Ecos de Santiago. Diciembre 2007 - Casa Escuela Santiago Uno

Ya llevo en Santiago alrededor de tres meses y medio, los cuales no han
sido nada fáciles para mí. He aprendido muchas cosas acerca de la vida, de
las que no se enseñan en los colegios, y por las que muchas veces he tenido
que pasar malos ratos. He cambiado mucho desde que llevo aquí. Gracias a
todo esto, ahora se valorar mi situación familiar, han mejorado en gran
medida mis relaciones sociales en general,… Gozo, pues, de mayor calidad
de vida.
Estar en Santiago me ha ayudado a recuperar el hábito de estudio
perdido, lo que va a revertir en la consecución futura de unos estudios
superiores (o por lo menos esos es lo que pretendo). Sobretodo, y lo más
importante, es el impulso que se me ha dado en mi desarrollo como persona
y en mi evolución hacia lo que será un adulto racional, librepensante y
coherente, así como en la formación de un espíritu crítico.
Los únicos estudiantes de Bachillerato en la Casa somos yo y otro chico,
que va a clase conmigo, cuya situación es muy diferente a la mía, pues para
él, esta Casa es su hogar permanente (ya lleva en la Casa más de cinco
años)… En cambio, para mí, esto es solamente una segunda residencia
donde únicamente voy a estar temporalmente, a pasar un periodo de mi
vida en concreto.
El Centro, además de reformar o reeducar a chavales que ingresan de
forma privada, por iniciativa paterna (como es mi caso), realiza una
importante labor social, como es el acoger a todos aquellos menores que,
por circunstancias ajenas a su voluntad, se ven solos o necesitan el tutelaje
externo de su familia, debido a la Ley de Protección de Menores. También
hay otras situaciones: chicos que, habiendo infringido la ley, están
cumpliendo una medida impuesta por un juez, destinada a su reinserción
social. Por último existe un colectivo de extranjeros (en su mayoría
marroquíes), los cuales se encuentran internos en aras de una situación
económica estable, arreglo del papeleo irregular y de su integración.
En cuanto a la dinámica del estudio se refiere, tenemos tres horas todas
las tardes, divididas en dos tiempos de 1½ h obligatoria. Debido al reducido
número de estudiantes de Bachillerato aquí en Santiago, la única facilidad
que se nos da es la de estar en un reducido grupo de estudio, en el que
estamos cuatro chavales, de los que dos, como ya he dicho, somos de
Bachillerato. Con esto se logra un seguimiento más personalizado en los
estudios, consiguiendo, además, la atención y la ayuda de cada uno de
nosotros por parte de un educador licenciado en Ciencias
Medioambientales, con los recursos y los conocimientos necesarios, de
modo sumamente holgado, para socorrernos cuando se requiriese.
Dani Triana