PORTADA - Libertas

OPINIÓN
RAÚL
DURÁN
CÁRDENAS
alurdraun@hotmail.com
NI LA BURLA
PERDONAN
El primero de este mes también hubo otras manifestaciones, reclamando justicia y mejor nivel de vida.
a inseguridad y la crisis económica se
disputan en estos momentos el primer
Llugar en cuanto a los graves padecimientos que
sufrimos los mexicanos. La tensión que se vive
por estos hechos amenaza con desbordarse y
prueba de ello fueron las marchas que desfilaron
en esta capital y otras ciudades más de la
República el pasado 30 de agosto y el uno de
este mes, que constituyeron un airado reclamo
de justicia y una demanda colectiva por un
mejor nivel de vida.
La delincuencia que nos azota ya en forma
preocupante, consecuencia del dominio territorial
de los narcotraficantes, es relativamente reciente;
es decir, de 12 ó 10 años para acá. A su vez la
pobreza, derivada de la crisis económica que
golpea el bolsillo de todos los mexicanos, cobró
perfiles de gravedad desde el inicio de la administración
de Miguel de la Madrid, o sea en
el 82 y desde entonces hemos caminado con
ella. Esa conjunción no es nada agradable.
En relación a la crisis económica, las
autoridades tratan de dorarnos la píldora y a
toda hora proclaman que vamos saliendo del
túnel y que las turbulencias del exterior no
nos afectarán en nada. Al menos eso dice
el presidente Felipe Calderón en una de las
cartas que por millones está haciendo llegar a
sus gobernados con ocasión de su segundo in-
forme de gobierno, que no fue tal.
Lo repite igualmente en spots televisivos
y radiofónicos y le hacen coro, al respecto, los
miembros de su gabinete y, lógicamente, todos
sus corifeos. Con este intento de lavado cerebral
los que mandan tratan de tapar el sol con un
dedo, o sea, desconocer de tajo que en México
hay 60 millones de personas en el rango de
pobreza, según los status internacionales en que
se basa la Organización de las Naciones Unidas.
Esto se conforma con más de 50 millones
de mexicanos que subsisten con ingresos
mínimos de 20 pesos por día y otros 10 millones
más que no alcanzan esa cifra por lo que son
considerados pobres en extremo.
En contraste con esta mayoría nacional un
grupo de burócratas privilegiados devengan
salarios insultantes sin que aporten beneficios.
Tal es el caso de los que dicen que trabajan en
esa cueva de oportunistas que responde al
nombre de Instituto Federal Electoral.
El IFE supuestamente tiene a su cargo la
organización de los procesos electorales y
su dictamen final. Pero se dan casos, como el
ocurrido en el 2006, en que su participación fue
altamente cuestionada en la votación presidencial,
pues de la noche a la mañana los números
que le eran favorables a uno dieron un vuelco y
resultó ganador el otro.
Eso originó graves sospechas sobre el
proceso y conteo final, dudas que aún persisten
y nublan la constitucionalidad de Calderón
Hinojosa.
Desde luego es de todos aceptado que tiene
que existir un organismo ciudadano autónomo
que dé credibilidad a las elecciones federales
tan viciadas durante los más de 60 en que
el Partido Revolucionario Institucional se
mantuvo en el poder.
Lo que no se vale es que el IFE dilapide
inicuamente cientos de miles de millones de
pesos en beneficio del presidente del organismo
y sus consejeros y para acrecentar la fortuna
personal de algunos cuantos, dueños de dizque
de partidos políticos.
Como prueba del cinismo que rodea sus
actividades, el IFE está pidiendo, como presupuesto
para el próximo año, 12 mil 800
millones de pesos que, viéndolo bien, es una
barbaridad de dinero considerando que somos
un país de pobres. De esos 12 mil millones y
feria, el organismo pretende destinar para gastos
de la Presidencia, consejeros y Secretaría
Ejecutiva nada menos y nada más que 200
millones de pesos.
Para gastos de operación considera dos mil
900 millones de pesos: otros 301 millones en
proyectos especiales (¿cuáles y por qué especiales?);
208 millones para modernización y 88
millones más en planes de ¡inversión!
Y aquí viene lo bueno: De esos 12 mil
millones, el elefante blanco en cuestión regalará
nueve mil 150 millones de pesos a los partidos
con representación en el Congreso de la Unión.
Ello quiere decir que aparte de los tres organismos
que prácticamente tienen juego político,
esos nueve mil 150 millones de pesos pasarán
a engrosar la fortuna de los señores González
Martínez, un tal Anaya, Dante Delgado y otros
más que manejan membretes personales que
venden al mejor postor.
¿No es para dar coraje?
20 7 septiembre 2008