DISTRIBUCION GRATUITA - Misioneros Columbanos
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Carta del Director<br />
Existen algunas Iglesias fundamentalistas que consideran el<br />
interés por los problemas de justicia social como una<br />
adulteración de la pureza de la labor evangelizadora.<br />
Algunas hasta cuestionan si el preocuparse por la justicia en<br />
el mundo de hoy no está contaminando al Evangelio con<br />
humanismo. En nuestra propia Iglesia existen<br />
muchos que prefieren no involucrarse en la lucha<br />
por la justicia o no colaborar para conservar el<br />
planeta, y se ponen nerviosos cuando la Iglesia<br />
propone cambios para solucionar estos problemas.<br />
Remontándonos hasta el libro del Éxodo hay en<br />
él evidencia plena de que Dios está del lado de los<br />
pobres y quiere que su Pueblo también lo esté.<br />
“No maltratarás, ni oprimirás a los extranjeros,<br />
ya que también ustedes fueron extranjeros en<br />
tierra de Egipto” (Éxodo 22, 21). Esa breve frase<br />
está tan llena de significado hoy en día como<br />
cuando fue escrita hace tres mil años.<br />
En el capítulo 7 del Evangelio de San Lucas,<br />
los discípulos de Juan acuden ante Jesús para<br />
tratar de determinar quién es en realidad. Jesús<br />
les dice que determinen quién es Él por lo que hace y por las<br />
personas a quienes ayuda.<br />
Sería maravilloso si la gente de otras creencias pudiera ver<br />
a los católicos en acción y por lo que viera llegara a<br />
comprender en lo que en verdad creemos. Que llegue pronto<br />
el día cuando el rostro que presentemos al mundo sea el<br />
rostro del buen samaritano, movido por la compasión.<br />
Pero, ¿será nuestra compasión genuina si ayudamos a<br />
alguien en alguna situación desesperada y deliberadamente<br />
cerramos nuestros ojos a lo que originó esa situación? La<br />
pobreza y la injusticia raramente suceden por accidente o<br />
mala fortuna. Son precipitadas por problemas estructurales<br />
como la corrupción en la sociedad o el mal manejo del poder<br />
económico o político.<br />
La pobreza, y el sufrimiento que ésta conlleva, con<br />
frecuencia es el resultado de estructuras de pecado. Es<br />
abrumador, pero no podemos dejarnos abatir.<br />
La tradición que hemos recibido de los profetas y santos<br />
nos llama a auxiliar a los grupos e individuos que están<br />
abandonados, excluidos y oprimidos. Ellos son especiales a<br />
los ojos de Dios. Si unimos nuestras fuerzas a ellos, también<br />
compartiremos las bendiciones especiales que Dios derrama<br />
sobre ellos.<br />
2 Misión Columbana