TENTACIÓN, CONVERSIÓN Y CRUZ - Autores Catolicos

llegaría a ser dueño y señor de todo el reino a pesar
de todos sus enemigos”. Además por esa tarea que asusta
a las almas azucaradas, dice que le “prometieron
conducirme al Cielo”. Sufre una dura e injusta
persecución. Son percances en los lances del oficio.
El toro del mal embiste. Y el torero le resiste. Cada
cosa ha de estar donde tiene su destino. Lo mismo pasa
a las almas estarán donde escogieron poner todo su
ahinco.
“No estéis tristes pues el gozo en el Señor es
vuestra fortaleza”. (Ne 8).
“El dolor la mata/ y el amor la aviva/, y al Padre
relata/ su pena pasiva, / y muy pensativa,/ se queja y
llama/ al pie de la cama”. (Montesinos).
(Llama cama de la cruz). No hay otro camino en la
tentación, que la cruz a cuestas del amor hermoso, del
deber cumplido, de la lucha heroica.
La peor tentación, la más disfrazada, es la que se
viste de bien siendo mal. La tentación de confundir el
bien con la varita mágica. Los amigos de Juana soñaban
igual.
Los amigos sueñan con un fin bucólico. Soñaban
con que –dicen- “acompañaríamos a casa a nuestro ídolo,
donde nos aguardaba la vida gozosa al aire libre”.
Nuestras almas confunden el bien con la suerte y con la
magia y con la fantasía. Pero Dios sueña con la
realidad reluciente de amor inmolado. Ni ella se
esperaba tal muerte. Mark Twain para en su mejor libro
esta dureza alimentada por el amor a Dios.
El dolor es la muleta donde el mal de la tentación
fracasa, entra al trapo y muere. También la avispa,
cuando pica muere. La tentación aceptada, esa que mata
la voz divina, al tragar la fruta, se queda en pecado,
sin Dios en el alma, prefiere al demonio.
“Aunque tuviese el don de profecía y fuera tan
valerosa en el combate, Juana también era un ser
humano. Cierto que para muchos representaba la figura
de una santa o de un ángel pero también se comportaba
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