PORTADA - Libertas

ANÁLISIS FRANCISCO FORTUÑO
ffortuno@ymail.com
LA SEGURIDAD AÉREA
al desnudo
Añoro los tiempos en que viajar
por avión era más sencillo. Mis
primeros recuerdos en un avión
me remontan al DC 4 de Aeronaves de
México, que cubría la ruta Ciudad de
México-Cd. Juárez en aproximadamente
cinco horas y hacía escalas en
Torreón y Chihuahua. En aquellos
vuelos no había mesita desmontable
y los alimentos te los servían en
una charola y una almohada que
colocabas sobre tus rodillas.
Con la llegada del jet surgieron
las mesitas de servicio,
las mascarillas de oxige-
no, los equipos de audio y
video y vuelos
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más cortos y cómodos. Uno llegaba con una
hora de diferencia al mostrador de la aerolínea,
documentaba el equipaje, para luego
llegar a la sala de espera y subir al avión con
sólo dar un pase de abordar. Así de fácil, así
de sencillo.
Luego llegó el 11 de septiembre del 2001
y todo cambio... En cuestión de semanas se
dispuso que las cabinas fuesen blindadas,
los puntos de revisión se reforzaron con
detectores de metales, aparecieron los
cubiertos de plástico, la prohibición de
llevar abordo líquidos y artículos personales,
como un pequeño par de tijeras o
un cortaúñas, y tantas cosas que ahora
a nueve años de distancia nos hemos
resignado a padecer.
Detesto quitarme la chamarra,
el cinturón y zapatos y colocarlos
en una banda para su revisión con
Rayos X, pero llegué a pensar que
las cosas no podrían empeorar;
me equivoque. El pasado 25 de
diciembre un joven musulmán
adinerado, Umar Farouk Abdulmutallab,
abordó un avión de
Northwest, que cubrió la ruta
Ámsterdam Detroit, burlando los dispositivos
de seguridad, ya que llevaba explosivos
pegados a su cuerpo. Abdulmutallab falló al
momento de hacer estallar los explosivos, a
unos minutos de que el avión aterrizara en
EEUU, pero el incidente cambiará nuevamente
la forma en que viajaremos en avión.
Esta vez se trata de decir adiós a nuestra privacidad
personal y la de nuestros seres queridos.
En breve Estados Unidos y otras naciones
pondrán en uso el más moderno escáner de
Rayos X, que permitirá a los agentes de seguridad,
entre otras cosas, ver a través de nuestra
ropa, incluyendo la interior.
El procedimiento consiste en pedirle al pasajero
que se coloque de pie debajo de un arco
metálico, que levante los brazos y separe las
piernas, a fin de verificar que no lleve escondido
bajo las ropas algún material explosivo
o de otro tipo, que pudiera poner en riesgo la
vida del resto de los pasajeros. Se trata de un
escáner de imagen completa, una herramienta
que mostrará en una pantalla fielmente y sin
pudor alguno cada parte del cuerpo humano.
Así nuestra pareja, familia, padres, hijos,
abuelos serán sometidos al escrutinio de un
escáner corporal, al que no se le escapa detalle
físico alguno. Las autoridades dicen que
es un precio que hay que pagar para evitar una
tragedia.
En lo personal, puestos a escoger prefiero
el exceso en las medidas de seguridad, que la
opción de que algún extremista musulmán o
de otra tendencia haga estallar el aparato en
el que viajo. Lo difícil es creer que esta tecnología
se va a limitar a la aviación comercial.
El argumento de la seguridad se podrá aplicar
también para colocar un escáner en accesos
a una estación del metro, un museo, plantas
generadoras de energía, pozos petroleros y,
en el caso concreto de los Estados Unidos, el
Monumento a Washington, la Nasa, el Capitolio
y, por qué no, Disneylandia y la Casa
Blanca.
24 enero 2010