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218 OBRAS COMPLETAS DEL DR. LETAMENDI<br />
el chico; chico y grande, contra el crustáceo y el molusco, y éstos<br />
alianzados, contra todo pez y toda criatura acuática; yjuntos todos,<br />
los de mar y tierra, confederados contra nosotros, y nosotros en ar<br />
mas contra todos, y unos y otros, en castigo de haber sembrado la<br />
devastación entre las inocentes plantas, reducidos al fin á rancho de<br />
ellas, proporcionando á un tiempo á los campos su necesario abono y<br />
á lajusticia ladebida reparación de tanta iniquidady demasía...., he<br />
aquí el cuadro del presidio suelto que, alpie del olmo, por dulce en<br />
gano de tu fantasía, contemplabas como plácido y tranquilo edén de<br />
tus énsuenos. La simple lectura de los nombres con que los naturalis<br />
tas han bautizado las diversas familias animales, clasificándolas en<br />
herbívoros, gTanivoros, frugívoros, insectívoros, piscívoros, carnívo<br />
ros y hasta omnívoros, espeluznaría á cualquier habitante de otro<br />
planeta de condiciones menos guerrerasque el nuestro;yhasta tú mis<br />
mo, imparcial lector, sin ser oriundo de la luna, sin moverte del pie<br />
de tu olmo, vas á enternecerte cuando repares que las sobrias provi<br />
siones de pan, salchichón y vino que en tu zurrón llevas, te delatan<br />
como uno de los más caracterizados bandidos de la naturaleza; pues<br />
lo que piensas merendar lo componen restos de un bonachón de cer<br />
do, padre quizás de numerosa prole, y de unos granos de trigo y otros<br />
de uva, arrebatados en edad temprana á los cuidados de sus recomen<br />
dabilísimos padres, víctimas todos de tu voracidad. No sueltes, em<br />
pero, la merienda sin reflexionar que en ella, lo propio que en el aire<br />
que respiras, la muerte puede entrar en tu organismo mezclada insi<br />
diosamente con tu sustento. Sí; por entre las falanges de combatien<br />
tes en lucha abierta y franca, pululan en incalculable número, como<br />
ordinario cortejo de la guerra, unos merodeadores y granujas tan pe<br />
quenos y ruines, que ni siquiera distinguen el comerdel ser comidos,<br />
los cuales, infestando á la vez aires y aguas, frutas y carnes, y cuan<br />
to de idóneo á nuestra subsistencia brinda la Creación, nos arman,<br />
sin que lo echemos de ver, una de pestilencias, infecciones, etiquec,es<br />
y podredumbres tal, que, á semejanza de lo que en los campamentos<br />
militares acontece, causa mayores estragos que el mismo guerrear.<br />
Pero todavía hay más: si tan prevenidos hemos de estar contralas<br />
fierezas y las anagazas de los seres vivientes ú organizados, tampoco<br />
podemos descansarnos en la buena fe y el leal proceder de los inor<br />
gánicos. Dos amigos salen del teatro en fría noche de Enero, uno se<br />
va á dormir tranquilamente; el otro de un mal de costado se va ad<br />
patres. !Malas partidas del aire! ?Podremos fiarnos de nadie en este<br />
pícaro mundo, en donde lo más saludable hoy se trueca en mortal<br />
manana?