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EL AVEMARÍA - Fraternidad Rosacruz Max Heindel de Madrid

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3.- Pero, antes <strong>de</strong> entrar en el estudio <strong>de</strong>l Avemaría, conviene que<br />

estudiemos o repasemos algunos asuntos que nos aclararán más el contenido y la<br />

intención <strong>de</strong> la conocida oración.<br />

4.- Primero, hemos <strong>de</strong> recordar que María fue la madre <strong>de</strong> Jesús. Eso no<br />

tendría nada <strong>de</strong> particular si no fuese porque Jesús, el más evolucionado y<br />

avanzado iniciado <strong>de</strong> la oleada <strong>de</strong> vida humana, tenía que ce<strong>de</strong>r, más tar<strong>de</strong>, sus<br />

vehículos físico y vital, nada menos que a Cristo, el más elevado iniciado <strong>de</strong> la<br />

oleada <strong>de</strong> vida <strong>de</strong> los arcángeles, regente <strong>de</strong>l sol y manifestación <strong>de</strong> la Segunda<br />

Persona <strong>de</strong> la Santísima Trinidad.<br />

5.- Cristo, como arcángel que era, a lo largo <strong>de</strong> su evolución, nunca tuvo<br />

cuerpo físico ni cuerpo vital. Por tanto, no estaba en su mano construirlos y, si<br />

quería vivir y actuar en este mundo físico - como, por otra parte era necesario para<br />

llevar a cabo el trabajo <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción que sólo Él podía realizar - y penetrar en la<br />

Tierra para convertirse en su regente, - necesitaba <strong>de</strong> un cuerpo físico y <strong>de</strong> un<br />

cuerpo vital. Pero, dada Su inmensa elevación espiritual, su inconcebible energía,<br />

eran precisos dos vehículos lo más perfectos y avanzados posible, que fueran<br />

capaces <strong>de</strong> contener o, mejor, <strong>de</strong> ser compenetrados sin <strong>de</strong>sintegrarse en el acto, no<br />

sólo por el cuerpo <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Cristo, sino Su cuerpo mental, su Yo Superior, Su<br />

mónada y… se nos escapa qué elementos más y <strong>de</strong> qué niveles más elevados.<br />

6.- Por eso, el más puro y evolucionado <strong>de</strong> los hombres tuvo que nacer.<br />

Pero, como las características <strong>de</strong> la materia <strong>de</strong>l cuerpo físico y vital inferior las<br />

heredamos <strong>de</strong> las <strong>de</strong> los padres (los ya familiares “genes”), para producir esos<br />

vehículos tan perfectos en Jesús, hacían falta unos padres prácticamente igual <strong>de</strong><br />

perfectos que Él, y unos abuelos, tanto paternos como maternos, <strong>de</strong>l mismo nivel,<br />

y unos antepasados <strong>de</strong> similares características durante varias generaciones, con el<br />

fin <strong>de</strong> que esos genes fuesen avanzadísimos y permitiesen la expresión, a su través,<br />

<strong>de</strong> todo el esplendor y las faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l propio Cristo.<br />

7.- Para compren<strong>de</strong>r esto, hemos <strong>de</strong> recordar que todos los hombres y todos<br />

los animales y plantas y aún los minerales, somos espíritus virginales, todos igual<br />

<strong>de</strong> maravillosos, como partes que somos <strong>de</strong>l propio Dios. Y que lo único que nos<br />

diferencia es el grado <strong>de</strong> evolución, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo o, mejor, <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spertamiento <strong>de</strong> cada espíritu y, por tanto, el nivel <strong>de</strong> conocimiento que ha<br />

adquirido <strong>de</strong>l mundo físico y, <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> él, el nivel <strong>de</strong> perfección que es capaz <strong>de</strong><br />

imprimir a sus vehículos a través <strong>de</strong> los que se expresará a lo largo <strong>de</strong> sus<br />

siguientes encarnaciones terrestres. El que es, por ejemplo, envidioso, es un<br />

espíritu tan maravilloso como los <strong>de</strong>más, sólo que aún no ha logrado suprimir el<br />

sentimiento <strong>de</strong> envidia, y sus vehículos etérico y físico no saben, por tanto, porque<br />

no lo han hecho nunca, expresar en este mundo la virtud opuesta. De ahí la<br />

necesidad <strong>de</strong> ir <strong>de</strong>scubriendo nuestros <strong>de</strong>fectos y sus virtu<strong>de</strong>s opuestas y <strong>de</strong><br />

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