Vidente Lucía Dos Santos – Mensajes de la Virgen de Fátima
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El Tercer Secreto <strong>de</strong> <strong>Fátima</strong> Reve<strong>la</strong>do<br />
Tomado <strong>de</strong>l Vaticano, 26 Junio, 2000<br />
Traducción Oficial <strong>de</strong>l Manuscrito <strong>de</strong> <strong>Lucía</strong>:<br />
« J.M.J.<br />
Tercera parte <strong>de</strong>l secreto reve<strong>la</strong>do el 13 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1917 en <strong>la</strong> Cueva <strong>de</strong> Iria-<strong>Fátima</strong>.<br />
Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo or<strong>de</strong>náis por medio <strong>de</strong> Su Excelencia<br />
Reverendísima el Señor Obispo <strong>de</strong> Leiria y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Madre vuestra y mía.<br />
Después <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos partes que ya he expuesto, hemos visto al <strong>la</strong>do izquierdo <strong>de</strong> Nuestra<br />
Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada <strong>de</strong> fuego en <strong>la</strong> mano izquierda;<br />
centelleando emitía l<strong>la</strong>mas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al<br />
contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano <strong>de</strong>recha dirigida<br />
hacia él; el Ángel seña<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> tierra con su mano <strong>de</strong>recha, dijo con fuerte voz:<br />
¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz que es Dios: «algo<br />
semejante a como se ven <strong>la</strong>s personas en un espejo cuando pasan ante él» a un Obispo<br />
vestido <strong>de</strong> B<strong>la</strong>nco «hemos tenido el presentimiento <strong>de</strong> que fuera el Santo Padre».<br />
También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña<br />
empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ros toscos como si fueran <strong>de</strong><br />
alcornoque con <strong>la</strong> corteza; el Santo Padre, antes <strong>de</strong> llegar a el<strong>la</strong>, atravesó una gran ciudad<br />
medio en ruinas y medio tembloroso con paso vaci<strong>la</strong>nte, apesadumbrado <strong>de</strong> dolor y pena,<br />
rezando por <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a <strong>la</strong> cima<br />
<strong>de</strong>l monte, postrado <strong>de</strong> rodil<strong>la</strong>s a los pies <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran Cruz fue muerto por un grupo <strong>de</strong><br />
soldados que le dispararon varios tiros <strong>de</strong> arma <strong>de</strong> fuego y flechas; y <strong>de</strong>l mismo modo<br />
murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas<br />
personas seg<strong>la</strong>res, hombres y mujeres <strong>de</strong> diversas c<strong>la</strong>ses y posiciones. Bajo los dos<br />
brazos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cruz había dos Ángeles, cada uno <strong>de</strong> ellos con una jarra <strong>de</strong> cristal en <strong>la</strong><br />
mano, en <strong>la</strong>s cuales recogían <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> los Mártires y regaban con el<strong>la</strong> <strong>la</strong>s almas que<br />
se acercaban a Dios.»<br />
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