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Uruguaychú - Lavaca

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16 MU SEPTIEMBRE 2007<br />

Operación Walsh “Articular<br />

A 50 AÑOS DE OPERACIÓN MASACRE<br />

Es un libro clave para comprender a la generación que ardió en los 70 y una herramienta<br />

fundamental para abordar el difícil tema de los sobrevivientes de la impunidad<br />

asesina. Aquí, una hipótesis sobre su lectura hoy –en plena movida revisionista–<br />

que intenta recuperar la sensibilidad y el optimismo desaparecidos.<br />

Entre Ríos y San Juan. La esquina en la que Rodolfo Walsh<br />

se enfrentó al grupo de tareas que le disparó, secuestró e<br />

hizo desaparecer en la tarde del 25 de marzo de 1977. Los<br />

responsables: Jorge “El Tigre” Acosta, Alfredo Astiz, Juan<br />

Carlos Rolón; los ex policías Ernesto Weber, Roberto Oscar<br />

González y Carlos Generoso. Walsh llevaba, dentro de un<br />

portafolios de cuero negro, una pistola calibre 22 y cinco<br />

ejemplares de la “Carta abierta a la Junta Militar”.<br />

sub.coop<br />

históricamente el pasado<br />

no significa conocerlo<br />

como verdaderamente ha sido.<br />

Significa adueñarse de un recuerdo<br />

tal como éste relampaguea<br />

en un instante de peligro.”<br />

Walter Benjamin<br />

ay un fusilado que vive. Ésa<br />

H<br />

es la clave de Operación Masacre.<br />

El password que le permite<br />

a Rodolfo Walsh pasar al<br />

otro lado del espejo y ver qué<br />

hay detrás de la escenografía que le pintaron<br />

hasta entonces los colores de su profesión,<br />

su clase, su cultura.<br />

Leer hoy Operación Masacre produce el<br />

mismo efecto. Es un libro acontecimiento,<br />

como define tan precisamente Daniel Link<br />

para ubicarlo en su debido contexto. Link<br />

lo dice de cara al canon que pretende<br />

“normalizarlo” a través de una operación<br />

clasificatoria: si es ficción es literatura, si<br />

es periodismo es testimonio, si es proclama<br />

es manifiesto, si es...<br />

Pero la maravillosa rebeldía de Operación<br />

Masacre le permite sacarse de encima<br />

esos bozales porque funciona como una<br />

máquina que le otorga vida propia a un<br />

relato perfecto en más de un sentido.<br />

Está tan bien escrito que permite trazar<br />

ironías históricas: Walsh es Borges.<br />

Es cierto.<br />

Está tan febril y minuciosamente apegado<br />

a los hechos, que marca el techo del<br />

periodismo de investigación, género que<br />

inventó y clausuró al mismo tiempo.<br />

Y también es cierto: ningún periodista<br />

dedicó –ni antes ni después– tanto esfuerzo<br />

a un tema que no tenía ninguna posibilidad<br />

previa de ser publicado.<br />

Pero la fuerza maquínica de Operación<br />

Masacre revela su potencia en el ineludible<br />

marco histórico que le da sentido.<br />

Los años 70 nacieron allí.<br />

Hay un fusilado que vive.<br />

Y desde Operación Masacre nos dice<br />

por qué eso que hoy tantos simplifican,<br />

normalizan, demonizan, pudo convertirse<br />

en una fuerza política capaz de sacudir<br />

con violencia todo lo que sacudió.<br />

Sobre héroes y traidores<br />

¿<br />

Hay que pedirle al fusilado que vive<br />

que aclare, rinda cuentas, explique?<br />

¿O alcanza con que señale a<br />

los culpables y escupa la mierda y sangre<br />

que tragó? Reduzcamos las opciones a estas<br />

dos, aun sabiendo que en casos en<br />

donde toda una sociedad se hundió en el<br />

lodo no hay salidas simples. Ana Longoni<br />

intenta adentrarse en este difícil territorio<br />

con un libro de título aún más difícil: Traiciones,<br />

la figura del traidor en los relatos<br />

acerca de los sobrevivientes de la represión.<br />

No es casual la aparición de este libro, ni<br />

que su autora pertenezca a la generación<br />

que más preguntas sin respuestas acumula<br />

sobre este tema. Habrá que festejar, entonces,<br />

que este libro demuestre que no<br />

hay en juego piezas de museo, sino carne<br />

que aún supura dolor y rencor.<br />

El trabajo de Longoni es arriesgado, su<br />

forma de abordarlo, inquietante y sus<br />

conclusiones, ambiguas. Desde el prólogo<br />

pone el dedo en una llaga: menciona el<br />

caso de Julio López, el fusilado que vive y<br />

que desapareció luego de dar testimonio<br />

en el juicio a su asesino, el ex comisario<br />

Etchecolatz. Menciona las declaraciones<br />

de Hebe de Bonafini, cuando la fundadora<br />

de las Madres niega a López su identidad<br />

de “desaparecido” al no considerarlo<br />

un militante arquetípico. Entiende entonces<br />

Longoni que lejos de estar saldada, la<br />

discusión sobre la sospecha de traición<br />

que pesa sobre todo sobreviviente es aún<br />

una condena. Su libro intenta responder<br />

por qué.<br />

A partir de allí, la autora recorre tres<br />

textos literarios: Recuerdo de la muerte, de<br />

Miguel Bonasso; El fin de la historia de Liliana<br />

Hecker, y Los compañeros de Rolo<br />

Diez. Todo autor es un rey que elige a sus<br />

súbditos. Y los que escogió Longoni tie-

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