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<strong>PEDRO</strong> <strong>MARI</strong><br />
POR<br />
ARTURO CAMPIÓN<br />
V.<br />
Cierta tarde, que, por habérsele aca-<br />
bado las provisiones, entró en la taber-<br />
na de un pueblo, se le acercaron á la<br />
mesa donde comía dos individuos que<br />
cortésmente le saludaron. No era muy<br />
buena, á la verdad, su traza; pero cuando Pedro Mari miraba la suya,<br />
Su tez quemada por el aire, su ropa descolorida por el sol, su camisa<br />
mugrienta, los desgarrones de la chaqueta, el pantalón deshilachado,<br />
se estimaba sin derecho á mostrarse descontentadizo. Uno de ellos era<br />
alto; bajo el segundo; con cara de garduña éste, y de pandero aquél;<br />
chirlos en la carota, y costurones en la carita.<br />
Raídos y manchados los trajes, por su corte y adornos, bien se le<br />
alcanzaba á Pedro Mari que no eran de aldeanos. Ellos se vendieron<br />
como de Madrid, que estaba cerca, y abrieron la plática. El alto re-<br />
Año XVII.—Tomo XXXIV<br />
20 Abril 96.—Núm. 568