Isabel la Católica - Caja de Badajoz

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Por el camino vemos
el castaño “El Abuelo”,
que tiene 800 años.
bles. Solo falta una larga y plácida
bajada hasta la puebla.
A partir de este punto comenzamos
enseguida el descenso
hacia el fondo del valle. Entre
la arboleda empieza a asomar la
villa de Guadalupe, donde destaca
la silueta del monasterio. Dejamos
a la izquierda del valle el
bucólico palacete campestre de
Mirabel, a donde se retiraban la
reina y su familia en busca de
solaz. Siempre con Guadalupe de
fondo, abajo, en el rellano,
vemos la ermita de santa Catalina,
donde tomamos una pista
carretera que, siguiendo sus revueltas,
desciende hasta un
puente sobre el río Guadalupejo,
al fondo del valle.
Tan solo nos queda ascender
hasta la puebla. Para ello continuamos
por el camino marcado
junto al río; cerca, la carretera
sube a la izquierda hacia el pueblo.
Por ella, enseguida nos encontramos
a la izquierda la
“Fuente del Piojo”, muy celebrada,
pese al nombre, por su agua
para apagar sofoquinas. LLegamos
ya a las primeras casas del
pueblo. Subiendo entre calles encontramos
un crucero del que
sale una calleja a la derecha, pueblo
arriba, hasta el casco antiguo,
pasando por una fuente
abrevadero con varios caños en
medio de la subida. La plaza.
Luce todo el esplendor del monasterio
y el sabor de la Extremadura
rural. Quien quiera rematar
tan plácida caminata en un enclave
privilegiado, puede torcer a
la izquierda y, siguiendo la calle,
llegar hasta el último repecho: las
escaleras de la hospedería, ¡bienllegados!.
(Fotografías de Ángela Beaver
y José Mª Pagador). ■ El castaño "El abuelo", monumento natural en la ruta de la reina.
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