COLUMNISTAS MÉRIDA, YUCATÁN. AÑO I. JUEVES 14 DE JULIO 2016 COMUNIQUE INFORMA EL DEBATE POR EDUARDO SORIA twiter @eduardo_sorial Gran sorpresa causo la decisión de Enrique Peña de instruir a la PGR para recurrir a la suprema corte y “echar abajo” las reformas promovidas por los gobernadores salientes de Veracruz y Quintana Roo con las que pretenden asegurar su impunidad y hasta su seguridad personal con la asignación de guaruras, claro, a cargo del erario, si, aquellos mismos de los que el presidente decía eran la nueva generación del PRI, ahora, derrotados, buscan como evadir sus responsabilidades. Varias veces dije en este espacio que el gobernador de Veracruz debería ser destituido de su cargo y sometido a juicio, la corrupción, impunidad, violencia y asesinatos contra periodistas, sumieron el otrora bello Veracruz en un lodazal, la prepotencia y descaro del mandatario fueron bien conocidas y documentadas, ahora deberá responder por sus actos. Desafortunadamente la intención presidencial, como ha ocurrido casi siempre, llega tarde, muy tarde, el daño está hecho, el pueblo de Veracruz ha sufrido por una pésima administración y el PRI ha perdido un estado importantísimo económica y electoralmente, a manos de un gobernador corrupto e incompetente, dudo mucho que la administración entrante, que solo durara dos años, pueda el panista Miguel Ángel Yunesrecomponer las cosas. Gran revuelo ha causado la elección del relevo de Manlio Fabio Beltrones al frente del PRI, Enrique Ochoa Reza, hasta hace unos días desconocido por la militancia Ochoa Reza ocupaba la dirección de la CFE, sin antecedentes de cargos partidista o de elección y con una cuestionada militancia, llega al PRI en un momento crítico para su partido, con los tiempos cerrándose para la elección del Estado de México y para el relevo presidencial se antoja difícil para una persona que, pese a su gran preparación académica, no cuenta con la experiencia política necesaria para ese delicado encargo. Lo invito a que no se pierda el programa DEBATE YUCATAN todos los lunes a las 21:00 por Comunique Channel canal 163 de cable, en donde le recuerdo que la opinión más importante, la que cuenta… es la suya!! Hasta la próxima!! CONFESIONES Por Guillermo Vázquez Handall Twitter@vazquezhandall SI OCHOA ¿REZA? TENDRÁ QUE ORAR POR UN MILAGRO La por demás sorpresiva y hasta inexplicable designación de Enrique Ochoa Reza, como nuevo presidente del PRI, es y será sin lugar a dudas por sus características y, lo que éstas implican, el tema de análisis político de mayor interés en mucho tiempo. Dadas las circunstancias y las condiciones actuales, este nombramiento es por mucho uno de los más importantes de todo el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, pero da la impresión que eso no importó ni en la forma ni el fondo. Primero en la forma, porque se concibió y fraguó materialmente a escondidas, sin que ni siquiera mediara un método anestésico que hiciera parecer la imposición como parte de un proceso de consulta, auscultación, medición, o de pluralidad. En el fondo, por muy diversas razones y factores, entre ellos el hecho de que se esperaba que por lógica quien fuera el ungido se tratara de un político de renombre con larga militancia y liderazgo y por ello con conocimiento pleno del partido y sus grupos de poder y participación. Esto no sólo fue así, el presidente Peña Nieto se decantó por un tecnócrata que no ha tenido cargos en el partido, que no ha dirigido o competido en una elección, que no conoce sus estructuras. Ochoa Reza no es ni operador electoral ni ideólogo, es un administrador público, sin demeritar sus cualidades en ese sentido, lo que infiere que la conducción del instituto político del régimen se hará más desde la Secretaría de Hacienda que incluso desde Los Pinos. Ochoa Reza es integrante y miembro del círculo rojo del equipo de Luis Videgaray. Eso hace sospechar negativamente que el partido será dirigido de la misma forma que la política hacendaria, fiscal y económica, elementos que son los principales lastres de la administración actual. Ochoa Reza es un perfecto desconocido para los priistas, carece del más absoluto arraigo entre sus bases, pero ni eso ni el hecho de que hasta ahora dirigía la paraestatal más impopular del gobierno, son los factores que más apuntan en su contra. Los que sí lo son, están enmarcados en la imposición de su llegada al cargo, su inexperiencia y falta de conocimiento, lo que pone en entredicho su capacidad de operación independientemente de su perfil que apunta más hacia a la arrogancia que caracteriza al grupo al que pertenece y se debe, muy lejos de la sensibilidad que se requiere para esta tarea. Es un hecho que el presidente Peña Nieto quería para el relevo en el PRI a un elemento fresco, sin escándalos de corrupción en su pasado, con una imagen que apuesta por el relevo generacional, sin embargo Ochoa Reza no era precisamente la mejor opción para llevar al cabo ese propósito. Se entiende que para el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, era mejor permanecer en el cargo hasta la postulación presidencial, dirigir el partido lo podría eliminar de la competencia. Ese puede ser el mismo caso de José Antonio Meade, quien desde la Sedesol tiene un margen de maniobra tan importante o mayor que desde el propio PRI, como se observa con el aumento de su popularidad en fechas recientes. Desde ese punto de vista, lo natural era colocar a José Calzada, secretario de Agricultura, quien como gobernador de Querétaro tanto como en su actual encargo ha dado muy buenos resultados, además de ser un priista connotado y con experiencia. La imposición de Ochoa Reza insinúa el peor error de cálculo político del presidente Peña Nieto, en momentos en que la militancia partidista está muy dolida y enojada. Exhibe el poder de Luis Videgaray, aun y cuando esta intromisión en áreas que no le competen y no domina, puede resultar en la peor y más grande de sus equivocaciones. Es una cachetada del sistema a sus simpatizantes, porque colocar a un personaje de estas características va a dividir a los grupos, va a propiciar un desencanto superlativo y por ello provocará sin duda deslealtades. En términos coloquiales y por ello con cierto dejo de humor, se podría decir que el presidente Peña Nieto lo prefirió porque Ochoa, Reza, y por lo visto tendrá que orar mucho, porque lo que el PRI necesita es un milagro para reposicionarse en el ánimo popular. En una suerte de analogía es como si se estuviera responsabilizando anticipadamente a Enrique Ochoa del naufragio del barco en media travesía, como si se le encargara capitanear el Titanic. A pesar del entusiasmo de grandes amigos en común, muy allegados a Ochoa Reza como David Martínez Staines, quien sinceramente espero siga siendo un influyente y muy cercano consejero del nuevo presidente del PRI, no puedo en principio coincidir con ellos. No se trata de una cuestión de enjuiciar a la persona en lo individual, de minimizar sus dotes y virtudes técnicas, sino las condiciones que rodean el espectro de manera integral. En ese sentido es que se establece que Enrique Ochoa no era la persona indicada para esa posición y en este momento. Se trata de ponderar lo que se ve, observa y siente como un desatino político mayúsculo, que todo indica sólo ahondara todavía más la más severa crisis histórica del priismo.
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