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Canciones <strong>de</strong> Ja Guerra<br />
iban formando eou sus cuerpos, entre<br />
«ñas y otras trincheras... ¡Y qué<br />
espectáciilo aquel!, dice el soldado.<br />
Lo que más daño le hacía, lo que <strong>de</strong>sgarraba<br />
sus entrañas, eran los gritos<br />
<strong>de</strong>sesperados, terribles, <strong>de</strong> los herido^,<br />
<strong>de</strong> los moi'ibundos... Quién<br />
llamaba á voces á su madre, á su<br />
hermana, á su esposa, á sus hijos...<br />
Algunos, soldados <strong>de</strong> su mismo país,<br />
bretones como él, amigos suyos, llamábanle<br />
por su nombre, <strong>de</strong>mandándole<br />
un socorro imposible.<br />
Y el pobre hombre, llevábase las<br />
manos á la cabeza y exclamaba:<br />
"¡Qué gritos, señor, qué gritos más<br />
espantosos! Los llevo aquí, los estoy<br />
oyendo siempre... Y esos gritos no<br />
me <strong>de</strong>jan dormir, me impi<strong>de</strong>n <strong>de</strong>scansar".<br />
• •*<br />
TJn soldado vuelve, herido á su<br />
hogar paterno. Su tristeza es tal, que<br />
su madre, advirtiéndola, le pregunta<br />
por qué está tan apesadumbrado.<br />
El soldado, con voz conmovida, hace<br />
á su madre este breve y doloroso<br />
relato:<br />
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