Cuentos para contar_cap 3 - Secretos Para Contar
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—¿Y eso que huele a sol y a sudor humano, qué es?<br />
—Mi ración de fororo con panela.<br />
Pero el Wanuluu no se convenció y volvió a insistir con una<br />
vocezota:<br />
—¿Dónde esta tu compañero?<br />
—He dicho que no tengo compañero —contestó el burro.<br />
—¡Si no me dices la verdad te mataré! —dijo Wanuluu.<br />
El Wanuluu tomó su puñal de hueso y se acercó al olivo donde se<br />
escondía el hombre. El burrito, empeñado en salvar a su amo, se volteó<br />
y le dio una tremenda patada que lo lanzó contra unas piedras.<br />
Pero el Wanuluu se levantó como si no hubiera sentido nada.<br />
—¡Caramba! —dijo en un susurro—. ¿Por qué me tiras piedras? No<br />
debías tirarme piedras.<br />
Y lo amenazó con su puñal de hueso. Comenzó entonces una<br />
lucha violenta entre el Wanuluu y el burrito. El Wanuluu hacía<br />
silbar el puñal y el burrito saltaba y daba patadas. Pero el Wanuluu<br />
parecía no cansarse. Daba un golpe. Y otro golpe. El hombre<br />
miraba desde su escondite, callado, casi sin respirar. Y no pensó<br />
en salir a defender a su burro.<br />
Cuando el burrito ya no podía más, el Wanuluu lo dejó en el<br />
suelo, montó su caballo y desapareció sin dejar huellas. Entonces<br />
el hombre salió de su escondite.<br />
—Mira, pues —dijo al burrito—. Yo no sabía que hablabas como<br />
nosotros—. Y nada más. Ni siquiera le dio las gracias por haberle<br />
salvado la vida. Trató de montarlo y seguir su camino.<br />
Pero el burro estaba tan herido que ya no podía caminar.<br />
Entonces el hombre se fue solo y dejó al burrito tendido en el<br />
camino. Cuando llegó a la casa de su familia, contó su gran aventura.<br />
Pero no habló del burrito.<br />
—¡Fui yo! —dijo—. Fui yo quien venció al Wanuluu.