CY AN MAGENTA AMARILLO NEGRO - logiqos

La pregunta hot de la semana anda de boca en boca. En el programa "Nanny que Ver con Eso", la profesora
Montero especula al respecto no saldrá de su closet, el Tío Oscar? ¿Se quedará en su cueva
como el superhéroe encapotado o volará hasta la montaña secreta en busca de su Robin? Y hablando
de capotes ¿El señor Truman se quedará de brazos cruzados mientras le roban lo suyo a sangre
fría? Asimismo ¿Qué papel hará el comando Swat de Munich en una noche tan linda como la del 5 de
marzo? ¿El papel de un mirón de palo, de un extra, de un secundario a la manera de Henry Soto en El
Caracazo? ¿Los de Crash caerán tan bajo o se recuperarán hacia el final feliz como en su Magnolia
con sabor a soap opera? ¿Jhonny, June y George Clooney no tendrán unas Good Night and Good Luck?
Pero volviendo a la cuestión central del domingo: ¿La academia finalmente romperá sus lazos homofóbicos,
para bailar al ritmo de la música country de Gustavo Santaolalla y en contra de quienes se oponen
al matrimonio de Boris y Ruben? Si usted quiere saber la respuesta a estas y otras interrogantes,
no se pierda el más reciente baticapítulo de la saga oscareña. Si usted quiere conocer a los ganadores
por anticipado, consulte los pronósticos de las Adriana Azzis de la farándula nacional. O en su defecto,
déjese llevar por nuestro sexto sin-sentido. En último caso, si quieres criticar, y no viniste a tripear,
tu lo que viniste es a fantasmear… arranca, porque CCS se une a la nueva cruzada de la loca-academia
del cine (en pos del mercado de fanáticos de Queer Eye For Straigh Guy, a pocos años de reconquistar
la audiencia afro mediante la consagración de Denzel Washignton y Jemmie Fox).
Los host de la noche transamericana
Un incendiario sustituirá a otro en el micrófono. Hasta la vista Chris Rock, gracias por tus servicios.
Bienvenido a bordo el moderador de Comedy Central Channel, Jon Stewart, enemigo acérrimo del
número uno en la Casa Blanca y equivalente de "El Ciudadano" (por no decir de Mario Silva). Se intentará
robar el show, si lo permite el mandamás de la academia, Mister Sid Ganis.
De cualquier forma, la intervención de Stewart nos anuncia cuál será el tono del espectáculo: una suerte
de mitin político, medio en broma, medio en serio, dirigido por los homólogos de Bono en la industria,
esto es, por embajadores de buena voluntad como Brad Pitt y Angelina Jolie, por presidentes de
O.N.G. con el porte de Tom Cruise, por almas caritativas de diverso origen y procedencia.
Así pues, aquí les van los nombres de algunos convidados a esta gala de beneficencia: Nicole Kidman,
Meryl Streep, Clint Eastwood, Tom Hanks (promocionando el Código Da Vinci), Queen Latifah, Una
Thurman, Naomi Watts, Will Ferrel, nuestra Ruddy Rodríguez (en sus sueños), Sandra Bullock, Will
Smith y Steve Carrell, el Jim Carrey del momento. Ellos se encargarán de las presentaciones.
A propósito, los numeritos musicales se reducirán a su mínima expresión para agilizar el trámite de la
ceremonia. Dolly Parton, Jordan Houston y Kathleen Bird York interpretarán sus temas nominados en
el corto tiempo estipulado por el productor del maratón contra reloj, Gil Cates.
Al igual que en 2005, la presión por atropellar la dinámica del evento (para complacer a la audiencia
de MTV), limitará y condicionará la libertad de expresión de vencedores y vencidos, sobre todo al instante
de pronunciar sus discursos de agradecimiento. Si a eso agregamos una transmisión diferida
con cinco segundos de retraso, el campo de acción rememorará el ambiente de censura durante el
perfomance de los Rolling Stones en el Super Bowl.
Aparte, L.A. Times y la prensa de la costa oeste presagian bajo rating, ante lo predecible del resultado
y la carencia de películas comerciales entre las rivales en pugna. Por ello se ha prolongado la duración
del exitoso pre-show, a costa de recortar la extensión del encadenado Celebrity Death Match.
¿También se hablará español?
Cuatro talentos iberoamericanos esperan obtener el espaldarazo de la academia:
los directores de fotografía Rodrigo Prieto y Emmanuel Lubezki, así como
los músicos Gustavo Santaolalla y Alberto Iglesias. Aunque es muy
temprano para cantar victoria, el viento de la montaña corre a favor
de Prieto y Santaolalla.
