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XVI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 12 de octubre de 2008<br />
El cauce del río <strong>Guadiamar</strong>, momentos después del desastre vivido en abril de 1998. A la derecha, el color verde del que siempre ha presumido la cuenca del <strong>Guadiamar</strong> dejó paso al marrón y al negro. Hoy parece volver a la normalidad<br />
<strong>Guadiamar</strong>,<br />
JANO REMESAL<br />
FOTOS: HECTOR GARRIDO/EBD-CSIC<br />
del negro al verde<br />
Es hora de hacer balance en el Corredor Verde del<br />
<strong>Guadiamar</strong>, y casi todos coinciden en un análisis positivo.<br />
“<strong>La</strong> clave estuvo en la rapidez de actuación”, afirma<br />
Francisco Carrascal, biólogo de la Junta de Andalucía,<br />
institución que puso inmediatamente 300 millones<br />
de euros sobre la mesa para rehacer el desastre con<br />
la mayor celeridad posible. “Fueron los científicos<br />
quienes marcaron el camino a seguir, poniendo la política<br />
al servicio de la ciencia, algo poco habitual en este<br />
tipo de situaciones, y la implicación de la sociedad<br />
fue espectacular”, Carrascal tiene claras las claves de<br />
la exitosa recuperación de este espacio de incalculable<br />
valor ecológico.<br />
Los mejores pronósticos se han superado con creces,<br />
según Carrascal: “Al principio se hablaba de unos<br />
50 años para que el <strong>Guadiamar</strong> recuperara su aspecto<br />
anterior, y tras una sola década el manto verde es ya<br />
muy espeso”. Héctor Garrido, biólogo del Espacio Natural<br />
de Doñana, es aún más tajante: “No pensé que llegaría<br />
a ver nunca el parque como está ahora”. El punto<br />
de vista pesimista lo ofrecen distintos grupos ecologistas,<br />
denunciando que los 5 primeros kilómetros de<br />
la cuenca siguen contaminados, que nadie impide la<br />
circulación de coches dentro del corredor, y que pueden<br />
verse cazadores campando a sus anchas.<br />
Lo que poca gente sabe es que el lema Nunca máis,<br />
famoso tras el desastre del Prestige, tiene su origen en<br />
unos versos compuestos por el poeta onubense Juan<br />
Drago a raíz del accidente deAznalcóllar, e interpretados<br />
posteriormente por la cantante Lucrecia. Un lustro<br />
después fue la costa gallega la que puso de moda la frase.<br />
De lodo a flora<br />
El <strong>Guadiamar</strong> era un río demasiado humanizado,<br />
colonizado de forma desordenada.Ahora se quiere respetar<br />
su orden natural. Se ha de secar cuando se tiene<br />
que secar, y se desbordará cuando se tenga que desbordar.<br />
Esto, aunque parezca mentira, es todo un lujo<br />
para un río mediterráneo, cuenca fluvial con un cauce<br />
demasiado acostumbrada a los vaivenes incontrolados<br />
causados por la actividad humana. Desde la Junta de<br />
Andalucía lo tienen claro: “A un río mediterráneo se le<br />
mata inyectándole agua en verano, cuando no debe llevarla.<br />
Eso rompe el ciclo vital que originan sus aguas.<br />
Desajusta la flora y la fauna que viven en su ribera, y<br />
estos peligros son demasiado habituales en toda Europa”.<br />
Un río no es un canal. El desarrollo sostenible empieza<br />
dejando actuar a la naturaleza.<br />
Diez años después del vertido tóxico de Aznalcóllar,<br />
la catástrofe medioambiental más importante en la<br />
historia de España ha dejado paso a un Corredor<br />
Ecológico, a un espacio totalmente público<br />
destinado al cicloturismo, el ocio sostenible y la<br />
investigación científica. Es la historia de un punto<br />
negro convertido en referencia verde<br />
<strong>La</strong> recuperación ha sido meteórica, si bien hay<br />
diferencias notables: los peces, por ejemplo, se han<br />
regenerado ya al 100%, pero en la población de reptiles<br />
aún ronda el 25%. Expertos en la materia dan<br />
un 8 sobre 10 al proceso de reparación. Pequeñas<br />
25 DE ABRIL DE 1998<br />
3:30 de la madrugada. <strong>La</strong> balsa de productos estériles de la mina de Aznalcóllar se rompe<br />
expulsando 6 millones de metros cúbicos de lodos y aguas extremadamente ácidas. <strong>La</strong><br />
