Breve historia de la atención científica (adelanto)

lorraine daston
BREVE HISTORIA
DE LA
ATENCIÓN CIENTÍFICA

Título original:
Eine kurze Geschichte der wissenschaftlichen Aufmerksamkeit
© Carl-Friedrich-von-Siemens-Stiftung, München, 2001
© De esta edición:
La Cifra Editorial, 2012
© De la traducción:
Eduardo González Muñiz
© De la fotografía de portada:
Aleksandr Volkov | Dreamstime.com “Green bugs lines”
Diseño de interiores:
Genoveva Muñoz Castillo
ISBN: 978-607-9209-03-2
La Cifra Editorial S. de R. L. de C.V.
Avenida Coyoacán 1256-501
Del Valle, Benito Juárez, C.P. 03100
Ciudad de México, México
www.lacifraeditorial.com
contacto@lacifraeditorial.com
Impreso en México.
Queda prohibida la reproducción total de la presente obra sin la autorización expresa
del editor o del autor.

lorraine daston
BREVE HISTORIA
DE LA
ATENCIÓN CIENTÍFICA

INTRODUCCIÓN: el surgimiento
de los objetos científicos
Imaginemos una academia de las ciencias a la manera de Borges.
Estaría subdividida, como de costumbre, en disciplinas y
áreas de conocimiento, pero de un modo totalmente distinto
al que nos es familiar hoy: en lugar de la óptica, la ciencia de
la luz, habría una ciencia de las sombras; en lugar de la física,
la ciencia de la materia, habría una ciencia de las formas —desde
cristales perfectamente simétricos hasta nubosidades totalmente
amorfas; en lugar de una ciencia de la mente, la psicología,
habría una ciencia de olores cuidadosamente clasificados;
en lugar de una ciencia de disparos y trayectorias, la balística,
habría una ciencia de objetos que nadan y que flotan, como las
hojas sobre el agua o las nubes de polvo. Las exhaustivas áreas
de conocimiento en las que se incluyen estas disciplinas serían
también insólitas. Nuestra academia imaginaria no estaría dividida
en ciencias humanas, sociales y naturales, sino en facultades
para las regiones celestial y terrenal, así como en facultades
para la región intermedia entre el cielo y la tierra. O tal vez en
facultades para las ciencias de lo visible y de lo invisible; o para
las ciencias de la memoria, el entendimiento y la imaginación.
7

lorraine daston
Fig. 1
Jean d’Alembert: Systême figuré des connaissances humaines [Sistema
figurado de los conocimientos humanos], en: Denis Diderot y Jean
d’Alembert, Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné des sciences, arts et
métiers, [Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y
los oficios] 35 vols. París 1751-80, vol. 1.
(Trad. esp.: La enciclopedia (selección), Guadarrama, Madrid, 2006).
8

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
Si esta representación imaginaria de una academia de las
ciencias en alguna medida desafía nuestra imaginación, ello
se debe a que hemos olvidado la historia de las disciplinas
modernas más familiares a nosotros. La sociología y la biología,
por ejemplo, ciencias que ocupan un lugar estable en
los estudios superiores, en las sociedades científicas, en las revistas,
así como en la academia, apenas suman dos siglos de
antigüedad. En los albores del siglo XVIII, “la sociedad” (en
oposición a polis, oikos y “Estado”) devino una entidad coherente
que se ofreció a la investigación científica; lo mismo
puede decirse de los “seres vivos” (en oposición a la “historia
natural”) 1 . Incluso la física como ciencia existió por lo menos
desde Aristóteles, pero su objeto de investigación se ha transformado
dramáticamente: si primero se ocupó de los cambios
en la esfera sublunar (en palabras de Aristóteles: todo aquello
que emerge y se desvanece), ahora su objeto es algo así como
lo invariable —lo eterno, los rasgos inmutables del universo 2 .
1 Para el tema “sociedad” cfr. Peter Wagner, An entirely New Object of
Consciousness, of Volition, of Thought: The Coming into Being and (almost)
Passing Away of ‘Society’ as a Scientific Object, en: Lorraine Daston
(ed.), Biographies of Scientific Objects, Chicago/Londres, 2000, pp.
132-157. Para la biología cfr. Lepenies, Das Ende der Naturgeschichte.
Wandel kultureller Selbstverständlichkeiten in den Wissenschaften des
18. und 19. Jahrhunderts, Múnich, 1976.
2 Aristóteles, Physik, I.i, 192b9-193b20. (Trad. esp.: Física, versión
de Ute Schmidt Osmanczik, UNAM, México, 2001).
9

