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pozol, popo, champurrado - Revista Digital Universitaria - UNAM

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<strong>Revista</strong> <strong>Digital</strong> <strong>Universitaria</strong><br />

1 de abril 2011 • Volumen 12 Número 4 • ISSN: 1067-6079<br />

En muchos casos se utilizaban cacaos de estas tierras en la elaboración de las tablillas, pero<br />

también llegaban de lugares como Venezuela. Fueron muy apreciados los cacaos de Guayaquil<br />

y de Maracaibo. El delirio por el cacao entre los españoles de la Nueva España era tal, que<br />

intercambiaban plata por cacao, como registra Antonio García de León en su libro Contra viento<br />

y marea. Los piratas en el Golfo de México. El comercio e, incluso, el contrabando de cacao,<br />

abarcaba los puertos de Maracaibo, Caracas-La Guaira y Cumaná, en la costa venezolana,<br />

además de otros puertos menores, hasta llegar a las islas de Margarita y La Trinidad, cuyo cacao<br />

no tenía tan buena calidad.<br />

Cuando la corona liberó algunas de las restricciones con respecto al comercio del cacao, Veracruz<br />

fue el principal centro de distribución hacia el mundo, pues ahí llegaba de Centroamérica y América<br />

del Sur, para ser reenviado a Europa, como documenta Martín González de la Vara en su Historia<br />

del chocolate en México. En el siglo XVIII las importaciones españolas de cacao ascendían a<br />

cerca de cuatro mil toneladas anuales.<br />

Los cacaos venezolanos están presentes en diversas recetas mexicanas del siglo XVIII: “Modo<br />

de hacer el chocolate para vender, que salga bueno y que tenga cuenta para vender de a dos: dos<br />

libras de cacao Maracaibo, dos de Guayaquil, una de Tabasco, seis libras de azúcar, dos cajas de<br />

marquesote, y cuatro huevos. Se corta a dieciséis en libra. Y tres onzas de canela.”<br />

En otra receta hay cacao de Tabasco, Soconusco, Maracaibo y Caracas, así como canela de<br />

Ceilán, además de azúcar. A las molenderas que iban a domicilio, se les daba de comer y se les<br />

pagaba por hacerlo. Hubo durante casi cuatro siglos, un gran aprecio por esta bebida entre la<br />

clase media y acomodada, que se prolongó hasta bien entrado el siglo XIX.<br />

El achiote se usó con frecuencia en la época anterior a la llegada de los españoles, como<br />

condimento y colorante de la bebida hecha con cacao. El investigador Cecilio Robelo atribuyó<br />

al achiote propiedades digestivas. Recomendaba mezclarlo con el chocolate. Desde la época<br />

prehispánica se utilizó el achiote para dar al cacao color y cierto sabor, como puede verse en<br />

las fuentes de la época de contacto. Así debió ser hasta el siglo XIX, pues el mismo Robelo<br />

afirma que se usaba para darle “buen gusto, gracia y color a las tablillas” (citado por Francisco<br />

Santamaría en su Diccionario de mexicanismos. México: Editorial Porrúa, 1992).<br />

Cacao y maíz<br />

Muchas veces el cacao se mezcla con el maíz, como ocurría desde la antigüedad indígena.<br />

El médico de la corte de Felipe II, Francisco Hernández, describe varias bebidas hechas con<br />

cacao en su Historia natural de Nueva España. A los “tísicos, consumidos y extenuados”, se les<br />

preparaba una bebida hecha con granos de cacao y de pochotl con maíz ablandado. Se servía<br />

tibia.<br />

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