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Don Medardo<br />
Fue un día muy siniestro. Se lo digo con autorizada palabra.<br />
Mi compadre hecho un llanto no transigía con aquella contrariedad.<br />
Porque no fue muerte con vigilia. Ni anunci.o ni sospecha.<br />
Fue como quien dice a traición. Golpe alevoso por la espalda de<br />
la alegría que es más peor. Usted de saber sabrá o habrá oído de<br />
la fiesta. ¿Por dónde no se regaron razones y recados del buen<br />
hombre, gente a pie, gente montada: que don Medardo le espera<br />
hoy para alegrarse porque hoy llega ya en salud doña Amelia?<br />
Eso aquí, eso allá, todos estaban pendientes de la llegada y llega.<br />
Ver para creer. Robusta, rosada, una muñecota saludable doña<br />
Amelia. Volvía del temperamento después de la operación. Rebosante.<br />
¿Qué decirle? Joven, recuperada en años. Viera qué bien<br />
doña Amelia y se baja del caballo bajando apenas poniendo pie<br />
¡ay! un grito, qué sé yo, ¡aire! ¡aire! corren, corre el primero<br />
Medardo y ya es finada. ¿Ha de creer?<br />
Que dicen que fue embolia, nombre de medicina o fallo del<br />
corazón ¿pero cómo? Todos dieron opinión y motivo, nombres<br />
dieron, murmurios. La cosa es que nadie sabe. y Medardo dijo:<br />
¿me la devuelven? Pues me sobran. y ya no quiso oír. Toda la tarde<br />
lloró ardiente, enrojecidarnente.<br />
Allí estuvo, sosegado, sin palabra hasta que llegó la caja. Todo<br />
el gentío que se preparaba parala fiesta lo ve ahora moverse, cambiando<br />
trapos, color por negro, a la vela. Así es la vida. Créame,<br />
amigo, ¡el futuro es cofre cerrado!<br />
-¿Ya la vela? preguntó Medardo.<br />
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