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RESUMEN DE PRENSA - Comisiones Obreras de Madrid

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susurradoras, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la sociedad <strong>de</strong> clases a la sin clases, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la inflación galopante al precio cero y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

precio cero al anonadamiento <strong>de</strong>l valor.<br />

El arte es quien mejor lo representa puesto que ya no es que una obra valga mucho o valga poco. No vale sino<br />

<strong>de</strong> acuerdo a una estrategia que habiendo allanado la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> lo artístico convoca a todos los leoneses,<br />

por ejemplo, a <strong>de</strong>mostrar sus talentos creativos en el MUSAC y a todos los tiburones muertos, calaveras y<br />

<strong>de</strong>sechos pestilentes a conquistar precios cifrados en millones <strong>de</strong> dólares o euros o libras para producir al cabo<br />

un mercado tan opaco como circense, tan divertido como aniquilador.<br />

La literatura ha resistido mejor el comercio <strong>de</strong>l escándalo pero, <strong>de</strong>finitivamente, hasta las tremendas pilas <strong>de</strong><br />

bestseller <strong>de</strong> aeropuerto o supermercado formarán parte <strong>de</strong> la pira general <strong>de</strong>l papel.<br />

Y sin papel ¿qué función, qué representación hacer? Si se trata <strong>de</strong> política acabamos pronto. Los políticos han<br />

recuperado una suerte <strong>de</strong> corporación gremial que persiste en sus molestias a la manera <strong>de</strong> las palomas<br />

urbanas que sin cesar ensucian paseos y monumentos.<br />

No se conoce todavía cuál será la solución ecológica para acabar con la contaminación <strong>de</strong>l enjambre pero la<br />

línea <strong>de</strong> actuación poseerá la misma inspiración que gracias a la Red y el contacto persona a persona ha<br />

terminado con millones <strong>de</strong> intermediarios. El político sin i<strong>de</strong>ología o i<strong>de</strong>ología cosmética hace tiempo que se<br />

halla entre nosotros. Sin lastres i<strong>de</strong>ológicos se mueven y se camuflan mejor. Sin lastres i<strong>de</strong>ológicos respon<strong>de</strong>n<br />

más apropiadamente a las manifestaciones, agitaciones y movimientos sin i<strong>de</strong>ología. Las llamadas hoy<br />

"disrupciones" (no rebeliones, no revoluciones) que parten <strong>de</strong> llamadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Facebook o Twitter son<br />

traducciones <strong>de</strong>l hacer cara a cara y la práctica <strong>de</strong>l "pío-pío" (to twit) que no necesitan discursos, solo guiños o<br />

politonos para llegar al cénit <strong>de</strong> su rebelión.<br />

No es, pues, extraño que hayan sido niños a lo Mark Zuckerberg o como niños, tipo Bill Gates, quienes hayan<br />

impuesto los juegos como forma tal <strong>de</strong> reunir a la humanidad online. Toda la Biblia, con su juicio final incluido,<br />

se halla remedada en esta agrupación global <strong>de</strong> cientos <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> seres humanos informados al<br />

instante <strong>de</strong>l bien o el mal, el Crepúsculo el iPad. Asombrosamente enterados <strong>de</strong> casi cualquier cosa, se trate<br />

<strong>de</strong>l tsunami o la Gran Crisis, el Oscar <strong>de</strong> Hollywood o el Louis Vuitton <strong>de</strong> Gorbachov.<br />

¿Abarrotamiento <strong>de</strong>l mundo? La mecánica clásica lo tenía todo bajo control a imagen y semejanza <strong>de</strong>l burgués<br />

<strong>de</strong>l siglo XIX, vestido <strong>de</strong> negro en señal <strong>de</strong> que no había que buscar un más allá <strong>de</strong> color. Hoy, sin embargo,<br />

<strong>de</strong> negro solo van los artistas, precisamente equipados para husmear. Los artistas se hallan también en la red<br />

y, al anular el color, es más difícil adivinar sus realida<strong>de</strong>s,<br />

El mundo <strong>de</strong> los mercados, <strong>de</strong> los chats, <strong>de</strong> los cientos <strong>de</strong> amigos, <strong>de</strong> los millones <strong>de</strong> operaciones comerciales,<br />

<strong>de</strong> las especulaciones letales, etcétera, se encuentran en manos fantasmales que si <strong>de</strong> una parte son tan<br />

po<strong>de</strong>rosas es difícil saber por dón<strong>de</strong> salen y adón<strong>de</strong> van a parar.<br />

De ahí también la imposibilidad <strong>de</strong> hacer planes serios sobre una superficie tan movediza. Las amista<strong>de</strong>s se<br />

abrevian, los compromisos <strong>de</strong> pareja no pasan <strong>de</strong> cuatro o cinco años, los contratos son temporales, las<br />

resi<strong>de</strong>ncias portátiles, las adhesiones infieles. El móvil es la enseña.<br />

Numerosos fenómenos que causan todavía asombro proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> esa tríada (distancia, anonimato, movilidad)<br />

que simboliza el móvil. Se habla en voz alta pero el otro se comporta como si no oyera nada en <strong>de</strong>rredor. Nos<br />

acompañan como parte <strong>de</strong>l organismo y vivimos una suerte <strong>de</strong> mutilación social y personal si el móvil se<br />

pier<strong>de</strong> o se olvida.<br />

Los padres castigan a los chicos retirándoles el móvil <strong>de</strong> la misma manera que antes, dulcemente, le retiraban<br />

el postre. O mucho más amargo: a la manera medieval <strong>de</strong> confinarlos en <strong>de</strong>plorables mazmorras.<br />

La comunicación, sea <strong>de</strong>l grado que sea, ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser un acto para convertirse en un actor <strong>de</strong> la<br />

cotidianidad. Vivimos en una comunicación tan frecuente como nunca y no es casual que los inventos que<br />

mejor caracterizan estos primeros años <strong>de</strong>l siglo XXI sean, por encima <strong>de</strong> todos, los referidos a las tecnologías<br />

<strong>de</strong> la comunicación.<br />

En ocasiones parecería que el mundo se reconstruye a partir <strong>de</strong> estos nuevos enlaces, nudos, "nubes", y <strong>de</strong><br />

ahí que cada vez más factores <strong>de</strong> la nueva realidad hallen su incubadora en la Red, se trate <strong>de</strong> negocios como<br />

<strong>de</strong> ocios, <strong>de</strong> curaciones como <strong>de</strong> plagas.<br />

¿Quién podría haber concebido a estas alturas un mundo regido más por la anarquía y el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que por la<br />

organización? Pero el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n es hoy (en el cuadro, en el cine, en el tráfico, en el amor) fuente <strong>de</strong> inspiración<br />

e innovación más <strong>de</strong>cisiva.<br />

Nadie pue<strong>de</strong> vaticinar el porvenir puesto que el futuro tiene a gala poseer elementos que nunca pue<strong>de</strong>n<br />

introducirse en el momento <strong>de</strong> las previsiones. Navegando, danzando, improvisando, vamos supliendo o

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