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EP Cult 20 Galaxia / 23 abr 07 4/23/07 4:03 PM Page 30
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EstePaís cultura
nación es subordinado de manera
sustantiva al nuevo tiempo de la organización
del mundo y los organismos
económicos multilaterales.
Asimismo, la revolución científica
y los procesos tecnológicos marcan
la pauta para acreditar científicamente
la pérdida de poder de la administración
pública. Este hecho
acaba con la credibilidad de los sistemas
de representación democrática
de los Estados, por su incapacidad de
impedir la imposición de los intereses
del mercado global sobre los derechos
públicos, con el consiguiente
proceso de pauperización de las mayorías
y la corrupción institucional.
De acuerdo con Pozas, a finales de
la década de los setenta, el nuevo liberalismo
explica la crisis de la centralidad
del Estado social interventor
en la economía, y promete una salida
a partir de una versión teórica sobre
el funcionamiento de la sociedad global
y las necesidades de cambio en
las sociedades nacionales” (p. 13). Ello
“derivó en la propuesta de apertura
de los regímenes cerrados, a través
de la uniformidad de la política, por
medio de un tipo de democracia concebida
como procedimental… La dirección
de la economía nacional y el
eje de sus decisiones fueron trasladadas
de los ejecutivos del Estado
nacional a los bancos centrales, instituciones
interconectadas a redes
globales de decisión de los organismos
multilaterales hegemónicos del
mundo globalizado” (p. 14).
La transformación de los tiempos
modernos a la globalización está unida
a la revolución informática de los años
noventa, “que reestructura la economía
mundial y a las naciones, cambia el orden
internacional de los Estados nacionales
soberanos por el orden de las
sociedades abiertas de las redes y de
los organismos multilaterales” (p. 19).
La información, los capitales y las
mercancías, así como los individuos,
atraviesan las fronteras sin ningún
límite, mediante la informática, lo
cual produce nuevas modalidades de
identidad desterritorializada, nómada
y fragmentada, desligada de las
“tradiciones nacionales cerradas”
(p. 97). La revolución contemporánea
de la información genera un fenómeno
de transculturación comunicativa
que alcanza todas las esferas de la
vida privada y pública, debilitando
los controles sociales y culturales establecidos
por los Estados, las Iglesias,
las familias o las escuelas.
La manera en que las colectividades
enfrentan la desagregación por la
globalización comunicativa consiste
en la confirmación reiterada de las
tradiciones —base de la identidad colectiva—
que no fueron desplazadas
por el individualismo competitivo extremo
y que aparecen en las representaciones
culturales y en las
organizaciones sociales. Estas formas
de organización comunitaria y territorial,
con redes globales de solidaridad,
convocan a la agregación de las
colectividades como forma de resistencia
frente a la cual la globalización
y la economía de mercado serán
modificadas en sus prácticas específicas
y cotidianas (p. 20).
La nueva concepción del Estado
propia de la globalidad tiene por
ideología al neoliberalismo, que se
caracteriza por la importancia combinada
que se le adscribe a la propiedad
privada sobre la pública, a las
relaciones del mercado sobre las reguladas
y al individualismo (p. 114).
Esta política, a partir de los años
ochenta, se impuso en 67 países de
Asia, África y América Latina mediante
la instrumentación de programas
de ajuste y de reforma estructural.
Como consecuencia, “la globalidad
financiera, la especulación y la corrupción
extrema que ésta propició
plantean [hoy] como uno de los problemas
centrales del mundo contemporáneo
el tema… de la práctica
legislativa, para redefinir el ámbito
global del derecho en el interior de los
Estados nacionales y en la relación
entre ellos, así como el derecho internacional,
que deberá incorporar los
términos cambiantes de la soberanía”.
Por otro lado, de manera inversa a la
concentración de la riqueza, se da un
aumento de la pobreza, la precarización
del trabajo en los sectores medios,
debido al desempleo, y el crecimiento
de la economía informal, dando lugar
a la migración nacional e internacional.
Frente a ello, los neoliberales generaron
las llamadas reformas de
segunda generación, dirigidas a la
construcción de una nueva cultura de
gobierno y de administración pública.
El Banco Mundial ha sido el promotor
de estas reformas, afirmando que
para su ejecución se deberá contar
con un Estado capaz de emprender y
promover acciones de interés colectivo
propiciando “la complementariedad
del mercado y el Estado” (p. 121).
La evaluación de los resultados de
las reformas de segunda generación
dada por Pozas Horcasitas señala serias
distorsiones en sus objetivos, como
la persistencia de la inequidad
con la correspondiente concentración
de la riqueza.
La consecuencia de dichas condiciones
sociales apunta el resurgimiento
de las izquierdas y neopopulismos
—a través de la participación en la
democracia electoral—, los cuales llegan
a enfrentar y en ciertos casos a
revertir las condiciones democráticas
que las llevaron al gobierno (p. 122).
Pozas señala también que el rápido
desplazamiento industrial producido
por la tecnología de la información facilita
el proceso de operación industrial
simultánea a nivel mundial, la
cual ya no está condicionada por razones
de Estado sino por las necesidades
de acceder a los mercados y a los
recursos atractivos en donde éstos se
encuentren. El Estado ha perdido
también la soberanía sobre los ciudadanos
por su incapacidad para lograr
la representación de la sociedad civil
en las instituciones del Estado nacional.
Se abre así el espacio para las or-