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“Hay noticias que no venden”, dicen algunos periodistas. Entre ellas están los dramas constantes y terribles que lamentablemente van en aumento a nuestro lado, ocultos por el bombardeo de las noticias que nos muestran. Más allá del paro como cifras, están las familias. Los nombres y apellidos de los que ven pasar el tiempo sin una solución. Pero también están los indigentes, que no sólo son “pobres de las calles”, pues su realidad actual deriva de una mucho peor. En España, un gran porcentaje de ellos son fruto de fracasos sentimentales, familiares y sociales. Muchos, hoy alcohólicos o drogadictos, acarrean no sólo las historias de esos fracasos, sino el recuerdo doloroso de tiempos mejores. Hace poco un indigente declaraba a un periodista; “mis peores noches son las de navidad, cuando recuerdo mi familia y a mi hija ilusionada con los regalos”. Otro ejemplo está en un área de la sanidad (que aunque muy buena en términos generales), coloca a España a la cola de Europa en cuidados paliativos. Tenemos pocos centros especializados en enfermos terminales. La mayoría de los pacientes que son derivados a sus hogares, mueren sin haber recibido la visita de un especialista en este tipo de atención extrema, y por otro lado, no es fácil tener acceso a los medicamentos contra el dolor. Estos datos son parte de un informe internacional realizado por “The Economist Intelligence Unit”. Por esto alguien dijo: “mucha gente en España no tiene una muerte digna”. Pero también está la generación “ni, ni”, los chicos del fracaso escolar de hace unos años atrás. Algunos de ellos son fruto del “boom” de la construcción que prefirieron dejar de estudiar para trabajar en las obras; y hoy están sin estudio y sin trabajo. Chicos, que muy temprano llevan el fracaso y en muchos casos el resentimiento como señas de su identidad. No todos experimentan esas emociones, pero sí planea sobre sus vidas ese veredicto que sin misericordia pone la sociedad a los “fracasados”. En todos los casos se es muy joven para asimilar esto y sobre todo, se era muy joven cuando se dieron los primeros pasos en ese fracaso. El asunto es que hoy la sociedad no da oportunidades. Así nos encontramos con tantos dolores, tantas necesidades, tantos nombres y apellidos del dolor o de la miseria en una sociedad del primer mundo. Y así, oímos muchas veces la pregunta “¿Dónde está Dios?”. Más allá de cualquier conclusión teológica, debemos mostrar la respuesta. Respuesta que debe salir de los templos, siendo sal y luz y siendo levadura en medio de la masa. “El Reino de los Cielos se ha acercado”, decía Jesús, mostrando el corazón y el carácter del Padre, su poder en milagros, su Palabra que convencía de pecado, su misericordia, etc. Donde él estaba, todo era diferente. Había paz, fe, esperanza y hasta la comida se multiplicaba. En medio del dolor y el fracaso, sin aislarnos, sin entretenernos ni escondernos, cada uno somos sal y luz, levaduras del Reino que al meterse con poder en la masa le cambian la condición. Podemos hacer mucho más de lo que pensamos. Mt.5:13-16 Daniel Palma Luz en la oscuridad <strong>KERI</strong> <strong>MA</strong> G 15