ribera del río <strong>Guadiamar</strong> y de su afluente, el Agrio, resultan totalmente anegadas, y los<br />
vertidos alcanzan la puerta misma del Parque Nacional de Doñana. Durante seis meses,<br />
casi 500 camiones cubrieron una distancia equivalente a dar 424 vueltas al mundo retirando<br />
lodos, y 900 personas trabajaron 24 horas al día para sacar a la luz el suelo fértil.<br />
<strong>La</strong>s minas de Aznalcóllar se sitúan a 30 kilómetros al oeste de Sevilla y 62 kilómetros<br />
al norte del Espacio Natural de Doñana (antes conocido como Parque Nacional de las ma-<br />
ENCLAVE NATURAL<br />
rismas de Doñana). El cauce del río <strong>Guadiamar</strong>, afluente del Guadalquivir, nace en Sierra<br />
Morena y recorre, de norte a sur el camino que une las localidades sevillanas de El<br />
Castillo de las Guardas y Aznalcázar pasando por los términos municipales de Sanlúcar<br />
la Mayor y Benacazón, para acabar uniéndose al Guadalquivir a la altura de Isla Mayor,<br />
muy cerca de Doñana. Sus aguas riegan el famoso Vado del Quema, por el que pasan miles<br />
de peregrinos cada primavera durante la romería de la Virgen del Rocío.<br />
calvas salpican aún el Corredor, evitando el sobresaliente<br />
en una muestra palpable de lo trágico de la<br />
situación vivida 10 años atrás. Pero huellas de nutrias,<br />
tejones, zorros y demás mamíferos marcan el<br />
suelo arenoso por todas partes, en la mejor muestra<br />
de que el ciclo vital se recupera en el <strong>Guadiamar</strong> a<br />
una velocidad insospechada.<br />
Teniendo en cuenta que la riada alcanzó más de un<br />
kilómetro de ancho en algunos puntos, los datos impresionan.Y<br />
en vertical, sobrecogen: hasta cuatro metros<br />
de altura de lodos altamente tóxicos se concentraron<br />
en el puente de las Doblas, el punto de máxima incidencia<br />
del desastre. El accidente ecológico más<br />
importante en la historia de España dejó 4.000 hectáreas<br />
afectadas, lo que multiplica esfuerzos y gastos exponencialmente:<br />
se plantaron 6.000 pies de planta, llevando<br />
a cabo una forestación intensiva con especies<br />
nuevas, sustituyendo al masivo uso agrícola, minero y<br />
ganadero que asfixiaba la región. Hoy todo ello ha dado<br />
sus frutos en forma de espacio protegido totalmente<br />
público, un perímetro acotado para el disfrute popular.<br />
Un observatorio de fauna, un jardín botánico y dos<br />
áreas recreativas arropan al completo Centro de Visitantes<br />
del <strong>Guadiamar</strong>, epicentro de los 60 kilómetros<br />
de corredor protegido. Todo ello pensado para ser descubierto<br />
únicamente a pie, en bici o a caballo. Cancelas<br />
cada 100 metros intentan impedir el paso a los vehículos<br />
motorizados, pero no se puede negar que de momento<br />
no cumplen su cometido a la perfección. Se<br />
organizan visitas guiadas, y su tranquila naturaleza invita<br />
a pasar un día de campo.Aunque lo ideal sería que<br />
no hubiera hecho falta ver la región convertida en una<br />
ciénaga tóxica para ello, en torno al <strong>Guadiamar</strong> han sabido<br />
utilizar un desastre ecológico como zona cero de<br />
una ambiciosa infraestructura social y ambiental.<br />
En contraste con la actual efusividad del bosque de<br />
ribera, de la recuperación total de la zona premarismeña,<br />
o de la cara amable del paisaje de vega, sorprende<br />
ver que se han respetado pequeñas parcelas testigo.<br />
Áreas del tamaño de un campo de baloncesto en las<br />
que permanecen intactos los desperdicios tóxicos que<br />
hace una década anegaron la región y sumieron en la<br />
desgracia a una comarca que vive casi en exlusiva de<br />
su medio natural. Restos de la desgracia que sobreviven<br />
como ejemplo perenne de lo que no debe volver a<br />
ocurrir. Nunca más.<br />
Los lodos contaminantes alcanzaron más de un metro de altura en distintos puntos de la cuenca del <strong>Guadiamar</strong>. En el centro, la explosión de verdor hace evidente la satisfactoria recuperación de la cuenca del río <strong>Guadiamar</strong> y a la derecha,<br />
las infraestructuras del nuevo Corredor Verde del <strong>Guadiamar</strong> son totalmente respetuosas con el medio ambiente