa curiosa sus pechos<br />
y mi<strong>de</strong> su vientre gran<strong>de</strong>.<br />
Cualquier día será el día:<br />
su flor brotará hecha carne<br />
y perfumará la estancia<br />
<strong>de</strong> olor a leche y pañales.<br />
Y una tar<strong>de</strong>,<br />
María abrirá sus ojos<br />
–los que sonreían antes–<br />
para <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser niña<br />
y llorará como madre.<br />
190
Esta es la hora<br />
Por fin nos a<strong>de</strong>ntramos en el gran valle oscuro,<br />
entre sombras <strong>de</strong> muerte tan sobrecogedoras<br />
que perturban el alma que atisba hacia el futuro.<br />
Falsas luces arrojan simulacros <strong>de</strong> auroras.<br />
Parece ser la hora triunfal <strong>de</strong> la tiniebla,<br />
cuando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Malo consolida su mal.<br />
Relincha un gran caballo <strong>de</strong> Troya que ahora puebla<br />
la tierra <strong>de</strong> herejías con aura fraternal.<br />
Presumen los leprosos y conducen los ciegos;<br />
festiva, se contagia la gran apostasía.<br />
Cristo es vilipendiado don<strong>de</strong>quiera que esté.<br />
Multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n; otros atizan fuegos<br />
y los dientes filosos <strong>de</strong> una inmunda jauría<br />
muer<strong>de</strong>n cruces guardadas por el hombre <strong>de</strong> fe.<br />
191
De niño<br />
A mi hijo<br />
De niño yo jugaba con huellas en la arena,<br />
efímeras memorias que el mar efervescente<br />
lamía y <strong>de</strong>formaba. Y a mí me daban pena<br />
porque recién nacidas, morían <strong>de</strong> repente.<br />
De niño yo jugaba con huecas caracolas<br />
–teléfonos <strong>de</strong> viento dormidos en la espuma–<br />
me pasaba las horas dirigiendo las olas<br />
y persiguiendo el rumbo, mientras reía a solas,<br />
<strong>de</strong> gaviotas fantasmas que horadaban la bruma.<br />
De niño el mar fue todo, casi mi sangre; acaso<br />
la escuela <strong>de</strong> mi alma, mi aliento hecho salitre.<br />
Soñé veinte mil rutas <strong>de</strong> viaje hacia el ocaso<br />
y poseí dos barcos: mi cama y mi pupitre.<br />
De niño había tantas estrellas en mis noches<br />
que no conseguí nunca po<strong>de</strong>rlas numerar.<br />
Me acompañaron siempre, prendidos cual dos broches<br />
<strong>de</strong>l pecho, un gran lucero y un caracol <strong>de</strong> mar.<br />
Ya hombre, levé el ancla <strong>de</strong> mi infantil bahía<br />
buscando abrirme rumbo <strong>de</strong> proa a la verdad.<br />
Pero no me advirtieron lo que yo no sabía:<br />
que un insomnio bastaba para poner al día<br />
el número <strong>de</strong> estrellas que alumbra una ciudad.<br />
En vez <strong>de</strong> caracolas, obtuve auriculares,<br />
encallé en el concreto y me arrojé al asfalto<br />
como hacia un negro pozo don<strong>de</strong> se espejan mares<br />
distantes en la costa sin fin <strong>de</strong>l sobresalto.<br />
Mi cama, hecha arrecife, me trajo un dolor ciego:<br />
se evaporó el salitre –mi olor a adolescencia–.<br />
Trazando estelas rojas, mil pájaros <strong>de</strong> fuego<br />
cegaron las gaviotas <strong>de</strong> luz <strong>de</strong> mi inocencia.<br />
192
Entre puertas y timbres, una pátina impura<br />
empañó los recuerdos <strong>de</strong> mi infancia marina<br />
¡absurda marejada <strong>de</strong> gente sin cordura<br />
que a gritos reclamaba salitre en cada esquina!<br />
Casi pierdo los broches. Una noche el lucero,<br />
cansado <strong>de</strong> la niebla, se comenzó a opacar;<br />
la caracola, muda, se transformó en velero<br />
y loca <strong>de</strong> nostalgia salió en busca <strong>de</strong>l mar.<br />
Menos mal <strong>de</strong>l buen viento <strong>de</strong>l norte y las corrientes<br />
que amparan a la nave que nunca embarrancó.<br />
Me fui <strong>de</strong>jando huellas <strong>de</strong> arena entre las gentes<br />
y hoy recalo en el puerto don<strong>de</strong> vuelvo a ser yo.<br />
Este olor <strong>de</strong> la costa, este mar y estas huellas<br />
valen toda la vida. Aquí soy capitán.<br />
Como antaño, prosigo con mi cuenta <strong>de</strong> estrellas<br />
y en dos broches conservo las insignias más bellas<br />
que el mar sólo confía a quienes no se van.<br />
193
Dueños<br />
Con el alma <strong>de</strong>snuda me arrojo hacia la noche<br />
para iniciar mi danza <strong>de</strong> estéril amargura.<br />
Acompáñame, amigo. Reniega <strong>de</strong> tus dones<br />
<strong>de</strong> virtuoso mediocre, comparte mi locura.<br />
Quiero beberme el mundo sentado ante una mesa,<br />
quiero <strong>de</strong>senten<strong>de</strong>rme <strong>de</strong> todo lo que duele,<br />
entornar los postigos <strong>de</strong> mi inquieta conciencia<br />
y sumegirme en mundos don<strong>de</strong> el mundo no pese.<br />
Hagamos una pira con todos nuestros sueños,<br />
burlémonos <strong>de</strong>l tiempo que imponen los horarios<br />
y retrasemos tanto nuestros relojes viejos<br />
que podamos sentirnos como un par <strong>de</strong> muchachos.<br />
Dibújate otra cara don<strong>de</strong> el dolor no estampe<br />
su sello contra el lacre <strong>de</strong> las <strong>de</strong>solaciones.<br />
Aquí está el primer vaso. Deja que el vino lave<br />
nuestras penas que hoy pesan como fardos <strong>de</strong> bronce.<br />
El asalto <strong>de</strong>l alba nos hallará en la esquina<br />
con otra madrugada <strong>de</strong> menos en el cuerpo.<br />
Acompáñame, amigo. Vamos a quemar vida<br />
Para sentirnos dueños <strong>de</strong> lo que no tenemos.<br />
194
Al mar<br />
–¿Por qué quieres irte lejos<br />
sin saber a dón<strong>de</strong> vas?<br />
–¿Cómo vas a ser marino<br />
si tú nunca has visto el mar?<br />
Dicen que me que<strong>de</strong> en tierra,<br />
que el mar está lejos, que hay<br />
mucha gente mala en puerto<br />
y es difícil navegar.<br />
–Tienes edad <strong>de</strong> casarte,<br />
tu novia no va a esperar;<br />
si te vas, vas a per<strong>de</strong>rla,<br />
cuando vuelvas no estará.<br />
El viento sopla, pero ellos<br />
no entien<strong>de</strong>n, ellos están<br />
anclados en sus rutinas<br />
por temor a naufragar.<br />
Mi madre llora en silencio.<br />
Mi padre no quiere hablar.<br />
Mi barco me está esperando.<br />
¡Me voy! ¡Pronto zarpará!<br />
La tar<strong>de</strong> era clara y fresca<br />
cuando el puerto quedó atrás.<br />
¡Mi barco irá siempre al norte<br />
porque tiene capitán!<br />
195
De papel<br />
A Luis Mario, con mi admiración y afecto.<br />
Mi mano <strong>de</strong> papel sólo la tiendo<br />
para aquellos que consi<strong>de</strong>ro amigos<br />
y cuando lo hago pongo por testigos<br />
a la luna y el sol que me están viendo.<br />
Por eso con mi mano ya tendida<br />
–no cortés, sino fiel sello sagrado–<br />
te agra<strong>de</strong>zco tu noble apostolado<br />
<strong>de</strong> sembrar amistad en esta vida.<br />
Llegan sol, mar y luna <strong>de</strong> testigos.<br />
¡Es tan gran<strong>de</strong> tener buenos amigos!<br />
Sé invitado <strong>de</strong> honor en mi bajel,<br />
porque gracias al soplo <strong>de</strong> tu viento<br />
has logrado impulsar, en un momento,<br />
mi inevitable barco <strong>de</strong> papel.<br />
196
Orlando<br />
A Orlando González Esteva, alquimista <strong>de</strong> la palabra.<br />
Orlando se roba todo<br />
cuanto ve. En su bolsa blanca<br />
–hecha <strong>de</strong> papel y sueños–,<br />
transmuta el mundo en palabras.<br />
Allí oculta flores, frutas,<br />
niñas, medusas y estampas<br />
que dispone a su manera<br />
para <strong>de</strong>spués regalarlas.<br />
Orlando es un pintor noble<br />
que pinta el mundo y lo plasma<br />
con una luz tan radiante<br />
que ilumina y pone alas.<br />
Con<strong>de</strong>nado está a la gloria.<br />
Su inactividad, penada.<br />
Si se robara la noche,<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su bolsa blanca<br />
en alba la cambiaría<br />
con su pincel <strong>de</strong> palabras.<br />
197
Espera<br />
Verás, como esta noche no hay mano que ten<strong>de</strong>rte<br />
y tu fotografía no acepta mi llegada<br />
–perdón– te sustituyo por una almohada, vida,<br />
que abarcará tu espacio simbólico en mi cama.<br />
