MCC 2003: MCC 2003: - Mondragon

EDITORIAL
Reflexionar ante el cambio
Cada vez es más difícil predecir el futuro de la
economía mundial y desde luego a la luz de los últimos
acontecimientos, desde setiembre de 2001, se puede decir
que es imposible acertar en predicciones numéricas a cuatro
años. Sin embargo, los cambios que se están dando en esta
economía globalizada marcan tendencias que sí son
predecibles.
Entre los cambios más importantes, se pueden citar la
ampliación de la Unión Europea a 25 Estados, con la
incorporación de diez nuevos países a partir de mayo de este
mismo año, la evolución de la economía china e internet.
Tanto la ampliación de la UE como la evolución del
gigante chino están incidiendo ya en nuestros negocios y
están provocando un fenómeno que aparece con
recurrencia en las páginas de los periódicos: la
deslocalización.
Seguramente, la deslocalización es un fenónemo con
antecedentes; es decir, el traslado de puestos de trabajo de
unos países a otros ya se había experimentado con
anterioridad y, de hecho, la economía española se ha
aprovechado de este fenómeno después de su ingreso en la,
entonces, Comunidad Europea. Sin embargo, ahora se está
dando de otra manera. Antes se producía la sustitución del
factor trabajo por el factor capital, es decir, se invertía en
máquinas que sustituían el trabajo humano y con eso se
mejoraba la productividad, se reducían costes, se ampliaba
el mercado, se ampliaba la actividad y había una creación
neta de puestos de trabajo en las empresas matrices.
Ahora, sin embargo, se está produciendo la sustitución
del factor trabajo por factor trabajo, sólo que en otros países
donde este factor es mucho más barato. Y ahora ya no está
tan claro cuál es la repercusión en los puestos de trabajo
netos de las matrices.
Pero también se están produciendo otros cambios que
abren nuevas oportunidades, como Internet, los cambios
demográficos, y los cambios medioambientales.
Internet es un fenómeno imparable que por una parte
incrementa la competencia –ya que aumenta el número de
competidores–, pero por otra amplía el número de
mercados, los acerca y además en sí mismo abre nuevas
oportunidades de negocio. Internet va a cambiar en el futuro
la forma de gestionar las empresas. Es por tanto un elemento
que debe analizarse en profundidad para tomar medidas
que eviten o minimicen las incidencias, y por otro lado que
permitan aprovechar las oportunidades.
Los otros dos cambios, los demográficos y los
medioambientales, cabe verlos como oportunidad de
creación de nuevos negocios en sectores emergentes como
son los relacionados con la salud, tanto en temas
asistenciales como de biociencia y equipamiento médico, así
como en energías renovables y en actividades de reciclaje.
Asimismo, hay otro elemento de cambio de difícil
estimación y cuyo impacto puede ser más fuerte en unos
negocios que en otros: la falta de adaptación a funcionar
con una moneda fuerte como es el euro. Antes estábamos
acostumbrados a funcionar con una moneda débil, la
peseta, y las pérdidas de productividad se compensaban
con sucesivas devaluaciones. Ahora no es así; el euro es una
moneda fuerte y lo que está sucediendo es que estamos
perdiendo paulatinamente productividad, es decir,
competitividad.
De cara al próximo Plan Estratégico, que estamos
realizando este año, cada negocio debe reflexionar sobre
las estrategias a seguir en este escenario complejo, el
impacto de los cambios en su negocio, y las medidas a
adoptar, especialmente las dirigidas a aprovechar
oportunidades. Y aunque la gestión empresarial cada vez se
está acomplejando más, porque a los cambios hay que
añadirle exigencia creciente de cumplir cada vez más
normativas internacionales, cabe citar tres ámbitos en los
que la reflexión tiene que ser especialmente profunda:
pensar sobre la conveniencia de hacer un Plan iEmpresa, es
decir, un plan en el entorno de las TIC´s o de Internet;
analizar a fondo la Internacionalización, preguntándonos
para qué o con qué objetivo; y como tercer ámbito, el de la
Innovación, para desmarcarnos de nuestra competencia.
Y es importante que esta reflexión estratégica sea amplia
y participativa, –lo es en cualquier empresa, pero más si
cabe en nuestra empresa cooperativa, en la que la
participación es una seña de identidad auténtica que
compromete a los trabajadores en su gestión– de forma que
el Plan Estratégico que en última instancia se defina sea
realmente un “proyecto compartido por equipos
comprometidos”.
3 APIRILA 2004 ABRIL TU