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Cuentos marcianos - Tinta Fresca

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© <strong>Tinta</strong> fresca ediciones S. A. | Prohibida su fotocopia. Ley 11.723<br />

El cuento de ciencia ficción<br />

Algo iba a ocurrir.<br />

La señora K esperaba.<br />

Miraba el cielo azul de Marte como si en cualquier momento<br />

pudiera plegarse sobre sí mismo, contraerse, y arrojar sobre la arena<br />

un resplandeciente milagro.<br />

Nada ocurría.<br />

Cansada de esperar, avanzó entre las columnas neblinosas. Una<br />

lluvia caía suavemente sobre ella y refrescaba el aire abrasador. En<br />

estos días calurosos, pasear entre las columnas era como pasear por<br />

un arroyo. Unos frescos hilos de agua brillaban sobre los pisos de la<br />

casa.<br />

A lo lejos oía a su marido que tocaba el libro una y otra vez, sin que los<br />

dedos se cansaran jamás de tocar las antiguas canciones. Y deseó en<br />

silencio que él volviera a dedicarle mucho tiempo y a abrazarla.<br />

Pero no. Movió la cabeza resignadamente*. Los párpados se le<br />

cerraron sobre los ojos amarillos. El matrimonio nos avejenta, nos<br />

hace rutinarios, pensó.<br />

Se dejó caer en una silla, que se curvó para recibirla, y cerró<br />

fuerte y nerviosamente los ojos.<br />

Y tuvo el sueño.<br />

Los dedos morenos le temblaron y se alzaron, se<br />

contrajeron en el aire. Un momento después se enderezó,<br />

sorprendida, jadeando*.<br />

Miró vivamente alrededor, como si esperara que hubiera<br />

alguien,<br />

y pareció decepcionada. El espacio entre las columnas estaba vacío.<br />

El señor K apareció en una puerta triangular.<br />

—¿Llamaste? —preguntó, irritado.<br />

—¡No! —exclamó la señora K.<br />

—Creí oírte gritar.<br />

—¿Grité? Estaba medio dormida y tuve un sueño.<br />

—¿A esta hora? No es tu costumbre.<br />

La señora K seguía sentada como si el sueño le hubiese golpeado la cara.<br />

—Extraño, muy extraño —murmuró—. El sueño.<br />

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