GEOGRAFÍA

27
CINE POR ERICK ESTRADA
Director editorial de cinegarage.com, portal dedicado al
cine, y colaborador en la estación de radio Reactor.
LA GEOGRAFÍA DE GABRIEL FIGUEROA
NAZARÍN
Luis Buñuel
DVD
FLOR SILVESTRE
Emilio Fernández
DVD
LA NOCHE
DE LA IGUANA
John Huston
DVD
Es el tipo de personaje que tiene un currículum sintetizado en su nombre: Gabriel
Figueroa. Es uno de los autores de ese gran proyecto artístico nacional que hoy conocemos
como Época de Oro del Cine Mexicano. Y es, basta revisar cualquiera de sus
películas, un verdadero paisajista de la fotografía en movimiento.
Gabriel Figueroa creció con el cine. De manera paralela a su propia vida (nació en 1907)
los instrumentos que ayudaron a desarrollar la gramática cinematográfica fueron tomando
forma y se acomodaron en el abecedario de las pantallas. Quizá por ello su ojo
comenzó a construir las imágenes en las que se insertaron las historias de Emilio Fernández,
Dolores del Río, María Félix, Pedro Armendáriz, Luis Buñuel, John Huston, Ignacio
López Tarso, Roberto Gavaldón, Arturo de Córdova, Elsa Aguirre, Chano Urueta.
Sin embargo, esas pantallas llenas de sombras y luces en eterno y marcado contraste,
esas perspectivas tan sacadas de los grandes encuadres de Eduard Tisse y Sergei Eisenstein,
y también de pintores nacionales enamorados del triste pero cálido horizonte
mexicano, tienen una cualidad extra. Película a película, entre planos e historias, las
cintas en las que se le encomendó la fotografía a Gabriel Figueroa fueron dejando un
gran, emotivo, inspirado y certero mapa de la geografía mexicana.
Lo mejor de todo, lo que más emociona, es que no importa en realidad si el trabajo del
señor Figueroa se realizó dentro de un foro, en las sierras mexicanas, en desiertos o en
llanos, en ciudades o pueblos fantasmas. A lo largo de todos los encuadres que compuso
y de las luces que colocó en la esquina adecuada registró la geografía mexicana. A
veces lo hizo esperando a que la nube indicada se acomodara sobre un paisaje que iba
a esperar toda una eternidad a quedar marcado en el celuloide. Otras veces hizo con
su magia y en complicidad con directores y diseñadores de producción (Günther Gerzso,
uno de ellos) que la geografía urbana, primordialmente la de la Ciudad de México,
fuera imitada en espíritu y en atmósferas, la otra geografía de la fotografía en el cine.
El cine cumple esa labor de manera tácita y precisa casi por definición. Los paisajes de
un país, sus nieves y sus océanos, sus árboles y volcanes, quedan ahí para que generaciones
futuras conozcan esos terrenos que hoy no parecen tan eternos o para que, en
un ejercicio necesario ya para el ser humano, nos reconozcamos a través de la geografía
de un país, nuestro país, capturada en las películas y en sus historias.
Sin embargo, la maestría con la que Gabriel Figueroa determinó la geografía mexicana,
masculina y femenina, urbana y rural, es caso aparte no sólo en el cine mexicano sino
en el universal. Ese espíritu encerrado en la pantalla, ese duende de claroscuros y luces
perpendiculares fue lo que hizo que John Ford lo quisiera en sus producciones y para
dibujar otras geografías.
Una lista con los paisajes y las sombras, las luces y las nubes de don Gabriel basta para
que en la mente se dibuje un mapa de México, preciso y enamorado como sus encuadres:
Vámonos con Pancho Villa (1936); Bajo el cielo de México (1937); Los de abajo (1940);
Flor Silvestre (1943); María Candelaria (1944); Enamorada (1946); La perla (1947); Río
Escondido (1948); Maclovia (1948); Salón México (1949); Los olvidados (1950); La rebelíón
de los colgados (1954); Nazarín (1959); Macario (1960); El ángel exterminador
(1962); La noche de la iguana (1964); Simón del desierto (1965); Maten al león (1977); Los
hijos de Sánchez (1978); Bajo el volcán (1984). +
Gabriel Figueroa