Mañana cuando vuelvas, pienso <strong>de</strong>senvolverte<br />
como un regalo tibio y entre besos, sin falta,<br />
te sacaré la cuenta <strong>de</strong>l tiempo que me a<strong>de</strong>udas<br />
para arrancarme tantas distancias enconadas.<br />
198
Vanessa<br />
A mi hija.<br />
Llora. Ríe. Llora.<br />
Ríe nuevamente<br />
y llora a la hora<br />
por su primer diente.<br />
Deja que te estreche<br />
tan sólo un segundo.<br />
Palmas, risa y leche<br />
resumen tu mundo.<br />
Mujercita mía,<br />
flor inesperada<br />
que perfumas día,<br />
tar<strong>de</strong> y madrugada.<br />
Mi casa se pinta<br />
con algo <strong>de</strong> rosa.<br />
¡Eres tan distinta<br />
mi pequeña diosa!<br />
¡No te metas eso<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la boca!<br />
¡Golosa <strong>de</strong>l queso!<br />
¡El pan no se toca!<br />
¡Basta! Yo no quiero.<br />
Tú sí quieres: llanto.<br />
Respira, que espero…<br />
¡me muero <strong>de</strong> espanto!<br />
Después, otra risa.<br />
Ya me has perdonado.<br />
Siempre llego aprisa<br />
por jugar contigo<br />
y cuando me acuesto<br />
sueño que he llegado.<br />
199
Chris<br />
A mi hijo.<br />
Tres años.<br />
Dos pistolas.<br />
De pronto<br />
ríe a solas.<br />
¡Pum!, ¡pum!<br />
Suena un disparo.<br />
Da muerte<br />
a un monstruo raro.<br />
Sirenas, policía,<br />
¡se armó la algarabía!<br />
Persigue a malhechores<br />
–me escondo–<br />
¡y a escritores!<br />
Después<br />
sube al diván<br />
<strong>de</strong> un salto y…<br />
¡Supermán!<br />
Ya el mundo tiene dueño.<br />
La tar<strong>de</strong> invita al sueño.<br />
Mirada sospechosa:<br />
la sala está borrosa.<br />
Las tres. Mamá te acuesta.<br />
¡Bandidos, al ataque<br />
que al fin llegó la siesta!<br />
200
Teatro<br />
Noche.<br />
Crujir <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ras viejas<br />
<strong>de</strong>l escenario apagado:<br />
artritis <strong>de</strong> bastidores.<br />
Decorado<br />
De parís ochocentista.<br />
Un café con cuatro mesas<br />
y diez sillas.<br />
Cansado <strong>de</strong> vacío en sus butacas<br />
el teatro se muere.<br />
Candilejas aburridas<br />
<strong>de</strong> iluminar farsas, duermen.<br />
En rincones<br />
programas <strong>de</strong> viejas glorias<br />
que han pasado a mejor vida<br />
para cumplir con la historia.<br />
Lengua pesada <strong>de</strong> mugre,<br />
remendado,<br />
el telón cuelga<br />
lamiendo el ancho escenario.<br />
Luz encendida a lo lejos<br />
casi al final <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino.<br />
En un sucio camerino<br />
solloza un cómico viejo.<br />
201
Con mi dolor a cuestas<br />
Con mi dolor a cuestas bebo y pago.<br />
Tengo <strong>de</strong>recho al vaso y a la mesa.<br />
Quiero vencer mi sangre trago a trago<br />
sin pensar en el tiempo que me queda.<br />
Con mi dolor a cuestas. En silencio<br />
prendo mi corazón <strong>de</strong> soleda<strong>de</strong>s<br />
y en él quemo recuerdo tras recuerdo<br />
sin molestar a nadie.<br />
Estoy acompañado a mi manera<br />
porque sé conversar conmigo mismo.<br />
Calladamente voy cerrando puertas.<br />
Nadie sabe quién soy. Ni lo que olvido.<br />
202
Fecundidad<br />
Para ti mi cosecha está madura.<br />
Ven a mi mundo pródigo <strong>de</strong> espigas<br />
y siega <strong>de</strong> mis campos cuanto quieras<br />
hasta que hayas llenado tu medida.<br />
Ven llena <strong>de</strong> frescura <strong>de</strong> mañana<br />
pues quiero, en el refugio <strong>de</strong> la umbría,<br />
saciarme <strong>de</strong>l perfume <strong>de</strong> tu tierra<br />
y beber <strong>de</strong>l rocío <strong>de</strong> tu vida.<br />
Hurga pozos. Desnuda, entre las viñas,<br />
sumérgete en racimos y sarmientos<br />
que yo iré a vendimiarte al otro día;<br />
y en el lagar <strong>de</strong> nuestro lecho blanco<br />
–pero rojos los dos por la vendimia–<br />
al estrechar mi cuerpo contra el tuyo<br />
lograremos tal mosto <strong>de</strong> caricias<br />
que haremos fermentar jugosos besos<br />
y estallarán racimos <strong>de</strong> alegría.<br />
No habrá vino más dulce que el buen vino<br />
que tú y yo beberemos en vigilia.<br />
Para ti mi cosecha está madura.<br />
Campesina, no faltes a mi cita.<br />
Pongo mi corazón sobre la mesa<br />
y quiero que lo aceptes <strong>de</strong> vasija.<br />
que en él, tras <strong>de</strong> brindar, pienso beberme<br />
hasta el último sorbo <strong>de</strong> tu vida.<br />
203
La leyenda <strong>de</strong>l niño<br />
–Mamá, yo quiero alcanzar<br />
con mis manos las estrellas.<br />
–Eso es imposible, hijo,<br />
estamos muy lejos <strong>de</strong> ellas.<br />
–¿Me <strong>de</strong>jarías entonces<br />
volar, allá entre las nubes?<br />
–Para hacerlo hay que subir<br />
mucho, y dime, ¿cómo subes…?<br />
–¿Y si entonces voy al sol<br />
y regreso hecho <strong>de</strong> fuego?<br />
–¡Pero te quemas, mi niño!<br />
¡No! Déjalo para luego.<br />
–Entonces, ¿puedo trepar<br />
a la montaña más alta?<br />
–Cuando acabes <strong>de</strong> crecer<br />
que todavía te falta.<br />
–Mamá, dime, ¿y es posible<br />
llegar hasta el mismo Dios?<br />
–Llegar no, mas sí acercarte;<br />
anda, reza por los dos.<br />
–El niño, perseveraba<br />
en su lucha por la altura<br />
mas su madre lo atajaba<br />
oponiéndole cordura.<br />
Y un día se puso enfermo<br />
y como a débil pabilo<br />
se le fue yendo la luz,<br />
poco a poco, hilo a hilo…<br />
204
Y en el pecho <strong>de</strong> la madre<br />
con un postrer <strong>de</strong>sconsuelo<br />
dijo –¿Mamita y tampoco<br />
me <strong>de</strong>jas subir al cielo?<br />
–¡Vete, hijo, vete y vuela,<br />
toca la estrella y la nube<br />
vuélvete sol, trepa al monte<br />
pero sube, sube, sube…!<br />
Y en ese sublime instante<br />
tras una postrer mirada<br />
pali<strong>de</strong>ció <strong>de</strong> repente<br />
el niño y sobre su frente<br />
cayó una pluma dorada.<br />
205
A Nuestra Señora <strong>de</strong> Guadalupe<br />
Eres la más hermosa <strong>de</strong> todas las mujeres;<br />
pura, santa, divina, toda llena <strong>de</strong> rosas.<br />
Perfumas días, tar<strong>de</strong>s, noches y amaneceres<br />
y en paz guardas mi vida sobre todas las cosas.<br />
Madre que en los eriales haces brotar las flores<br />
por tu querer sublime y el po<strong>de</strong>r celestial,<br />
¡no <strong>de</strong>jes que Dios vea los pálidos colores<br />
que <strong>de</strong>latan mi alma cuando me roza el mal!<br />
Te venero. Dichosas las fúlgidas estrellas<br />
que iluminan el cielo <strong>de</strong> tu sencillo manto.<br />
¡Si yo pudiera un día brillar como una <strong>de</strong> ellas<br />
para alumbrar tu imagen con celo sacrosanto!<br />
Bendito sea el ángel que sostiene la luna<br />
sobre la que reposan tus <strong>de</strong>licados pies.<br />
Un rayo <strong>de</strong> tu cuerpo <strong>de</strong>bió alumbrar mi cuna<br />
porque te siento madre don<strong>de</strong>quiera que estés.<br />
Virgen <strong>de</strong> Guadalupe, a tus plantas me postro<br />
humil<strong>de</strong>, suplicando tu santa intercesión.<br />
¡Cuánto me gustaría ver grabado mi rostro<br />
sobre la blanca tilma <strong>de</strong> tu gran corazón!<br />
206
Niños en sombras<br />
El niño duerme en la cuna<br />
porque el niño pudo ser,<br />
porque pudo ser su sangre,<br />
porque pudo ser su piel;<br />
porque la madre que un día<br />
pensó arrancarlo <strong>de</strong>l ser<br />
hoy se enamora <strong>de</strong> verlo<br />
y quiere volverlo a ver.<br />
El niño duerme y su madre<br />
le besa sus tiernos pies.<br />
¡Flor milagrosa <strong>de</strong> carne<br />
que pudo, al fin, florecer!<br />
Los niños juegan en sombras<br />
pero no saben con quién;<br />
porque antes <strong>de</strong> tener nombres<br />
los privaron <strong>de</strong> su ser.<br />
En ese mundo no hay cunas<br />
ni se acaricia la piel<br />
y no hay labios que consuelen<br />
con besos, los fríos pies.<br />
Los niños no duermen nunca<br />
y seguirán sin saber<br />
que sus madres impidieron<br />
que pudieran florecer.<br />
207
Evasiva<br />
Si el mundo no rodara, si no corriera el río<br />
y en la niebla <strong>de</strong> entonces se <strong>de</strong>tuviera el tren,<br />
si el adiós no encogiera <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> frío<br />
