Caracas, entre la ciudad guzmancista y la metrópoli revolucionaria
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INTRODUCCIÓN: CARACAS, ENTRE LA CIUDAD GUZMANCISTA Y LA METRÓPOLI REVOLUCIONARIA<br />
El oscurantismo atribuido a <strong>la</strong> <strong>Caracas</strong> de Gómez terminó con <strong>la</strong> renovación<br />
democrática de <strong>la</strong> próspera capital de Eleazar López Contreras<br />
(1936-1941), epitomada en el P<strong>la</strong>n Monumental de <strong>Caracas</strong> (PMC),<br />
dirigido por el ingeniero francés Maurice Rotival a finales de los años<br />
treinta. Además de los eclécticos ecos del diseño al estilo del barón<br />
Haussmann, los diversos componentes del urbanismo colonial galo se<br />
incluían en el también l<strong>la</strong>mado P<strong>la</strong>n Rotival, cuyo interés estriba hoy<br />
más en su contenido teórico que en sus propuestas, <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s<br />
cuales no se llevó a cabo (Almandoz, 2006; González Casas, 2002). Al<br />
ser criticado por su eclecticismo arquitectónico y morfológico, el PMC<br />
fue puesto en perspectiva con los posteriores desarrollo y modernidad<br />
de <strong>la</strong> <strong>Caracas</strong> metropolitana, los cuales supuestamente escaparon a <strong>la</strong><br />
miopía de Rotival, a quien se le recrimina su trasnochada sujeción a<br />
los formalismos decimonónicos del urbanismo francés (Zawisza, 1989;<br />
Vallmitjana et ál., 1991).<br />
Además de ser visto como el tímido comienzo del moderno urbanismo<br />
venezo<strong>la</strong>no, el PMC también ha sido seña<strong>la</strong>do como un momento<br />
decisivo en el destino caraqueño. Esta es una perspectiva que<br />
requiere amplitud en <strong>la</strong> visión histórica y política, <strong>la</strong> cual solo fue alcanzada<br />
por los intelectuales venezo<strong>la</strong>nos que presenciaron el arribo de<br />
los urbanistas franceses, pues sabían que el PMC representaba una gran<br />
oportunidad para que <strong>Caracas</strong> tuviera un crecimiento menos abrupto y<br />
un urbanismo más orgánico y ba<strong>la</strong>nceado, como el de algunas capitales<br />
<strong>la</strong>tinoamericanas. “Hasta ese punto llegó <strong>la</strong> tentativa y <strong>la</strong> posibilidad de<br />
asegurarle un porvenir urbano digno a <strong>Caracas</strong>” (Us<strong>la</strong>r Pietri, 1991: 8),<br />
según <strong>la</strong> sentencia del humanista Arturo Us<strong>la</strong>r Pietri, surgida al prologar<br />
<strong>la</strong> revisión finisecu<strong>la</strong>r sobre el P<strong>la</strong>n Rotival y <strong>la</strong> <strong>ciudad</strong> que no pudo ser.<br />
Con el progresista pero represivo régimen de Marcos Pérez Jiménez<br />
(1952-1958), <strong>Caracas</strong> se convirtió en uno de los escenarios más<br />
representativos y contrastantes de segregación socioespacial y funcional,<br />
pues <strong>la</strong> ava<strong>la</strong>ncha de carros penetró <strong>la</strong> capital del oro negro a lo <strong>la</strong>rgo de<br />
avenidas y autopistas que atravesaban <strong>la</strong> indetenible masa de quintas lujosas,<br />
superbloques diseñados por Vil<strong>la</strong>nueva y rancherías de inmigrantes<br />
(Almandoz, 2004: 119-126). Por aquellos años en que <strong>la</strong> Comisión<br />
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