- Page 1 and 2: Prólogo en el cielo EL HÉROE.- (D
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- Page 5 and 6: EL HÉROE.- (Asustado.) ¡Señor!
- Page 7 and 8: sido hecho se hizo sin Mí. En Mí
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- Page 11 and 12: EL HÉROE.- Yo qué sé... Ahora en
- Page 13: del mismo Marineda, una señora, un
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- Page 19 and 20: tu del Kempis, pero sin mendigar. L
- Page 21 and 22: gaba a adquirir la pasión amorosa
- Page 23 and 24: sa: rendir infaliblemente su cosech
- Page 25 and 26: dos, competencias, murmuraciones, d
- Page 27 and 28: ques a mis padres, cuñado, hermana
- Page 29 and 30: nación tan radical como la de tras
- Page 31 and 32: -Pero esposa, Ilda... Cuando compre
- Page 33 and 34: Me afligía dejar a Lugo, por lo mi
- Page 35 and 36: le, que sólo podría condensarse e
- Page 37 and 38: se podía encerrar en dos síntomas
- Page 39 and 40: do allá en los venturosos días de
- Page 41 and 42: excepto el bigotillo de hisopo y la
- Page 43 and 44: mas, sólo tenía un galán. Aunque
- Page 45 and 46: gen del camarín de la Catedral, m
- Page 47 and 48: vas del páramo a esa clase de edif
- Page 49 and 50: Dos resultados daba esta altura de
- Page 51 and 52: forma... ¿cómo diré? forma asfix
- Page 53 and 54: No fue este el único alarde de ind
- Page 55 and 56: ciencia, y tampoco han de buscar en
- Page 57 and 58: agua quien vociferase más. Gimnasi
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-¡Tienda usted las cartas, hombre!
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-Sí, señor... Una chica así... b
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usted con el haber que por clasific
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verdad, también me satisfacía ten
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Se alzó un clamor aprobando el par
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-Era lo que llaman una mole, señor
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Me volví sobresaltado, restituido
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¡Naturaleza, naturaleza! Me quedé
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don de su raza que se conoce por sa
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zas de mi Ilda: cuando llegamos a M
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Hasta para ese argumento, al parece
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pensamiento profano? En eso sí que
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tito que calzaba el pie meridional
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El sobrealiento de la señora proba
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-¡Dos niñas! -repetí, sin que ot
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arresiditas de frío! ¡A ver, a ve
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se transformaba de repente en la mu
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el jarabe su asistente; y como Mora
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con más babas que un caracol; y se
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de sus caritas, con la aureola de e
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y se festeja el nacimiento como si
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soberbio; pero si no aparecían, ¿
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de la infeliz señora en el recibim
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llegué a sospechar más adelante,
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engáñate? Viene a curiosearlo tod
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Me detuve, porque Ilda, incorporán
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de. Seriamente preocupado, como si
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idea de desahogar mis cuitas en el
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-Es que doña Milagro... -pió el a
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mo hay való pa enviá a esos angel
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a, y valiéndome de su debilidad, l
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migo, conmigo que no la farto en n
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La andaluza me contestó entre lás
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y tan polvorilla? El comandante, vi
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-No he dicho ná. Abajito ma pronto
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máscara de una arpía furiosa. ¡Q
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empujar las riendas del poder domé
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inmensa por haber ocasionado involu
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hermanitas y se las pusieron en bra
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algún diálogo soso. «Hace frío,
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formaba sonidos; su redondo pecho s
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dormitorio; y obligándola a detene
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sado su carácter, que más que bul
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des, pero que son verdaderos contra
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y una asombrosa memoria, por lo cua
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digo que la voy a dejar en herencia
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-Y di, papá. Los que se matan a s
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el dulce y natural imperio de la co
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negrísimas pestañas. Miraba con s
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No rompe los vestidos ni los zapato
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do, menos a doña Milagros, que se
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envió a Nené, regalándosela en p
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Llamábase el tío Farruco de Corni
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-En otro tiempo, señor -dijo el vi
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-En julio, señor mi amo, pierda cu
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mandarme cuartos, mándeme los que
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y con doce duros se calza a seis cr
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me viejo, morirme el día menos pen
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-¿Qué sabes tú, pispajo? -¡Vaya
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egazo a la nena-. ¡Anda! Si parece
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Al oírme decir esto, la comandanta
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Oyose en esto la voz de Tula, que l
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que eran muy bellas mis hijas: lo c
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-Sí señor: soy próximo pariente
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sar, poner el dedo en la llaga, nad
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estaba entretejida de hilos de colo
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seguro de encontrarme siempre allí
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vechados; la pasamanería que guarn
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virtud de doña Milagros, me abrió
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pera yo veía la hilaza. Sí, la ve
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cretas, directas, fundadas, ¡qué
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austera, mi hija repugnaba ver y se
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tro afecto. Si la señal del provec
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-Pues es lo que yo quería decir; q
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pensado te dará el disgusto del si
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-Chiquilla, no inventes patrañas.