las manos temblorosas <strong>de</strong> un hombre en el andén…<br />
Si el tiempo cancelara su <strong>de</strong>spiadado instinto<br />
<strong>de</strong> imponernos, sin tregua, su con<strong>de</strong>na otoñal<br />
y tú fueras la <strong>de</strong> antes, cuando yo era distinto<br />
–aunque siempre los ríos se transforman en sal–.<br />
Si aún tuviera tu cuerpo suspendido en el acto<br />
que tan sólo el recuerdo me rescata <strong>de</strong> ti<br />
y en contra <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino se perpetuara intacto,<br />
este amor que, <strong>de</strong> pronto, se enfrió porque sí…<br />
Pero el tiempo consiente la evasiva <strong>de</strong>l río<br />
y hay vidas que se alejan cuando acelera el tren<br />
y hay hombres que agonizan <strong>de</strong> soledad y frío<br />
por un amor tardío<br />
y como yo, son tristes don<strong>de</strong>quiera que estén.<br />
208
Poema <strong>de</strong> las voces<br />
–¿Quién me habla?<br />
–La voz <strong>de</strong>l viento.<br />
–¿Qué quieres?<br />
–Verte volar.<br />
Te enseñaré en un momento:<br />
¡Ven, sube y haz un intento<br />
y <strong>de</strong>spués podrás soñar!<br />
–Mañana. No tengo tiempo<br />
y aún queda mucho que andar.<br />
–¿Quién me habla?<br />
–Soy tu pasado<br />
–¿Qué quieres?<br />
–Resucitar.<br />
Volverás a ser un niño<br />
y sentirás el cariño<br />
que perdiste al madurar.<br />
–Mañana. No tengo tiempo<br />
y aún queda mucho que andar.<br />
–¿Quién me habla?<br />
–Yo soy la vida.<br />
–¿Qué quieres?<br />
–Po<strong>de</strong>rte amar.<br />
Que te entregues sin medida<br />
a tu pasión preferida.<br />
Ven, déjate enamorar.<br />
209
–Mañana. No tengo tiempo<br />
y aún queda mucho que andar.<br />
–¿Quién me habla?<br />
–Yo soy la muerte.<br />
–¿Qué quieres?<br />
–Finalizar<br />
todo proyecto inconcluso<br />
y los sueños que pospuso<br />
el que no aprendió a volar.<br />
–¡Que me hablen, que me hablen!<br />
¡Dios mío… no hay nadie ya!<br />
210
Laberinto<br />
Dios cambia <strong>de</strong> color sin previo aviso.<br />
Se ha vuelto negro en medio <strong>de</strong> mi viaje<br />
tallando en laberinto mi paisaje<br />
y nunca enten<strong>de</strong>ré por qué lo hizo.<br />
Esta es la enreda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la vida<br />
que ascien<strong>de</strong>, dando paso a espina y nudo.<br />
En medio <strong>de</strong> la noche estoy <strong>de</strong>snudo<br />
golpeando contra puertas <strong>de</strong> salida.<br />
Dios cambia <strong>de</strong> color y nadie sabe<br />
cuánto perdurará su dios oscuro<br />
–el mío me ensombrece ya por años–.<br />
Quizás antes que el tiempo se me acabe<br />
regrese mi dios blanco y quiebre el muro<br />
don<strong>de</strong> he pintado tantos <strong>de</strong>sengaños.<br />
211
Si algún día te vas<br />
Si algún día te vas, no te <strong>de</strong>spidas.<br />
Vete como se va lo que se ha muerto;<br />
abre tu ventanal hacia el olvido<br />
y amárrate en tu adiós, cara al silencio.<br />
Si algún día te vas, mi amor, no llames<br />
con tus nudillos a mi humil<strong>de</strong> puerta<br />
para <strong>de</strong>cirme: “Todo esto ha sido un sueño…”.<br />
y encierra mi recuerdo en tus maletas.<br />
No llegues <strong>de</strong>l comienzo <strong>de</strong> tu muerte<br />
hasta mi habitación <strong>de</strong>sarreglada<br />
para explicarme que te alejas, sólo<br />
porque tu piel se enferma <strong>de</strong> distancia.<br />
No digas la palabra que lastima,<br />
no beses con el beso que separa,<br />
no busques con tus ojos en mis ojos<br />
esa luz que hoy <strong>de</strong>lata tu llegada.<br />
Cuando quieras marcharte, no me avises;<br />
<strong>de</strong>ja a la soledad <strong>de</strong> ayer que invada<br />
mi corazón incrédulo <strong>de</strong> vida<br />
como antes <strong>de</strong> que tú me <strong>de</strong>spertaras.<br />
Deja que la marea <strong>de</strong> tu ausencia<br />
crezca sobre mis manos, extenuadas<br />
por un afán inútil <strong>de</strong> caricias,<br />
<strong>de</strong> besos, <strong>de</strong> ternuras <strong>de</strong>soladas.<br />
Si algún día te vas, no me lo digas.<br />
Quiero que tu silencio me sorprenda<br />
cuando grite tu nombre y no respondas<br />
tu respuesta <strong>de</strong> piel tras <strong>de</strong> mi puerta.<br />
Después, déjame así. Déjame triste,<br />
como si no te hubieras dado cuenta<br />
<strong>de</strong> que en este lugar habita un alma<br />
con<strong>de</strong>nada al suplicio <strong>de</strong> tu espera.<br />
212
Deja<br />
Deja que te planten cara<br />
cuando les hables y <strong>de</strong>ja<br />
que entre insultos y amenazas<br />
cicatrice tu paciencia.<br />
Deja que te cuenten males<br />
y te recuenten problemas,<br />
que te midan con las varas<br />
<strong>de</strong> sus propias experiencias;<br />
que te presagien abismos<br />
y que te auguren ca<strong>de</strong>nas<br />
mientras proponen remedios<br />
para curar tus dolencias.<br />
Deja que palpen tu alma<br />
con los guantes <strong>de</strong> sus ciencias,<br />
que siembren raíles hondos<br />
para encarrilar tu i<strong>de</strong>a;<br />
<strong>de</strong>ja que te nombren ríos<br />
don<strong>de</strong> sus aguas no llegan<br />
y que soplen en tus llamas<br />
para aliviar sus conciencias.<br />
Y <strong>de</strong>spués, cabalga el potro<br />
<strong>de</strong> tu silencio y aleja<br />
tu vida hacia lo que buscas<br />
sin esperar que te entiendan.<br />
213
Mírame sonreir<br />
Mírame sonreír frente a la vida.<br />
Ven. No quiero estar solo en este instante<br />
<strong>de</strong> plenitud serena y cristalina<br />
don<strong>de</strong> he vuelto a encontrarme.<br />
Ven. No quiero estar solo en mi alegría<br />
<strong>de</strong> tener estos ojos y estas manos,<br />
<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>splazarme sin mentiras<br />
por sobre las cenizas <strong>de</strong>l pasado.<br />
Ha madurado, al fin, mi paz por <strong>de</strong>ntro<br />
como un campo <strong>de</strong> trigo milagroso.<br />
Ven a mirar por qué estoy tan contento<br />
si en este mismo cuerpo habitó el otro.<br />
Mírame sonreír frente a la vida<br />
limpio <strong>de</strong> corazón y <strong>de</strong> palabras.<br />
Si bien he sido triste, no lo digas.<br />
Hoy he vuelto a nacer. Te invito a casa.<br />
214
Pasos<br />
Oigo tus lentos pasos subiendo a mi distancia<br />
–aún los reconozco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto tiempo–<br />
y en el cuarto en que nunca liberé tu fantasma<br />
tu sombra se <strong>de</strong>sliza, <strong>de</strong> pronto, ante el espejo.<br />
Has vuelto. Lo sabía. Sentado ante tu cuadro<br />
te he visto muchas veces llegar en el recuerdo.<br />
Este es el gran instante, la hora <strong>de</strong>l milagro<br />
que activará <strong>de</strong> nuevo la cuerda <strong>de</strong> mis sueños.<br />
Tocas débil. Doy vueltas a la llave temblando.<br />
Entreabro. No pasas. Como un nudo <strong>de</strong> acero<br />
la vida se suspen<strong>de</strong> sin tiempo en nuestro espacio<br />
y a través <strong>de</strong>l resquicio puedo escuchar tu aliento.<br />
Quiero abrir y no <strong>de</strong>bo. De repente oigo pasos,<br />
esta vez <strong>de</strong> bajada. Abro y salgo corriendo<br />
como si me apostara la vida a una jugada…<br />
sólo para encontrarme la calle <strong>de</strong>solada.<br />
–Otra vez te he <strong>de</strong>bido confundir con el viento–.<br />
215
Con<strong>de</strong>na<br />
Heme aquí: presidiario.<br />
¿Mi <strong>de</strong>lito? Lo ignoro.<br />
Cumplo pena a diario<br />
sin haber dado muerte ni robado un tesoro.<br />
Por barrotes mis huesos,<br />
mis sentidos por grillo.<br />
Soy, sin duda, el más triste <strong>de</strong> entre todos los presos<br />
y por eso, amarillo.<br />
Me rebelo y pregunto:<br />
¿Hasta cuándo esta pena?<br />
¿Quién me aclara este asunto?<br />
Pero nadie respon<strong>de</strong>. El silencio es con<strong>de</strong>na<br />
y entre todos los presos, por rebel<strong>de</strong> <strong>de</strong>spunto.<br />
Heme aquí: presidiario<br />
hasta <strong>de</strong> una conciencia cuyo origen ignoro<br />
–que es tal vez un tesoro<br />
para el que no <strong>de</strong>cida vivir tan solitario–.<br />
