LA MARAVILLOSA GRACIA ELENA G. DE ... - Iasdsanjudas.com
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otorga su gracia. Esos seres celestiales no tienen el más mínimo conocimiento de<br />
la gracia, nunca la han necesitado, porque nunca han pecado. La gracia es un<br />
atributo de Dios manifestado en favor de seres humanos indignos. No la<br />
buscamos; fue enviada para que nos buscara. Dios se goza en conceder su gracia<br />
a todo aquel que la anhela intensamente. Se allega a todos en términos de<br />
misericordia, no porque seamos dignos, sino porque somos totalmente indignos.<br />
Nuestra necesidad es el requisito que nos asegura que recibiremos este don.<br />
Pero Dios no usa su gracia para anular su ley o para reemplazarla . . . La gracia<br />
de Dios y la ley de su reino están en perfecta armonía; caminan de la mano. Su<br />
gracia nos capacita para acercarnos a él por fe. Al recibirla y al permitir que obre<br />
en nuestras vidas, damos testimonio de la vigencia de la ley; ensalzamos la ley y<br />
la honramos al practicar sus principios por medio del poder de la gracia de Cristo;<br />
y al rendir una obediencia pura y de todo corazón a la ley de Dios, damos<br />
testimonio del poder de la redención ante el universo del cielo y frente a un mundo<br />
apóstata . . .<br />
Dios no nos ama porque le hayamos amado primero; sino "siendo aún pecadores"<br />
(Rom. 5: 8) Cristo murió por nosotros, estableciendo plena y abundante provisión<br />
para nuestra redención. Aunque hayamos merecido el desagrado y la<br />
condenación de Dios por nuestra desobediencia, él no nos ha olvidado; no nos ha<br />
abandonado para que enfrentemos el poder del enemigo basándonos en nuestras<br />
propias y limitadas fuerzas. Los ángeles del cielo libran nuestras batallas; y al<br />
cooperar con ellos nos es posible triunfar sobre los poderes del mal.-RH 1-5-9-<br />
1896. 11<br />
EN EL TIEMPO SEÑA<strong>LA</strong>DO POR DIOS<br />
Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo... para que redimiese<br />
a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (Gál.<br />
4: 4, 5).<br />
Fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y<br />
cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén. "Mas<br />
venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo". La providencia había<br />
dirigido los movimientos de las naciones, así <strong>com</strong>o el flujo y reflujo de impulsos e<br />
influencias de origen humano, a tal punto que el mundo estaba maduro para la<br />
llegada del Libertador . . .<br />
El engaño del pecado había llegado a su culminación. Había sido puestos en<br />
operación todos los medios de depravar las almas de los hombres. El Hijo de Dios,<br />
mirando al mundo, contemplaba sufrimiento y miseria. Veía con <strong>com</strong>pasión cómo<br />
los hombres habían llegado a ser víctimas de la crueldad satánica. Miraba con<br />
piedad a aquellos a quienes se estaba corrompiendo, matando y perdiendo . . . Se<br />
había demostrado ante el universo que, separada de Dios, la humanidad no puede<br />
ser elevada. Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por Aquel<br />
que hizo el mundo.<br />
Con intenso interés, los mundos que no habían caído habían mirado para ver a<br />
Jehová levantarse y barrer a los habitantes de la tierra . . . Pero en vez de destruir<br />
al mundo, Dios envió a su Hijo para salvarlo . . . En el mismo momento de la crisis,<br />
cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino <strong>com</strong>o<br />
embajador de la gracia divina. En toda época y en todo momento, el amor de Dios<br />
se había manifestado en el favor de la especie caída. A pesar de la perversidad de