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CASTELLÓ AL MES - Noticias 964

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Abril 2013<br />

3<br />

Editorial<br />

En busca del<br />

“saludo” perdido<br />

En la actualidad la comunicación entre vecinos se ha ido acomodando<br />

a los tiempos que corren, convirtiéndose extremadamente<br />

fría y reacia a una relación cordial y afable como antaño.<br />

Vivimos en la era del modelo de comunicación vía satélite, donde<br />

resulta más sencillo comunicarnos con un argentino que con el vecino<br />

del quinto. Internet se ha convertido en nuestra pareja de hecho, siempre<br />

fiel a saciar nuestra sed de conocimientos, a la carta y al minuto, lo<br />

que conlleva olvidar la necesaria relación de vecinos e incluso familiar.<br />

Las prisas, la cada vez más extensa jornada laboral y un fuerte sentido<br />

de la individualidad han ido propiciando el aislamiento. Uno está<br />

rodeado de semejantes y, sin embargo, en demasiadas ocasiones no<br />

encuentra a nadie con quien hablar.<br />

Hace unos años, no compartir saludo, comentario y un poco de<br />

sal era sinónimo de profunda antipatía. Pero poco a poco la influencia<br />

urbanita de no saludar ni a los vecinos, se ha trasladado hasta los mismísimos<br />

pueblos, donde las buenas formas van quedando olvidadas.<br />

Parece ser que el día que repartieron los buenos modales la mayoría<br />

nos encontrábamos de asuntos propios.<br />

El saludo es amabilidad y afecto, familiaridad, educación y respeto;<br />

por lo tanto obviar un simple “buenos días” o “buenas noches”<br />

demuestra la falta de formación cívica y pérdida de valores racionales.<br />

El saludo es una expresión universal de cortesía y afecto; una demostración<br />

de poseer valores humanos y una cierta categoría personal<br />

por encima de posición o estatus social. Se trata sencillamente de una<br />

deferencia hacia el prójimo, lo cual, por si sirve de algo, nos diferencia<br />

de los animales.<br />

Supongo que todo esto es debido a que la sociedad actual se ha<br />

convertido en demasiado egoísta, introvertida e impersonal y hasta<br />

en algunos casos en soberbia y corrompida, socialmente hablando.<br />

Esperemos que con el tiempo y algo de voluntad le demos la vuelta<br />

al calcetín y se repare el descosido social que existe en la actualidad.<br />

Es cierto que ninguna ley escrita nos obliga a saludar al vecino en<br />

el ascensor, pero las buenas formas no están reñidas con los momentos<br />

difíciles que vivimos. Además, de paso, aprovechamos para sacarle<br />

partido al dinero, que un día, gastaron nuestros padres en educarnos.<br />

El saludo es un gesto de cortesía y generosidad; no cuesta nada y<br />

hace que la convivencia sea más cordial y agradable. Y lo más importante<br />

en estos tiempos: la inversión es cero y el resultado nos refuerza<br />

la autoestima, tan necesitada en estos momentos. Como ven, estamos<br />

hablando de máxima rentabilidad personal a cambio de un simple<br />

saludo.<br />

Aunque no haya obligación de hacerlo, es de buenos modales saludar.<br />

Ya sé que habrá quien no esté de acuerdo conmigo, pero como en<br />

todo, solamente es cuestión de educación.<br />

CASTELLO <strong>AL</strong> <strong>MES</strong><br />

Javier Navarro Martinavarro<br />

Director de <strong>CASTELLÓ</strong> <strong>AL</strong> <strong>MES</strong>

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