¿Por qué me han encerrado?<br />
¿Con qué oculto motivo<br />
retuvieron mi alma <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> este animal?<br />
Nazco y crezco amarrado<br />
y a pesar <strong>de</strong> estar vivo<br />
y consciente, soy un frágil semidiós <strong>de</strong> cristal.<br />
Heme aquí. En cola espero<br />
para salir <strong>de</strong> todo. Después <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>mora<br />
¿qué solución tendré?<br />
¿Llegaré al punto cero<br />
o algún ser compasivo me dirá: “Ya es tu hora”,<br />
y al fin –¡por fin!– sabré?<br />
216
Viajero<br />
He recorrido tanto<br />
que confundo los nombres<br />
<strong>de</strong> países, <strong>de</strong> calles,<br />
<strong>de</strong> mujeres sin hombres.<br />
Tengo un brazo más largo<br />
<strong>de</strong> cargar las maletas<br />
–¿o será que me inclino?–<br />
y miles <strong>de</strong> etiquetas<br />
pegadas al recuerdo<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada aduana:<br />
Madrid, Hong Kong, Marsella,<br />
–¡qué rutina!– La Habana…<br />
Podría hacer un plano<br />
<strong>de</strong> cuantos urinarios<br />
hay en los aeropuertos<br />
<strong>de</strong>l mundo. Otros horarios,<br />
costumbres diferentes…<br />
pero las actuaciones<br />
<strong>de</strong>l hombre se repiten<br />
en todos los rincones:<br />
–Señora, usted primero.<br />
(la invito). –¿Ya me ama?<br />
Entonces, ¿qué esperamos?<br />
(nos vamos a la cama).<br />
–Señor, ¿no me soporta?<br />
(sonrisa). (¡Yo lo hundo!<br />
¿Quién le otorgo el <strong>de</strong>recho<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar mi mundo?).<br />
Siempre es igual el viaje:<br />
Monótono. –¡Qué frío!–.<br />
Propina. –Su equipaje.<br />
–¿Me muestra su pasaje?<br />
–Sí. Viajo hacia el hastío.<br />
217
España<br />
Fatal, contradictoria, alegre y triste,<br />
que me has hecho a la sombra <strong>de</strong> tu suerte,<br />
si averiguo, por fin, que Dios existe<br />
le pediré po<strong>de</strong>r volver a verte.<br />
No sé qué vegetal y extraño instinto<br />
provoca que me duelan tus raíces<br />
cada vez que el recuerdo en que te pinto<br />
me revela tus viejas cicatrices.<br />
España, intermitente en mi mirada,<br />
fiel a cada segundo <strong>de</strong> mi hora,<br />
que me robas y das la mejor parte,<br />
si pudiera vencer mi madrugada<br />
correría a tus brazos sin <strong>de</strong>mora<br />
como un hijo, cansado <strong>de</strong> soñarte.<br />
218
Yo soy tu rama ver<strong>de</strong><br />
Yo soy tu rama ver<strong>de</strong> porque tú eres mi surco.<br />
Soy tuyo porque nada fuera <strong>de</strong> ti me llena,<br />
porque todas las cosas tienen su propio mundo<br />
y mi huraña semilla se fecunda en tu tierra.<br />
Tú tienes la medida <strong>de</strong>l viento que me impulsa<br />
y siempre me diriges con rumbo a tu salida.<br />
Sediento peregrino <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> tantas dudas,<br />
eres el agua viva <strong>de</strong> mi sed infinita.<br />
Ya renuncié al camino por el que no he pasado<br />
yo, soñador <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> adioses y <strong>de</strong> sendas.<br />
No quiero más sen<strong>de</strong>ros que abrir en solitario;<br />
ven, <strong>de</strong>san<strong>de</strong>mos juntos la vida que nos queda.<br />
Mi libertad completa se escribe con tu nombre<br />
porque tu nombre encierra la paz que me libera.<br />
Mujer, sumisa diosa que siempre me respon<strong>de</strong>s,<br />
yo soy tu rama ver<strong>de</strong> porque tú eres mi tierra.<br />
219
Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />
Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />
como se viola un secreto<br />
que <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> mantenerse<br />
crucificado al silencio.<br />
Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />
como se aleja un recuerdo<br />
sin que nos tiemble la mano<br />
que nos rige el sentimiento.<br />
Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />
como se disipa un sueño<br />
<strong>de</strong>l que sólo conservamos<br />
un residuo turbulento;<br />
como se pier<strong>de</strong> el camino<br />
que nos lleva <strong>de</strong> regreso,<br />
como se pier<strong>de</strong> una apuesta<br />
cuando el <strong>de</strong>stino es adverso.<br />
Se pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r a Dios<br />
con un solo pensamiento.<br />
Padre todopo<strong>de</strong>roso,<br />
perdóname cuanto pienso.<br />
220
I<strong>de</strong>ntidad<br />
Por una estrecha calle<br />
<strong>de</strong> balcones moteados con cientos <strong>de</strong> geranios<br />
se escuchan unos pasos cuando muere la tar<strong>de</strong><br />
que van hacia la orilla <strong>de</strong> un muelle solitario.<br />
Y allí, bajo la nube <strong>de</strong> gaviotas <strong>de</strong>l norte,<br />
junto al casco <strong>de</strong> un barco que arrinconó el olvido,<br />
una mujer recuerda, mirando al horizonte,<br />
a un amor que no ha vuelto. Y sé que siente frío.<br />
Es tibia la mañana. Aquí siempre es verano.<br />
Sentado en una playa –espuma, luz, silencio–<br />
un hombre muy lejano<br />
se angustia en su presidio <strong>de</strong> arenas y <strong>de</strong> vientos.<br />
Mira al mar como en busca <strong>de</strong> un secreto milagro<br />
que a través <strong>de</strong> las olas lo trasla<strong>de</strong> a otra parte<br />
y cada día acaba con los brazos cansados<br />
como si con sus brazos sostuviera la tar<strong>de</strong>.<br />
A diario suce<strong>de</strong>: en un muelle vacío<br />
y en una playa sola –mar, distancia y recuerdos–<br />
se encuentran dos dolores idénticos: el mío<br />
y el <strong>de</strong> la mujer triste que allá en un puerto frío<br />
me dijo: “Aquí te espero”.<br />
221
Al regreso<br />
A José Manuel Fuenmayor,<br />
por los caminos que hemos recorrido juntos.<br />
José Manuel, buen amigo<br />
<strong>de</strong> cumbres y <strong>de</strong> llanuras,<br />
mira cómo on<strong>de</strong>a el trigo<br />
sobre las tierras maduras.<br />
El viento embiste tu flanco<br />
con su puñal <strong>de</strong> caricias.<br />
Con paso ligero inicias<br />
la inmensidad <strong>de</strong>l barranco.<br />
Cardos, romero, tomillo…<br />
plenitud para tu agenda<br />
y un crepúsculo amarillo<br />
siempre al final <strong>de</strong> la senda.<br />
Tu tierra, ¿cuál es tu tierra?<br />
Pesadumbre <strong>de</strong>l regreso.<br />
Por entre el follaje espeso<br />
la silueta <strong>de</strong> la sierra.<br />
Oscuridad <strong>de</strong>l camino.<br />
La paz ha vuelto a su cauce<br />
y tú te quedas sin sauce,<br />
sin algarrobo y sin pino.<br />
“Un día tendré una casa”…<br />
El tren. Casi la ciudad.<br />
Cansancio. Gente que pasa.<br />
Ya <strong>de</strong> vuelta. Soledad.<br />
222
Para siempre<br />
Me voy con una amarga sensación <strong>de</strong> vacío<br />
aunque no tengo nada que me impida marcharme:<br />
ni una casa, ni un hijo, ni un trabajo al que atarme,<br />
nada que justifique mi almanaque baldío.<br />
No sé si el sentimiento pondrá vidrio en mis ojos<br />
cuando enfile la calle con mi escaso equipaje,<br />
repasando el motivo <strong>de</strong>l pesaroso viaje:<br />
buscar, entre otras llaves, la que abra mis cerrojos.<br />
Sin embargo a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l avión y <strong>de</strong>l tren<br />
trascendiendo las casas <strong>de</strong> esta antigua barriada,<br />
le suce<strong>de</strong> un efecto <strong>de</strong> fugaz puñalada<br />
porque si tú pudieras, te pediría: “¡Ven!”.<br />
223
Sabiduría<br />
A Armando Hidalgo, poeta <strong>de</strong> corazón y <strong>de</strong> palabra.<br />
Esta alegría llena las horas <strong>de</strong> mi vida,<br />
<strong>de</strong>seca mis antiguos resabios <strong>de</strong> tristeza<br />
y es una rama ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> esperanza florida<br />
que me cubre <strong>de</strong> rosas cuando el año bosteza.<br />
Y hace que yo no mire la marcha cotidiana<br />
como una incertidumbre, sino como un camino<br />
en el que a cada paso se me abre otra ventana<br />
que mira hacia el misterio perpetuo: lo divino.<br />
Y así, a nada le temo, ya que cualquier congoja<br />