Dos vacas sagradas
con diferente suerte
El veterano John Williams acaba de conseguir su nominación
número 45. Un récord apenas superado por Walt Disney, quien
acumuló 59 postulaciones en vida. Williams irá por el oro con dos
trabajos: las bandas sonoras de Munich y Memorias de una Geisha.
Por el contrario, al viejito Robert Altman le concederán
la medalla por primera vez, y para mayor inri, con
carácter honorífico. Su rebeldía con causa será finalmente
distinguida, luego de levantar rechazos unánimes
de la academia.
Renegado absoluto de la fábrica de sueños y exiliado dentro de su país,
el tardío pero justo reconocimiento de Altman promete uno de los
momentos cumbres de la celebración. La ocasión perfecta para ajustar
cuentas, cara a cara, con sus demonios.
Brevísima historia del Oscar gay
En 77 ediciones del galardón, ninguna película gay obtuvo el premio
mayor. Tal homofobia latente comienza a ser contrarrestada a partir de
los 90 con las victorias (políticamente correctas) de Tom Hanks en
Filadelfia, de Hillary Swank en Boys Dont Cry y Charlize Theron en
Monster, tres intérpretes heterosexuales haciendo las veces de antihéroes
homosexuales, condenados por un entorno hostil. La materia pendiente
para el futuro es la reivindicación de un auténtico actor gay.
La hipotética consagración de Brokeback reconfirmará dicha tendencia,
y al mismo tiempo sentará un precedente inédito en los anales de las llamadas
categorías importantes. Por lo demás, muchos analistas consideran
el triunfo de Secreto en la Montaña como otra expresión del gusto
de la academia por premiar a minorías discriminadas y acosadas, bajo
el espíritu victimista de La Vida es Bella, El Pianista y La Lista de
Schindler.
Una cuestión de géneros
El melodrama, el western y el biopic son nuevamente los reyes de la
baraja para el poker de la Academia, tras el tímido ascenso del comodín
de la aventura en el año de El Retorno del Rey. Una vez más, la comedia
y el terror han quedado fuera del juego. Los ases del humor, como los
bufones, sufren la exclusión del Casino Royale y apenas pueden participar
cuando los invitan a animar la partida. De resto, no hay naipes marcados,
ni sorpresas debajo de la mesa. Como siempre, ganan la casa y
los apostadores de Las Vegas.
La consolidación del indie-meanstream
Ante el hundimiento creativo y económico de las majors en 2005, el
Oscar 2006 recaerá en manos de los independientes-dependientes. Es
decir, de las pequeñas extremidades de los pulpos corporativos. Así 6
tiburones de la comunicación se disputarán la preciada carnada del banquete
dominical: Universal y DreamWorks representando Munich,
Focus (Universal) en respaldo de Brokeback, UA-Sony Pictures Classics
a la defensa de Capote, Lions Gate a la vanguardia de Crash y Warner
a la cabeza empresarial de Good Night and Good Luck. Cada compañía
ha desembolsado de 2 a 15 millones de dólares en publicidad, para propulsar
la campaña de sus respectivos candidatos, en una carrera similar
a una elección presidencial.
Al margen de la justa figuran los estudios Miramax y los Hermanos
Weinstein, eternos acaparadores de la corona. Su marginación de la
competencia pone en evidencia la mala racha por la que atraviesan a
raíz de su rompiento con Disney. De igual manera no es casual la omi-
sión de King Kong, Harry Potter y Darth Vader de la lista de invitados
VIP. En su lugar, la academia ha preferido codearse con gente menos
George Lucas y más Paul Haggis. Un rechazo a la cultura yuppie de la
supeproducción en serie.
Un clima de referéndum
"Este es el año más activo a nivel político y humano que el cine ha visto
desde la década de los setenta". Steven Spielberg.
Si algo denota las nominaciones de 2006 es un progresivo distanciamiento
entre Hollywood y Washington (como en Watergate). La razón:
la caída en la encuestas del Nixon de turno. En cualquier caso, no hay
que ser muy Noam Chomsky para darse cuenta que en cada postulación
se estará dirimiendo un asunto político y social de alta relevancia
para el pueblo norteamericano.
Dando por sentada la posición asumida por Secreto en la Montaña,
cabe acotar que Buenos Días y Buenos Noches es una crítica al
mccartismo del pasado y al del presente de la acta patriótica; que
Capote se erige en un poderoso alegato contra la pena de muerte;
Munich ya sabemos por donde viene; y nadie puede obviar el temple
antixenofóbico y antiracista de Crash, a escasos meses de acontecer
la tragedia de Katrina. Aun así, vuelve a brillar por su ausencia el
tema de la guerra entre las cinco grandes. Después de todo, algunos
mitos siguen en pie.