lorraine daston
Sin duda han existido desde tiempos inmemoriales congregaciones
de seres humanos y desde tiempos incluso más remotos
existen organismos, pero ello no es condición necesaria ni
suficiente para la existencia de ciencias de la sociedad o de los
seres vivos. ¿Por qué tenemos ciencias que se ocupan del cuerpo
interno de los animales (anatomía), de la estructura de los idiomas
(filología) o de las deformidades (teratología)? ¿Por qué
carecemos de ciencias de los olores, de lo invisible o de las nubes
de polvo? ¿De qué criterios ontológicos, epistemológicos,
metodológicos, funcionales, simbólicos y/o estéticos depende
que las trayectorias de los proyectiles, los sueños, la valencia
de los electrones y el incremento y caída del producto interno
bruto se conviertan en objetos científicos —en oposición a las
sombras o a las conversaciones durante un viaje en tren o al
reflejo de los colores tal como surgen de la incidencia de la luz
sobre la nieve?
No existe una respuesta sencilla y homogénea para estas
preguntas. Los fenómenos elegidos para la investigación científica
rara vez son totalmente regulares (el movimiento de los
cuerpos celestes), pero ocasionalmente son totalmente irregulares
(el clima). Suelen ser manifiestos como las plantas, en el
caso de la botánica, y a veces son tan etéreos como los protones
en el caso de la física nuclear. Pueden ser objetivos como los
movimientos que estudia la mecánica, pero también tan subjetivos
como las emociones, el objeto de la psicología. Abarcan
desde lo bello y lo sublime (las estrellas por ejemplo) hasta
lo desagradable e inferior (como los insectos y las alimañas);
desde lo inmediatamente útil (las composiciones en la química
orgánica) hasta lo recóndito (los jeroglíficos en la egiptología).
En la experiencia cotidiana nos ocupamos permanentemente
10

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
de cosas y ocurrencias que no asumen (o que no lo hacen más)
la forma de objetos científicos. Por el contrario, en la ciencia
abundan objetos que desbordan la experiencia cotidiana, en
donde las partículas elementales y el ámbito de lo concreto tienen
el mismo estatus que las mesas, las sillas y otros objetos
comunes. Visto de este modo, la historia de la ciencia es una
historia de la ontología: ¿cómo emergen objetos científicos y
cómo, en determinado momento, se desvanecen? Puede ser que
desde el punto de vista divino, el inventario del universo, la totalidad
de todo aquello que existe, es siempre y en todas partes
el mismo. Pero si se le mira desde la perspectiva de los objetos
de investigación que las ciencias se adjudican, entonces la ontología
tiene una historia.
Me gustaría aproximarme a esta historia desde el punto
de vista de la atención. ¿Por qué, cuándo y cómo ocurre que
la ciencia dirige su atención sobre determinados objetos y no
lo hace sobre otros? ¿Por qué, cómo y cuándo objetos previamente
considerados como heterogéneos se aglutinan en una
sola categoría? Como bien saben los psicólogos desde hace
tiempo, la distribución de la atención y la distribución de los
afectos e intereses se encuentran en una estrecha interrelación.
Un objeto ocupado (utilizando el término freudiano) atrae la
atención como un imán, mientras que un objeto no ocupado,
aunque sea registrado por los sentidos, puede ser ignorado por
la mente porque hace falta la atención necesaria. El psicólogo
norteamericano William James describió vívidamente este
mecanismo: “sólo los objetos que considero forman mi espíritu
—sin un interés selectivo la experiencia es un caos total. Únicamente
el interés pone el acento y el énfasis, da luz y sombra,
compone el primer plano y el trasfondo —en una frase, genera
11