que pasa por mi puerta, es sólo pasajera;<br />
si muere una esperanza me renace otra hoja<br />
porque en mi huerto toda la vida es primavera.<br />
Y es que nada me importa tanto como las cosas<br />
que sacu<strong>de</strong>n la tierra y hacen ganar altura,<br />
porque no me conformo con prácticas piadosas<br />
ni reniego <strong>de</strong>l surco cuando la tierra es dura.<br />
Porque, al revés <strong>de</strong>l árbol, yo me arraigo por <strong>de</strong>ntro<br />
pues lo que soy por fuera, mi cuerpo, mi equipaje,<br />
dura tan sólo el tiempo <strong>de</strong> realizar mi encuentro,<br />
el plazo concedido para cumplir mi viaje.<br />
Por eso llevo puesto mi traje <strong>de</strong> alegrías,<br />
porque sé que no acabo don<strong>de</strong> empieza mi muerte<br />
y que si hoy peregrino con las manos vacías<br />
como a quien no le importan sun horas ni sus días,<br />
es porque mi riqueza vendrá cuando <strong>de</strong>spierte.<br />
224
Magia cubana<br />
Cuba es una tierra misteriosa<br />
que embelesa las almas <strong>de</strong> sus hijos<br />
a quienes clava en dulces crucifijos<br />
hechos <strong>de</strong> palma, caña y blanca rosa.<br />
Los viste con tabaco, los perfuma<br />
con ron y los bautiza con café.<br />
Cuba es a un tiempo certidumbre y fe,<br />
amor y espina, océano y espuma.<br />
Isla que ascien<strong>de</strong> al corazón, trenzada<br />
como una lujuriosa enreda<strong>de</strong>ra<br />
que tras cada latido planta un beso.<br />
Inevitable y cálida palmada<br />
en el hombro <strong>de</strong> todo el que la espera<br />
como una luz, al fondo <strong>de</strong>l regreso.<br />
225
Sobreviviente<br />
Soy el sobreviviente <strong>de</strong> mi propio naufragio<br />
que en inhóspitos mares consumó su bautismo.<br />
He logrado encontrarme, salvándome a mí mismo,<br />
<strong>de</strong> un oráculo negro, <strong>de</strong> un siniestro presagio.<br />
Ya puedo transmutarme, cambiar mi plomo en oro.<br />
En <strong>de</strong>clarada guerra contra estériles fosas,<br />
soy el hombre que triunfa sobre todas las cosas<br />
con la fe <strong>de</strong> un gigante –mi secreto tesoro–.<br />
Como un sello <strong>de</strong> vida llevo a Dios en la frente<br />
estampado en los pliegues <strong>de</strong> mi humana conciencia<br />
en don<strong>de</strong> cada efecto <strong>de</strong>lata una evi<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> causas que proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Omnipotente.<br />
En mis hombros se fragua una promesa <strong>de</strong> alas,<br />
honda metamorfosis para un mañana claro<br />
don<strong>de</strong> a la luz perpetua se vivirá al amparo<br />
<strong>de</strong> la estéril i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong> las nefastas galas.<br />
Dios, Dios, Dios es la gota que mana <strong>de</strong> la fuente<br />
<strong>de</strong>l alma que no aguarda victorias terrenales.<br />
Por sobre mis baldías pasiones animales<br />
me intuyo en un espejo <strong>de</strong> luz resplan<strong>de</strong>ciente.<br />
Velando, hago pedazos esta inercia rotunda<br />
que, casi inexorable, me grava a lo finito.<br />
¡Dios!, ¡Dios!, ¡Dios!, es la clave <strong>de</strong>l indómito grito<br />
con que impido que, en vano, mi humanidad se hunda.<br />
Transfigurado vivo como Cristo en el monte,<br />
con una zarza ardiendo, sin fin, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l pecho<br />
y la vida al costado y la muerte al acecho<br />
pero con la mirada puesta en el horizonte.<br />
También guardo una estrella que marca el nacimiento<br />
glorioso en el establo <strong>de</strong> mi más pura i<strong>de</strong>a.<br />
El Dios que vivifica mi interna Galilea<br />
dispone <strong>de</strong> mi barca con agra<strong>de</strong>cimiento.<br />
226
Soy un sobreviviente <strong>de</strong> la sombra proscrita<br />
que aprendió <strong>de</strong>l mañana viendo el mundo a trasluz<br />
y hoy, silente y humil<strong>de</strong>, voy cargando mi cruz<br />
por los predios <strong>de</strong> mi alma convertida en ermita.<br />
227
Camino<br />
La al<strong>de</strong>a se ve a lo lejos<br />
por entre los matorrales<br />
como un reguero <strong>de</strong> espejos<br />
sobre el río hecho cristales.<br />
Voy cuesta abajo, camino<br />
<strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> tu casa.<br />
Seré más que tu vecino<br />
cuando al fin me digas: “Pasa”.<br />
Bor<strong>de</strong>ando el sen<strong>de</strong>ro, el pasto<br />
salpicado <strong>de</strong> rocío.<br />
–Con mi esperanza me basto<br />
para entibiar cualquier frío–.<br />
Mi alegría, hecha silbido,<br />
se espeja en un eco claro.<br />
–Me está llamando un olvido<br />
pero esta vez no me paro–.<br />
Piedras. El camino muere<br />
para dar paso a la al<strong>de</strong>a.<br />
–Contaré que alguien me quiere<br />
sin que nadie me lo crea–.<br />
La primera luz se encien<strong>de</strong><br />
bajo la primera estrella.<br />
–Tengo un fuego que me pren<strong>de</strong><br />
y una frase que me sella–.<br />
Detrás, el bosque y la cumbre.<br />
Delante <strong>de</strong> mí, tu hogar.<br />
–Y para que Dios me alumbre<br />
me persigno antes <strong>de</strong> entrar–.<br />
228
Ancestro<br />
Mi carne se rebela con ancestros remotos.<br />
–yo he vivido esto antes, yo he vivido esto antes–.<br />
No sé dón<strong>de</strong> he nacido ya otra vez, <strong>de</strong> otro modo,<br />
ni con qué gente extraña sobre qué inmensida<strong>de</strong>s.<br />
De repente me siento casi ajeno a mi cuerpo,<br />
como si mis recuerdos se hubieran duplicado<br />
y volvieran en otra persona <strong>de</strong> lo lejos<br />
quebrando las barreras impuestas por lo humano.<br />
Intuyo cumbres altas y noches consteladas<br />
con zodíacos lentos <strong>de</strong> signos diferentes,<br />
monolíticos bloques inscriptos y murallas<br />
erguidos bajo el cielo <strong>de</strong> un páramo can<strong>de</strong>nte.<br />
Como un garfio en la sangre me reclama el pasado<br />
cuando los dioses fieros, rechinando sus muelas,<br />
sembraban terremotos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los mundos altos,<br />
dictaban sacrificios, requerían cosechas.<br />
No sé en qué antiguo libro se ha dormido en secreto<br />
la historia <strong>de</strong> mis cumbres, quizás, o <strong>de</strong> mis llanos.<br />
Yo he vivido esto antes en la piel <strong>de</strong> otro cuerpo.<br />
¿En qué piedra ciclópea perpetué mi trabajo?<br />
229
Nuestra empresa<br />
En cierto lugar –por fortuna ya inexistente–<br />
y <strong>de</strong> cuyo nombre no quiero acordarme…<br />
Sí señor, es pecado, ¡un gran pecado<br />
tener cierto talento en esta empresa!<br />
¿Sin carné <strong>de</strong> mediocre? ¡Fastidiado!<br />
Primero he <strong>de</strong> vaciarle la cabeza.<br />
Verá, el sistema es simple: si obe<strong>de</strong>ce<br />
y se abstiene <strong>de</strong> dar sus opiniones<br />
por ejemplo, no diga: “Me parece…”<br />
ni: “Yo creo…”, en las pocas revisiones<br />
<strong>de</strong> sueldo, lo tendremos muy en cuenta.<br />
No <strong>de</strong>be <strong>de</strong>mostrar lo que usted sabe<br />
para que nuestra empresa esté contenta.<br />
Si es más que los <strong>de</strong>más, aquí no cabe.<br />
Actúe como sombra. La luz propia<br />
sólo es digna <strong>de</strong> los ejecutivos.<br />
Nunca origine nada. Sea una copia<br />
<strong>de</strong> su jefe –mas claro– con estribos.<br />
En cada interminable conferencia<br />
–seis o siete que al día se dispongan<br />
para adular el “YO” <strong>de</strong> la gerencia–<br />
acate cualquier pauta que propongan.<br />
Y elogie en voz bien alta. En resumen,<br />
si piensa llegar lejos, siempre asienta<br />
a cualquier cretinez que el buen cacumen<br />
<strong>de</strong> su jefe <strong>de</strong>cida. ¿Se da cuenta?<br />
Así vamos creciendo. Este edificio<br />
lo hicimos <strong>de</strong> esa forma. El talento<br />
es más que peligroso, ¡es casi un vicio<br />
que <strong>de</strong>berá aplastar sin sentimiento!<br />
230
¿Acepta? ¡Bien! Aquí tiene su yugo.<br />
De ahora en a<strong>de</strong>lante esté dispuesto<br />
a traerme el café, la leche, el jugo…<br />
¡y verá que jamás pier<strong>de</strong> su puesto!<br />
231
Marea<br />
