- Page 1 and 2: HONORATO DE BALZAC EUGENIA GRANDET
- Page 3 and 4: para sostener el tiesto de arcilla
- Page 5 and 6: frigio, sustituyéndole con un gran
- Page 7 and 8: particularidades de su vida suscita
- Page 9 and 10: señorita Eugenia. El banquero señ
- Page 11 and 12: por tapias espesas, húmedas, invad
- Page 13 and 14: trabajaba. ¡Cuán gratas compensac
- Page 15 and 16: Durante la comida, Grandet, satisfe
- Page 17 and 18: —Es verdad—indicó la señora G
- Page 19 and 20: Después, estrechando á la hereder
- Page 21 and 22: —¿Ha vendido usted su cosecha?
- Page 23 and 24: —Si usted quisiera dar tijeras de
- Page 25 and 26: jugado nunca en aquella casa, un al
- Page 27 and 28: Adolfo no pudo continuar, porque su
- Page 29 and 30: El militar colocó una chinita sobr
- Page 31 and 32: la presencia de su primo hizo surgi
- Page 33 and 34: —Pero ¿y tu padre? —¿Te parec
- Page 35 and 36: —Señor—dijo por fin Adolfo á
- Page 37: se parece á su madre y no te dará
- Page 41 and 42: —Señora, ¿no debemos procurar a
- Page 43 and 44: conocía á Nanón. Las dos criatur
- Page 45 and 46: Nanón quedó maravillada al ver un
- Page 47 and 48: sus múltiples efectos, Eugenia se
- Page 49 and 50: Inmediatamente, Eugenia bajó y cor
- Page 51 and 52: —¿Quieres tirar la casa por la v
- Page 53 and 54: —¡Entonces es bueno de comer!—
- Page 55 and 56: —Cuatro veces ocho pies—respond
- Page 57 and 58: —Ya veremos eso—murmuró Grande
- Page 59 and 60: Eugenia cesó de comer. Su corazón
- Page 61 and 62: —¿No te agrada á ti también?
- Page 63 and 64: Después arrancó las hojas más ve
- Page 65 and 66: —¡Un perdigón! —se decía Eug
- Page 67 and 68: —Si me conociese usted, sabría q
- Page 69 and 70: Las desgracias presentidas ocurren
- Page 71 and 72: —Y ¿tú no comes, mujer?—dijo
- Page 73 and 74: —Los coches y el caballo son inú
- Page 75 and 76: —Ta, ta, ta, ta—dijo el toneler
- Page 77 and 78: —¿Se necesita mucho tiempo para
- Page 79 and 80: Era imposible dejar de ver en aquel
- Page 81 and 82: piel de Rusia, aunque careciera de
- Page 83 and 84: —Dice que no quiere comer—respo
- Page 85 and 86: Grandet fué hacia la chimenea. —
- Page 87 and 88: prefieren negar los desenlaces, á
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personalidad. Ese ser no se apoya m
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mundo habitual. Autorizada por el p
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—Toma, Cornoiller—le dijo la se
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esfuerzos como si quisiesen acabar
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quiebra, y si ningún acreedor requ
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—Pero escuche usted—gritó el p
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—Yo soy un pobre agricultor, y na
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—Procuraremos quedar de acuerdo l
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Y cuando los de Grassins estuvieron
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—Además, iremos á escape. Sus i
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—¡Renunciar ya á él! No, yo no
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años tu hija tendrá diez y ocho,
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«Mi querido Alfonso: En el momento
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—¿Cómo he hecho esto? ¿por qu
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Y tomando la cajita, la sacó del e
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—Y viñas y prados... —¡Miseri
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—Esta noche he estado yo en Anger
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—¡Pobre Nanón! ¿Quieres beber
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—Señor—respondió Carlos—ya
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libras, que Cruchot me prestará, p
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—¡Así sea!—gritó Nanón abri
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—¡Ah! tío mío, usted dulcifica
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y apreciar correctamente el estado
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—Señora, el cielo es testigo de
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ellas, Carlos vivía y andaba aún
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—Está bien—repuso el buen homb
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—¡Acabará por comprar Saumur!
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—Bien, me lo enseñarás después
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—No. —¡Por vida de...! Cuando
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—Es un secreto inviolable. ¿No t
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—Eugenia, está usted en mi casa,
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—¡Al río! ¡al río!—gritó e
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—Ya está usted viudo, señor—l
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Durante las veladas nocturnas de Sa
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Desde que su mujer cayó enferma, e
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—¿Qué hay de bueno, maese Cruch
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—¡Claro que sí, amigo mío! ¿S
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—Sí —Vaya, vaya, á noventa y
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—Esto es de Carlos ¿verdad? —S
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—¡Señor, el ama se muere!—gri
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ápidamente hacia la muerte. Cada d
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—No comprendo ni jota de lo que u
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Grandet no era un secreto para nadi
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Saumur; seis millones en papel del
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seno de dos pensamientos infinitos,
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—¡Cómo! Nanón—dijo una noche
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por el brillo de las ideas aristocr
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Nanón la recogió. «Mi querida pr
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cargo del Estado que más le agrade
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—Pues bien, señorita, ocupándon
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—¡Un mes!—-murmuró Eugenia, d
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—Quédese usted, señor president
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éste entraba en su habitación ano
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—¡Qué tontería! ¿Quién es es
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apaga en la época en que se apagó