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nos giramos para mirar, <strong>un</strong>a fuerte ráfaga de viento la cerró de golpe.<br />
Pero antes de cerrarla, <strong>un</strong>a horripilante visión nos sobrecogió,<br />
tenuemente alumbrada por los rayos rezagados de la l<strong>un</strong>a: el cadáver<br />
tendido y mutilado, y sobre él <strong>un</strong>a monstruosidad gris arrastrándose<br />
sobre los pies... <strong>un</strong> horror de ojos centelleantes y cabeza de perro,<br />
como el que sueñan los locos en sus negras pesadillas. Al cerrarse la<br />
puerta violentamente, la terrible visión desapareció de nuestra vista,<br />
y mientras huíamos por las pendientes en la cambiante luz de la<br />
l<strong>un</strong>a, pude oír a Conrad balbuciendo.<br />
–¡Brotan de los negros fosos de la locura y la noche eterna! Reptantes<br />
obscenidades que bullen en <strong>un</strong> limo de prof<strong>un</strong>didades desconocidas...<br />
el terror definitivo de la retro-regresión... el nadir de la<br />
degeneración humana... Santo Dios, ¡sus antepasados fueron humanos!<br />
Aquellos pozos bajo el nivel decimoquinto, ¿hasta qué infiernos<br />
de terror negro se h<strong>un</strong>den, y por qué clase de hordas demoníacas se<br />
hallan habitados? Que Dios proteja a los hijos de los hombres de los<br />
Moradores... ¡Los Moradores bajo la tumba!<br />
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Robert E. Howard