12.04.2013 Views

Humphrey Slater Tres entre montañas - Galaxia Gutenberg

Humphrey Slater Tres entre montañas - Galaxia Gutenberg

Humphrey Slater Tres entre montañas - Galaxia Gutenberg

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

taba hasta el punto de considerar que mereciese la pena<br />

correr el riesgo de tener una trifulca con Isidore, quien disfrutaba<br />

hasta el punto de no querer jugar, por su propio<br />

interés, de otro modo que no fuese con el más estricto buen<br />

humor. Sin embargo, el juego no resultaba divertido a menos<br />

que hubiera suficientes jugadores y la única manera de<br />

que uno pudiera retirarse, al menos temporalmente, era ir<br />

a usar el cubo de los excrementos situado junto a la puerta.<br />

El juego se había convertido en una costumbre y les ocupaba<br />

todas las mañanas hasta la hora de salir al patio a hacer<br />

ejercicio. Luego, volvían a jugar <strong>entre</strong> la hora del almuerzo<br />

y la segunda salida al patio. Y a partir de las cuatro, cuando<br />

los encerraban de nuevo en la celda para pasar la noche,<br />

continuaban hasta que se hacía demasiado oscuro para<br />

precisar el golpe y para ver quién había sido. En ocasiones,<br />

incluso jugaban durante el periodo de patio. Así, horas y<br />

horas cada día, durante semanas y meses. Los presos, sin<br />

recursos mentales, estaban tan mortalmente aburridos, en<br />

cualquier caso, que no eran muy conscientes del horrible<br />

tedio de su ridículo pasatiempo, aunque dos o tres de ellos,<br />

últimamente, habían empezado a mostrar preferencia, durante<br />

las horas de patio, por <strong>entre</strong>tenerse con cierta versión<br />

de la petanca e incluso, para pasmo e irritación de Isidore,<br />

estaban fabricando un juego de piezas de ajedrez.<br />

Gil Quinto, al que habían detenido en un escarpado<br />

sendero de montaña en plenos Pirineos con un cargamento<br />

de mil plumas estilográficas americanas a lomos de un<br />

burro, era quien había parecido encabezar, durante el último<br />

mes, la leve resistencia al brutal egoísmo de Isidore.<br />

Como los demás, Quinto iba sucio y sin afeitar, pero se<br />

comportaba con dignidad y hablaba en voz baja con un<br />

cerrado acento franco-catalán. Su delito implicaba que<br />

manejaba más dinero que ninguno de los demás y, por<br />

ello, era respetado como un hombre importante con el<br />

que algún día podía resultar ventajoso haber compartido<br />

celda. Incluso el grandullón Isidore alcanzaba a entender-<br />

12

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!