DISCURSO INAUGURAL - Universitat de Barcelona

— — 13
I I I
Ya veis, senores, que al empezar quemo mis naves:
ya no me es dable pararme en el camino: menos, retro
ceder, menos aun contradecirme. Podríais tacharme
de presuntuoso o temerario, sino acertara a demostrar
lo que anticipo. Sólo os suplico algunos momentos de
atención; sólo os ruego me concedáis espacio y tiempo:
nada más que el preciso, indispensable, para sacar del
arsenal, algunas pocas de mis muchas armas.
Ya habréis previsto como mi Discurso, a falta de
otras, tendrá una cualidad: la cualidad de original.
Es lo único con que puedo agradecer vuestra atención;
y estimo necesario que cuando el encargado de abrir
la puerta a un curso nuevo es precisamente un maestro
viejo, debe, si otra cosa no le es posible presentaros,
buscar el interés para el débil parto de su seco ingenio,
en la novedad siquiera del argumento que escogió. El
argumento que es el alma, no envejece nunca: el ropaje
que \liste el cuerpo en que el espíritu anida, no debe ser
cortado según el figurín recién salido; bástale con ser
limpio, serio, holgado, de tonos apagados y de tela
fabricada, a ser posible, en nuestro país.
En cuanto a este punto capital, os afirmo y asevero
que no he de faltar a mi palabra: esta cualidad, no
habrá de dejarlo ni un momento : irá anexa a su más
íntima estructura: se alojará en sus entranas; estará
en sus moléculas y se identificará con sus átomos; le
seguirá en todas sus fases, como la sombra fatalmente
sigue al cuerpo.