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hija la devota. Dio la gente en fij
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Estábamos en Carnaval. En Marineda
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teleta vieja de la señora, un abri
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-A ver a mamá -declaró Argos, tom
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te de fiesta, y ella allí, abandon
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mirando cómo declinaba el sol y su
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de mis mandatos. Nunca la vimos má
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idionales. Las paredes estaban llen
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etóricas para desir que se le apre
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muy aplicable al caso presente, o s
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Me resonaron dentro estas palabras
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-Que... vamos, en el caso de su hij
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a, Cristo la haya perdonao, pecaba
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asistente), hubo que dejarse llevar
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Abre ese cajón, Visente, alhajiya.
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crucé los brazos sobre el pecho, c
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pues lo mismo fue calmarse mi vergo
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¿Quién, si tiene la fortuna de se
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Apenas salí de la iglesia, donde A
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juntos, pero descuidados, y, la boc
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o se cena...? ¿Comprende usted? Po
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ches» me condujo a un sillón de g
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siese, y que puede comprobar cuando
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No sé por qué, esta alusión a mi
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hija, o al menos de impedirla que s
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¿Por qué mi pensamiento se convir
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El Jesuita se levantó de pronto, l
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piese lo que se sufre! No parece si
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-¿Eh? ¿Qué... qué dice usted?..
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no es de esas arrebatadas, ardiente
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-Nada: la dota su padrillo, el Peni
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Me había ordenado en el confesonar
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quien incurra en la vulgaridad de e
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por diferencias de organización, c
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Cuando expresaba estas opiniones ta
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oficios domésticos que, en mi opin
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No dijo más Moragas, ni era precis
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nes que se forja la fantasía human
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y erizó sus cabellos, vino a resba
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-¡Dios mío! -murmuré lleno de af
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cuentísimo lenguaje: «Ahora no po
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-Mire usted, don Mauro.. usted es a
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nunca... Ya la han tomado... ¡y mu
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qué condenaste al amor a los que y
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ción, excitada por acontecimientos
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A primera vista yo no había podido
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es la política de los aplazamiento
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su ama... En fin, le aseguro a uste
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gíamos la palabra el rico viudo y
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-No, no le conviene a usted... ¿Qu
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-Y además, pregunto yo: ¿qué nec
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El camastrón de Sobrado no insisti
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-Son... son trampas de Tula... porq
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como alicaído yo, sacaron la necia
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como pintan a las Concepciones, los
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Milagros me producía pecaminosas i
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-Las hija, por orden de edaes. Tula
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dise, un alma de Dios, un bonusir,
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grano es que hoy cobro yo la letra.
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señora, enrollando la letra alrede
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y mi repulsión, al escuchar la car
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en el mundo todo lo hase Adán por
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nos queremo, sí señó, nos querem
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las criaturas de Dios. Y tampoco po
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tentaba ser ironía-. ¡Adanes así
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cindiendo de los demás cuidados y
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gos? ¿para qué se ha inventado la
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No me salía a mí la cuenta de las
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negociante, desabrochándose y echa
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tellaban atención e inteligencia.
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presa: no permite que entremos ni e
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cuatro gritos que usted le pegue, n
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envió dos novelas de Víctor Hugo;
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de mi trabajo... como había de viv
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-Vamos, vamos, juicio... Mete esa c
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porque repitió con entereza que es
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Aquella tarde Rosa vino a decirme q
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fórmulas que aplicaron en sus juve
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porque ya conozco este mal, y otra
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alda con manchas sombrías, se agit
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descubrimientos, gloria de las emin
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padocia diagnosticó por primera ve
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e los labios, me hizo expresiva se
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mento solemne que ni volvería a pi
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Me quedé perplejo. La no fingida a
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es mi cortejo? Vamo, dígamelo ust
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fuego a la casa; y de que arda y ar
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muy atildada y peripuesta, de gabá
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-Como ha estado tan mala, y todaví
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-De cristalinas linfas celestiales.
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ción. Dios sabe si la amenazaba un
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Marineda tal vez para siempre, y qu
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Por momentos, Argos se restablecía
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La frescura deslumbradora de su tez
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vestidos de seda, y en su cabeza y
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tuarse en las bocacalles, esperando
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cler de una boca, el coquetón y es
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cendía hasta el borde de la falda
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no escuchaba. Y sin embargo, no per
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era doña Milagros. ¿Cómo permit
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mos la había prometido, el soldado
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para retorcer el moño, se abrió c
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propuso que se avisase al herrero;
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Vicente. La furibunda mano del suic
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io, era la forma en que correspond
- Page 427 and 428:
tiempo, me estremecía pensando en
- Page 429 and 430:
Digo esto, porque ¿quién creería
- Page 431 and 432:
volvió contra sí su rabia, tan at
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-Ustedes no ven en todo más que ma
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encontraba su media naranja, y se m
- Page 437 and 438:
diencia a ineludibles leyes natural
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Mándela a Madrid a estudiar, aunqu
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mas, que mientras la mirase y oyese
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zón. Y la idea me infundió al ins
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Si en Marineda armó alboroto el qu