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OBJETO DE PUPILAJE Y COMPAflERA SEXUAL<br />
Si se quiere hablar del amor, será preciso, ante<br />
todo, remontarse a sus orígenes: el hecho de vivir<br />
y encontrar vida a nuestro alrededor debe estribar<br />
en unos principios específicos. Es decir, cuando ha-<br />
llamos algo viviente sobre este planeta o cualquier<br />
otro, cabe presuponer que dicho algo está sujeto<br />
a ciertas leyes cuya finalidad es, en última instan-<br />
cia, el producir vida con materia inanimada. De<br />
otra forma no lo hallaríamos jamás. Si significa-<br />
mos por vida el principio general de la evolución<br />
-o variación y selección natural según lo denomi-<br />
nó Danvin- debemos incluir también la muerte<br />
que implica aniquilamieilto, porque, de lo contra-<br />
rio, se agotaría rápidamente el material necesario<br />
para las evoluciones.<br />
Así, pues, un ser animado debe responder, por<br />
lo menos, a tres «principios fundamentales de la<br />
vida.:<br />
1) conservar la propia vida (conservación)<br />
2) transmitir vida antes de su muerte para que<br />
subsista la vida propiamente dicha (reproduc-<br />
ción)<br />
3) mantener la vida de aquellos a quienes les<br />
ha sido transmitida mientras no estén en con-<br />
diciones de hacerlo por sí mismos (crianza).<br />
Es decir, el viviente llamado ser humano está<br />
sometido a los principios de conservación, reproduc-<br />
ción y crianza, pues, de otro modo no estaría pre-<br />
sente.<br />
El instinto de conservación es asocia1 hasta cier-<br />
to punto, ya que tal inquietud atañe exclusivamen-<br />
te a la propia persona. Por el contrario, la repro-<br />
duccidn y la crianza son mecanismos sociales. No-<br />
sotros no podemos efectuar a solas la reproducción,<br />
cuya evidente carencia de incentivos ha sido palia-<br />
da con el impulso sexual. Igualmente se orienta ha-<br />
cia otros el impulso protector.<br />
Aquellos otros a quienes necesitamos para de-<br />
sarrollar nuestros impulsos sociales son compañe-<br />
ros sexuales u objetos de pupilaje, según el im-<br />
pulso social que nos propongamos satisfacer con<br />
ellos.<br />
Es natural ver en esos dos impulsos sociales<br />
los fundamentos biológicos del amor, pues su con-<br />
secución más intensa y duradera -la inclinación<br />
hacia un compañero sexual o los propios hijos- es<br />
amor. Quien tenga un amante o una amante se sen-<br />
tirá feliz. Saciará con él o ella tan frecuentemente