Siempre regreso a Dios con la marea.<br />
Cansado <strong>de</strong> este incierto cabotaje,<br />
<strong>de</strong> pronto se me vuelve absurdo el viaje<br />
y <strong>de</strong>cido pedirle que me vea.<br />
Y recalo en un puerto <strong>de</strong> agua viva<br />
cuya ruta conozco <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño<br />
para ten<strong>de</strong>r mi red, y con cariño,<br />
alguien me la remienda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba.<br />
Allí, en la pleamar <strong>de</strong> mi conciencia,<br />
<strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> mi ancla y <strong>de</strong> mis velas<br />
pues <strong>de</strong>jo en buenas manos mi timón.<br />
Y al fin, calafateada mi inocencia,<br />
me vuelvo a complicar con mis estelas<br />
porque no aprendo a izar mi corazón.<br />
232
Quiero<br />
Quiero vivir contigo cuanto tengo <strong>de</strong> vida,<br />
todo el tiempo que duren mis pasos en la tierra,<br />
amarte hasta el instante <strong>de</strong> mi última partida<br />
con la misma esperanza con que hoy te abro mi puerta.<br />
Quiero que an<strong>de</strong>mos siempre por los mismos caminos,<br />
que acompañes mi cuerpo, que compartas mi casa<br />
y llenes la medida <strong>de</strong> este antiguo vacío<br />
que amenaza mis manos con su inmensa distancia.<br />
Quiero quererte tanto como yo mismo ignoro,<br />
como yo no sospecho todavía siquiera,<br />
refugiarme en tu carne como un náufrago loco<br />
que <strong>de</strong>spierta en la playa <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la tormenta.<br />
Ven a or<strong>de</strong>nar mi casa, ven a regar el huerto<br />
don<strong>de</strong> nunca he logrado que mis sueños florezcan.<br />
Pasa. Ocupa mi cuarto. La mitad <strong>de</strong> mi lecho.<br />
Quiero que seas mi amante. Que seas mi compañera.<br />
233
Encuentro<br />
Refugio <strong>de</strong>l Sáltor.<br />
19 <strong>de</strong> abriI <strong>de</strong> 1973, Gerona, España.<br />
Muere la tar<strong>de</strong>, silenciosa,<br />
como un bostezo gigantesco<br />
<strong>de</strong> estrellas altas y amapolas<br />
sobre los campos verdinegros.<br />
Corre un rumor <strong>de</strong> arroyo oscuro,<br />
<strong>de</strong> agua teñida por la noche<br />
que va filtrándose en los surcos<br />
y <strong>de</strong>shaciendo los terrones.<br />
El viento silba su caricia<br />
contra las piedras y las ramas<br />
y va aquietándose la vida<br />
como dormida, abandonada…<br />
Se hace el olvido y nadie añora,<br />
nadie precisa la palabra.<br />
La paz reclama y es la hora<br />
<strong>de</strong> abrir las puertas <strong>de</strong> las almas.<br />
Luego, el paisaje nos absorbe,<br />
traspasa nuestra piel cansada<br />
y somos monte con los montes<br />
y tierra y agua con las aguas.<br />
El cuerpo ya no vale tanto<br />
como para imponer distancias.<br />
¿Quién no <strong>de</strong>secha su pasado<br />
para encontrarse en la llamada?<br />
Es El quien llama. Es El. Silencio.<br />
La madrugada llega fría.<br />
Vamos camino <strong>de</strong> regreso<br />
pero en silencio, altos por <strong>de</strong>ntro.<br />
Contando estrellas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba.<br />
234
Momento<br />
Tengo la luna llena prendida en mi ventana,<br />
en mi ventana abierta hacia la noche<br />
don<strong>de</strong> mis ojos buscan <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las galaxias<br />
misterios más profundos que las constelaciones.<br />
Mi cama está tendida con una sobrecama<br />
<strong>de</strong> colores alegres. El cuarto recogido.<br />
La humil<strong>de</strong> biblioteca va añejando palabras<br />
en su mosto <strong>de</strong> ciencias y novelas: mis libros.<br />
Un cenicero tosco para el nocturno amigo<br />
que alguna madrugada se acerca a visitarme<br />
y un reloj con el tiempo <strong>de</strong>tenido<br />
a causa <strong>de</strong> la artritis que afecta su engranaje.<br />
Mis zapatos <strong>de</strong> fiesta.<br />
Después las zapatillas, que son los que más quiero.<br />
Mis botas <strong>de</strong> montaña remendadas y viejas<br />
pero sabias <strong>de</strong> cumbres, <strong>de</strong> valles y sen<strong>de</strong>ros.<br />
Mi armario, el buen armario <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra amarilla<br />
don<strong>de</strong> guardo los trajes que <strong>de</strong>secho y los otros.<br />
La chaqueta azul claro con que nadie me mira<br />
y luego la cruzada que no miran tampoco.<br />
La puerta y nuevamente la cama y la ventana.<br />
La luna se refugia <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un edificio.<br />
Y sin pedir permiso, la soledad me abraza<br />
sentado ante mis cosas con disfraz <strong>de</strong> domingo.<br />
235
Conspiración<br />
Un caos premeditado mantiene al mundo en vilo.<br />
Entre ascuas y vidrios danzamos sin cesar<br />
para titiriteros que racionan el hilo:<br />
los amos <strong>de</strong> la tierra, los señores <strong>de</strong>l mar.<br />
Para ellos todo el oro resulta insuficiente.<br />
Quieren más: riendas, yugos y absoluto po<strong>de</strong>r.<br />
Son dueños <strong>de</strong>l tablero. Cuando creen pertinente<br />
nos franquean el paso o nos hacen caer.<br />
Estas almas perdidas –enemigas <strong>de</strong> Cristo<br />
y su Iglesia– arquitectos <strong>de</strong>l gobierno mundial,<br />
son fieles mercenarios <strong>de</strong>l próximo Anticristo<br />
y patrocinadores <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong>l mal.<br />
Debaten en tinieblas, or<strong>de</strong>nan en secreto,<br />
<strong>de</strong>smoralizan, mienten, propagan corrupción,<br />
<strong>de</strong>testan las virtu<strong>de</strong>s, el pudor y el respeto,<br />
buscan el <strong>de</strong>sarraigo <strong>de</strong> la fe y la razón.<br />
Son quienes promocionan la adulterada historia<br />
<strong>de</strong>l medio ambiente, el ver<strong>de</strong> y el concepto global.<br />
Mientras nos entretienen dando vuelta a la noria<br />
nos impelen hacia una tiranía brutal.<br />
Tratan <strong>de</strong> avasallarnos para que, fatigados,<br />
le <strong>de</strong>mos nuestra venia a un falso salvador:<br />
el hijo <strong>de</strong> las sombras que traerá a sus aliados,<br />
los ángeles caídos, el día <strong>de</strong>l horror.<br />
236
Necesidad<br />
Este absurdo poema –lo presiento–<br />
va a terminar en nada. Es un vacío<br />
crepuscular que surge <strong>de</strong> mi hastío,<br />
la reverberación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scontento.<br />
Este poema es todo un <strong>de</strong>sconsuelo<br />
o un coágulo –no sé– <strong>de</strong> sangre o tinta<br />
cuajado en el papel don<strong>de</strong> hoy se pinta<br />
mi fe, quebrada en láminas <strong>de</strong> hielo.<br />
Este poema necesita un Cristo<br />
que me empuje a la cumbre <strong>de</strong> un calvario<br />
don<strong>de</strong> sea preciso un buen ladrón<br />
y que luego me explique por qué insisto<br />
en volverle la espalda al que a diario<br />
resucita mi terco corazón.<br />
237
Sólo a tus pies<br />
Sólo a tus Tus pies, Señor, hallo la paz<br />
y sólo cuando Tú eres timonel<br />
puedo yo reposar en mi bajel<br />
pues la tormenta ce<strong>de</strong> ante tu faz.<br />
Sólo cuando me encuentras <strong>de</strong> rodillas<br />
y me baña Tu Gracia inmerecida<br />
se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> la lepra <strong>de</strong> mi vida<br />
y <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> ser sombras, cal y astillas.<br />
Sólo a Tu izquierda y sólo a Tu <strong>de</strong>recha,<br />
sólo a Tu arriba y sólo a Tu <strong>de</strong>bajo<br />
vuelvo a bruñirme y vuelvo a ser badajo,<br />
vuelvo a ser rueda y vuelvo a ser cosecha.<br />
Sólo a tus pies, Señor. Y vivo así,<br />
aguardando Tu sacro advenimiento:<br />
pentecostés <strong>de</strong>l alma. ¡Sople el viento,<br />
para también po<strong>de</strong>r morir por ti!<br />
238
Rumbo<br />
Por la izquierda entré a la vida<br />
y ella entró por la <strong>de</strong>recha.<br />
Al medio nos encontramos<br />
y <strong>de</strong>cidimos la senda<br />
por la que fuimos en busca<br />
<strong>de</strong> un paraíso en la <strong>Tierra</strong>.<br />
–Por la izquierda entré a la vida<br />