lorraine daston
una perspectiva comprensible. Ciertamente el interés es distinto
en cada ser, pero sin interés la conciencia de todo ser vivo
sería algo gris, caótico, indeterminado e imposible de aprehender”
3 .
En consecuencia, mi historia de la atención científica es
necesariamente también una historia de las emociones científicas,
particularmente de las pasiones cognitivas del asombro y
la curiosidad. Aquí me gustaría tratar sólo un episodio de esta
larga e imbricada historia. En realidad se trata de un episodio
que tomó lugar en los siglos XVII y XVIII, época en la que se
estableció la ciencia moderna y que por lo tanto posee un significado
de largo alcance para el proceso que a partir de entonces
ha moldeado la ontología científica. Me propongo esbozar,
primero, cómo en la historia natural de los siglos XVI y XVII
el asombro y la curiosidad dirigieron la atención hacia objetos
excepcionales e incluso repulsivos. Los objetos seleccionados
por la atención científica se desagregaron y en ese proceso el
asombro y la curiosidad seleccionaron fenómenos sorprendentemente
específicos: primero fueron anomalías, como las
monstruosidades o el fósforo brillante en la oscuridad; después,
sin embargo, comunes y totalmente insignificantes como
gusanos e insectos. De acuerdo con mi argumento, este cambio
fue posible debido a una disciplina de la atención que envolvió
3 William James, The Principles of Psycology [1890], 2 vols., New York,
1950, vol. 1, cap. 11, pp. 402-403. (Trad. esp.: Principios de psicología,
FCE, México, 1989).
12

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
a las cosas más triviales con el deseo del interés selectivo, para
usar una expresión de William James. Más aún, sostengo que
en este proceso se transformó lo que podemos llamar ‘textura
de las pasiones cognitivas’: la curiosidad que consideraba cosas
tan extrañas como lo puede ser una lluvia de ranas fue, en
un sentido significativo, una emoción distinta a la curiosidad
que se dirigía a objetos banales como las orugas. Mi argumento
marcha por el camino que va de lo maravilloso a lo ordinario,
transita por la atención científica y esboza la transformación de
la curiosidad en donde un deseo excitante devino trabajo arduo
y mundano.
13

UNA CIENCIA DE LO INSÓLITO
Aproximadamente entre los años 1650 y 1700 se erigieron
las primeras sociedades científicas en Europa, entre ellas la
Academia Naturae Curiosorum, más tarde conocida como
Leopoldina (Schweinfurt, 1652), la Royal Society of London
(1660), la Académie Royale des Sciences (París, 1666) y la
Societas Scientiarum, posteriormente Preußische Akademie
der Wissenschaften (Berlín, 1700). Estas academias cultivaron
la entonces llamada “nueva filosofía experimental”,
en claro contraste con la vieja filosofía natural aristotélica
de la escolástica medieval, y fundaron también las primeras
revistas científicas con el fin de publicar los resultados
de sus investigaciones; a estas pertenecían la Philosophical
Transactions of the Royal Society of London o la Histoire et
Mémoires de l’Académie Royale des Sciences. Podemos hacernos
una idea muy clara de lo que significaba la nueva
filosofía experimental si observamos lo que había en estas
revistas, fervientemente leídas en Europa. Junto a los experimentos
de Robert Boyle en torno a la respiración de los
14

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
animales 4 o los resultados de Leibniz relativos a la cuadratura
aritmética del círculo 5 se publicaban informes sobre becerros
nacidos con monstruosidades, extraños destellos en el cielo,
hormigas de Surinam que se desplazan en procesión como
soldados, un inusual hongo, un perro que podía ladrar varias
palabras en francés y otros fenómenos aún más inusitados 6 .
Lo que para nuestros ojos modernos se presenta como una
asombrosa mezcla de cosas extrañas y ciencia seria no puede
explicarse por el hecho de que en la misma revista podían publicar
científicos auténticos y aficionados: los informes acerca
del monstruoso becerro y del perro que ladraba palabras en
francés (incluyendo “café” y “chocolat”) provenían de Boyle 7
4 Robert Boyle, New Experiments about the Relation between Air and
the Flamma Vitalis of Animals [1672], en: The Works of the Honourable
Robert Boyle, editado por Thomas Birch, 6 vols., Londres, 1772, vol. 3,
pp. 585-589.
5 Gottfried Wilhelm Leibniz, De vera proportione circuli ad quadratam
circumscriptum in numeris rationalibus, en: Acta eruditorum I [1682],
reimpresión reprográfica de la edición de Leipzig, 1682, Hildesheim,
Nueva York, 1972, pp. 41-46.
6 Lorraine Daston y Katharine Park, Wonders and the Order of Nature,
1150-1750, Nueva York, 1998, pp. 231-240.
7 Robert Boyle, Some Observables on a Monstruos Calf, en: Philosophical
15

