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No hay indios en el Uruguay contemporáneo - Unesco

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Anuario de Antropología Social y Cultural <strong>en</strong> <strong>Uruguay</strong>, Vol. 10, 2012<br />

Muchos guaraníes<br />

El caso de los guaraníes es difer<strong>en</strong>te. Había muy pocos <strong>en</strong> nuestro territorio cuando<br />

la conquista. Más tarde, los reducidos, acristianados y eurotecnificados “camiluchos”<br />

de las Misiones llegan formando nutridos ejércitos de troperos, comandados por los<br />

padres jesuitas, para efectuar grandes arreadas a las estancias de los Pinares y Yapeyú<br />

desde la Vaquería d<strong>el</strong> Mar, situada al sudeste d<strong>el</strong> Rio Negro. Fueron incorporados a<br />

los ejércitos españoles que tomaron varias veces la Colonia d<strong>el</strong> Santo Sacram<strong>en</strong>to;<br />

levantaron las murallas de Montevideo; muchos fugaron hacia nuestros campos desde<br />

las Reducciones, hartos de la colm<strong>en</strong>a regim<strong>en</strong>tada; luego de la disolución de las<br />

Misiones por Carlos III <strong>en</strong> <strong>el</strong> 1767 llegaron 15.000 a la Banda Ori<strong>en</strong>tal d<strong>el</strong> <strong>Uruguay</strong><br />

y un conting<strong>en</strong>te semejante a la otra Banda. Andresito y sus bravos lucharon junto<br />

con Artigas contra los portugueses; ci<strong>en</strong>tos de guaraníes fueron arreados por Rivera<br />

junto con miles de cabezas de ganado luego de la Campaña de 1828 <strong>en</strong> las Misiones<br />

Ori<strong>en</strong>tales: algunos de <strong>el</strong>los se unieron con los charrúas, y dan fe de <strong>el</strong>lo Laureano<br />

Tacuabé y Mica<strong>el</strong>a Guyunusa, bautizados <strong>en</strong> la iglesia de Paysandú, ciudad fundada<br />

con guaraníes.<br />

Abundan los “p<strong>el</strong>os chuzos” y los “ojitos de yacaré” <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Uruguay</strong> profundo. Pero<br />

ya no son <strong>indios</strong>. Son criollos mestizos, incorporados al complejo cultural d<strong>el</strong> ganado<br />

y d<strong>el</strong> caballo de nuestra tierra ad<strong>en</strong>tro.<br />

Dejé fuera d<strong>el</strong> cuadro a los yaro, quizá pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a la etnia guayaná, a los<br />

canoeros-plantadores-ceramistas chaná-timbú, ext<strong>en</strong>didos desde <strong>el</strong> bajo <strong>Uruguay</strong> hasta<br />

<strong>el</strong> arroyo Solis Grande, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> continuo flujo y reflujo, como las demás parcialidades<br />

indíg<strong>en</strong>as, y suprimí a los fantasmales y discutidos Arachanes, de los cuales solo queda<br />

<strong>el</strong> nombre pero no las trazas.<br />

Ser indio <strong>en</strong> América<br />

Dicho lo anterior procuraré precisar lo que se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de por indio desde <strong>el</strong> f<strong>en</strong>otipo<br />

visible hasta la trama de rasgos étnicos que los antropólogos han considerado como<br />

necesarios para que la indianidad no sea un inv<strong>en</strong>to o una superchería sino una realidad<br />

palmaria.<br />

Una compatriota, antropóloga <strong>en</strong> ciernes, se define como charrúa pura y así lo<br />

proclama y sosti<strong>en</strong>e. Demás está decir que no comparte <strong>el</strong> aspecto somático propio de<br />

las mujeres charrúas. N<strong>el</strong>son Caula se tomó <strong>el</strong> trabajo de reunir las descripciones efectuadas<br />

`por naturalistas y viajeros d<strong>el</strong> siglo XVIII. Aqu<strong>el</strong>las que hoy <strong>en</strong> día reclaman la<br />

condición de charrúas, t<strong>en</strong>drían que reunir estos rasgos:”…cuerpos bronceados erguidos,<br />

casi perfectos… una hermosa talla… altas y fornidas…talles esb<strong>el</strong>tos y flexibles<br />

y bonitas bocas… di<strong>en</strong>tes hermosos y que jamás se ca<strong>en</strong>…” (7)<br />

La arquitectura corporal, <strong>el</strong> color de la epidermis, <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o negro, liso y recio, la<br />

conformación d<strong>el</strong> rostro no importan. Vale la cultura.<br />

Pero <strong>el</strong> voluntarismo es t<strong>en</strong>az. Se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> charrúas desde ad<strong>en</strong>tro, con un antepasado<br />

lejano <strong>en</strong> la cola. O sin ninguno. Eso basta. Alcanza con <strong>el</strong> propósito de serlo. ¿Cómo<br />

calificar este dislate? ¿Subjetividad <strong>en</strong>fermiza, romanticismo trasnochado, antici<strong>en</strong>cia<br />

contumaz, sueño de la razón, etnicidad fantasmagórica? Y la cosa no para acá: realizan<br />

ceremonias alrededor d<strong>el</strong> fuego, danzando, murmurando palabras inint<strong>el</strong>igibles,<br />

visti<strong>en</strong>do quillapíes, invocando a la luna, tocando instrum<strong>en</strong>tos “aboríg<strong>en</strong>es”, <strong>en</strong>tre los<br />

que figura un tambor común, que acompaña <strong>el</strong> plañido de las caracolas.

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