y ella entró por la <strong>de</strong>recha–.<br />
Yo, una columna <strong>de</strong>l templo<br />
y ella la otra: pareja.<br />
Medias lunas a lo lejos<br />
y <strong>de</strong> cerca, luna llena.<br />
Flujo y reflujo <strong>de</strong>l agua,<br />
dos luceros en la alberca,<br />
norte y sur, sequía y lluvia,<br />
unión <strong>de</strong> raíz y tierra.<br />
–Por la izquierda entré a la vida<br />
y ella entró por la <strong>de</strong>recha–.<br />
Pero un día vi un espacio;<br />
se abrió una maligna brecha<br />
que dio cabida a una sombra<br />
que luego se hizo materia.<br />
–Por el medio entró la sombra<br />
y dividió en dos mi fuerza–.<br />
Su columna cayó al suelo.<br />
La luna se ensució a medias.<br />
El agua olvidó el reflujo.<br />
Se ahogó un lucero en la alberca.<br />
El norte apuntó al oeste<br />
y se agotó su agua fresca<br />
porque la sombra infinita<br />
se la bebió ante mi puerta.<br />
Su raíz envenenada<br />
rechazó mi amante tierra<br />
y se me fue <strong>de</strong> las manos<br />
<strong>de</strong>jando mi vida a medias.<br />
Cuando al fin nos separamos<br />
yo cargué la herida entera.<br />
Hoy es una cicatriz<br />
que tiene la forma <strong>de</strong> ella.<br />
239
Por eso he vuelto costumbre<br />
andar siempre por afuera.<br />
–Si puedo servirle en algo,<br />
yo soy aquel <strong>de</strong> la izquierda.<br />
240
Alquimistas<br />
Los nuevos alquimistas<br />
convierten vino en agua,<br />
transforman pan en trigo<br />
y a Dios, en simple hombre.<br />
Su con<strong>de</strong>na es vivir sin poesía.<br />
241
Barrio Gótico<br />
Barcelona.<br />
Toda la noche es piedra en este barrio<br />
<strong>de</strong> alma profunda,<br />
pleno <strong>de</strong> secretos y <strong>de</strong> mágicos<br />
espacios bajo el brillo <strong>de</strong> la luna.<br />
Conozco su latido. He <strong>de</strong>scifrado<br />
sus viejos callejones<br />
y sus plazas.<br />
En él soy habitante <strong>de</strong>l pasado.<br />
Hay gárgolas que aún saben <strong>de</strong> mi nombre<br />
y que, celosamente, me reclaman.<br />
Los ojos distraídos no penetran<br />
más allá <strong>de</strong> estas piedras consagradas<br />
que reciben, envuelven<br />
en discretas metáforas. Y raptan.<br />
Vosotros, los profanos,<br />
respetad el momento en estas calles.<br />
Apren<strong>de</strong>réis misterios<br />
y nostalgias<br />
y habrá una coinci<strong>de</strong>ncia – nunca en bal<strong>de</strong> –<br />
que abrirá vuestro pecho<br />
y os rebautizará con pétreas aguas.<br />
Jamás me fui <strong>de</strong> aquí. Aunque no haya vuelto,<br />
guardo una antigua llave y una aldaba.<br />
Si avanzáis en silencio<br />
os podréis tropezar con mi recuerdo.<br />
Hasta entonces.<br />
(Pero tiene que ser <strong>de</strong> madrugada).<br />
242
Dame Tu paz<br />
Señor, dame Tu paz. Haz que el torrente<br />
que fluye por mis venas sin consuelo<br />
se aplaque con Tu gracia penitente.<br />
Pido la sencillez <strong>de</strong>l arroyuelo.<br />
Dame la paz que tanto necesito<br />
y a pesar <strong>de</strong>l tropiezo y la inconstancia<br />
transfigura la espina <strong>de</strong> mi grito<br />
en una flor henchida <strong>de</strong> fragancia.<br />
Dame la paz. Ansío que mis manos<br />
laboren a Tu sombra en el presente,<br />
que irradien Tu invisible claridad.<br />
Mira que por amor a mis hermanos<br />
clamo a ti, <strong>de</strong> mi barca, persistente.<br />
¡Ponle fin a mi larga tempestad!<br />
243
Todo me queda lejos<br />
Todo me queda lejos, menos tu amor. Muy lejos<br />
reposa el calendario <strong>de</strong> soledad hiriente<br />
y agonizan en sombras los vacíos espejos<br />
que ansiaban reflejarte cuando aún eras la ausente.<br />
Rodaron madrugadas <strong>de</strong> sábanas inquietas,<br />
y sueños que intuían tu espacio <strong>de</strong> mujer<br />
y latía en mis manos tímidas y discretas,<br />
cierta premonitoria señal <strong>de</strong> tu querer.<br />
Me quedan lejos, lejos, muchas más cosas: días<br />
<strong>de</strong> pasos errabundos, letargos en el alma,<br />
punzantes minuteros, frugales alegrías,<br />
veladas pesadumbres y <strong>de</strong>sabrida calma.<br />
Mas hoy es otro tiempo. Tú ocupas mi presente<br />
y el ayer son cenizas <strong>de</strong> una marchita flor.<br />
Tan sólo una alegría plena e incan<strong>de</strong>scente<br />
llena, mujer, mi alma e ilumina mi frente<br />
transfigurada don<strong>de</strong> tu beso se hace amor.<br />
244
Gárgolas<br />
A Louie, mi gárgola predilecta.<br />
Pezuñas, dientes, cuernos, alas rotas,<br />
picos, lenguas y vómitos <strong>de</strong> fuego,<br />
fieros talantes, colas retorcidas<br />
bocas feroces, garras... hoy grotescos<br />
<strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> un pasado mal<strong>de</strong>cido.<br />
Bien sé que un día fuisteis carne y hueso<br />
–glorias <strong>de</strong> un tiempo ido– y vuestras alas<br />
surcaron prodigiosamente el cielo.<br />
Comísteis <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> los niños<br />
en cierto legendario y noble pueblo<br />
lleno <strong>de</strong> luz. Hasta que, astutamente,<br />
la sombra os conquistó. Y quedásteis ciegos,<br />
siendo entonces objeto <strong>de</strong> la ira<br />
<strong>de</strong> los dioses, que en cónclave secreto<br />
dictaron vuestra mítica sentencia:<br />
ser piedra eternamente en los aleros.<br />
Así los hombres ven vuestro castigo<br />
que es vivir en el tiempo sin el tiempo.<br />
Llama la sombra, pero yo no le abro.<br />
Ruego a los dioses preservar mi fuego.<br />
245
El gran daño <strong>de</strong> Cuba<br />
El gran daño <strong>de</strong> Cuba es moral. E inhumano.<br />
No es la ban<strong>de</strong>ra rota ni la palma caída,<br />
no es la miseria ingente ni el <strong>de</strong>nigrante atraso,<br />
sino el atroz estigma<br />
<strong>de</strong> un pueblo <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> esenciales valores,<br />
forzado al ejercicio <strong>de</strong> posturas indignas<br />
que atrofian el espíritu <strong>de</strong>l hombre<br />
y alientan la <strong>de</strong>sidia y la apatía.<br />
El trueque, el cambio, el robo, la invención necesaria,<br />
el alquiler <strong>de</strong>l cuerpo, la mentira,<br />
han <strong>de</strong>vorado millas <strong>de</strong> dignidad humana<br />
y ésta clama por una re<strong>de</strong>ntora justicia.<br />
El gran daño <strong>de</strong> Cuba son los falsos valores<br />
en infames copones llenos <strong>de</strong> hostias malignas<br />
consagradas en sombras –y adornadas <strong>de</strong> soles –<br />
que violentan millones <strong>de</strong> gargantas ceñidas.<br />
El gran daño <strong>de</strong> Cuba, tiene el nombre <strong>de</strong> muchos<br />
que hoy presumen <strong>de</strong> una cadavérica isla.<br />
Pero un mañana viene <strong>de</strong>senredando mundos<br />
y al final <strong>de</strong>l cobar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>l falso y <strong>de</strong>l impuro,<br />
¡inevitablemente!,<br />
la virtud, rescatada, se alzará en paradigma.<br />
246
Refugio<br />
Una tosca mesa, un vaso <strong>de</strong> vino<br />
y el simple refugio <strong>de</strong> un ángulo oscuro<br />
don<strong>de</strong> aldabonazos <strong>de</strong> profundo hastío<br />
sacu<strong>de</strong>n las puertas <strong>de</strong> mi huraño mundo.<br />
Las cuarenta en bastos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguna mesa.<br />
Un perro dormita. La taberna en sombras<br />
remeda una lámina antigua que, en sepia,<br />
evi<strong>de</strong>ncia un aura <strong>de</strong> caduca gloria.<br />
La gramóla afónica quiebra el silencio<br />
con la melodía <strong>de</strong> un manido tango<br />
y una caravana llena <strong>de</strong> recuerdos<br />
danza en el oscuro fondo <strong>de</strong> mi vaso.<br />
Entra un forastero. Al pie <strong>de</strong> la barra,<br />
una prostituta perfuma su cuello<br />
y clava en el hombre su fría mirada<br />
<strong>de</strong> águila maltrecha. Reliquia <strong>de</strong>l tiempo,<br />
parece un fragmento <strong>de</strong> luna menguante:<br />
pálida y ajada. Sus ojos reflejan<br />
<strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> soles agónicos, que ar<strong>de</strong>n<br />
