Gibran Khalil Gibran - Los Dioses de la Tierra.pdf
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¿Y qué otra cosa es el amor sino un escondido tambor,<br />
Que dirige una enorme procesión <strong>de</strong> dulce inseguridad,<br />
A una forma diferente <strong>de</strong> un lento sufrir?<br />
No quiero yo observar esa fantasía.<br />
¿Qué cosas se ven allí, sino a una mujer<br />
Y un hombre, en <strong>la</strong> selva que ha brotado<br />
Para cazarlos con sus artimañas,<br />
A inculcarles <strong>la</strong> negación <strong>de</strong>l yo,<br />
Y el engendramiento <strong>de</strong> sus hijos<br />
Para nuestro futuro,<br />
Aún no engendrado?<br />
¡Ah! <strong>de</strong>l sufrimiento que engendra <strong>la</strong> sabiduría;<br />
Del espeso velo mediante el cual<br />
Nuestros cuestionamientos e investigaciones,<br />
Cubrieron el rostro <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Tierra</strong>;<br />
Del l<strong>la</strong>mado a <strong>la</strong> guerra que, en cada minuto,<br />
Formu<strong>la</strong>mos a <strong>la</strong> paciencia <strong>de</strong> los hombres.<br />
Nosotros <strong>de</strong>jamos bajo cada roca<br />
Una figura <strong>de</strong> cera;<br />
Después <strong>de</strong>cimos que es una forma <strong>de</strong> barro<br />
¡Que en barro acabe!<br />
EL TERCER DIOS<br />
Con nuestras manos tomamos <strong>la</strong> b<strong>la</strong>nca l<strong>la</strong>ma<br />
Y luego <strong>de</strong>cimos a nuestros espíritus:<br />
Es el aroma <strong>de</strong> nuestro yo, que retorna<br />
Al <strong>la</strong>do nuestro;<br />
Y un soplo <strong>de</strong> nuestros soplos que huyó <strong>de</strong> nosotros<br />
Y que luego tratamos <strong>de</strong> hal<strong>la</strong>r en nuestras manos<br />
Y en nuestra boca más aromas.<br />
¡Hermanos míos! ¡<strong>Dioses</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra!<br />
Aunque estuviéramos en lo más elevado<br />
Del acanti<strong>la</strong>do,<br />
Continuaremos yendo<br />
En dirección a <strong>la</strong> tierra, por intermedio <strong>de</strong> los hombres,<br />
Que anhe<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s doradas horas<br />
Que se encuentran en el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> su hermano<br />
El ser humano.<br />
¿Será <strong>de</strong>spojada por nuestra sabiduría <strong>la</strong> hermosura<br />
De su mirada?<br />
¿Disminuirán nuestros límites su pasión al acal<strong>la</strong>miento?<br />
¿Las alzarán hasta nuestro propio apasionamiento?<br />
¿Que podrán hacer los ejércitos <strong>de</strong> vuestras reflexiones<br />
Frente a los po<strong>de</strong>rosos ejércitos <strong>de</strong>l Sentimiento?<br />
Pero aquellos que fueron<br />
Por el amor vencidos,<br />
Y sobre sus cuerpos muertos <strong>de</strong>sfi<strong>la</strong>ron sus carros y naves,<br />
Des<strong>de</strong> <strong>la</strong>s naves hasta el acanti<strong>la</strong>do,<br />
Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el acanti<strong>la</strong>do hasta los mares