12.05.2013 Views

| Manuel Pedroza Ortíz | - Konrad Lorenz

| Manuel Pedroza Ortíz | - Konrad Lorenz

| Manuel Pedroza Ortíz | - Konrad Lorenz

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Son las 11 de la noche y Jacobo duerme abrazando a<br />

Bartolomé, un lánguido y descolorido peluche relleno con<br />

retazos de tela y dos ojos formados por botones, que su<br />

madre confeccionó y le dio como regalo por haber cumplido<br />

sus primeros ocho años de vida. La noche parece desprenderse<br />

alejándose de lo que en su momento fue un largo día; mientras tanto,<br />

las nubes esconden una luna esquiva que no desea ser observada<br />

y las estrellas están ausentes. Algo poco alentador para todo<br />

aquel que se atreva a convertirse en caminante nocturno.<br />

Jacobo, empezaba a soñar con montañas, ríos y con una carta<br />

que escribiría a mano para su madre al día siguiente, cuando de<br />

pronto, encerrado en su sueño llegó a sus oídos un revoltijo de<br />

gritos, bullicio y lo que asemejaba a una descarga de gotas de<br />

lluvia sobre un tejado metálico, provocando que el niño diera un<br />

brinco quedando sentado en la cama.<br />

Había escuchado historias -contadas por su madre-, de hombres<br />

vestidos de negro, sombrero ancho y abrigo frondoso que iban noche<br />

tras noche capturando con sus varitas mágicas las estrellas que<br />

aparecían en el cielo, para disfrutar de su belleza eternamente<br />

y de un niño valiente que los enfrentaba y derrotaba con su espada<br />

luminosa. Hoy era una de esas noches.<br />

Pero esta vez no había hombres vestidos de negro, sino seres<br />

convertidos en oscuridad; no llevaban abrigo ni varitas mágicas,<br />

sino artefactos cargados de injustas razones para hacer daño y no<br />

existía espada alguna que contrarrestara la maldad encubierta<br />

por sus ojos que apenas se distinguía ante la luz.<br />

Jacobo veía cómo en cuestión de minutos su madre y su padre<br />

empacaban todas sus pertenencias con gran premura; apenas un<br />

pequeño momento tuvo para agarrar a Bartolomé de un brazo y salir<br />

de su casa sin comprender lo que ocurría.<br />

Para él todo era una gran confusión, cuando su madre mirándolo<br />

a los ojos y brindándole una tímida sonrisa -a lo mejor muy dentro<br />

de sí misma, generando un respiro de serenidad-, vio hacia el<br />

cielo y le dijo: “No tengas miedo hijo; ¿ves que el firmamento<br />

ahora está iluminado?, es porque las estrellas han escapado para<br />

iluminarnos esta noche y los hombres vestidos de negro han salido<br />

a buscarlas”…<br />

Suma Cultural | 63 |

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!