las últimas ascuas <strong>de</strong> una extinta hoguera.<br />
La tar<strong>de</strong> se apaga. Un súbito rapto<br />
<strong>de</strong> melancolía, honda como abismo ,<br />
<strong>de</strong>scarga en mis hombros un pesado fardo<br />
que al punto me <strong>de</strong>ja solo y mal herido.<br />
Apuro mi vaso. Me encajo el sombrero<br />
y <strong>de</strong>jo en la mesa la habitual propina.<br />
Salgo cabizbajo. Se me ocurre un verso<br />
y lo escribo en mi alma, mientras lloro tinta.<br />
247
Responsables<br />
He querido sacar la cara y grito<br />
por la patria que aún llevo en las entrañas,<br />
la que hoy pone el achaque y el escombro,<br />
esa que tiene prisionera el ala.<br />
He querido <strong>de</strong>jar claro que opongo<br />
mi cruz al rojo estigma que es la infamia<br />
marxista, patológica doctrina<br />
que profana los cuerpos y las almas.<br />
He querido <strong>de</strong>jar claro el rechazo<br />
a tanta hipocresía y aberrada<br />
coquetería intelectual que encomia<br />
una filosofia carcelaria,<br />
a indignos que suscriben con su pluma<br />
o su voz la injusticia sancionada<br />
sin que tiemblen al punto sus conciencias<br />
comatosas –o bien, aletargadas–.<br />
Concluirá el submundo <strong>de</strong> infrahombres<br />
que ensucian, <strong>de</strong>sgobiernan y maltratan<br />
la dignidad <strong>de</strong> un pueblo reducido<br />
a oxígeno y dolor, a golpe y bala.<br />
Pero habrá responsables y sufridos,<br />
victimarios y víctimas alzadas<br />
y cuentas que sacar y largas restas,<br />
y un saldo que cobrar entre las llamas.<br />
Pues lo acepten o no nuestros verdugos,<br />
¡seremos responsables <strong>de</strong> los actos<br />
cantados por la voz <strong>de</strong> la guadaña<br />
cuando obliguen a todas las cenizas<br />
a pararse ante Dios y a dar la cara!<br />
248
El vino<br />
Noble y pródiga sangre <strong>de</strong> la tierra,<br />
alzo mi humil<strong>de</strong> copa agra<strong>de</strong>cido.<br />
Bebida <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la guerra.<br />
Bebida <strong>de</strong>l recuerdo y <strong>de</strong>l olvido.<br />
Mensajero <strong>de</strong>l sol, que en libaciones<br />
provocas la alegría o la tristeza<br />
<strong>de</strong> nuestros laboriosos corazones<br />
cuando ascien<strong>de</strong>s triunfal a la cabeza.<br />
Bebida <strong>de</strong> los dioses, cuya gracia<br />
reveló a los mortales el misterio<br />
<strong>de</strong> una alquimia que ensancha nuestras venas.<br />
Amigo que consuela en la <strong>de</strong>sgracia,<br />
y nos vuelve feliz el cautiverio<br />
cuando brindamos con las copas llenas.<br />
249
2- Antes <strong>de</strong>l alba<br />
3- Tú eres<br />
4- Invierno<br />
5- Canto a los abortados <strong>de</strong> la tierra<br />
6- Los an<strong>de</strong>nes<br />
7- Los borrachos<br />
8- Tu fe<br />
9- Salmo cubano<br />
10- Acto <strong>de</strong> fe<br />
11- Pue<strong>de</strong> ser<br />
12- Travesía<br />
13- Tengo los ojos tristes<br />
14- Bocaj<br />
15- Puente y río<br />
16- Los días se acortan<br />
17- Más<br />
18- Niños pobres<br />
19- Estampa galilea<br />
20- Otoñal<br />
21- Altares <strong>de</strong>l ayer<br />
22- Sentado<br />
23- Abandono<br />
24- Desprecio<br />
25- Hoy la muerte me ronda<br />
26- Yo quiero ser<br />
27- No cumplió<br />
29- Impotencia<br />
30- Dos curas <strong>de</strong> oro<br />
31- Acusado<br />
32- Cuando te vuelva va ver<br />
33- Mujer, te quiero tanto...<br />
34- Ya no recuerdo cuándo<br />
35- Después<br />
37- Yo perdono<br />
38- De profundis<br />
39- Para mi cumpleaños<br />
40- Mira la cruz<br />
41- Me llamas en el viento<br />
42- Siembra y siega<br />
43- Consuelo<br />
44- Cuba es<br />
46- Demasiado<br />
Indice <strong>de</strong> los poemas<br />
47- Ya me pierdo<br />
48- Poema en cuatro colores<br />
49- Déjame que me duerma<br />
50- Bendición<br />
51- Súplica<br />
52- Niebla<br />
53- Conyers<br />
54- Balseros muertos<br />
55- Mi diálogo con Dios sobre la estrella<br />
56- Nada más<br />
57- Otra vez<br />
58- Sube y baja<br />
59- Esta es la hora<br />
60- ¿Quién?<br />
61- Quiero sentirme anclado<br />
62- Reflejos<br />
63- A punto<br />
64- No me busquéis<br />
65- Veredicto<br />
66- Quisiera<br />
67- Distancia<br />
68- Tu paz<br />
69- Centinela<br />
70- Monasterio<br />
71- Leyenda cubana<br />
73- De los montes a los montes<br />
74- Pecado<br />
75- Te pareces al viento<br />
76- Sueño<br />
77- Poema cuántico<br />
78- Hijos <strong>de</strong> nunca, es hora<br />
80- Monólogo <strong>de</strong> Adán<br />
81- Monólogo <strong>de</strong> Noé<br />
82- Monólogo <strong>de</strong> Moisés<br />
83- Monólogo <strong>de</strong> Judas<br />
84- Monólogo <strong>de</strong> Satanás<br />
85- Treinta años menos<br />
86- Hora íntima<br />
87- Tríptico amargo<br />
89- Desencanto<br />
90- Nota<br />
91- Subida<br />
250
92- Trofeo<br />
93- San Francisco <strong>de</strong> Asís<br />
94- La fragua<br />
95- Mi soledad, no<br />
96- Una luz por el filo <strong>de</strong> tu puerta<br />
97- Adiós<br />
98- La flor<br />
99- Entonces<br />
100- Mi nieto<br />
101- Soñé<br />
102- El iluso<br />
103- Testimonio<br />
105- Poesía<br />
106- ¿Qué queda?<br />
107- Comunión<br />
108- Génesis<br />
109- Hilda<br />
110- Puedo<br />
111- Tú eres<br />
112- Hasta luego<br />
113- Miserere mei<br />
114- Contraluz<br />
115- Resumen<br />
117- Rastro<br />
118- Muertos<br />
119- Mi patria<br />
120- Entrega<br />
121- Envidias<br />
122- Piedad<br />
123- Yo escribo<br />
124- Hijo futuro<br />
125- Calvario<br />
127- Torrero<br />
128- Para <strong>de</strong>spués<br />
129- Horror<br />
130- Obsesión<br />
131- Enfermo<br />
132- Juramentos<br />
133- Recopilación<br />
135- Misterio<br />
136- Hace cuarenta años<br />
137- Oración<br />
138- Playa <strong>de</strong> luz<br />
139- Profecía<br />
140- Amor <strong>de</strong> siempre<br />
141- Dr. Jekyll<br />
142- Sara<br />
144- Ante el altar<br />
145- Herido<br />
146- En tus santas pupilas<br />
147- Sobrenatural<br />
148- Vuelvo<br />
149- Destino<br />
150- Lobos<br />
151- Apocalipsis<br />
152- Búsqueda<br />
153- Juan<br />
155- Padre árbol<br />
157- Madre cielo<br />
159- Secreto<br />
160- Mi padre en el agua<br />
161- Vuelvo<br />
162- Sola<br />
163- Insomnios<br />
164- Gracias<br />
166- Despido<br />
168- Acto <strong>de</strong> fe<br />
169- Pancha<br />
170- Poema divergente<br />
171- Rastro<br />
172- Necesítame<br />
173- Dos filos<br />
174- Niño<br />
176- Ambición<br />
177- Creo<br />
179- Cuba duerme<br />
182- Confesión<br />
183- Ritual<br />
184- Me abrazaré a tu cruz<br />
185- Paredón<br />
187- Letanía<br />
190- María<br />
191- Esta es la hora<br />
192- De niño<br />
194- Dueños<br />
195- Al mar<br />
196- De papel<br />
197- Orlando<br />
198- Espera<br />
199- Vanessa<br />
200- Chris<br />
201- Teatro<br />
202- Con mi dolor a cuestas<br />
203- Fecundidad<br />
204- La leyenda <strong>de</strong>l niño<br />
206- A Nuestra Sra. <strong>de</strong> Guadalupe<br />
207- Niños en sombras<br />
208- Evasida<br />
209- Poema <strong>de</strong> las voces<br />
211- Laberinto<br />
251
212- Si algún día te vas<br />
213- Deja<br />
214- Mírame sonreir<br />
215- Pasos<br />
216- Con<strong>de</strong>na<br />
217- Viajero<br />
218- España<br />
219- Yo soy tu rama ver<strong>de</strong><br />
220- Se pue<strong>de</strong> pere<strong>de</strong>r a Dios<br />
221- I<strong>de</strong>ntidad<br />
222- Al regreso<br />
223- Para siempre<br />
224- Sabiduría<br />
225- Magia cubana<br />
226- Sobreviviente<br />
228- Camino<br />
229- Ancestro<br />
230- Nuestra empresa<br />
232- Marea<br />
233- Quiero<br />
234- Encuentro<br />
235- Momento<br />
236- Conspiración<br />
237- Necesidad<br />
238- Sólo a tus pies<br />
239- Rumbo<br />
241- Alquimistas<br />
242- Barrio gótico<br />
243- Dame Tu paz<br />
244- Todo me queda lejos<br />
245- Gárgolas<br />
246- El gran daño <strong>de</strong> Cuba<br />
247- Refugio<br />
248- Responsables<br />
249- El vino<br />
Estos poemas pue<strong>de</strong>n reproducirse y difundirse<br />
siempre y cuando no se altere su contenido<br />
y se mencione el nombre <strong>de</strong>l autor.<br />
© Jorge Antonio Dore 2011<br />
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