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AMOR : VIDA Y CONSCIENCIA - exoperiodismo

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mujeres de hoy, pero siempre ha estado presente en la historia de la<br />

humanidad: antes de la civilización actual; y también en ésta, aunque ahogada<br />

por el materialismo y el fariseísmo espiritual. No en balde, procede del interior<br />

de cada uno y sólo de nuestro propio interior.<br />

Sus contenidos y dimensiones pueden ser enunciados de muy diversos<br />

modos. Los Siete Sabios de la Grecia clásica, recogiendo una sabiduría que se<br />

remonta al antiguo Egipto y a culturas mesopotámicas, supieron plasmarlos en<br />

el frontispicio del Templo de Delfos con una frase tan breve y sencilla como<br />

profunda y compleja: (“gnothi s'auton”).<br />

Realmente, en esto consiste todo. Mas, desgraciadamente, como Scheler y<br />

Heidegger han subrayado, nunca hemos sabido tantas cosas sobre el ser<br />

humano como ahora y, contradictoriamente, nunca hemos sabido menos de él.<br />

Bajo la fina capa de falsa realidad que atrae a nuestros sentidos físicos subyace<br />

otra realidad. Lo que separa la una de la otra es el conocimiento propio.<br />

Conocerse a sí mismo conlleva la consciencia, la iluminación interior: es el acto<br />

milagroso que permite penetrar en esa otra realidad, la verdadera, tan próxima<br />

como desconocida. Al conocernos a nosotros mismos entramos en otra<br />

dimensión de sensaciones y percepciones con la misma facilidad y asombro que<br />

la Alicia de Lewis Carroll llega al País de las Maravillas al introducirse en la<br />

madriguera y caer por ella.<br />

El conocimiento de sí mismo –la consciencia de ser, la gnosis por<br />

excelencia- es el núcleo central tanto del Corpus Hermeticum promovido desde el<br />

antiguo Egipto por el gran Trismegisto como del gnosticismo griego y cristiano.<br />

Su presencia es, igualmente, notable en otras culturas arcaicas: Veda y Avesta,<br />

Confucio, Lao-Tsé, Tirthankara, Buda,... . Como ha escrito Enrique Cases en<br />

Persona y personalidad (http://perso.wanadoo.es/enriquecases), antes de su<br />

colocación en Delfos el adagio ya estaba en la obra de Heraclio, Esquilo,<br />

Herodoto y Píndaro. Su influencia es evidente en pensadores como Homero,<br />

Eurípides, Sófocles y Aristóteles. Sócrates lo elevó a nivel filosófico como<br />

examen moral de uno mismo ante Dios. Y fue Platón quien lo orientó hacia la<br />

verdadera sabiduría en un fenomenal sistema de pensamiento.<br />

Como ha reflejado magistralmente Ouspensky en Fragmentos de una<br />

enseñanza desconocida (RCR Ediciones; Madrid, 1995) -crónica de su aprendizaje<br />

con Gurdjieff, el genial místico armenio-, el ser humano que no se conoce a sí<br />

mismo realmente . Y no es ni lo que puede ni lo que debería ser. Ese<br />

desconocimiento de sí mismo, esa carencia de consciencia, ese no ser,<br />

convierten a la persona en un muñeco mecánico; y a la humanidad, en un<br />

torbellino de juguetes mecánicos. Cuando se habla tanto de las amenazas de la<br />

mecanización, de la deshumanización derivada del impacto de las tecnologías y<br />

del riesgo de convertirnos en autómatas, se está eludiendo el tema fundamental.<br />

Porque el ser humano puede utilizar las tecnologías y rodearse de máquinas y,<br />

sin embargo, no desmerecer un ápice de su condición humana. Ahora bien,<br />

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