lorraine daston
y de Leibniz 8 . De hecho hubo pocas luminarias de la revolución
científica que no investigaron también lo insólito:
Galilei presentó a los Medici un imán y las lunas de
Júpiter como “maravilla” 9 , Descartes estableció una explicación
mecánica de por qué un cadáver comenzaba a sangrar
en presencia del asesino 10 , Newton especuló acerca de
“los agentes universales de la naturaleza, su fuego secreto” 11 .
Todos estos extraños objetos científicos del siglo XVII
serían para un naturalista aristotélico por lo menos tan extraños
como para un científico moderno. Los filósofos naturalistas
Transactions of the Royal Society of London (1665-1678, vol. 1, Londres,
1665, p. 10.
8 Observations de Physique Générale, Historie de l’Academie Royale
des Sciences. Año 1715, París, 1718, pp. 3-4.
9 Mario Biagioli, Galileo the Emblem-Maker, Isis, 81 (1990): 230-258.
10 René Descartes, Principes de la philosophie [1647], art. 187, en:
Ouvres des Descartes, editado por Charles Adam y Paul Tannery, 12
vols., París, 1897-1910, vol. 9, pp. 308-309.
11 Issac Newton, ‘Vegetation of Metals’ [ca. 1669], citado en John
Henry, The Scientific revolution in England, en: Roy Porter y Mikulás
Teich (eds.), The Scientific Revolution in National Context, Cambridge,
1992, pp. 178-209, aquí se cita p. 185.
16

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
medievales habían investigado lo que ocurría “siempre o por lo
regular”, y con ello siguieron las huellas de Aristóteles. Las anomalías
—monstruosidades, tres soles en el cielo, fuentes petrificadas—
no eran para ellos ni contranaturales ni imposibles;
siguiendo con Aristóteles, estas ocurrencias inusuales fueron
precipitadas por un encadenamiento circunstancial de causas;
no obstante, de eventos circunstanciales no podía deducirse
ningún principio general 12 . Sin importar cuán alejados se encontraban
de la esfera humana, los objetos más sublimes de la
investigación en la filosofía natural (por ejemplo los cuerpos
celestes como el sol y las estrellas) eran objetos cotidianos y accesibles
directamente a los sentidos. En contraste, sobresalían
los fenómenos poco comunes, descritos en las primeras revistas
científicas, que ocurrían rara vez o permanecían ocultos, o ambas
cosas al mismo tiempo.
Durante los siglos XVI y XVII hubo un claro viraje
epistémico en términos de lo que puede ser llamado “filosofía
preternatural”, es decir, la investigación en torno a lo que
permanecía praeter naturam: más allá de (pero no sobre) la naturaleza.
La categoría de lo preternatural incluía gatos de dos
cabezas, halos rodeando la luna, lluvia de sangre, cocodrilos y
otras especies exóticas, gigantes y enanos, los arbustos de Escitia
en los que supuestamente florecían corderos como frutos,
paisajes formados en mármol florentino, luz fría de fósforo
12 Aristóteles, Physik, I.8, especialmente 199b23-26. (Trad. esp.:
Física, versión de Ute Schmidt Osmanczik, UNAM, México, 2001).
17

lorraine daston
—en suma, todo aquello que parecía salir del curso usual de
la naturaleza pero que era atribuible a causas naturales. Esta
fascinación motivada por lo nuevo, raro y extraordinario se
manifestó de modo concreto en los gabinetes de curiosidades,
especialmente en aquellos especializados en especies naturales.
Las razones de este viraje hacia lo preternatural fueron
complejas y de distinto signo 13 ; un peso especial tuvo la circunstancia
de que se consideraba difícil concentrar la atención
científica en particularidades empíricas.
13 Lorraine Daston, Preternatural Philosophy, en: Lorraine Daston
(ed.), Biographies of Scientific Objects, The University of Chicago
Press, 2000, pp. 15-41.
18

BREVE HISTORIA DE LA ATENCIÓN CIENTÍFICA
Fig. 2
Ferrante Imperato, Frontispiz [Frontispicio], en: Dell’historia naturale,
libri 28/Ferrante Imperato, Nella quale ordinariamente si tratta della
diversa condition di minere, e pietre. Con alcune historie di piante, animali;
sin’hora non date in luce, [De la historia natural, libros 28 / Ferrante
Imperato, en la cual ordinariamente se trata de la diversa condición de
minerales y piedras. Con algunas historias de plantas, animales no dadas a
conocer hasta hoy], Nápoles, 1599.
19