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Berceo<br />
Núm. 159 (2010), pp. 23-62<br />
ISSN 0210-8550<br />
La opinión secuestrada.<br />
Prensa y opinión pública en el siglo XIX<br />
pública ya se había consolidado como un tribunal supremo que conformaba<br />
no el cuarto, sino el primero entre los poderes clásicos en que se dividía<br />
la organización del Estado. Bien conscientes de ese poder eran los propios<br />
periodistas, de manera que Modesto Sánchez Ortiz reconocía a principios<br />
del siglo XX que los periódicos, convertidos en intérpretes y jueces, podían<br />
convertirse en auténticos tiranos si abusaban de ese poder 6 . El presente<br />
artículo pretende justamente realizar una revisión de la relación histórica<br />
entre el concepto de opinión pública y la prensa a lo largo de la España<br />
del siglo XIX. Dada la amplitud del tema, así como la abundancia de las<br />
fuentes, acotaré el estudio a un punto sobre el que la historiografía ha<br />
prestado menos atención hasta la fecha: el modo en el que desde la propia<br />
prensa se entendió el concepto de opinión pública y su propio papel en<br />
relación con ella. Para ello no haré un análisis exhaustivo de alguna cabecera<br />
concreta, ni de una coyuntura histórica puntual, ya que el objetivo es<br />
efectuar una primera interpretación general -con todos los riesgos y limitaciones<br />
que ello implica- de la relación histórica entre prensa y opinión<br />
pública o, si se prefiere, de la autopercepción que la prensa tiene de dicha<br />
relación, de su propio discurso al respecto. Una aproximación que cubrirá<br />
un amplio periodo desde las Cortes de Cádiz hasta la Restauración, seleccionando<br />
algunos artículos de periódicos variados, tanto cronológica como<br />
ideológicamente.<br />
2. ILUSTRAR Y DIRIGIR LA OPINIÓN: LOS PERIÓDICOS EN TIEMPOS<br />
DE LAS CORTES DE CÁDIZ<br />
En el caso español la idea de que en un sistema de gobierno representativo<br />
debía existir una vinculación permanente entre gobernantes y gobernados,<br />
a través de algo que dio en llamarse opinión pública, arraigó en la<br />
coyuntura política abierta en 1808. Su fuerza, además de estrictamente<br />
política, por el rol otorgado dentro del sistema y funcionamiento político,<br />
era además moral, como la prensa se encargó de recordar de vez en cuando:<br />
“el poder moral que la opinión pública dará constantemente a los<br />
representantes del pueblo que no la desprecien” 7 . Es decir, que se ve en la<br />
opinión pública la fuente de permanente legitimación en el ejercicio del<br />
poder para esos representantes.<br />
Si bien es cierto que el nuevo concepto de Cortes, tal y como se reunirán<br />
en Cádiz a partir de 1810, había dejado atrás la vieja idea del mandato<br />
imperativo, en realidad este cordón umbilical entre los ciudadanos y sus<br />
representantes, entre los electores y el Parlamento, lejos de romperse se<br />
había hecho permanente al encarnarse en una nuevo concepto tan ficticio<br />
6. El periodismo. Madrid, M. Romero Impresor, 1903. Cito por la edición facsímil de<br />
la Fundación Conde de Barcelona, 1990, pp. 71-72. Agradezco la referencia de esta<br />
publicación a Víctor Rodríguez Infiesta.<br />
7. El Español, XXII, 30 enero 1812, p. 317.<br />
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