Ganadores y perdedores a paso de neofolcklore
El domingo santificarán a los llaneros de moda, si los cálculos de los apostadores no
fallan. Por lo visto, el Tío Oscar se disfrazará de vaquero Marlboro, con Jeans
Wrangler, camisa a cuadros, botas Loblan y cejas de Luis Silva. "Como no voy a decir
que me gusta"…
Al lado, Truman Capote, quien abogará, junto con los invitados a la gala, por la
"buena causa" de la velada: el matrimonio homosexual en el año de su afirmación
constitucional.
En 2005, el tema fue la eutanasia y por eso resultó beneficiada Million Dollar Baby. Con
todo, "Terry Shiavo" no correría con la misma suerte que el personaje de Clint
Eastwood, pues agonizaría de mengua sin disfrutar de una muerte asistida. Oremos
porque el Oscar 2006 no empave a quienes pretende apoyar.
Así las cartas parecen echadas a favor de la apuesta de Ang Lee. Pero aunque su triunfo
es un secreto a voces, Crash le podría propinar una amarga derrota, Amén de sus
más recientes impactos en la temporada de piques largometrados. Le siguen en orden
de probabilidades Buenas Noches, Buena Suerte, Capote y Munich, la favorita sentimental
del Hollywood sionista.
Huelga decir que la comunidad judía de la meca está prácticamente de luto activo por
el anunciado fracaso de su pupilo, Steven Spielberg, en contraste con la posible victoria
de una cinta Palestina en la categoría de mejor película extranjera.
Con ello se intentará compensar la histórica islamofobia de la academia, así como su
parcializada militancia en el conflicto árabe-israelí, al premiar consecutivamente a melodramas
sobre el holocausto. Sea como sea, un interesante contrapunto al problema
de las caricaturas antimusulmanas en el contexto de las tensas relaciones entre medio
oriente y occidente, sin el olvidar el rollo iraní y la revancha electoral de Hamas.
Mejor dirección regresará a manos de Ang Lee o Spielberg, a menos que Clooney tenga
suerte. En el caso de perder, lo consolarán con la estrellita al mejor secundario, si la montaña
del vaquero Gyllenhaal no le parte la espalda antes. Aquí tampoco se descartan los
batacazos de Matt Dillon y Paul Giamatti, por roles aleccionadores de relleno.
Rachel Weisz no debería tener problemas para imponerse en best performance by an
actress in a supporting role. Detrás de ella suenan los nombres de las demás, con igual
intensidad mediática. Otro favorito de punta a punta es Philip Seymour Hoffman por
Capote. Lo escoltan David Strathairn, Joaquin Phoenix y Heath Ledger.
En cuanto a las protagonistas femeninas, Felicity Huffman y Reese Witherspoon están
prevenidas al bate. Por su trayectoria, ligamos desde acá por la primera, o sea por la
she-male transamericana.
En la marcha por el mejor documental, los pinguinitos de Bon Ice amenazan con
dejar fríos a sus cuatro oponentes: Murderball, Street Fight, Enron: The Smartest
Guys in the Room y Darwin's Nightmare. Ojalá que las crueles verdades de Enron,
Murderball, Street Fight y Darwin se impongan a los cuentos de hadas de las aves
migratorias (consentidas por la voz en off del todopoderoso Morgan Freeman). Lo
contrario sería tapar el sol con un dedo o destacar el
sueño edulcorado de la National Geographic por encima
de la pesadilla sin remedio.
También cruzamos los dedos por Tim Burton en el
apartado de la animación. Su ascenso a la tarima
parece garantizado, toda vez que los creadores
de Wallace and Gromit y la leyenda viviente
Hayao Miyazaki ya recibieron la estatuilla. De
todos modos, la entronización de cualquiera de
ellos conllevará la misma moraleja: la oligofrenia
digital sucumbe ante la inteligencia y la sensibilidad
de la técnica artesanal. Uno de los tantos
mensajes en clave a descifrar en la próxima
entrega del Oscar; la más desenfadada
de los últimos diez años. Síntoma de profundos
cambios culturales en ciernes.
Como diría Galeano, no faltará quien
crea que todo esto es un escándalo.
Escandaloso es que no haya ocurrido
antes.
CYAN MAGENTA AMARILLO NEGRO