TERAPIA SEXUAL A DOMICILIO Por: Mercedes Azcano Torres Cuando Lalo se percató de que Joaquín, su papá, había cogido la maña de traer una amiga de su Círculo de Abuelos para encerrarse en el cuarto, comenzó a preocuparse. Con la oreja pegada atrás de la puerta se horrorizaba de las carcajadas de ambos ancianos. Tras días de dudas, se atrevió a inquirir por aquella señora y el viejo, tan fresco, le espetó en la cara, que se trataba de su terapeuta sexual a domicilio. -Pero, papá, ¿tú estás loco? -preguntó el azorado Lalo- ¿y si tu nieto Douglas se entera? -Quién sabe, tal vez a él también le gusten las clases de Teresa -se encogió de hombros el abuelo. Como no pudiera aguantar la curiosidad, Lalo decidió esconderse en el closet del cuarto del padre, para espiar lo que consideraba una "perversión". Y así, aquella mañana los vio encerrarse nuevamente. Para su asombro, en lugar de ir a la cama, se sentaron frente a la computadora y la encendieron. Teresa sacó una memoria flash del bolso y la conectó. Ahí mismo se escucharon las estentóreas carcajadas. "Seguro empezaron a gozar sus porquerías", pensó el abochornado Lalo, que desde su posición no podía ver la pantalla del monitor. Media hora aguantó sin moverse, hasta que los tortolitos se cansaron. Como en otras ocasiones, Joaquín acompañó a Teresa a su casa. Momento que aprovechó Lalo para husmear en los archivos de la computadora. No tardó mucho para descubrir la carpeta prohibida con el nombre de: Terapia sexual. Al abrirla, encontró un grupo de presentaciones digitales. La primera, etiquetada como "Con las manos en la masa", mostraba a una cocinera, embarrada de harina hasta la cabeza, preparando unas empanadas. La segunda, "Sexo en diferentes posiciones", consistía en una sucesión de imágenes de la palabra SEXO con ubicaciones diferentes en cada diapositiva (al principio, al centro y al final), para ser leída lo mismo horizontal que verticalmente. Boquiabierto, pinchó la tercera titulada "Cochinadas" y vio desfilar una serie de cómicos cochinitos ejercitando los músculos en divertidas tandas de ejercicios. Fue entonces que Lalo escuchó una carcajada a sus espaldas. -Sabía que te encantaría mi terapia sexual -le dijo el padre, muerto de la risa al pillarlo in fraganti. Mientras el hijo tartamudeaba sus excusas, Joaquín se sentó a su lado, le puso la mano en el hombro, y continuó mostrándole las extravagantes diapositivas, regalo de Teresa, su terapeuta a domicilio. Mal estudiante busca buenas notas para relación duradera.
El asesino mudo las mataba callando.